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Últimamente me están fastidiando hasta la saciedad multitud de cosas que nos rodean desde tiempos inmemoriales y a las que estamos obligados sin remisión ni escapatoria. Con el paso del tiempo y tras muchos años atrapados en sus garras, aportando y aportando cantidades, llega un momento en que no se puede renunciar a ellas a la espera de que te sean devuelta la inversión de alguna manera.
Tras catorce mil ciento veintiocho días, que suponen treinta y ocho años, ocho meses y seis días de cotización a la Seguridad Social, uno se podía plantear que hubiera pasado si desde el primer momento esta cotización no hubiera sido forzada y las cantidades aportadas a lo largo de todos estos años hubieran podido ser gestionadas de una forma personal, tanto para acceder a los servicios médicos o períodos de bajas laborales por enfermedad o accidente como para provisionar la jubilación. Es una pregunta absurda a estas alturas de la vida y que en el pasado reciente ha provocado no pocos debates sociales, sobre todo desde que la gestión de estas cantidades no ha sido al parecer todo lo buena que debiera y se vislumbran problemas en lontananza, que han impelido al gobierno a tomar medidas drásticas y directas sobre ellas: congelación de las pensiones y aumento de la edad de jubilación, que yo traduzco a “retraso en la edad de empezar a cobrar lo que nos corresponde”.
En mi opinión y en conjunto, una bien gestionada Seguridad Social es cosa buena para todos, porque ya hemos visto como somos las personas cuando se nos deja practicar la autogestión. Sirva como ejemplo el endeudamiento en que se ven en estos días muchas personas por haberse dejado llevar por la corriente consumista, alentada socialmente y favorecida por préstamos sin demasiado control desde las entidades financieras. Por cierto, estas entidades o no han tenido problemas con esto de la crisis o si los han tenido ha venido “papá” Estado a inyectarles “pasta gansa” para que no sobrevinieran “males mayores”.
Las siglas INSS que sirven de título a este escrito significan “Instituto Nacional de la Seguridad Social”, pero por momentos se pueden convertir mediante un juego de asignación de iniciales en “INSEGURIDAD SOCIAL”. La cosa no está clara cuando parece que todas las ideas convergen, no ya a nivel de Gobierno Español sino Europeo, en atacar pensiones y edades. Hay que meter la mano en el cajón de los que no tienen escapatoria. Otras ideas o no se desarrollan o no convienen, pero en esta, todos nuestros sesudos dirigentes, dentro y fuera de nuestras fronteras, están de acuerdo: es la solución. Podría ser válido si en estos últimos años, cuando los superávit eran clamorosos durante la bonanza económica, hubieran gestionado mejor los dineros y hubieran obrado acorde, esto es, aumentando las pensiones y reduciendo la edad de jubilación. Pero no, solo se trata de apretar el cinturón, no de aflojarlo.
Desde hace muchos años he complementado los servicios médicos que me prestaba la seguridad social por otros de ámbito privado. Por horarios, ubicaciones y otras consideraciones, me ha merecido la pena dedicar unas pesetas o unos euros de mi economía a contratar un seguro médico, habiendo pasado a lo largo de estos años por alguna de las compañías que se dedican a este asunto. Los cuadros y servicios médicos son más o menos los mismos en unas que en otras y los costes varían en función de las ofertas que últimamente proliferan en una desesperada caza del cliente y que no siempre son de fiar, cuestión que y se ha podido leer en la entrada titulada IMAN en este blog.
A lo que vamos. En estos días me ha dado por hacer una prueba con vistas al funcionamiento de unos y otros. A la Seguridad Social, por suerte, no he tenido que acudir desde hace al menos veinte años que recuerde, salvo a pedir al médico de cabecera las bajas laborales por operaciones de menisco que me fueron realizadas a través de la sociedad médica. Mi consumo personal de Seguridad Social, por tanto, ha sido prácticamente nulo. Hacía ya algunos años que no me realizaba un análisis de sangre y he utilizado este hecho para hacer un pequeño test.
La idea me surge un viernes y empiezo el camino con la Seguridad Social. Pido hora a través del sistema informatizado de citas por internet y me la dan al jueves siguiente. Ese día el médico de cabecera me prescribe el análisis de sangre, obteniendo cita para la extracción el jueves siguiente. Ese jueves me efectúan la extracción y me dicen que los resultados del análisis vienen tardando una semana, pero que si me quiero asegurar considere diez días para pedir cita no vaya a ser que se retrase. Pido cita y esta vez no hay problema ya que son diez días y hay disponibilidad, para el lunes no de la semana siguiente, sino la otra. Visito al médico y me da el informe con los resultados. Para que no estén echando cuentas, han sido DIECISIETE días laborables incluyendo el de inicio y fin de las gestiones. Menos mal que no era una cosa urgente.
Paralelamente hago lo mismo en la sociedad médica privada. Llamo por teléfono el mismo viernes y me dicen que me pase directamente por el consultorio, el médico está mañana y tarde disponible y va atendiendo en función de las personas que lleguen. Me paso por allí, espero un momento y el médico me prescribe el análisis. Sin citación, acudo a ese mismo centro a la mañana siguiente a primera hora y me realizan la extracción, igual o yo diría que más completa que la solicitada en la seguridad social. Como me dicen que estarán los resultados en tres días, paso al lunes siguiente, sin cita, y obtengo los resultados. En total CINCO días laborables incluyendo igualmente el de inicio y fin de las gestiones.
Las comparaciones son odiosas, DIECISIETE contra CINCO.
Esto del tema de las citas me parece un atraso. ¿Se imaginan si tuviéramos que pedir cita para ir al banco a sacar dinero o a una tienda de confección a comprarnos unos calcetines? En la in-seguridad social dicen que el tema de las citas es para una mejor gestión del tiempo. Y un cuerno. Puesto que hay unos facultativos asignados de mañana y tarde, que pongan un horario y un dispensador de números como en la carnicería y que la gente acuda y coja su numerito. Dependerá de la suerte de cada uno en ir al centro cuando no hay nadie o por el contrario tendrá que esperar si hay muchos. Como he dicho, algún centro médico funciona sin cita y la cosa va mucho mejor, pues de poco te sirve que te den cita a una hora si luego te hacen esperar la intemerata, pero claro, ya te subrayan y te comunican por activa y por pasiva, que la hora de la cita es orientativa.
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domingo, 26 de junio de 2011
lunes, 20 de junio de 2011
?ASTOS
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Por primera vez vamos a poner un título de entrada dinámico, para que cada cual se lo adapte a su gusto. Sustituya Vd. la interrogación de la primera letra del título por una “F” y tendremos “FASTOS” o por el contrario utilice una “G” y obtendrá GASTOS. Ambas acepciones son válidas para este comentario.
La semana pasada se celebró en San Lorenzo de El Escorial, un renombrado pueblo de la provincia de Madrid, el Capítulo de la Militar Orden de San Hermenegildo, que tiene lugar cada dos años y si no recuerdo mal siempre un
martes, es decir, día laborable. La celebración hace una veintena de años, quizá alguno menos, pasaba cuasi desapercibida en la localidad pues se celebraba en el interior del monasterio y solo tenían acceso a ella personalidades relevantes de los ejércitos e invitados. Pudiéramos decir que se celebraba en la intimidad como supongo se celebrarán otros muchos actos oficiales y no tan oficiales a lo largo y a lo ancho de este suelo patrio que nos cobija.
El acto está normalmente presidido por S.M. el Rey de España aunque en esta última ocasión no ha podido asistir al estar convaleciente de una operación de rodilla que ha sufrido recientemente y de la que le deseamos una pronta recuperación. En su lugar ha asistido su hijo, el príncipe Felipe.
Como digo, ahora no el acto no pasa tan desapercibido, ya que tiene lugar un desfile militar en la lonja del monasterio. Además del palco de honor, se habían instalado cinco gradas para presenciar el acto a las que había que asistir por rigurosa invitación de alguno de los estamentos oficiales. Como se puede apreciar en las fotografías, el grueso del desfile militar estaba compuesto por la Guardia Real y además este año se celebraba paralelamente el segundo centenario de otra orden militar, la de San Fernando por lo que al desfile se sumaron una veintena de banderas de regimientos que tienen concedida la laureada. Hubo sus salvas de honor correspondientes y surcaron el cielo en un par de pasadas siete aviones soltando sus chorros con los colores de la enseña nacional.
Una cosa me resulto curiosa, y no fue otra que el poco tiempo dedicado a su reseña en los medios de comunicación. En el telediario de TVE-1 se mencionó muy de pasada y con pocas imágenes, y al día siguiente no pude encontrar nada en los diarios de El Mundo y El País. Por el contrario, en otros dos diarios consultados Abc y La Razón aparecía la misma fotografía, en el primero con un breve comentario y en el segundo una página, aunque curiosamente no centrada en el acto sino en criticar a la Ministra de Defensa por no haber acudido y estar en esos momentos asistiendo a un acto en Madrid con al parecer menos importancia, eso siempre según la opinión del periódico.
Hasta aquí todo muy bien y muy bonito, pero donde quiero llegar es a los gastos y los costes que supone el acto. Supongo que estarán todos englobados en Defensa pero a poco que uno piense un poco se puede colegir que son numerosos. No ya tanto el traslado de los componentes de la propia orden de San Hermenegildo que van a participar en el capítulo, sino los traslados de las tropas que van desfilar, caballos que participaron en el desfile, los cañones que lanzaron las salvas y los aviones, que tuvieron que consumir un rato no precisamente corto dando vueltas en la lejanía hasta que todo estaba preparado y pudieron hacer las pasadas en el momento preciso. También hay que hacer notar que los días anteriores hubo entrenamientos en la zona y que después del acto se sirvió un ágape en uno de los patios interiores del monasterio.
Todo esto cuesta, nos cuesta a todos, un dinero que me temo que no es poco. Y en estos tiempos de crisis, crisis real, no estaría de más considerar si este tipo de actos deberían tener lugar con tanto “aparato”.
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Por primera vez vamos a poner un título de entrada dinámico, para que cada cual se lo adapte a su gusto. Sustituya Vd. la interrogación de la primera letra del título por una “F” y tendremos “FASTOS” o por el contrario utilice una “G” y obtendrá GASTOS. Ambas acepciones son válidas para este comentario.
La semana pasada se celebró en San Lorenzo de El Escorial, un renombrado pueblo de la provincia de Madrid, el Capítulo de la Militar Orden de San Hermenegildo, que tiene lugar cada dos años y si no recuerdo mal siempre un
martes, es decir, día laborable. La celebración hace una veintena de años, quizá alguno menos, pasaba cuasi desapercibida en la localidad pues se celebraba en el interior del monasterio y solo tenían acceso a ella personalidades relevantes de los ejércitos e invitados. Pudiéramos decir que se celebraba en la intimidad como supongo se celebrarán otros muchos actos oficiales y no tan oficiales a lo largo y a lo ancho de este suelo patrio que nos cobija.
El acto está normalmente presidido por S.M. el Rey de España aunque en esta última ocasión no ha podido asistir al estar convaleciente de una operación de rodilla que ha sufrido recientemente y de la que le deseamos una pronta recuperación. En su lugar ha asistido su hijo, el príncipe Felipe.
Como digo, ahora no el acto no pasa tan desapercibido, ya que tiene lugar un desfile militar en la lonja del monasterio. Además del palco de honor, se habían instalado cinco gradas para presenciar el acto a las que había que asistir por rigurosa invitación de alguno de los estamentos oficiales. Como se puede apreciar en las fotografías, el grueso del desfile militar estaba compuesto por la Guardia Real y además este año se celebraba paralelamente el segundo centenario de otra orden militar, la de San Fernando por lo que al desfile se sumaron una veintena de banderas de regimientos que tienen concedida la laureada. Hubo sus salvas de honor correspondientes y surcaron el cielo en un par de pasadas siete aviones soltando sus chorros con los colores de la enseña nacional.
Una cosa me resulto curiosa, y no fue otra que el poco tiempo dedicado a su reseña en los medios de comunicación. En el telediario de TVE-1 se mencionó muy de pasada y con pocas imágenes, y al día siguiente no pude encontrar nada en los diarios de El Mundo y El País. Por el contrario, en otros dos diarios consultados Abc y La Razón aparecía la misma fotografía, en el primero con un breve comentario y en el segundo una página, aunque curiosamente no centrada en el acto sino en criticar a la Ministra de Defensa por no haber acudido y estar en esos momentos asistiendo a un acto en Madrid con al parecer menos importancia, eso siempre según la opinión del periódico.
Hasta aquí todo muy bien y muy bonito, pero donde quiero llegar es a los gastos y los costes que supone el acto. Supongo que estarán todos englobados en Defensa pero a poco que uno piense un poco se puede colegir que son numerosos. No ya tanto el traslado de los componentes de la propia orden de San Hermenegildo que van a participar en el capítulo, sino los traslados de las tropas que van desfilar, caballos que participaron en el desfile, los cañones que lanzaron las salvas y los aviones, que tuvieron que consumir un rato no precisamente corto dando vueltas en la lejanía hasta que todo estaba preparado y pudieron hacer las pasadas en el momento preciso. También hay que hacer notar que los días anteriores hubo entrenamientos en la zona y que después del acto se sirvió un ágape en uno de los patios interiores del monasterio.
Todo esto cuesta, nos cuesta a todos, un dinero que me temo que no es poco. Y en estos tiempos de crisis, crisis real, no estaría de más considerar si este tipo de actos deberían tener lugar con tanto “aparato”.
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domingo, 12 de junio de 2011
HASTAlosMISMÍSIMOS
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Desde muy pequeño tengo en mi memoria el retintín aquel de “todos los españoles somos iguales ante la ley”, de muy dudosa aplicación porque es sabido, antes y ahora, que quien tiene padrino se bautiza y quien no al bateo, a ver si pilla algo. Hace ahora un año publicaba en este mismo blog una entrada titulada AporELLOS que denotaba el hartazgo que me suponía la existencia de los políticos, aunque no se puede ni se debe generalizar. Ha pasado un año desde entonces y muchas cosas que hacían de lo escrito casi una premonición.
Lo de que no somos iguales salta a la vista, en todos y cada uno de los estamentos en los que nos situemos. A nivel local, yo no pago lo mismo en el anacrónico impuesto de circulación en mi pueblo que un vecino del pueblo de al lado, por el mismo coche. Como ciudadano bajo el ordeno y mando de la Comunidad de Madrid, la declaración de la Renta que estoy ultimando en estos días no tiene ni los mismos cargos ni las mismas deducciones que los “españoles” de otras autonomías, pues estas pueden establecer normas y deducciones propias, para eso son autónomas, ya lo dice la palabra. Y a nivel general, mi voto como español madrileño no sirve lo mismo que el voto de un español-vasco o un español-catalán o un español-canario a la hora de colocar a mis representantes en el Parlamento de la nación. Pero eso sí, una vez situados allí, todos valen lo mismo.
Y todo esto por mor de que: de las Autonomías, de los Ayuntamientos, de Europa y del “susum corda” que no sabía que significa “arriba los corazones”.
Allá por mediados de los años setenta del pasado siglo, cuando acabó el largo período de gobierno autoritario que “disfrutamos” TODOS los españoles, sesudos pensadores se esforzaron en dotarnos de nuevas leyes y formas de gobernar. Como había dos regiones que despuntaban en temas de nacionalismo o separatismo, para que la cosa no cantara mucho, se les ocurrió inventar los gobiernos autonómicos y dotarnos a todos, los que queríamos separarnos y los que no, de sendos Gobiernos Autonómicos.
Muchas profesiones han desaparecido en los últimos años. Eran vitales en su tiempo pero como el paso de los años se convirtieron en inservibles y simple y llanamente desaparecieron. ¿Hace falta un ejemplo? La de ascensorista. Era común al acceder a sitios oficiales o grandes almacenes que una persona, el ascensorista, te preguntara al acceder al ascensor a que piso ibas y el pulsaba el botoncito por ti, arriba y abajo, toda su jornada. Hoy se lo pulsa cada uno. Hay otros muchos ejemplos, que cada cual se busque los suyos.
Las Gobiernos Autonómicos hoy en día son INSERVIBLES. Por lo tanto y en mi modesta opinión, DEBEN DESAPARECER, así sin más, y cuanto antes, mejor que mejor. Porque para lo que si sirven es para endeudarnos a todos y quebrar la economía nacional. Supongo que con motivo de los relevos en las cúpulas autonómicas que se han celebrado esta semana, se han publicado los “agujeros” de deudas, deudas que cercenan y dinamitan a las empresas y autónomos que no cobran y que por extensión nos envenenan a todos. La primera de todas es Cataluña, con cerca de 32.000 millones de deuda “reconocida” seguida por la Comunidad Valenciana con 17.600 y la de Madrid con 13.500. Solo La Rioja y Cantabria andan por debajo de los 1.000 millones. Insisto en lo de “reconocida” que habrá que ver lo que se cuece por los despachos y los archivos, haciendo a buen seguro operaciones de cirugía financiera, moviendo de un sitio a otro, y de un ejercicio a otro, cantidades para cuadrar y maquillar lo más posible el desaguisado. Y nos olvidemos de otras cosas que siguen existiendo, las famosas y heredadas Diputaciones, que también tienen sus deudas, y no menores.
He seguido desde la primera manifestación a la que asistí el movimiento del 15M y de otros como DemocraciaRealYa y NolesVotes que sirvieron de base y que al final ha quedado en la sociedad, y en la prensa, como el movimiento de los "Indignados”. Indignados es poco y de ahí el título de esta entrada. Llevo unos días oyendo en entrevistas a los políticos cuando les preguntan por esto y responden que comprenden a los ciudadanos y que es debido a las medidas tan duras que han tenido que tomar. Sin comentarios, simplemente o NO SE ENTERAN o NO QUIEREN DARSE POR ENTERADOS. Unos y otros. Y cuando algunos de los que han accedido por primera vez a los consistorios y autonomías, e incluso en el Parlamento, han llamado a la seriedad y a que los políticos sean tratados como unos trabajadores más, en sueldos, pensiones y coches, han puesto cara de escépticos y siguen tratando de justificar lo injustificable.
Leo en una entrevista que lo de “indignaos” hay que cambiarlo por “divertíos” porque lo de indignados le parece reaccionario, fascista, estúpido y negativo. No nos dice si tenemos que divertirnos con nuestro dinero o con el ajeno.
Algo se mueve y la red es su soporte. Por lo menos podemos exteriorizar nuestros sentimientos y estar al tanto de lo que se cuece, aunque hay de todo y hay que tener mucho cuidado con el avance y el desarrollo de estos movimientos. Evidentemente se tienen que concretar en unos líderes como ya lo fueron los que ahora nos gobiernan y que se han vuelto muy olvidadizos. Ahí está el peligro.
Y dejemos los Ayuntamientos para otro día, que también deberían desaparecer, al menos en la forma que han adoptado en la actualidad muchos de ellos. Antes los alcaldes tenían una reunión los martes por la tarde y daban las instrucciones a los técnicos del ayuntamiento que para eso estaban. Y a continuación a sus labores, que tenían que comer. Ahora son profesionales, viven de ello y lo malo no es que solo sea uno, el alcalde, sino que toda la reata de concejales va detrás. En mi pueblo, por el hecho de ser uno de los diecisiete concejales, sea del partido que sea, ya se dispone de un salario anual superior a los 40.000 euros. SI luego tienes cometidos, la cosa sube. Así nos luce el pelo.
Una selección de los temas y las frases utilizadas en las pancartas han llamado la atención a los ciudadanos, a TODOS los ciudadanos, que deberían pensar y reflexionar sobre ellas. Algunas son ingeniosas y nos provocan la sonrisa para a continuación llevarnos al llanto. Las hago constar a continuación aún a riesgo de alargar mucho esta entrada.
"No somos antisistema, el sistema es anti-nosotros"
"Me sobra mes a final de sueldo"
"No hay pan para tanto chorizo"
"¿Dónde está la izquierda? al fondo, de la derecha".
"Si no nos dejáis soñar, no os dejaremos dormir".
"Se alquila esclavo económico"
"Se puede acampar para ver a Justin Bieber pero no para defender nuestros derechos"
"Error 404: Democracia not found"
"Error de sistema. Reinicie, por favor"
"Esto no es una cuestión de izquierda contra derechas, es de los de abajo contra los de arriba"
"Vivimos en un país donde licenciados están en paro, el presidente de nuestro gobierno no sabe inglés ... y la oposición tampoco"
"Mis sueños no caben en tus urnas"
"Políticos: somos vuestros jefes y os estamos haciendo un ERE"
"¡Nos mean y dicen que llueve!"
"No falta el dinero. Sobran ladrones"
"¿Qué tal os va por España?- Pues no nos podemos quejar. O sea, que bien ¿no?- no, que no nos podemos quejar."
"No es una crisis, es una estafa"
"No apagues la televisión... Podrías pensar"
"!!Tengo una carrera y como mortadela!!"
"Manos arriba, esto es un contrato"
"Ni cara A, ni cara B, queremos cambiar de disco"
"Rebeldes sin casa"
"Democracia, me gustas porque estás como ausente"
"Nosotros buscamos razones, ellos victorias"
"Cuando los de abajo se mueven, los de arriba se tambalean"
ADICION CON POSTERIORIDAD el 19-JUN-2011:
Una semana después de la publicación original de esta entrada, leo en el diario EL MUNDO la opinión de una persona relevante en su condición de ex-presidente del gobierno, aportando como solución la supresión de las Diputaciones. Parece que por menos no iba tan descabellado.
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Desde muy pequeño tengo en mi memoria el retintín aquel de “todos los españoles somos iguales ante la ley”, de muy dudosa aplicación porque es sabido, antes y ahora, que quien tiene padrino se bautiza y quien no al bateo, a ver si pilla algo. Hace ahora un año publicaba en este mismo blog una entrada titulada AporELLOS que denotaba el hartazgo que me suponía la existencia de los políticos, aunque no se puede ni se debe generalizar. Ha pasado un año desde entonces y muchas cosas que hacían de lo escrito casi una premonición.
Lo de que no somos iguales salta a la vista, en todos y cada uno de los estamentos en los que nos situemos. A nivel local, yo no pago lo mismo en el anacrónico impuesto de circulación en mi pueblo que un vecino del pueblo de al lado, por el mismo coche. Como ciudadano bajo el ordeno y mando de la Comunidad de Madrid, la declaración de la Renta que estoy ultimando en estos días no tiene ni los mismos cargos ni las mismas deducciones que los “españoles” de otras autonomías, pues estas pueden establecer normas y deducciones propias, para eso son autónomas, ya lo dice la palabra. Y a nivel general, mi voto como español madrileño no sirve lo mismo que el voto de un español-vasco o un español-catalán o un español-canario a la hora de colocar a mis representantes en el Parlamento de la nación. Pero eso sí, una vez situados allí, todos valen lo mismo.
Y todo esto por mor de que: de las Autonomías, de los Ayuntamientos, de Europa y del “susum corda” que no sabía que significa “arriba los corazones”.
Allá por mediados de los años setenta del pasado siglo, cuando acabó el largo período de gobierno autoritario que “disfrutamos” TODOS los españoles, sesudos pensadores se esforzaron en dotarnos de nuevas leyes y formas de gobernar. Como había dos regiones que despuntaban en temas de nacionalismo o separatismo, para que la cosa no cantara mucho, se les ocurrió inventar los gobiernos autonómicos y dotarnos a todos, los que queríamos separarnos y los que no, de sendos Gobiernos Autonómicos.
Muchas profesiones han desaparecido en los últimos años. Eran vitales en su tiempo pero como el paso de los años se convirtieron en inservibles y simple y llanamente desaparecieron. ¿Hace falta un ejemplo? La de ascensorista. Era común al acceder a sitios oficiales o grandes almacenes que una persona, el ascensorista, te preguntara al acceder al ascensor a que piso ibas y el pulsaba el botoncito por ti, arriba y abajo, toda su jornada. Hoy se lo pulsa cada uno. Hay otros muchos ejemplos, que cada cual se busque los suyos.
Las Gobiernos Autonómicos hoy en día son INSERVIBLES. Por lo tanto y en mi modesta opinión, DEBEN DESAPARECER, así sin más, y cuanto antes, mejor que mejor. Porque para lo que si sirven es para endeudarnos a todos y quebrar la economía nacional. Supongo que con motivo de los relevos en las cúpulas autonómicas que se han celebrado esta semana, se han publicado los “agujeros” de deudas, deudas que cercenan y dinamitan a las empresas y autónomos que no cobran y que por extensión nos envenenan a todos. La primera de todas es Cataluña, con cerca de 32.000 millones de deuda “reconocida” seguida por la Comunidad Valenciana con 17.600 y la de Madrid con 13.500. Solo La Rioja y Cantabria andan por debajo de los 1.000 millones. Insisto en lo de “reconocida” que habrá que ver lo que se cuece por los despachos y los archivos, haciendo a buen seguro operaciones de cirugía financiera, moviendo de un sitio a otro, y de un ejercicio a otro, cantidades para cuadrar y maquillar lo más posible el desaguisado. Y nos olvidemos de otras cosas que siguen existiendo, las famosas y heredadas Diputaciones, que también tienen sus deudas, y no menores.
He seguido desde la primera manifestación a la que asistí el movimiento del 15M y de otros como DemocraciaRealYa y NolesVotes que sirvieron de base y que al final ha quedado en la sociedad, y en la prensa, como el movimiento de los "Indignados”. Indignados es poco y de ahí el título de esta entrada. Llevo unos días oyendo en entrevistas a los políticos cuando les preguntan por esto y responden que comprenden a los ciudadanos y que es debido a las medidas tan duras que han tenido que tomar. Sin comentarios, simplemente o NO SE ENTERAN o NO QUIEREN DARSE POR ENTERADOS. Unos y otros. Y cuando algunos de los que han accedido por primera vez a los consistorios y autonomías, e incluso en el Parlamento, han llamado a la seriedad y a que los políticos sean tratados como unos trabajadores más, en sueldos, pensiones y coches, han puesto cara de escépticos y siguen tratando de justificar lo injustificable.
Leo en una entrevista que lo de “indignaos” hay que cambiarlo por “divertíos” porque lo de indignados le parece reaccionario, fascista, estúpido y negativo. No nos dice si tenemos que divertirnos con nuestro dinero o con el ajeno.
Algo se mueve y la red es su soporte. Por lo menos podemos exteriorizar nuestros sentimientos y estar al tanto de lo que se cuece, aunque hay de todo y hay que tener mucho cuidado con el avance y el desarrollo de estos movimientos. Evidentemente se tienen que concretar en unos líderes como ya lo fueron los que ahora nos gobiernan y que se han vuelto muy olvidadizos. Ahí está el peligro.
Y dejemos los Ayuntamientos para otro día, que también deberían desaparecer, al menos en la forma que han adoptado en la actualidad muchos de ellos. Antes los alcaldes tenían una reunión los martes por la tarde y daban las instrucciones a los técnicos del ayuntamiento que para eso estaban. Y a continuación a sus labores, que tenían que comer. Ahora son profesionales, viven de ello y lo malo no es que solo sea uno, el alcalde, sino que toda la reata de concejales va detrás. En mi pueblo, por el hecho de ser uno de los diecisiete concejales, sea del partido que sea, ya se dispone de un salario anual superior a los 40.000 euros. SI luego tienes cometidos, la cosa sube. Así nos luce el pelo.
Una selección de los temas y las frases utilizadas en las pancartas han llamado la atención a los ciudadanos, a TODOS los ciudadanos, que deberían pensar y reflexionar sobre ellas. Algunas son ingeniosas y nos provocan la sonrisa para a continuación llevarnos al llanto. Las hago constar a continuación aún a riesgo de alargar mucho esta entrada.
"No somos antisistema, el sistema es anti-nosotros"
"Me sobra mes a final de sueldo"
"No hay pan para tanto chorizo"
"¿Dónde está la izquierda? al fondo, de la derecha".
"Si no nos dejáis soñar, no os dejaremos dormir".
"Se alquila esclavo económico"
"Se puede acampar para ver a Justin Bieber pero no para defender nuestros derechos"
"Error 404: Democracia not found"
"Error de sistema. Reinicie, por favor"
"Esto no es una cuestión de izquierda contra derechas, es de los de abajo contra los de arriba"
"Vivimos en un país donde licenciados están en paro, el presidente de nuestro gobierno no sabe inglés ... y la oposición tampoco"
"Mis sueños no caben en tus urnas"
"Políticos: somos vuestros jefes y os estamos haciendo un ERE"
"¡Nos mean y dicen que llueve!"
"No falta el dinero. Sobran ladrones"
"¿Qué tal os va por España?- Pues no nos podemos quejar. O sea, que bien ¿no?- no, que no nos podemos quejar."
"No es una crisis, es una estafa"
"No apagues la televisión... Podrías pensar"
"!!Tengo una carrera y como mortadela!!"
"Manos arriba, esto es un contrato"
"Ni cara A, ni cara B, queremos cambiar de disco"
"Rebeldes sin casa"
"Democracia, me gustas porque estás como ausente"
"Nosotros buscamos razones, ellos victorias"
"Cuando los de abajo se mueven, los de arriba se tambalean"
ADICION CON POSTERIORIDAD el 19-JUN-2011:
Una semana después de la publicación original de esta entrada, leo en el diario EL MUNDO la opinión de una persona relevante en su condición de ex-presidente del gobierno, aportando como solución la supresión de las Diputaciones. Parece que por menos no iba tan descabellado.
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domingo, 5 de junio de 2011
COLEGIO
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Debido a un motivo que carece de interés, esta semana pasada he tenido que regresar al colegio donde cursé mis años de bachillerato y de donde salí no con muy buen pié por unos hechos que han venido a mi memoria de forma vívida. Han pasado cuarenta años desde entonces y todo ha cambiado mucho, pero la esencia de lo que era el colegio en aquellos años se mantiene o al menos así lo he sentido. La modernidad ha traído una de las cosas que más se aprecian a simple vista, como es la reducción drástica del tamaño de las clases. Tuve la oportunidad de visitar la clase en la que cursé el antiguo quinto de bachillerato y había quedado reducida a la mitad. Supongo que el número de alumnos por clase será ahora reducido porque en aquellas fechas llegábamos a los cuarenta por clase e incluso alguno más. Sin tantos medios informáticos y de control, los profesores debían de ser superhombres a la hora de controlar y alimentar el intelecto de tantos alumnos a la vez.
Era un colegio de religiosos, de curas como se suele decir, con muchos años de tradición y en el que convivíamos gente normal hijos de profesionales como carteros o carniceros hasta hijos de personalidades de la alta alcurnia de entonces. La gran mayoría de los alumnos estaban en régimen de internado y solo eran varones. Los profesores eran en su mayoría frailes agustinos con muy poca presencia de seglares. Uno de estos, que solo estuvo un mes de profesor de matemáticas, era un teniente coronel de la guardia civil, que ya por aquella época nos enseñaba a base de apuntes, con el libro cerrado en el pupitre y al que expulsaron del colegio al ser acusado de contarnos chistes subidos de tono por uno de los frailes, el padre Vicente, al que todos conocíamos por “el feto”.
Según me contaba el actual director, se acercan ahora a los mil alumnos, tanto chicos como chicas y de todas las edades, desde infantil hasta el bachiller actual. Por el contrario tan solo treinta y dos lo están en régimen de internado. Además de los problemas clásicos, que persisten, ahora tiene que lidiar con internet, no en vano el otro día no nos pudo atender como quisiera porque estaba en comunicación con la policía debido a unos comentarios de un alumno en twiter que estaban siendo investigados. Tan solo la secretaría, el paraninfo y la capilla siguen en el mismo lugar. Todo lo demás ha cambiado de sitio, desde el museo de ciencias naturales, los laboratorios de física y química hasta la enfermería, entre otras cosas.
Como he hecho mención al principio, mi marcha del colegio fue por una expulsión directa y su referencia ha sido la idea de esta entrada en el blog. Yo era de los alumnos aventajados, como puede verse en la foto que es relativa a la entrega de premios que con toda solemnidad se celebraba a fin de curso en el colegio y que solía estar presidida por relevantes figuras de la vida pública. Supongo que todos conocerán al que me entrega el diploma, aunque estaba lógicamente cuarenta años más joven.
Cursaba sexto de bachillerato, en aquellos años en que tanto en cuarto como en sexto había que pasar la tan temida “reválida”, un examen que se hacía en uno o dos días, fuera del colegio, que servía para obtener los títulos de bachiller elemental y bachiller superior. El miedo escénico de los alumnos ante ese examen podría ser comparable al que actualmente existe de acceso a la universidad. Con este motivo, los exámenes finales de sexto se adelantaban un mes al curso normal para disponer de algo de tiempo para que los aprobados pudieran preparar el examen de reválida. A primeros de mayo de aquel año nos dieron las notas y los que habíamos pasado el curso con éxito empezamos las clases preparatorias.
A los pocos días llegó la orden del Ministerio de Educación de que ese año sería el último con exámenes de reválida. A partir del año siguiente se cambiaría el antiguo curso denominado Preuniversitario por otro denominado “C.O.U. - Curso de Orientación Universitaria”. Al conseguir el aprobado del COU se obtenía automáticamente el título de bachiller superior. Como resulta lógico, los casi setenta alumnos que estábamos preparando la reválida vimos nuestras expectativas cambiadas de un plumazo. La dirección del colegio entendió que no se iba a presentar nadie a reválida dado que seguiríamos estudiando COU al año siguiente y buena gana de meterse en fregados.
Pero hubo uno que no sabía si podría seguir estudiando y para el que la obtención del Título de Bachiller Superior era vital para acceder al mundo del trabajo y no tener que estar otro año estudiando, dado que la situación económica familiar hacía muy difícil la continuidad. Ese alumno era yo y en todo momento mostré al tutor de curso y al director del colegio mi intención de presentarme a examen. Como era lógico, las clases para mantener entretenidos a los alumnos durante un mes hasta las vacaciones, sin objetivo de examen claro, eran una pantomima. Pero yo necesitaba ese mes para preparar mi examen, máxime cuando en algunas materias como la física, química o las matemáticas so se habían completado los programas y en el examen entraba todo.
Intenté que me eximieran de las “clases” para dedicarme por mi cuenta al estudio en la biblioteca o en otro lugar pero fue imposible. Así, en una clase de lengua y literatura sin mayor interés, el profesor, cuyo nombre completo recuerdo pero no menciono, me pilló sin prestar atención y estudiando física. Cuando me llamó la atención le hice ver que necesitaba preparar el examen, que no estaba molestando a nadie y que lo que se estaba tratando en clase no me servía. Debí de ofenderle gravemente, por lo que me echó al pasillo, la primera vez en toda mi vida que me ocurría. Me salí al pasillo con el libro de física bajo el brazo para seguir estudiando. En unos instantes salió él al pasillo y al verme que seguía estudiando el libro de física, montó en cólera y, siendo el tutor de curso como era, me mandó directamente a mi casa, expulsado del colegio.
Mis padres no se creían lo que había pasado. Cuando fueron a hablar con el director del colegio, este les explicó lo ocurrido y como pasaba entonces y sigue pasando ahora, les dijo, sin que nadie lo oyera, que estaba de mi parte pero que no podía contravenir la autoridad del tutor, por lo cual quedaba expulsado.
Me presenté al examen y lo aprobé. Nunca más volví por el colegio hasta la semana pasada.
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Debido a un motivo que carece de interés, esta semana pasada he tenido que regresar al colegio donde cursé mis años de bachillerato y de donde salí no con muy buen pié por unos hechos que han venido a mi memoria de forma vívida. Han pasado cuarenta años desde entonces y todo ha cambiado mucho, pero la esencia de lo que era el colegio en aquellos años se mantiene o al menos así lo he sentido. La modernidad ha traído una de las cosas que más se aprecian a simple vista, como es la reducción drástica del tamaño de las clases. Tuve la oportunidad de visitar la clase en la que cursé el antiguo quinto de bachillerato y había quedado reducida a la mitad. Supongo que el número de alumnos por clase será ahora reducido porque en aquellas fechas llegábamos a los cuarenta por clase e incluso alguno más. Sin tantos medios informáticos y de control, los profesores debían de ser superhombres a la hora de controlar y alimentar el intelecto de tantos alumnos a la vez.
Era un colegio de religiosos, de curas como se suele decir, con muchos años de tradición y en el que convivíamos gente normal hijos de profesionales como carteros o carniceros hasta hijos de personalidades de la alta alcurnia de entonces. La gran mayoría de los alumnos estaban en régimen de internado y solo eran varones. Los profesores eran en su mayoría frailes agustinos con muy poca presencia de seglares. Uno de estos, que solo estuvo un mes de profesor de matemáticas, era un teniente coronel de la guardia civil, que ya por aquella época nos enseñaba a base de apuntes, con el libro cerrado en el pupitre y al que expulsaron del colegio al ser acusado de contarnos chistes subidos de tono por uno de los frailes, el padre Vicente, al que todos conocíamos por “el feto”.
Según me contaba el actual director, se acercan ahora a los mil alumnos, tanto chicos como chicas y de todas las edades, desde infantil hasta el bachiller actual. Por el contrario tan solo treinta y dos lo están en régimen de internado. Además de los problemas clásicos, que persisten, ahora tiene que lidiar con internet, no en vano el otro día no nos pudo atender como quisiera porque estaba en comunicación con la policía debido a unos comentarios de un alumno en twiter que estaban siendo investigados. Tan solo la secretaría, el paraninfo y la capilla siguen en el mismo lugar. Todo lo demás ha cambiado de sitio, desde el museo de ciencias naturales, los laboratorios de física y química hasta la enfermería, entre otras cosas.
Como he hecho mención al principio, mi marcha del colegio fue por una expulsión directa y su referencia ha sido la idea de esta entrada en el blog. Yo era de los alumnos aventajados, como puede verse en la foto que es relativa a la entrega de premios que con toda solemnidad se celebraba a fin de curso en el colegio y que solía estar presidida por relevantes figuras de la vida pública. Supongo que todos conocerán al que me entrega el diploma, aunque estaba lógicamente cuarenta años más joven.
Cursaba sexto de bachillerato, en aquellos años en que tanto en cuarto como en sexto había que pasar la tan temida “reválida”, un examen que se hacía en uno o dos días, fuera del colegio, que servía para obtener los títulos de bachiller elemental y bachiller superior. El miedo escénico de los alumnos ante ese examen podría ser comparable al que actualmente existe de acceso a la universidad. Con este motivo, los exámenes finales de sexto se adelantaban un mes al curso normal para disponer de algo de tiempo para que los aprobados pudieran preparar el examen de reválida. A primeros de mayo de aquel año nos dieron las notas y los que habíamos pasado el curso con éxito empezamos las clases preparatorias.
A los pocos días llegó la orden del Ministerio de Educación de que ese año sería el último con exámenes de reválida. A partir del año siguiente se cambiaría el antiguo curso denominado Preuniversitario por otro denominado “C.O.U. - Curso de Orientación Universitaria”. Al conseguir el aprobado del COU se obtenía automáticamente el título de bachiller superior. Como resulta lógico, los casi setenta alumnos que estábamos preparando la reválida vimos nuestras expectativas cambiadas de un plumazo. La dirección del colegio entendió que no se iba a presentar nadie a reválida dado que seguiríamos estudiando COU al año siguiente y buena gana de meterse en fregados.
Pero hubo uno que no sabía si podría seguir estudiando y para el que la obtención del Título de Bachiller Superior era vital para acceder al mundo del trabajo y no tener que estar otro año estudiando, dado que la situación económica familiar hacía muy difícil la continuidad. Ese alumno era yo y en todo momento mostré al tutor de curso y al director del colegio mi intención de presentarme a examen. Como era lógico, las clases para mantener entretenidos a los alumnos durante un mes hasta las vacaciones, sin objetivo de examen claro, eran una pantomima. Pero yo necesitaba ese mes para preparar mi examen, máxime cuando en algunas materias como la física, química o las matemáticas so se habían completado los programas y en el examen entraba todo.
Intenté que me eximieran de las “clases” para dedicarme por mi cuenta al estudio en la biblioteca o en otro lugar pero fue imposible. Así, en una clase de lengua y literatura sin mayor interés, el profesor, cuyo nombre completo recuerdo pero no menciono, me pilló sin prestar atención y estudiando física. Cuando me llamó la atención le hice ver que necesitaba preparar el examen, que no estaba molestando a nadie y que lo que se estaba tratando en clase no me servía. Debí de ofenderle gravemente, por lo que me echó al pasillo, la primera vez en toda mi vida que me ocurría. Me salí al pasillo con el libro de física bajo el brazo para seguir estudiando. En unos instantes salió él al pasillo y al verme que seguía estudiando el libro de física, montó en cólera y, siendo el tutor de curso como era, me mandó directamente a mi casa, expulsado del colegio.
Mis padres no se creían lo que había pasado. Cuando fueron a hablar con el director del colegio, este les explicó lo ocurrido y como pasaba entonces y sigue pasando ahora, les dijo, sin que nadie lo oyera, que estaba de mi parte pero que no podía contravenir la autoridad del tutor, por lo cual quedaba expulsado.
Me presenté al examen y lo aprobé. Nunca más volví por el colegio hasta la semana pasada.
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