domingo, 20 de abril de 2008

CONSUMISMO


Hemos llegado al final de una época de relativa bonanza económica. Aunque cada uno en su intimidad valora de forma particular como le han ido las cosas en los aspectos económicos, en general, con salir a la calle, parece que vivimos muy bien. O vivíamos.
Hace algunos años las prioridades de las familias eran muy concretas y se resumían, a mi entender, en dos aspectos básicos, como eran la comida y el vestido. Aparte de esto, la cosa no daba para mucho más. Aspectos hoy comunes como pueden ser el coche, las vacaciones, los puentes, salir a cenar a un restaurante, etc. etc. eran ciencia ficción en una época donde se vivía con lo justo. Bien es verdad es que no estábamos bombardeados por la publicidad instándonos a proveernos de cosas y cosas que “harían más feliz nuestra vida”.
Si revisamos hoy en día las economías familiares, quizá las partidas más importantes de gasto no sean relativas a la comida y al vestir. Cada uno tenemos nuestras preferencias y destinamos el sueldo a lo que nos interesa. La partida de la ropa, si no somos unos exquisitos en marcas y prendas no supone un gasto importante en relación con el gasto mensual. Otra cuestión es la partida de la alimentación, que sí que lo supone y mucho más ahora con los niveles que están alcanzando los precios de los productos básicos, pero en comparación con el total mensual no alcanza, ni mucho menos los porcentajes de hace unos años.
Todos decimos que no llegamos a fin de mes, que la vida está muy cara, que los precios están por las nubes y que si tal y tal, pero seguimos viviendo y si somos objetivos no demasiado mal. Habrá de todo, pero los niveles básicos de comodidad y bienestar se han elevado. Lo que tendremos que valorar es que son para nosotros esos niveles básicos comodidad y bienestar.
El desarrollo de la economía y las formas de compra a crédito han llevado a muchos a una espiral de gasto que puede llegar a ahogarles. Es muy frecuente ver en medios los anuncios de empresas, curiosamente no bancos, que ofrecen una reunificación de deudas para poder llegar a fin de mes. No deja de ser una falacia, porque nadie regala duros a pesetas que se decía antes, y lo que generalmente va a suponer es una vuelta de tornillo más y un alargamiento a más años de nuestras deudas.
Pero es difícil resistirse a tantas y tantas cosas que se ponen delante de nuestros ojos. La televisión que compramos hace pocos años ya no es LCD o TFT y además su poca cantidad de pulgadas la hacen pequeña además de no tener la calidad que tienen las nuevas. Total, la compramos a plazos, si solo son unos euros al mes. Y así con tantos y tantos cachivaches que metemos en nuestras casas y en nuestras vidas y que suponen un coste elevado.
Me viene a la cabeza el pensamiento de un amigo sobre este aspecto. Decía que el tenía mucho cuidado en que las cosas que comprara no le supusieran un gasto por su uso. El hecho de comprar un “tocadiscos” suponía tener que habilitar un presupuesto para comprar discos o el hecho de comprar una cámara de fotos implicaba el destinar unos dineros a la compra de carretes y revelado de fotos. Hoy día las cosas han cambiado mucho con los soportes digitales y estos dos aspectos no se verían de la misma manera, pero la filosofía queda ahí.
Los precios se han disparado, los sueldos se han estancado. La bonanza económica parece que va a sufrir un frenazo y habrá que irse quitando de algunas cosas y mirar con mucho cuidado las imprescindibles. En una economía globalizada esto puede suponer desajustes que pueden dar al traste con la marcha de muchas empresas, dejar sin trabajo a muchas personas y por lo mismo dejar sin clientes a muchas empresas y así perpetuar el círculo.
La cuestión es resistir de forma espartana y con cabeza esta embestida, que no es nueva y que ya hemos sufrido los que contamos con algunos años. Pasará, pero tenemos que aguantar para poderlo contar. Quizá sea necesario parar un poco y reflexionar. Decidir qué es lo que realmente nos hace felices y seguramente eso lo tendremos que buscar en nuestro interior y auto-educarnos a disfrutar con las cosas sencillas. Acostumbrarnos y asumir el no tener lo último en aparatitos, hacer vacaciones sencillas, comer sano y disfrutar del momento presente.