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Últimamente me están fastidiando hasta la saciedad multitud de cosas que nos rodean desde tiempos inmemoriales y a las que estamos obligados sin remisión ni escapatoria. Con el paso del tiempo y tras muchos años atrapados en sus garras, aportando y aportando cantidades, llega un momento en que no se puede renunciar a ellas a la espera de que te sean devuelta la inversión de alguna manera.
Tras catorce mil ciento veintiocho días, que suponen treinta y ocho años, ocho meses y seis días de cotización a la Seguridad Social, uno se podía plantear que hubiera pasado si desde el primer momento esta cotización no hubiera sido forzada y las cantidades aportadas a lo largo de todos estos años hubieran podido ser gestionadas de una forma personal, tanto para acceder a los servicios médicos o períodos de bajas laborales por enfermedad o accidente como para provisionar la jubilación. Es una pregunta absurda a estas alturas de la vida y que en el pasado reciente ha provocado no pocos debates sociales, sobre todo desde que la gestión de estas cantidades no ha sido al parecer todo lo buena que debiera y se vislumbran problemas en lontananza, que han impelido al gobierno a tomar medidas drásticas y directas sobre ellas: congelación de las pensiones y aumento de la edad de jubilación, que yo traduzco a “retraso en la edad de empezar a cobrar lo que nos corresponde”.
En mi opinión y en conjunto, una bien gestionada Seguridad Social es cosa buena para todos, porque ya hemos visto como somos las personas cuando se nos deja practicar la autogestión. Sirva como ejemplo el endeudamiento en que se ven en estos días muchas personas por haberse dejado llevar por la corriente consumista, alentada socialmente y favorecida por préstamos sin demasiado control desde las entidades financieras. Por cierto, estas entidades o no han tenido problemas con esto de la crisis o si los han tenido ha venido “papá” Estado a inyectarles “pasta gansa” para que no sobrevinieran “males mayores”.
Las siglas INSS que sirven de título a este escrito significan “Instituto Nacional de la Seguridad Social”, pero por momentos se pueden convertir mediante un juego de asignación de iniciales en “INSEGURIDAD SOCIAL”. La cosa no está clara cuando parece que todas las ideas convergen, no ya a nivel de Gobierno Español sino Europeo, en atacar pensiones y edades. Hay que meter la mano en el cajón de los que no tienen escapatoria. Otras ideas o no se desarrollan o no convienen, pero en esta, todos nuestros sesudos dirigentes, dentro y fuera de nuestras fronteras, están de acuerdo: es la solución. Podría ser válido si en estos últimos años, cuando los superávit eran clamorosos durante la bonanza económica, hubieran gestionado mejor los dineros y hubieran obrado acorde, esto es, aumentando las pensiones y reduciendo la edad de jubilación. Pero no, solo se trata de apretar el cinturón, no de aflojarlo.
Desde hace muchos años he complementado los servicios médicos que me prestaba la seguridad social por otros de ámbito privado. Por horarios, ubicaciones y otras consideraciones, me ha merecido la pena dedicar unas pesetas o unos euros de mi economía a contratar un seguro médico, habiendo pasado a lo largo de estos años por alguna de las compañías que se dedican a este asunto. Los cuadros y servicios médicos son más o menos los mismos en unas que en otras y los costes varían en función de las ofertas que últimamente proliferan en una desesperada caza del cliente y que no siempre son de fiar, cuestión que y se ha podido leer en la entrada titulada IMAN en este blog.
A lo que vamos. En estos días me ha dado por hacer una prueba con vistas al funcionamiento de unos y otros. A la Seguridad Social, por suerte, no he tenido que acudir desde hace al menos veinte años que recuerde, salvo a pedir al médico de cabecera las bajas laborales por operaciones de menisco que me fueron realizadas a través de la sociedad médica. Mi consumo personal de Seguridad Social, por tanto, ha sido prácticamente nulo. Hacía ya algunos años que no me realizaba un análisis de sangre y he utilizado este hecho para hacer un pequeño test.
La idea me surge un viernes y empiezo el camino con la Seguridad Social. Pido hora a través del sistema informatizado de citas por internet y me la dan al jueves siguiente. Ese día el médico de cabecera me prescribe el análisis de sangre, obteniendo cita para la extracción el jueves siguiente. Ese jueves me efectúan la extracción y me dicen que los resultados del análisis vienen tardando una semana, pero que si me quiero asegurar considere diez días para pedir cita no vaya a ser que se retrase. Pido cita y esta vez no hay problema ya que son diez días y hay disponibilidad, para el lunes no de la semana siguiente, sino la otra. Visito al médico y me da el informe con los resultados. Para que no estén echando cuentas, han sido DIECISIETE días laborables incluyendo el de inicio y fin de las gestiones. Menos mal que no era una cosa urgente.
Paralelamente hago lo mismo en la sociedad médica privada. Llamo por teléfono el mismo viernes y me dicen que me pase directamente por el consultorio, el médico está mañana y tarde disponible y va atendiendo en función de las personas que lleguen. Me paso por allí, espero un momento y el médico me prescribe el análisis. Sin citación, acudo a ese mismo centro a la mañana siguiente a primera hora y me realizan la extracción, igual o yo diría que más completa que la solicitada en la seguridad social. Como me dicen que estarán los resultados en tres días, paso al lunes siguiente, sin cita, y obtengo los resultados. En total CINCO días laborables incluyendo igualmente el de inicio y fin de las gestiones.
Las comparaciones son odiosas, DIECISIETE contra CINCO.
Esto del tema de las citas me parece un atraso. ¿Se imaginan si tuviéramos que pedir cita para ir al banco a sacar dinero o a una tienda de confección a comprarnos unos calcetines? En la in-seguridad social dicen que el tema de las citas es para una mejor gestión del tiempo. Y un cuerno. Puesto que hay unos facultativos asignados de mañana y tarde, que pongan un horario y un dispensador de números como en la carnicería y que la gente acuda y coja su numerito. Dependerá de la suerte de cada uno en ir al centro cuando no hay nadie o por el contrario tendrá que esperar si hay muchos. Como he dicho, algún centro médico funciona sin cita y la cosa va mucho mejor, pues de poco te sirve que te den cita a una hora si luego te hacen esperar la intemerata, pero claro, ya te subrayan y te comunican por activa y por pasiva, que la hora de la cita es orientativa.
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