sábado, 2 de abril de 2016

REFRENDO




En las prácticas bancarias de antaño, cada cliente contaba con un resguardo por lo general en forma de libreta o cartilla en el que constaba de forma fehaciente el saldo de su cuenta. Para clientes de tipo empresarial existían las cuentas corrientes de las que no había un reflejo unitario de los movimientos pero la comunicación de estos era cuasi continúa en documentos denominados extractos de cuenta. Con ello, en todo momento cada cual sabía el dinero que tenía disponible y de alguna forma estas cartillas o extractos eran una especie de resguardo que en un momento dado podía justificar un saldo en la entidad bancaria. Bien es verdad es que las operaciones eran contadas y casi todas ellas realizadas cara a cara de forma presencial en la oficinas bancarias o ante corresponsales en localidades donde estas no existían.

Esta semana de primeros de abril de dos mil dieciséis uno de los dos grandes bancos españoles ha anunciado el inminente cierre de más de cuatrocientas oficinas de atención al público, que es por lo general una práctica que lleva ya varios años realizándose aunque no se publicite, derivada de fusiones pero principalmente debida a un hecho que se extiende cada vez más, cual es el desarrollo de las tecnologías a través de internet, con lo que cada vez un mayor número de usuarios no pisa en meses o años las oficinas bancarias y realiza toda su operativa a través del ordenador o del teléfono. Esto representa unas ventajas indudables de rapidez, inmediatez y comodidad pero lleva asociadas unas connotaciones que no siempre hemos valorado lo suficiente.

Uno recuerda la época en que en las gasolineras existían empleados que te servían el combustible sin que en muchos casos tuvieras necesidad ni siquiera de bajarte del coche. En la actualidad y salvo en algunos casos excepcionales, estos empleados han desaparecido de la faz de la tierra y en su lugar el sufrido conductor dispone de unos guantes desechables de plástico para no mancharse las manos y auto atenderse por sí solo. La pregunta en este asunto es ¿ha descendido el precio del combustible por este hecho? El importe de los sueldos que el propietario del surtidor se ahorra con la inexistencia de estos empleados… ¿se ha repercutido al automovilista?

Con el asunto de los bancos pasa lo mismo. Con nuestro ordenador, nuestra electricidad, nuestro tiempo, nuestra impresora y en resumen con nuestros medios, nos auto realizamos las operaciones bancarias en nuestras casas y oficinas, lo que deriva en que cada vez son menos necesarias oficinas de atención presencial. Yo hace años que no piso una. Pero es que, es más, una de las entidades bancarias con las que trabajo prácticamente no tiene ninguna ya que toda su operativa está basada en internet. No hace falta decir que me refiero a esa que se identifica por un color naranja y que según informaciones copa el 82% de todas las operaciones bancarias que se realizan por internet en nuestro país.

Esta semana de finales de marzo y principios de abril de 2016, la operativa a través de internet de ese banco naranja ha estado parada por… «un problema técnico». No sabremos nunca la verdad ni conoceremos con detalle cual ha sido ese problema técnico y si pudiera haberse evitado con ciertas prácticas que se deben seguir en asuntos informáticos y que cada vez están más relajadas o no se realizan con la profesionalidad adecuada, y lo digo por experiencia. Lo «único» que no ha funcionado es la operativa a través de internet, pues los movimientos han seguido fluyendo y no ha habido problemas en cargos de recibos, abonos de transferencias o nóminas y extracciones de dinero en efectivo a través de los cajeros, operaciones estas que son las más básicas en el común de los clientes. Todo muy bien, pero… ¿y en otro tipo de operaciones?

Hay que reconocer que la entidad ha pedido disculpas por activa y por pasiva, en todos los medios y redes sociales e incluso a través de un correo electrónico personalizado. Pero cuando ya parece que no pasa nada y que debemos esperar a la próxima, sin entrar en disquisiciones profundas, se me ocurren un par de temas sobre los que había que reflexionar.

Uno de ellos es acerca de que ocurre con asuntos que hayan tenido consecuencias derivadas de esta falta de operatividad. Por ejemplo, personas que hayan tenido que hacer una transferencia para afrontar pagos en otras entidades, reservar una casa o un viaje, comprar acciones o abonar el colegio de sus hijos y que de alguna manera hayan sufrido algún tipo de pérdida o penalización por no poder realizar el pago a tiempo. ¿Tienen derecho a algún tipo de indemnización? ¿Es automática? ¿Hay que denunciar y meterse en asunto de abogados? Con la iglesia hemos topado, Sancho.

Y el otro asunto es un poco más sibilino y sin consecuencias inmediatas. Dado que gran parte de nosotros realizamos la operativa a través de internet, no tenemos ningún justificante o resguardo —documento acreditativo de haber realizado determinada gestión, pago o entrega— con el que poder demostrar nuestro saldo. Suponga por un momento que su entidad bancaria, la que sea, sufre una catástrofe en su centro de proceso de datos y cuando al cabo de un tiempo «x» recupere la información si es que lo consigue, esta está incompleta o tiene fallos o faltas. O sin llegar a estos extremos, suponga que Vd. que revisa cuasi a diario sus movimientos, se acostó ayer sabiendo que tenía en la cuenta algo más de tres mil euros y hoy cuando se ha levantado figuraban trescientos. ¿Qué hace? ¿Cómo reclama? ¿Qué documentos tiene que avalen su demanda?

Desconozco si las entidades bancarias tienen la obligación de comunicar a algún estamento oficial como la Hacienda Tributaria o el Banco de España los saldos detallados de sus clientes y en caso afirmativo con qué periodicidad. A nivel individual poco podemos hacer; yo guardo en mi disco duro los extractos mensuales, algo es algo, y en algunas ocasiones aunque confieso que no siempre, un pantallazo de lo que estoy viendo, repito que algo es algo. Otra solución peligrosa es ceder a la tentación de, total para los intereses que nos renta, mantener en las cuentas el saldo imprescindible para atender los pagos y los ahorros y el dinero del día a día llevarlo a otra entidad más personal, «Bankcolchón», pero como digo esto no es recomendable por numerosas razones que todos conocemos.

En una entrada antigua rotulada «RESGUARDOS» hablaba de estos temas pero en resumen y como dice mi buen amigo Miguel Ángel, «ajo, agua y resina», sigamos «perocontentos» y rezando para que no pasé «».