domingo, 20 de julio de 2014

UTILIDAD



«La experiencia es la madre de la ciencia» reza un conocido dicho popular. Una de las fuentes principales del conocimiento humano es la experimentación de situaciones de las que siempre se puede sacar algún aprendizaje que sirva para el futuro. Las experiencias personales suelen fijarse de forma más intensa que las adquiridas por medio de otras personas o fuentes como pueden ser los libros. No aprende lo mismo un niño que no se deben meter los dedos en un enchufe si los mete y recibe un zurriagazo que si sus padres le dicen por activa o por pasiva que no se debe tocar eso por ser peligroso.

En estos tiempos los cambios se producen a enorme velocidad y no dejan de sorprendernos. Las empresas y los investigadores están dándole al cerebelo a todas horas para realizar nuevos descubrimientos que mejoren nuestras vidas y de paso las cuentas de resultados, cuestión lícita si se hacen las cosas por las claras y no mediante engaños, muchas veces auspiciados cuando no fomentados por la legislación vigente, que suele ser confusa para el ciudadano medio.

Pero esta entrada no va de engaños sino de una cuestión muy simple que es aquella de que las cosas no son lo que parecen a primera vista; algo que en un principio nos parece bueno y atractivo puede convertirse en menos bueno cuando nuestro conocimiento en su uso vaya creciendo a base de experiencia. Otro refrán popular reza así: «Al papel y a la mujer hasta el culo le has de ver» para insistir en no ceder a nuestras apreciaciones recogidas en un primer vistazo. Se diría aquello de que todo o casi todo viene con «letra pequeña».

Llevamos años en casa utilizando el clásico rollo de papel de cocina como el que puede verse en la imagen. Antiguamente eran lisos, continuos sin puntos de corte, con otra textura… Con el paso del tiempo y a base de comprar siempre la misma marca en el supermercado uno va notando cambios. Tengo que decir que restringimos su uso al máximo por aquello de la ecología y la tala de arbolitos, una cuestión altamente reñida con la comodidad. De siempre utilizábamos en las comidas servilletas de trapo, aquellas que se meten al finalizar en un aro distinto para cada miembro de la familia de forma que puedan ser reutilizadas en varios días antes de ir a parar a la lavadora, que también supone un gasto de agua más luego de plancha… En ocasiones es difícil valorar un coste y se puede sucumbir a la comodidad con cierta facilidad.

El hecho es que desde hace tiempo utilizamos como servilletas en las comidas este papel de cocina. Hasta hace un tiempo, los micro cortes perforados que vienen de fábrica permitía su corte limpio en cuadrados de aproximadamente 24 x 24 cms., que nos parecían demasiado para su uso, por lo que procedíamos manualmente a partirlos por la mitad para su utilización como servilletas individuales.

Desconozco si alguien del departamento de I+D de la fábrica nos observaba por una cámara oculta en estas operaciones divisorias, pero desde hace unos meses el papel trae una nueva línea de micro cortes justo en el centro entre las anteriores, es decir, que permite obtener trozos de papel de 12 x 24 cms. De forma limpia y perfecta. Pueden observarse en la imagen adjunta las líneas rojas, micro cortes antiguos cada 24 cms. y las nuevas líneas verdes, cada 12 cms.

El primer día que vi esta novedad me llevé una gran alegría, pues es aquello de que al final llega algo que estabas haciendo tú con anterioridad y que en el fondo viene a solucionarte la vida, aunque sea en una tontería como es este caso. Pero la cosa, con el tiempo, no es como parece. Muchas veces nos llegamos al rollo colgado en una pared de la cocina con las manos sucias u ocupadas, intentando disponer de algo con lo que limpiarnos antes de seguir manchando más. Un tirón seco permitía obtener un trozo de los antiguamente normales de 24x24. Ahora, y es mi experiencia continuada, se obtiene uno de 24x36, vamos, que se gasta más papel que antes.

Lo que en principio parecía una ventaja se puede convertir en desventaja y eso no lo sabremos hasta que pase el tiempo y nuestra experiencia de uso vaya asentándose. En el tema de las servilletas hemos mejorado pero en otros usos podemos estar gastando un 50% más de lo debido. Siendo honrado, no creo que sea un estudio premeditado de la empresa fabricante para incrementar el gasto, sino simplemente un daño de los que ahora se llaman «colaterales» y que habrá que minimizar. Ahí queda la experiencia.