lunes, 25 de mayo de 2009
TARIFAS
Vivimos en un mundo de locos. Las cosas ocurren a tal velocidad que es muy díficil asimilarlas, cuando uno empieza a entender y manejar algun tema, ya le están cambiando. La telefonía móvil es uno de esos apartados donde uno acaba mareado si intenta estar al día de todas las innovaciones, habríamos de cambiarnos de teléfono cada mes, entender cuestiones como 3G, cuatribanda, bluetooth, conexión por infrarrojos, mapas interactivos, GPS y un sinfín de cuestiones que no son estrictamente únicas del mundo de la telefonía móvil, pero que poco a poco está siendo posible integrar en ese aparatito que llevamos casi todos como un apéndice y que nos sigue, y lo que es peor, suena, incluso cuando estamos en el baño haciendo nuestras necesidades fisiológicas.
Pero detrás de todo esto esta la compañía que nos provee de esos servicios. No sé si por suerte o por desgracia hay varias compañías, lo que dá una (cierta) libertad a la hora de escoger la que más nos conviene. Y aquí es donde entra el mundo de las tarifas, de lo que nos cobran por los diferentes servicios. Y en vez de ser transparentes y claras, parece que todas en mayor o menor medida buscan que el cliente se haga un lío y no sepa nunca a ciencia cierta que tarifa le conviene, que tarifa le están aplicando, o como le facturan sus conexiones a internet desde el teléfono, llámese “emoción” en Timofónica y que ya fue objeto de otra entrada anterior en este blog. Luego llega la factura a fin de mes y, a las pocas personas que la revisan más o menos concienzudamente, no les cuadra la falta de claridad y los criterios de aplicación de la supuesta tarifa a la que están adscritos.
Por aquello de las condiciones de permanencia, los últimos dieciocho meses mi proveedor era Timofónica. Me atrajeron con una buena oferta y me incorporé al contrato que ya tenía mi mujer con esa compañía. Primer error: yo he desaparecido, no existo, y el número de teléfono que yo he tenido de siempre pasó a ser de mi mujer. Para cualquier trámite, siempre vía telefónica, te piden el nombre y el DNI del titular del contrato. Yo me sé de memoria ambos pero lo que no sé es poner voz de mujer. Si lo consiguiera me haría pasar por ella sin ningún problema, pero así es ella la que tiene que llamar cuando quiero alguna aclaración de la aplicación de las “tarifas” o cualquier otro asunto.
En las facturas que se reciben mensualmente, Timofónica aprovecha para poner “letra pequeña” e ir cambiando poco a poco las condiciones del contrato sin que te enteres, bueno, te enteras en la factura siguiente, cuando ya no hay más remedio. Cosas como no compensar el consumo mínimo entre los teléfonos del mismo contrato o que las llamadas a números especiales, tipo mis cinco y cosas así, y los mensajes no computan para el consumo mínimo, fijado generalmente en nueve euros al mes, y cosas por el estilo.
Una de las cosas que más llaman la atención de estas tarifas de Timofónica, y no sé si de otras compañías, son los horarios, los tramos, los días laborables, fines de semana, festivos locales, autonómicos y nacionales, etc. etc. Pero lo que me parece VERGONZOSO de todo punto es la distinción que se hace a la hora de convertir los minutos en euros en función de la compañía proveedora del teléfono llamado. Parece ser que hay tres niveles de compañías, y según a la que pertenezca el teléfono de destino así es la tarifa, menor para los que están en su grupo y proporcionalmente desorbitada para las demás. Destrás de todo esto no está sino una competencia desleal, obligando de facto a los usuarios a estar todos en su grupo de compañías para que las llamadas salgan más baratas.
Así ya no basta con tomar la determinación de llamar a un amigo o compañero, sino que es muy importante saber a que compañía pertenece, ya que en función de ello podremos hablar más o menos tiempo en función del coste. Sé de alguna persona que en la agenda de nombres de su teléfono utiliza algún signo para identificar la compañía de destino. Así “Ana” sin más es del grupo normal, “Ana@” es del grupo dos y “Ana$” es del grupo tres y por ello más caro el llamarla. Lo del signo del dólar viene al pelo.
Harto de todas estas cosas, he abandonado el paraguas de Timofónica. Me cabe la duda de si tengo que informar a todos mis amigos y contactos, para que sepan que sus llamadas hacia mí les van a salir más caras, gracias a los tejemanejes de Timofónica y las otras grandes. Porque me he pasado a una de las compañías de “peor” nivel en la tarificación de las grandes: Monofónica. Había pensado hacerlo por correo electrónico, que es todavía gratis, o por SMS, que me costaría una pasta, incluso tal vez lo haga, en forma de denuncia encubierta, para que nadie se llame a engaño cuando reciba la factura al mes siguiente y vea que esa llamada que me ha hecho a mí le ha salido especialmente cara. O barata, porque los que estén con mi misma compañía solo pagarán el establecimiento de llamada, que invento, y tendrá los diez primeros minutos gratis total. Con esto lo que voy a conseguir que no me llame nadie, pero tendré que asumirlo como una especial lucha contra la injusticia que supone esa tarificación discriminativa en función del destino de la llamada.
Supongo que Monofónica será igual de mala o de menos buena que Timofónica y las otras. Es la cuarta compañía por la que transito y, dado mi carácter, supongo que no será la última. En este movimiento he tenido en cuenta diversos factores que me han resultado atractivos y que comento a continuación. El primero de ellos es que no hay condiciones de permanencia, me puedo marchar cuando quiera sin penalizaciones ni zarandajas. Los teléfonos que ofrecen, si se desea, son completamente libres desde el primer momento, por lo que en caso de cambio no hay que buscar ninguna tienda donde por veinte euros te liberan el móvil. Da igual tener modalidad contrato o modalidad prepago, las tarifas son las mismas y no hay un compromiso de gasto mínimo al mes, aunque lo único necesario es hacer una llamada con coste, con el coste que sea, cada seis meses para demostrar que el número está vivo y sigue en activo.
Pero lo mejor y lo que más me ha atraído de Monofónica es la tarifa. El coste de establecimiento de llamada y el coste por minuto hablado es exactamente el mismo, dentro del territorio nacional, los 365 días del año, se llame a fijo o móvil.
No he recibido todavía la primera factura. Las consultas de consumos a través de internet aprecen estar en orden y cumpliendo las expectativas. Veremos cuanto dura esto. Por el momento y por donde me muevo, la cobertura, otro elemento importante en la telefonía móvil, es buena y suficiente. Cuando me salgo de mi radio normal de movimiento, ya estoy preguntando a mi mujer, que sigue con Timofónica, acerca de la cobertura…. para comparar.