domingo, 18 de enero de 2009

CABREANTE


Me asalta la duda de si esta palabra que he utilizado como título de este suelto en mi blog existe. En el diccionario figura el verbo cabrear así que ….
Como ya he accedido al diccionario, me quedo con la acepción que para este verbo tienen en nuestro país hermano Chile, y que no es otro que “hastiar o aburrir” en lugar del normal que sería “Enfadar, amostazar, poner a alguien malhumorado o receloso”, aunque también esta segunda acepción valdría para lo que voy a comentar.
Leo en la prensa de esta semana un anuncio que me deja estupefacto. La crisis que estamos sufriendo, bueno, las crisis, porque no solo es en lo económico, sino también en los valores, en lo religioso, en la educación y en otras muchas cosas. El anuncio, que en un tris estuve a punto de recortar para adjuntar aquí, pero me contuve al estar en una biblioteca pública, decía algo así como que era un curso o seminario con el título de “Como planificar un E.R.E, Despidos colectivos y Reestructuración de Plantillas”. En internet también se puede encontrar sin mucha dificultad. Se conoce que no lo hacen bien en las empresas y un prestigioso bufete de abogados, de renombre, se brinda a organizar este seminario, por un módico precio que quedará como una minucia al lado del “ahorro” que supone prescindir de unos cuantos trabajadores y de sus emolumentos.
Está claro que llegaremos a todo casi sin proponérnoslo. Como la crisis siga adelante, surgirá algún iluminado que dé cursos de “Como simular una depresión y obtener la baja médica”, “Como simular dolor de espalda permanente e incapacitarte” o incluso si me apuran, y es mejor no dar ideas, “Cómo suicidarse limpia y elegantemente”.
Lo peor de todo es que tengo la impresión de que cursos de esta guisa serían “atendidos” como se dice en inglés mal traducido, por un número elevado de empresas y de personal de recursos humanos, cuanta humanidad y cuanto recurso estropeado y vilipendiado, que seguirán con aplicación los mismos para obtener un buen certificado final que les acredite el derecho a disponer de los beneficios correspondientes.
Recuerdo con nitidez, aunque era muy joven, la crisis de 1973. Un anuncio en la televisión aquella en blanco y negro decía, respecto del precio de los carburantes, que “Vd. quizá pueda pagarlo, pero España no puede”, y eso que la gasolina en aquella época estaba a siete pesetas el litro, pero siete pesetas de las de antes.
Lo que a nivel individual o empresarial nos podemos permitir, a nivel global, de conciencia de país, no podemos permitirlo. Se viene oyendo con fuerza que es un desatino el prejubilar, cuando no echar directamente, a personas que o no han cumplido los cincuenta años o los sobrepasan muy poco. Grandes bancos o empresas se permiten el lujo de pagar de sus beneficios los salarios, reducidos, y la seguridad social, completa, de un buen número de trabajadores, en edad de aprovechar sus conocimientos para rendir y enseñar a otros. Pero este lujo no concuerda con que para el país, y la humanidad, si se me permite, no pueden prescindir de estos trabajadores y mandarlos a deambular, parodiando aquella película o libro, los lunes y el resto de los días al “sol” o al “golf”.
Y se sabe de otras empresas, grandes y con beneficios enormes declarados, que usan de triquiñuelas de nombre “ere” y similares, para enviar a sus trabajadores al paro durante dos años, ahorrándose salarios y seguridad social, ahorro que sirve para engrosar sus beneficios y rebajar los nuestros y los de los sistemas públicos.
Pero esto parece que es pecata-minuta. Algunas voces de personas en el poder se alzan diciendo que esto se va acabar. Esto es como el famoso cartel de los bares o tiendas que decía “Hoy no se fía, mañana sí”. Pues eso, las prejubilaciones y los despidos encubiertos hoy se hacen, mañana ya no se harán. Pero mañana volverá a ser hoy. Y así seguimos.