lunes, 30 de abril de 2012
ATAPUERCA
Si no fuera por un hecho acaecido hace un siglo, producto de la casualidad, el nombre de Atapuerca sería hoy prácticamente desconocido, un pueblo perdido en el interior de la provincia de Burgos que ni siquiera se estudiaría en los libros de geografía. Pero una compañía de explotación minera decidió construir una línea de ferrocarril para transporte de materiales que tuvo la fortuna de partir en dos una pequeña elevación en la sierra de Atapuerca.
Aquel proyecto quedo en el olvido y el descubrimiento quedó latente hasta que muchos años después, en la década de los sesenta del siglo pasado, un científico se dio cuenta de que a ambos lados de la trinchera excavada para instalar la línea de ferrocarril se percibían claramente sedimentos que habían rellenado por completo lo que en la antigüedad había sido una cueva. Jose Luis Uribarri, miembro de un grupo de espeleología burgalés, descubrió restos de herramientas y huesos fosilizados. El hecho tampoco tenía mucha importancia sino fuera porque se decidió investigar un poco más y la humanidad se topó con un hallazgo que aún hoy en día, cincuenta años después, estamos por descubrir y que supone un hito de suma importancia en el conocimiento de la evolución humana. Las primeras excavaciones, sin medios humanos ni materiales, tuvieron lugar en el año 1964.
Mi primer contacto con el mundo de Atapuerca tuvo lugar hace muchos años con motivo de la realización del Camino de Santiago que transcurre por la zona aunque de forma tangencial. Luego regresé por allí cometiendo el error que según me comentaron era frecuente: dirigirme al pueblo de Atapuerca con la pretensión de visitar los yacimientos y las excavaciones. Si bien estos están en ese término municipal, el acceso se tiene que hacer desde otra localidad, Ibeas de Juarros, situada a unos quince kilómetros de Burgos en la N-120. En aquella época, lo único que se podía encontrar en Ibeas era un pequeño local donde se daban cita los guías, a los que tenías que trasladar en tu propio coche hasta los yacimientos por un camino polvoriento lleno de baches. Recuerdo haber realizado aquella visita embobado por las explicaciones de la guía realizada desde lo alto de la pared de enfrente a las excavaciones, que por ser verano estaban teniendo lugar en ese momento. Ahora, pasado el pueblo según se llega desde la capital, se ha inaugurado un centro de recepción de visitantes que permite más facilidades para la visita.
En estos cincuenta años transcurridos desde entonces han tenido lugar muchos hechos y aunque nunca habrá suficientes medios para una zona de gran importancia por los descubrimientos sorprendentes que año tras año van teniendo lugar, las instalaciones han cambiado mucho. Por de pronto hace unos años se ha abierto en Burgos el Museo de la Evolución Humana que tuve la oportunidad de visitar hace unos días. Un enorme edificio con gran potencial pero, si se me permite, con poco contenido en su interior. Las explicaciones del guía en los grupos organizados tienen la magia de trasladarte a un mundo anterior y la oportunidad de ver restos arqueológicos, pocos, de gran importancia en la historia de la humanidad, pero no justifica la visita salvo que anexa a ella se produzca el desplazamiento a los yacimientos. Tampoco es que se pueda ver mucho allí, solo piedras y excavaciones, pero esto es un acicate para estar en un sitio con historia de cientos de miles de años, millones, y enterarte de quienes eran y cómo vivían nuestros antecesores. Se han encontrado restos de hasta cuatro especies de homínidos. La denominada Sima de los Huesos, una cavidad interior a la Cueva Mayor a la que al parecer arrojaban a los muertos a modo de enterramiento, es una fuente inagotable de esqueletos humanos, completos, que suponen un tesoro de incalculable valor para la ciencia y para saber más sobre nuestros antepasados y por ende sobre nosotros mismos.
Hay mucho escrito sobre Atapuerca y poco puedo yo añadir, pero lo mejor es lo mucho que queda por escribir, pues sin duda los descubrimientos irán creciendo a medida que pase el tiempo y en función de la disponibilidad de dinero para seguir adelante. Siempre dinero, maldito dinero. En el año 2000 la UNESCO declaró este enclave como patrimonio de la humanidad. Una concisa aproximación puede leerse en un documento en pdf de los muchos existentes que puede descargarse en este enlace
domingo, 22 de abril de 2012
EDAD
Cuando estaba pensando en escribir acerca de otro tema muy distinto, recibo por correo electrónico uno de esos muchos “powerpoints” que circulan por la red con una música maravillosa, unas estupendas fotografías de naturaleza y unos acertados mensajes para reflexionar sobre el paso de los años en las personas. He pasado mucho tiempo inmerso en este maravilloso mundo de internet y los mensajes y ficheros recibidos son muchos. Lo bueno de los ordenadores es que la memoria puede delegar en los discos duros siempre y cuando contemos con un buen sistema de archivo. El caso es que me resultaba conocido.
Buceando en los caracteres electrónicos estampados en las interioridades del ordenador, he encontrado que ya lo había recibido y archivado en agosto de dos mil diez, hace casi dos años. Ha sido un placer releerlo de nuevo y me ha hecho concebir la idea de generarme un apartado de cosas a revisar de forma periódica donde selectivamente vaya guardando aquello que al ver por primera vez sienta que tiene contenido y que debe ser refrescado para no caer en el olvido.
Ya se sabe que en el mundo de la informática, el cambiar de nombre y de autor las cosas es pan comido por su sencillez. El fichero lleva por título “PhilosophyForOldAge_GeorgeCarlin” y son las reflexiones sobre el devenir de la vida y cómo afrontarla con ilusión, escritas por George Carlin a la edad de 102 años, seguidas de una serie de recomendaciones para permanecer siempre joven y afrontar la vida con ilusión. Reproduzco a continuación el texto de su contenido. Como siempre son mejores unas buenas imágenes acompañadas de una música evocadora, por lo que la presentación puede descargarse este enlace.
¿Te das cuenta que la única vez en nuestras vidas en las que nos gusta envejecer es cuando somos niños? Si tienes menos de 10 años, estás tan entusiasmado con el envejecimiento que piensas en fracciones.
¿Cuántos años tienes? Tengo cuatro años y medio. Nunca dirás treinta y seis y medio. ¡Estás en cuatro años y medio, llegando a cinco! Esa es la clave.
Se entra en la adolescencia, y ya no te pueden detener, saltas al siguiente número, o incluso un poco más adelante.
¿Cuántos años tienes? ¡Voy a hacer 16! - y podrías tener 13, pero NO, ¡vas a hacer 16!
Y entonces llega el día más grande de tu vida, cumples los 21.Todavía las palabras suenan como una ceremonia. HAS LLEGADO A LOS 21... SIIIII!!!
Pero después de cumplir los 30… Oooohh, ¿qué ha ocurrido? ¡Te hace ponerte de mala leche! Ahora NO es nada divertido, sólo eres una bola de masa cabreada.
¿Qué sucede? ¿Qué ha cambiado?
Tú cumples los 21, llegas a los 30, y entonces te estás acercando a los 40 .... Whoaaa! Pon los frenos, todo se te está escapando. Antes de que te des cuenta, llegarás a los 50 y tus sueños se habrán ido.
Pero espera. Podrías llegar hasta 60.Tu no creías que esto sucedería
Así que tú cumples 21, llevas los 30, pasas los 40, dejas los 50 y llegas a los 60.
Has acumulado tanta velocidad que CONSEGUISTE los 70. Después de esto es cosa de ir día a día.
Tu recibes a los 80 y cada día es un ciclo completo, CONSEGUISTE el almuerzo; PASATE las 4:30; has llegado a la hora de acostarte. Y no termina ahí. En los 90, comienzas a ir hacia atrás; "Yo estoy en los 92”
Entonces sucede algo extraño. Si tú cumples más de 100, te conviertes en un niño otra vez.
"Yo tengo 100 y medio"
¡¡Que todos vosotros lleguéis a un saludable 100 y medio!!
COMO PERMANECER JOVEN
Arroja los números NO esenciales. Esto incluye edad, peso y altura. Deja que los doctores se preocupen por ellos. ‘Para eso les pagamos'
Conserva a los amigos alegres. Expulsa a los negativos y tristes
No dejes de aprender. Aprende más acerca de ordenadores, artesanías, jardinería, de cualquier cosa... Nunca dejes al cerebro ocioso. ‘Una memoria ociosa, es el taller del diablo.' Y el nombre del diablo es Alzheimer.
Disfruta con las cosas sencillas.
Ríe a menudo, largo y alto. Reír hasta quedarse sin aliento
Las lágrimas aparecen. Resistir, afligirse, y seguir adelante. La única persona, que está con nosotros toda nuestra vida, somos nosotros mismos. Se VIVO mientras estés VIVO.
Rodéate de lo que amas, ya sea la familia, mascota, recuerdos, música, plantas, pasatiempos, lo que sea. Tu casa es tu refugio.
Aprecia tu salud: Si es buena, presérvala. Si es inestable, mejórala. Si está más allá de lo que puedes mejorar, busca ayuda.
No hagas viajes con culpabilidad. Haz un viaje al centro comercial, a una ciudad vecina; a un país extranjero, pero NO a donde esté la culpabilidad
Diles a las personas que las amas, en cada oportunidad.
Y recuerda siempre que la vida no se mide por el número de respiraciones que hacemos, sino por los momentos que nos quitan el aliento
domingo, 15 de abril de 2012
REMEMBRANZA
No había estado nunca en la zona de los cuatro rascacielos construidos hace pocos años en la zona norte de Madrid. Curiosa palabra esta de rascacielos cuya definición en el diccionario es un poco redundante: “edificio de gran altura y muchos pisos” dado que lo uno lleva a lo otro, si hablamos de pisos normales. Una traducción muy directa del término inglés “skyscraper” y que es un tema interesante si nos podemos a indagar en él, sobre todo por la lucha del hombre contra los elementos en su intento de construir el más alto desafiando las leyes de la naturaleza.
Esta semana y con motivo de una entrevista de posible relación laboral tuve la oportunidad de acceder a uno de ellos y además a una de las plantas superiores donde se encuentran las salas de reuniones de la empresa que visitaba. La vista que se ve en la fotografía, pobre de solemnidad realizada con el teléfono móvil y a través de unos ventanales no practicables, representa la vista de un parque de los muchos que hay por Madrid: El Parque Norte. La vista de la zona norte de Madrid capital, hacia donde estaba orientada la sala, era espectacular, así como la de la lejana sierra que se mostraba como al alcance de la mano en un día nítido.
La cuestión no daría mucho más de sí sino fuera porque el Parque Norte me hizo rememorar un rosario de recuerdos que me retrotrajeron a una época de mi vida ligada profundamente a este parque emblemático.
La empresa para que la trabajaba estaba a mediados de los años noventa del siglo pasado en uno de los muchos edificios de oficinas que rodean al ya antiguo centro comercial La Vaguada. Uno de los compañeros de trabajo, con una particular teoría sobre la carrera de maratón, 42,196 km., y los gorditos, empezó a convencernos a unos cuantos para darnos unas carreritas a la hora de comer, cambiando salud por grasas de menú. Cerca de allí, justo enfrente del parque se encuentra un polideportivo municipal a donde nos dirigíamos a diario, en la capicúa hora de las 13:31, nos cambiábamos en el vestuario y a correr al parque. Este polideportivo representa un poco la cara negra de los recuerdos, ya que las trabas para su utilización fueron enormes por parte de su director, a pesar de pagar y no poco religiosamente a diario por utilizar vestuarios y duchas. Como digo, las trabas fueron enormes pues no parecía que a aquel director le gustara fomentar el uso que hacíamos de “sus” instalaciones para poder hacer un poco de deporte a mediodía. Era uno de esos arquetipos de funcionario que existen mal que les pese a los propios funcionarios.
Aunque empezamos unos pocos, a medida que pasaba el tiempo cada vez éramos más, y procedentes de varias empresas de la zona, los que nos juntábamos a la misma hora en el vestuario y salíamos a correr por los alrededores, no solo en el Parque Norte sino por aceras y carreteras de la zona. Llegábamos a hacer algunos días especiales de entrenamiento hasta quince kilómetros por la zona, dado que el parque se nos quedaba pequeño en distancia salvo que te dedicaras a darle vueltas y vueltas. Por cierto, decir que el parque no era precisamente llano y disponía de buena cuesta, eso sí, la misma para arriba que para abajo.
Fueron años entrañables de convivencia y camaradería entre un grupo de amigos y amigas con una pasión por las carreras populares y más concretamente la maratón. Llegamos a hacer una especie de club y la misma equipación para todos con la que asistíamos a las diversas carreras populares celebradas no solo en Madrid, sino en otras ciudades de España.
Como en un flash, todos estos momentos preciosos se agolparon en mi mente ante la particular vista completa del Parque Norte desde las alturas…
Algunos seguidores de este blog en los que estoy pensando habrán disfrutado de estos mismos recuerdos por un instante. La historia completa de aquellos años se encuentra en un documento que puede ser descargado haciendo clic en este enlace.
domingo, 8 de abril de 2012
AVANCES
Los años pasan casi sin darnos cuenta si no echamos la vista atrás de vez en cuando. Los avances en tecnología son espectaculares y no dejan de sorprendernos si mantenemos nuestra capacidad de sorpresa para analizar detenidamente lo que se nos va ofreciendo y poniéndolo en comparación con lo existente en un tiempo anterior. La tecnología hace todo lo posible por llevar al nivel casero y personal toda serie de artilugios que supuestamente nos hacen la vida más fácil sin otro objetivo primordial que convencernos de que no podemos vivir sin ellos y decidamos su compra. No hay más que darse una vuelta por la casa y compararla con un tiempo pasado para darse cuenta de la cantidad de cachivaches que hemos incorporado a nuestro devenir diario y que cada día que pasa los consideramos más imprescindibles en nuestra vida.
Los que hemos vivido un tiempo anterior en el que en el hogar no había nada de nada podemos establecer comparaciones. Y cuando digo nada de nada me refiero a cosas tan básicas hoy en día como un frigorífico o una televisión. No ocurre así con las nuevas generaciones de la sociedad llamada occidental que han llegado a las casas cuando ya estaban “requetellenas” de tecnología por todos lados.
Hoy quiero tener una reflexión comparativa en este apartado tecnológico con los coches. Hace ya casi cuarenta años que adquirí mi primer coche, un seat 127 como el de la fotografía. El precio de nuevo traducido a euros ya casi lo dice todo: alrededor de seiscientos cincuenta, pero hay que tener en cuenta que el litro de gasolina costaba algo menos de cinco céntimos de euro y un sueldo mensual para la época giraba en torno a los veinticinco euros. Aquel cochecillo no tenía nada de nada, solo lo básico, a saber, su motor, su volante, sus asientos, sus pedales de conducción y poco más. Eso sí, era otra época, y todas las plazas estaban dotadas de sus correspondientes ceniceros para los fumadores. Y es que en el coche se fumaba, y mucho. Yo nunca lo hice pero hubo alguna vez que los amigotes se dedicaron a darle a los puros en un viaje y me dejaron el olor a tabaco durante varios meses. A pesar de su falta de comodidades visto desde la época actual, hice muchos kilómetros con él que me sirvieron para conocer y disfrutar preciosos rincones de España en aquella década de los setenta.
La semana pasada mi mujer cambió de vehículo. El nuevo es pequeñito, pero está dotado de todos los avances tecnológicos que uno pueda imaginar e incluso alguno que sorprende, por desconocido, aunque a poco que prestemos atención a los anuncios en prensa y televisión estaremos enterados de lo que se cuece en el mercado, ya que hoy en día casi lo de menos es el motor y se tiene en cuenta en mayor medida el equipamiento. Hay cosas que ya se han convertido en básicas: ¿quién compraría hoy un coche sin aire acondicionado?. Hasta es posible que ni se vendan ya y todos los vehículos nuevos tengan el suyo incorporado.
Si en la casa hay dos vehículos, o conducimos otro que no sea el nuestro, puede ocurrir que la diferencia en tecnología entre uno y otro lleve a despistes en la conducción, pues las personas somos animales de costumbres y tendemos a acostumbrarnos a las cosas a gran velocidad, sobre todo si son útiles y prácticas. Me refiero a que si uno de los coches enciende y apaga las luces de forma automática, nos despreocuparemos de ese tema, por lo que es muy probable, y lo digo por experiencia, que nos olvidemos de encenderlas manualmente al entrar en un túnel.
A todas estas novedades es muy fácil acostumbrarse, ya que nos facilitan la vida. Y solo cuando volvemos atrás nos damos cuenta de lo que suponen. Cuando empezamos a disfrutarlas parece que son una tontería, pero a lo bueno todo el mundo se acostumbra y rápido. Cosas como el cierre centralizado de puertas con el mando a distancia, encendido automático de luces y limpiaparabrisas, control automático de la velocidad y similares ya forman parte de muchos vehículos y aunque son adicionales ayudan y mejoran la conducción.
Pero en el coche nuevo han aparecido una serie de “gadgets” de los que yo todavía no había disfrutado y que seguramente echaré de menos cuando conduzca mi coche, que no los tiene. Uno de ellos es la conexión automática del teléfono móvil vía "bluetooth" por el solo hecho de entrar en el vehículo. El recibir llamadas es cosa de niños pero el iniciarlas también, pues a través de los comandos de voz te permite controlar prácticamente todas las funciones del teléfono, y con una sorprendente precisión y fiabilidad. Ya sé que esto que es nuevo para mí lleva años funcionando y de hecho alguno de mis amigos lo habían instalado adicionalmente en sus vehículos hace años, pero para mí es novedad.
Otra cosa que sorprende es que el coche se pare materialmente cuando te detienes, en un semáforo por ejemplo. En los primeros momentos la sensación es que se te ha calado. Cuando pisas el embrague para poner la velocidad, el coche arranca automáticamente y te permite seguir tu camino. Supongo que estará estudiado y que el motor de arranque que monta el coche esté preparado para tantos arranques y paradas continuos, so pena de que lo que nos ahorremos en gasolina nos lo gastemos en reparaciones. Como pasa con todo, existe la posibilidad de inhabilitar este funcionamiento, pero de momento la novedad resulta llamativa.
Pero lo que me ha gustado sobremanera es la mayor tontería que se pudiera uno imaginar: la posibilidad de insertar vía USB un “pendrive” a la radio del coche. Desde hace tiempo los coches se olvidaron de las casetes y funcionan a base de CD’s, lo cual es un peligro pues cambiar un CD mientras vas conduciendo es una operación de lo más peligroso, y eso incluso cuando decidamos el tocar con los dedos su superficie sin ningún miramiento. Ahora, en esa maravilla de la técnica del “pendrive”, en un tamaño mínimo, podemos meter toda nuestra discografía y tenerla disponible de forma fácil desde los mandos colocados en el propio volante. Una delicia a la que nos acostumbraremos y que supondrá un suplicio cuando tengamos que cambiar el CD y nos acordemos de ella.