domingo, 6 de abril de 2014

VETERANOS



Nunca me cansaré de repetir, aún a riesgo de resultar cargante, que la curiosidad es un antídoto para la vejez. Uno de los mejores. Por veterano podríamos entender una persona con experiencia en algo, pero si nos atenemos a la acepción 3 del diccionario, lo que allí podemos leer es «Dicho de una persona: De edad madura». No se especifica la edad pero se entiende que cuenta ya con algunos añitos a sus espaldas, no quiero poner un delimitador, cada cual tendrá el suyo, que le haga considerarse mayor, veterano, viejo, tercera-edad o como queramos.

Creo que ya lo he contado en alguna ocasión, pero como viene a cuento no está de más repetirlo, por si acaso. Hace ya algunos años, sería allá por 2005, asistíamos a un interesante curso de iniciación a la astronomía en un centro cultural local. El curso era teórico y práctico y estaba impartido por dos astrónomos jóvenes que, como complemento a sus explicaciones teóricas, nos facilitaban a los asistentes, de toda edad y condición, direcciones de páginas web y blogs existentes en la red, que podían servir de forma adicional para asentar conocimientos y ver bellas imágenes de planetas, estrellas y constelaciones. Un ejemplo de aquella época que sigue activo con mucha información es AstroSabadell. Hacían también mención a programas informáticos que nos permitirían ver la posición de las estrellas, el movimiento de los planetas y todo lo que se relaciona con este fascinante mundo de la Astronomía y el Espacio. En un momento determinado, uno de los asistentes, entradito en años, se levantó de pronto y lanzó una airada protesta al profesor haciéndole ver que ya estaba bien de mencionar «esas cosas de internet», «que él no tenía ni idea» y que, además, «no quería tenerla». Como no podía ser de otra forma, y en lugar de mandarle directamente al guano por impertinente, por sus formas y maneras, le hizo ver que era información complementaria a la teoría del curso y que lo consideraba interesante para aquellos que, voluntariamente, quisieran consultarlo.

Esta semana me he vuelto a encontrar en parecida situación, en el curso de mayores de la universidad al que asisto por tercer y último año. Ha sido en una conversación entre varios compañeros y compañeras, donde una de ellas ha manifestado no sentirse «puesta» en esto de internet y no estar dispuesta ni siquiera intentarlo, porque ya era «muy mayor» para estas cosas. Desconozco su edad, pero no me importa. La pregunta es ¿Cuándo es uno mayor para ponerse con eso de internet? Aunque se menciona genéricamente internet, el asunto lleva el trasfondo de manejar, con un cierto control, el ordenador, la tableta o cualquier otro dispositivo, de forma que podamos sacarle el máximo beneficio y rendimiento para nuestros intereses.

Lo que no me creo es que, por ser mayores, no tengamos intereses. Lo que ocurre es que no tenemos la suficiente motivación, o mejor, necesidad, y para eso voy a poner un ejemplo. Un amigo, ya entrado en los setenta, tiene a su hijo trabajando en el extranjero desde hace años. Ahora menos, pero antaño las conversaciones telefónicas podían resultar prohibitivas, aunque hogaño no son precisamente baratas. Pues bien, tanto él como su mujer manejan perfectamente «skype» para hablar con su hijo, su nuera, para ver a sus nietos, y además ella, que no él, se desenvuelve con soltura en su «smartphone» para wasapear cuando le viene en gana, no solo con su hijo sino con todos sus conocidos. Aclaro que wasapear es una adaptación correcta al español según esta nota de la FUNDEU. Nadie duda que hayan tenido que emplear su tiempo, solicitar ayuda de personas cercanas o bien de forma autodidacta, pero tenían interés en algo, o necesidad, y han dedicado el tiempo necesario, cada cual tendrá el suyo, hasta ver cumplidos sus deseos de poder utilizar la tecnología que está a nuestro alcance para sus intereses. 

Internet y la red nos brinda un mundo de posibilidades que me atrevería a decir, aún a riesgo de ser linchado, que son mucho más atrayentes para un «mayor» que para un «joven». La juventud o madurez está en el mundo y se desenvuelve con mucha mayor soltura que un mayor, que por lo general, de forma voluntaria o forzosa, prefiere una vida más tranquila, más casera y con menos sobresaltos. Y aquí, en casa, las posibilidades de un ordenador con su conexión a internet son infinitas. Creo que no es necesario ahondar más en el asunto pero no me resisto a poner algún ejemplo más.

Cada vez más instituciones, de esas que siguen celebrando conferencias, mesas redondas o actos similares, ponen a disposición de los internautas la posibilidad de seguir en directo, cual si fuera una retransmisión televisiva, numerosos e interesantísimos actos. Advierto que esto puede llegar a resultar un vicio, pero, bendito vicio. En mi caso, en esta semana he asistido a dos a través de la pantalla del ordenador. En una de ellas se hablaba de las enormes posibilidades que el uso de internet brinda a la educación, de lo que creo que a estas alturas nadie tendrá duda. Desde luego, no hay nada como el contacto físico con compañeros y profesor en un aula, pero no siempre es posible, sobre todo si la conferencia o charla que nos interesa se celebra en Buenos Aires y nosotros estamos en Madrid. Pues bien, entre las muchas cosas aprendidas y anotadas en esa conferencia, me enteré de que existen unos cursos gratuitos denominados MOOC

Nada más acabar me puse a buscar que era eso de los cursos MOOC, de los que cinco minutos antes no sabía ni que existían. El mundo mágico de la red me llevó a través del buscador a un mundo de cursos gratuitos que en un principio simplemente me mareó. Si encima nos manejamos de forma fluida con el inglés, pues para qué seguir. Aficionado como soy al mundo de la lectura y la escritura, ya estoy inscrito y realizando el magnífico curso «Redacción en internet», dirigido por el profesor de periodismo de la universidad de Navarra Ramón Salaverría y que consta de una serie de vídeos y documentos, con numerosas referencias y enlaces a otros muchos, que me están permitiendo asentar conocimientos y adquirir otros nuevos. Por si algún lector de este blog está interesado en este curso, tiene más información en este apartado de la página web del profesor. 

Hace unos momentos, me acabo de enterar de que existe la revista LEER… 

Para finalizar, solo puedo decir a aquellos que «no quieren saber nada de internet» que… ellos se lo pierden. Están renunciando a un mundo de ingentes posibilidades desde el sillón de su casa que sin duda les reportarían enormes beneficios y, en el caso de los mayores, además de rejuvenecer su mente, les sería de gran ayuda en contrarrestar asuntos como los ataques del alemán ese, Aloysius Alois, … como se llama … no me acuerdo … ¡ah, sí! Alzheimer.