domingo, 21 de diciembre de 2008

TACO



En estas fechas y desde hace algunos años, hay una liturgia que se repite. Y no me refiero a los fastos, pecuniarios y alimentarios, derivados de la Navidad y todo lo que le rodea sino a que el cambio de año fuerza una renovación de un elemento que se ha hecho amigo y necesario: El Taco Calendario del Corazón de Jesús.
Hace ya bastantes años compre este simpático calendario para tenerlo en mesa de la oficina como recordatorio del día en el que estábamos. La fecha era importante en mi trabajo, ya que había que usarla con profusión a lo largo del día para estamparla en documentos y papeles. Hay varios modelos y tamaños, pero el más sencillo consta de una hoja por día donde se reflejan un sinfín de datos tales como los días que han transcurrido del año, los que faltan, las horas a las que salen el sol y la luna, estado y situación de la luna (cuarto menguante en Libra), el santoral amplio del día, la misa que se celebra y, una de las cosas más importantes para mí, la frase del día. Todo esto en la parte delantera de las hojas, figurando en la trasera diversas y curiosas informaciones de lo más variado tales como historias, chistes, historias de personajes y monumentos, etc.

En aquellos primeros días en la oficina, uno de los momentos que se instauraron, a primera hora, era la lectura pública y en alto para todos los compañeros de la frase del día que figuraba en el calendario. Había frases todos los días, menos los domingos. En aquella época se trabajaba los sábados, por lo que no faltaba en nuestro devenir diario el comenzar la jornada con una frase, por lo general muy acertada y que servía de comentario y tertulia entre los compañeros, en aquella época en que había compañeros y no meros "coincidentes laborales".

Recuerdo una que decía algo así como “No es mejor quién soluciona los errores sino quién los evita”. Fue objeto de un encendido debate ya que era muy de aplicación al trabajo, donde había personas que los prevenían, y por tanto pasaban desapercibidas, y personas que los solucionaban, los que les hacía ganarse una tremenda notoriedad. Excuso decir cuales tenían más ascensos y mejor dotación dineraria a fin de año, eso queda para el curioso lector.

El modelo de calendario que uso es el pequeño, sus hojas miden 6 x 10 cms. Aquel día hicimos una fotocopia ampliada de la hoja y la ubicamos en el tablón de anuncios de la empresa. Lógicamente y para que el mensaje llegara mejor, sobrepintamos la frase con un rotulador fluorescente en tono amarillo, lo recuerdo perfectamente. La bomba estaba colocada y surtió su efecto. Al poco tiempo, cuando el jefe vio aquello, aparte de retirarlo y llevárselo, averiguó rápidamente quién había sido el autor del pasquín y soltó la correspondiente reprimenda. Lo de siempre, matar al mensajero y obviar el fondo de la cuestión. Las verdades duelen, o suelen doler, casi siempre.

El calendario daba juego. Recuerdo un año haber tenido la paciencia de teclear en una base de datos en el ordenador todos los nombres del santoral con sus atributos, ya que no es lo mismo un Zenón mártir, que un Zenón diácono o que un Zenón santo, pongo por ejemplo. Al cabo del año obtuve una lista interminable de nombres, alguno de ellos muy pero que muy raro que espero no se haya impuesto a ningún niño por nacer en ese día. A modo de curiosidad, el santoral de hoy reza así: S. Pedro Canisio pb. Y dr.; Amasvindo, Sillán cfs.; Anastasio, Juan, Festo, Juliana, Glicerio, Temístocles mrs,; Severino ob. Antes si había esa costumbre que ahora se ha abandonado, gracias a Dios, de poner el santo del día a los niños. Elijan Vds. Uno de los nombres, en masculino o femenino para un hijo.

Otro subproducto de este almacenamiento de nombres fue el averiguar que uno determinado aparecía más de una y más de dos veces en el santoral a lo largo del año. Por ejemplo, uno de los de hoy, Anastasio, aparece a lo largo del año once veces si no recuerdo mal, ya que no tengo a mano la estadística. Para aquellos que celebren el santo, además del cumpleaños, esto es una buena cosa, ya que disponen de muchos días al año o bien para elegir o bien para celebrarlos todos.

Desde aquellos años compro tres calendarios todos los años, bueno ahora últimamente dos. Uno para casa, otro para la oficina y otro como regalo anual para un buen amigo que compartió aquellos momentos. Es una manera de mantener la tradición del taco y vernos por lo menos una vez al año por estas fechas.

domingo, 14 de diciembre de 2008

SENSACIONES


En este caso, ciertas. Como todos los fines de semana, el despertador suena a las siete en punto, un poco más tarde, pero no mucho, que los días laborables. Unos primeros momentos directo a visitar al baño a permanecer allí un buen rato, en la necesidad de vaciar vejiga e intestinos, no vaya a ser que luego haya sorpresas. Es un buen momento para la lectura, recién levantado, despejado, como método de evasión antes de afrontar el día.

Tras estos momentos, seguir con la rutina. Un vistazo por la ventana a ver cómo está el día y una posterior visita a la estación meteorológica, que me informa de la temperatura exterior. Luego habrá que contar con la existencia o no de viento, una cuestión que tiene la capacidad de variar sensiblemente la sensación térmica. Hoy marcaba dos grados sobre cero pero el vistazo por la ventana ha servido para comprobar que el suelo estaba blanco y posiblemente helado, ya que la nevada se produjo ayer por la tarde y antes de acostarme ya estaba el suelo con ese color que antecede a la Navidad.

Estas visiones no me hacen desistir de mi particular carrerita matutina. En la cama se está a gusto y calentito, pero al igual que debemos de trabajar la mente, es necesario y conveniente hacer funcionar al cuerpo por corroborar aquello tan manido de “mens sana in corpore sano”. Por otro lado, el correr sobre la nieve y disfrutar del amanecer surcando un camino entre un bosque de árboles es un placer para los sentidos, aunque la mayoría piense que es de locos.

El amigo con el que quedo los fines de semana para este peculiar paseo tarda en aparecer en el punto y hora de encuentro. Cuando ya casi decido que me voy a tener que hacer el recorrido solo, aparece a lo lejos: un parque público por el que atraviesa desde su casa estaba todavía cerrado y ha tenido que dar un gran rodeo. Ahora los parques públicos de la localidad tienen rejas y horario, ya que hay que evitar a toda costa el uso indebido de los mismos en horarios nocturnos, principalmente por aquello de los botellones que no solo significan juerga y diversión, sino dejarlo todo hecho un asco y muy penosamente lleno de cristales rotos.

Llega mi amigo corriendo por lo que perdono la fase de calentamiento para ponerme a su vera y enfilar hacia las afueras. Contra lo que pudiera parecer, y a pesar de la hora tan temprana, no somos los primeros en horadar la nieve. Algunas pisadas nos preceden, de otros corredores o de personas que pasean, bien solas bien con sus canes. Hoy no hemos visto al “corredor ecologista”, una persona que además de hacer deporte va recogiendo los desperdicios que gente sin escrúpulos deposita en el campo. Pasamos a lo largo de algún coche aparcado, con el motor en marcha por aquello de la calefacción, donde una pareja aprovecha los últimos instantes de la noche, que ya son principio el día, para los últimos arrumacos.

Con la ropa térmica adecuada, solo se nota el frío del viento al golpear la cara. El cuerpo, tras las primeras zancadas, empieza a sudar y a entrar en calor. Hoy, por ir pisando la nieve, nos acompaña un ruido rítmico y cadencioso que provoca el propio pisar.

Una vez fuera del pueblo, el sol empieza a salir en el horizonte, bañando todo con un tono rojizo intenso. El camino nevado, flanqueado de árboles enormes ya pelados de hojas deja entrever al fondo el monte y el pueblo que acoge bañado en un tono que diríase de atardecer. Una visión sobrecogedora y espectacular.
Estamos chalados sí, pero las sensaciones, ciertas, que nos provoca este amanecer haciendo deporte, tonificando nuestro cuerpo y ensanchando nuestra mente con semejante visión de la naturaleza son un tesoro que guardaremos en nuestro interior y que podremos atesorar en nuestra mente como uno de esos instantes mágicos a los que recurrir cuando estemos necesitados de un momento de paz, tranquilidad y relajación.

jueves, 4 de diciembre de 2008

MarioAlonsoPuig

Esta misma mañana y bajo el patrocinio de Orange, empresa a la que no tengo muchas simpatías por la que me armó hace un par de años cuando se llamaba Wanadoo, he tenido la oportunidad de vivir en vivo y en directo una de las conferencias más apasionantes, y productivas, que recuerdo en mi vida, que ya es un poco dilatada. Mi más sincero agradecimiento a esta empresa, rencillas olvidadas, por la fenomenal organización de este acto, gratuito, con sus cafés, sus zumos y sus bollitos y un coctel final al que no he podido existir por el tiempo que se ha prolongado nuestro ponente. Pequeños y Medianos Empresarios, Pymes, hemos podido asistir a un acto que ha sido el sexto de un ciclo en el que han participado otros ponentes de talla a los que me he quedado sin poder escuchar por enterarme a última hora y coger el tren, quiero decir una plaza, por los pelos.

El Palacio de la Bolsa de Madrid ha sido un marco de lujo para esta alocución que por espacio de cuatro horas y cuarto con un intermedio de apenas veinte minutos ha sido pronunciada por Mario Alonso Puig. Como se suele decir en el argot, le tenía yo ganas a este señor, médico cirujano con una gran experiencia, además de en medicina, en lo que ahora se llama Coaching, en mi opinión viejos temas con nuevas y rimbombantes palabras. Le tenía ganas en el buen sentido, no se me entienda mal, de conocerle y verle en directo. Su carnet profesional pondrá lo de médico pero tiene un poco bastante de otras muchas cosas, entre ellas de psicólogo.

Me encontré con escritos de este hombre hace unos años por una página que publicaba en la revista del Race, que consistía en historias, supongo que reales aunque dé igual, cuya lectura tenía, y sigue teniendo, la característica de hacerle pensar a uno. Al final de esta entrada reproduzco una, por no hacerlo muy largo, de las que más me gustan, aunque ha sido difícil hacer la elección.

Si bien acaba de publicar su segundo libro, he podido encontrar pocas de estas historias que divulgo y utilizo citando su autor. Hoy, al comentar una de ellas con uno de los asistentes a la conferencia me ha respondido, muy ufano y muy negativo: “Eso son americanadas” a lo que le he contestado que las llame como las llame a mi me sirven para mi mejoramiento personal, y si me sirven, son buenas aunque para él no lo sean. Cada uno utiliza las herramientas que puede y cree conveniente sin fijarse quién se las aporta.

Siempre he sido de la opinión de que no es bueno poner muchas expectativas en algo, pues así luego es relativamente fácil salir defraudado. Pero no ha sido el caso. ¡Como habla este hombre¡ Yo, cuando sea mayor, y tengo la misma edad que él por lo que ha mencionado, quisiera ser capaz de hablar solo un uno por ciento de bien de cómo lo hace él. Dueño absoluto de la situación, manejando a los asistentes a su antojo, inoculando ideas positivas y de mejoramiento personal una tras otra, jugando, riendo, explicando con ejemplos y acciones multitudinarias lo que es un hipocampo, una amígdala, una célula madre, la neurología, el cerebro, el corazón, la dopamina, serotonina o adrenalina ….. Y como se relaciona todo con nuestros pensamientos y emociones.

Solo un detalle. La persona que estaba al lado mío, a la que no conocía de nada y que seguramente no volveré a ver en mi vida, me ha dado un masaje relajante en los hombros y posteriormente yo se le he devuelto. Ni esa persona, mujer por más señas, ni yo, somos masajistas profesionales, pero la atmósfera que ha creado este hombre nos ha hecho comportarnos como tales al darlo y disfrutar del mismo cuando lo estábamos recibiendo como si nos lo diera el masajista más cualificado del mundo. Y repito, no nos conocíamos de nada. Hay que saber manejar al personal para romper esas barreras que nos marcamos los españolitos y para hacernos hablar a todos por los codos, intervenir incluso más de la cuenta y preguntar sin inhibición por el sexo de los ángeles, que también nos ha sido explicado.

Ahora solo falta aplicar a nuestra vida lo mucho de positivo que nos ha transmitido y quitarnos de encima esa carga de negatividad que arrastramos sin rebelarnos y que acaba afectándonos sin remisión con somatizaciones de mayor o menor intensidad cuyo origen son, únicamente, nuestros propios pensamientos y acciones.

Ahora hace falta otra oportunidad de volver a escucharle y asentar ideas. Las catorce cuartillas por una cara llenas de apuntes y notas me darán para pensar, meditar y pasar a la acción durante un buen número de días. Y cuando pase el tiempo, bueno será volverlas a revisar y ver cuántas estoy llevando, de verdad, a la práctica.

UN MUNDO ENTRE MIS OREJAS.

"Hace ya muchos años, pero que muchos años, se irguió sobre la superficie de la Tierra una criatura singular. No era grande ni tampoco fuerte, apenas corría y desde luego no podía volar. Cuando miró a su alrededor, sin duda tuvo que estremecerse al contemplar con quién había de compartir el suelo que pisaba. Viéndose tan insignificante, sintió como su corazón enloquecía, cómo su tranquila respiración se entrecortaba y sus relajados músculos se ponían en tensión y así, tuvo por primera vez conciencia de lo que hoy llamamos estrés. Pero en lugar de desesperarse y pasarse el resto de su vida huyendo, utilizo su principal arma de supervivencia, el mundo entre sus orejas, no sólo para sobrevivir a sus enemigos sino para además progresar, utilizando a la misma Naturaleza para crear lo que hoy conocemos como La Cultura.

Han pasado miles de años, ya no vivimos en cuevas sino en grandes estructuras a las que llamamos casas y, aunque ahora ninguna bestia nos persiga, nuestro mundo cambiante nos sigue exigiendo por encima de todo una cosa, capacidad de adaptación. Los acontecimientos se suceden sin parar y nuestra propia existencia depende de la forma en que reaccionemos frente a ellos. Nos exigen que aprendamos con rapidez para asimilar conocimientos que se duplican cada diez años, que seamos hábiles para lograr la cooperación de aquellos que poseen conocimientos de los que nosotros carecemos.

Pero a veces el ser humano si siente sin recursos para hacer frente a todas estas exigencias, simplemente no se siente capaz y entonces queda prisionero de una tensión emocional que acaba arruinando su salud y bienestar. A partir de ese momento ya no luchará por convertirse en todo lo que puede llegar a ser, porque lo único que le preocupará será que los demás lleguen a descubrir dicha incapacidad. Sin apenas darse cuenta, irá bajando su nivel de conciencia y se situará en una zona de confort donde el bien supremo no es otro que mantener cierta sensación de seguridad.

Dado que casi todos somos en alguna medida esclavos de las prisas y expertos en el arte de engañarnos a nosotros mismos, no nos paramos a pensar ¿de donde proviene esa falta de control sobre aquello que nos sucede? A lo mejor no es la consecuencia de una falta de talento o de inteligencia innata.

Durante mucho tiempo se ha considerado que la creatividad era exclusiva de los denominados genios y que quien brillaba en los estudios triunfaría en la vida. Las personas hemos dado por hecho que los resultados que obtenemos en la vida son una clara expresión de lo que nosotros somos, y que lo que nosotros vemos, es la única realidad existente. Nada más lejos de la verdad.

Hoy como nunca conocemos la verdadera realidad de nuestro cerebro. Las neurociencias nos han dado el soporte necesario para echar por tierra muchas de nuestras creencias más arraigadas y han respaldado las opiniones de tantos filósofos, científicos, teólogos y literatos que a lo largo de la Historia nunca perdieron su fe en el hombre y en sus posibilidades.

Conocemos las vías de las emociones arraigadas en le complejo sistema límbico y sabemos por que, cuando aquellas se disparan, se oscurece la razón. Conocemos que una situación emocional de una persona influye en su salud y en su capacidad de defensa frente a las infecciones y frente al cáncer. Sabemos que la creatividad no depende ni de las musas ni tampoco en exclusiva de los genes, sino de la interacción excepcional entre nuestros hemisferios cerebrales. Hemos penetrado en las bases de la memoria, del aprendizaje y de la comunicación y sin embargo, por fascinantes y útiles que puedan parecernos estos conocimientos, no serían de ningún valor si no fuera por la extraordinaria plasticidad de nuestros cerebros. Es precisamente esta plasticidad la que nos permite acceder con nuestro pensamiento a todos esos recursos que el ser eso, el hombre acaba convirtiéndose en la que piensa, porque con su pensamiento moldea su cerebro y luego éste moldea su realidad.

Son la falta de creencia en nuestras propias capacidades, el miedo acérrimo al fracaso y a la crítica, la búsqueda compulsiva de la respuesta exacta y de la seguridad, los elementos que estrechan el pensamiento y atrofian la mente. Sólo con fe en nosotros mismos, con determinación, entusiasmo, disciplina y paciencia, conseguiremos cosas que hasta ahora nos parecían imposibles. No es malo sentir miedo o sentir inseguridad, lo malo es dejarnos arrastrar por estos sentimientos, dejar que nuestra conducta sea controlada por ellos.

Hagamos que nuestras actuaciones sean acordes con nuestros objetivos, soportemos la tensión que produce cambiar un hábito nocivo y así conseguiremos llevar las riendas de nuestra vida. Tarea de semejante envergadura para nada ha de asustarnos, porque la fragmentaremos y cada uno de esos pequeños fragmentos se convertirá en el objetivo fundamental de cada día. Trabajemos con el absoluto convencimiento de que alcanzaremos aquello que nos propongamos, y que esté en línea con nuestra misión personal.

Como médico y como consultor, veo a diario cuántas cosas nos roban la alegría, porque no nos decidimos de una vez por todas a controlarlas. Esa inercia, esa pereza, esa esclavitud de la opinión ajena, esa tendencia a la huida, esa propensión a la ira y al enfado. Factores todos ellos que nos manipulan como si fuéramos marionetas de trapo. La Naturaleza, Dios, nos dio un gran regalo, nuestra capacidad de pensar. Ahí está la base de nuestra verdadera libertad.

No dejemos que nada ni nadie nos prive de ella".

Dr. Mario Alonso Puig

martes, 2 de diciembre de 2008

CIENCIA

Hace unos días se ha celebrado en Madrid la VIII Semana de la Ciencia. En realidad son dos semanas llenas de actos tales como visitas, conferencias, talleres, mesas redondas o demostraciones que pueden resultar muy interesantes a cualquiera que tenga la más mínima curiosidad.

Los actos se publican en un libro y en internet unas tres semanas antes de la celebración. Desde dos semanas antes es posible solicitar plaza en aquellos actos que nos interesen, normalmente por vía telefónica o en algún caso de forma exclusiva mediante el correo electrónico. El teléfono es más directo, ya que en el momento te confirman la inscripción o, en caso de que este el cupo completo, de si quieres quedarte en lista de espera, aunque esto funciona según y cómo dependiendo de las gestiones cada uno de los organismos que participan.

Lo que es una indudable ventaja representa también un gran problema: los actos son gratuitos. Con ello, suele ser frecuente que en el momento de realizarse el acto no aparezcan bastantes de las personas que habían reservado plaza y lo peor es que ni siquiera se molestan en llamar o escribir de nuevo para renunciar a su puesto, lo que permitiría la inclusión de otros que podían haber quedado en lista de espera.

Otro problema que se presenta con frecuencia es el copo que provocan instituciones de tipo académico, tales como escuelas-taller, escuelas de formación profesional o institutos, reservando todas las plazas disponibles para llevar a sus alumnos. En muchos de los casos podrían gestionar esa visita en cualquier otra semana del año.En mi modesta opinión como individuo aislado deberían tener preferencia personas individuales o grupos muy reducidos, aunque en algún caso o actividad pudiera ocurrir que no hubiera un número mínimo para desarrollarla. Se mire por donde se mire surgen dificultades.

Pero lo esencial y lo maravilloso de esta iniciativa es que las instituciones, universidades, grandes empresas y centros de investigación nos abren sus puertas a los ciudadanos normales para visitar sus instalaciones y mostrarnos lo que hacen y como lo hacen. En algunos casos será mera curiosidad, pero en otros la información recibida resulta útil para nuestra vida y en todo caso colma nuestra curiosidad y nos saca un poco de la rutina diaria.

Una cuestión fundamental para participar y disfrutar activamente de la Semana de la Ciencia es tener tiempo. Gran parte de las actividades son en horario de mañana, aunque las hay de tarde y de fin de semana, solo que estás suelen estar más congestionadas por razones obvias. Con tiempo libre, un poquito de planificación y método, uno se puede preparar un par de semanas con un contenido excitante e interesante.

No es cuestión de mencionar aquí todos los actos que existen, disponibles en internet buscando por VIII Semana de la Ciencia. Menciono a los que yo asistí:

--Paseo guiado y estupendamente comentado por los Sotos Históricos de Aranjuez, los jardines creados en el siglo XVI por los reyes españoles a las orillas del Tajo, con más de 35 kilómetros de paseos y arboledas.
--Visita y charla en dos centros de investigación de la tecnología aplicada a estudios sobre fisiología del deporte, uno en la Universidad Europea de Madrid, que envidia de instalaciones, y otro en el INEF y el Consejo Superior de Deportes, donde pudimos apreciar qué y como se investiga para mejorar el rendimiento de los deportistas, pero de cuyos resultados nos beneficiaremos todos a corto o medio plazo. Recordemos lo que ocurre en un tono parecido con los coches de fórmula I, cuyas innovaciones son finalmente trasladas a los coches que manejamos.
--Participación en un taller de psicología en la Universidad Pontificia de Comillas sobre Emociones y Cine, con poca asistencia, pero muy interesante.
--Asistencia a Radio Nacional de España, a un estudio de emisión en directo, visita a las instalaciones y permanecer tres horas viendo como se hace y se emite un programa de radio en directo. Una experiencia muy interesante y enriquecedora, gracias a la amabilidad de Tony Garrido y todo su equipo, pendientes en todo momento de los curiosos que asistíamos al programa.
--Visita guiada al Jardín Botánico de Madrid.
--Visita guiada al vertedero de Valdemingómez, verdadera “ciudad de la basura” donde uno cambia su forma de pensar sobre este asunto, en un claro ejemplo de que la información recibida es básica para su uso en la vida diaria, tanto como que me atrevería a sugerir que dicha visita fuera obligatoria, cada cierto tiempo, para todo el mundo, al objeto de que tomemos conciencia, particulares y empresas, de lo que se cuece en este tema y aprendamos en cabeza ajena a donde llegaremos si no tomamos medidas.

Ahora a esperar que pase un año y disponer de tiempo para estar atento a las actividades que se programen.