domingo, 15 de diciembre de 2013

SELLOS


Lo que hace no muchos años era una cosa común en nuestras vidas ha desaparecido de las mismas sin casi darnos cuenta. Las cartas postales siguen llegando a nuestras casas pero sin un elemento muy carácterístico de ellas: los sellos. Multitud de frases como «envío pagado», «con autorización xxxxxx» o similares aparecen en la parte superior derecha de los envíos que recibimos, lugar donde antaño venían pegados los correspondientes sellos.

Mi padre, ya fallecido y cartero urbano durante toda su vida fue un gran aficionado a los sellos. Aparte de los usados, que pedía sin recato a los destinatarios cuando entregaba alguna carta que llevara adherido alguno que le resultara interesante, estuvo durante muchos años suscrito al servicio de publicaciones de Correos, que puntualmente le enviaba los sellos nuevos que iban saliendo al mercado. A lo largo de muchos años consiguió reunir una formidable colección. Siempre estuvo convencido de que era un ahorro para el futuro, pues las colecciones de sellos no paraban de incrementar su valor. Con todo aquello que ocurrió hace unos años del «affaire» de Afinsa, los precios han caído en picado y la herencia que nos ha dejado son un montón de carpetas y clasificadores, muy bien colocaditos, muy monos, pero que deben de valer al peso dos euros y medio como mucho. Mis hermanos y yo hablamos de intentar hacer algo con ellos, supongo que venderlos, pero el tiempo pasa y ahí siguen, en un armario, acumulando años y polvo.

No sé si seguirán los mercadillos de sellos y monedas que se colocaban los domingos en los soportales de la Plaza Mayor de Madrid, donde acudí en alguna ocasión hace ya muchos años con mi padre a ver si encontraba alguna cosa y charlar con algunos conocidos aunque realmente lo que buscaba era conocer el valor de su colección.

Independientemente de lo que valgan o se pueda sacar por ellos, hay que reconocer que ciertos sellos son preciosos. Recuerdo una serie de trajes regionales españoles por provincias, de la que me mi padre adquirió cuatro colecciones completas pues tenía la intuición de que iban a revalorizarse mucho y así siempre podría vender alguna para continuar sufragando el gasto que suponía atender una tras una todas las publicaciones periódicas que Correos emitía. Supongo que lo seguirá haciendo pero mi padre ya canceló la suscripción hace muchos años, con lo que su hermosa colección quedó detenida en el tiempo, en un determinado año que no conozco.

Las compras por internet y por portales como «ebay» han devuelto a los envíos postales un cierto protagonismo al recibir paquetes como el que se puede ver en la imagen procedentes de países asiáticos, donde los sellos deben de seguir vigentes y en algunos casos son verdaderamente bonitos como los que podemos ver en la fotografía. Lástima que el matasellos no haya dejado una huella legible que nos permitiese conocer el lugar de procedencia y la fecha, dato que podría dar más valor a la fotografía.

Supongo que tendré que empezar a ocuparme del asunto y adquirir un catálogo donde se pueda atisbar la valoración posible de esa colección para tomar una determinación con ella. Ninguno de los hermanos la queremos para nada y no parece que con el paso del tiempo vaya a aumentar de valor sino todo lo contrario. Y encima se puede quemar la casa del que la tiene guardada y nos quedamos con el humo y sin nada. Lo que será difícil es encontrar un comprador en los tiempos que estamos, pero el mundo de internet y las ventas de segunda mano quizá permitan sondear un poco el mercado por lo menos para hacerse una idea de como están las cosas.