domingo, 3 de febrero de 2019

MEGA-SATISFACCIÓN



Una frase que he escuchado muchas veces y que considero tremendamente acertada es la siguiente: «el tiempo dará y quitará razones». La historia que voy a contar en esta entrada empezó hace muchos años, a mediados de los ochenta del siglo XX y es un poco técnica, pero espero que se entienda.


Laboraba yo por aquellos años en el grupo de sistemas del centro informático de la reconvertida Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid. Teníamos en aquella época dos ordenadores «grandes», dos mainframes, a los que por razón de su modelo, IBM 3084, se les había nominado como 308A y 308B. En aquellas fechas sufrimos un traslado de edificio y una ampliación del parque de máquinas con la incorporación de dos nuevas, IBM 3090, que recibieron los nombres de 309A y 309B. Pero los integrantes de aquel equipo, inquietos, vimos que esto de la nomenclatura era importante y no nos gustaba dejarnos llevar por ese sistema de nominar las máquinas.


RIGEL, MIZAR, FOBOS, DIONE, ELARA, CARME, SIRIO, ARIEL, FÉNIX, DENEB, ORIÓN, POLUX, TITÁN, TETIS, MIMAS, HERSE, METIS, EGEÓN, VANTH, HADES, DANAE, ALCOR, POLAR, ACRUX, HAMAL, NUNKI…


En aquellas estábamos cuando el equipo se deshizo: cuatro de los cinco que integrábamos el departamento buscamos nuevos retos en otras empresas. Dos de ellos recalamos en el también extinto Banco Hipotecario de España que en muy pocos meses desapareció también para integrarse en Argentaria. El nombre de la máquina era un asunto importante porque era muy conveniente saber en qué máquina se estaba ejecutando un determinado proceso para realizar  unas cosas u otras en función de características tales como su  memoria, su potencia u otros.


Lo mejor cuando se nombran máquinas de este tipo es que los nombres no signifiquen nada, con lo que no se verán afectados por los cambios. Ya en otro sitio dirá si la máquina está en un centro o en otro y si se dedica a tal o cuál tarea, pues hay que tener en cuenta que una vez bautizadas es muy difícil cambiarlas de nombre, pues por lo general hay muchas cuestiones que dependen de él. Con ello y dado que disponíamos de ocho posiciones para fijar el nombre, decidimos utilizar cinco para el nombre, dos para indicar subdivisiones y una última para establecer el tipo de funcionalidad. Para las cinco alfabéticas hicimos acopio de nombres astronómicos de cinco letras como los que figuran un poco más arriba. Creo recordar, la memoria ya me va fallando y la documentación la tengo muy archivada en el fondo de un disco duro, que manejábamos cinco máquinas con los nombres de Rigel, Dione, Sirio, Ariel y Fobos.


En los albores de este siglo XXI, Argentaria fue fagocitada por uno de los grandes bancos de España dando lugar al BBVA, que por el momento sigue. Personal y equipos se integraron y un 19 de marzo de 2000 se trasladaron las máquinas de antiguo centro de Argentaria en La Vaguada de Madrid al del BBV en Tres Cantos. En el fragor de la batalla, el jefe de sistemas de BBV que se hizo con todo el poder, —cuyo nombre recuerdo perfectamente, pero omitiré porque no hay mayor desprecio que no hacer aprecio—, se fijó en uno de los nombres de las máquinas que estaban llegando: ARIEL. Podía haber pensado que ese nombre era el de una de las lunas del planeta Urano, un duende en «La tempestad» de William Shakespeare u otras muchas cosas, pero no, le vino a la cabeza la película de Disney «La sirenita» porque como ya es sabido Ariel es el nombre de la protagonista. Entre gracias y jocosidades, que fueron puntualmente reídas por el corifeo de adláteres, el asunto fue que si los de Argentaria nos tomábamos el trabajo a broma y nos dedicábamos a jugar con estas cosas «tan serias».


Omito ningún comentario sobre la nomenclatura de las máquinas de la empresa que nos acogía, pero era un verdadero desastre pues entre otras cosas los nombres tenían significados que no cuadraban con la realidad. Con el tiempo se impuso la cordura y las máquinas del centro conjunto empezaron a ser bautizadas con esos nombres astronómicos de cinco letras que se iban eligiendo de la lista. Por supuesto, ARIEL desapareció (*) en cuanto hubo ocasión.


DRACO, CETUS, LEPUS, INDUS, LIBRA, LUPUS, CANIS, HYDRA, ARIES, MENSA, MUSCA, NORMA, ORION, PYXIS, VIRGO…


El tiempo ha pasado, ese mundillo está ya muy lejano para mí, pero a finales de 2018, IBM ha anunciado sus nuevos modelos de máquina denominados Z14. Aparte de los manuales técnicos, IBM publica lo que en el argot es conocido como los «manuales rojos», los «IBM Redbooks», escritos por equipos de técnicos prestigiosos que comentan casos prácticos y la forma de resolverlos y que son de gran ayuda para los técnicos porque en ellos encuentran bien solución a sus problemas o bien ideas para acometer proyectos en sus empresas. Uno de estos manuales, el SG248460 titulado «IBM Z14 Configuration setup» que puede obtenerse libremente en internet, esta enfocado a la puesta en marcha de las máquinas y en él los nombres de las mismas aparecen como DRACO, CETUS, LEPUS… Nombres astronómicos de constelaciones de cinco letras. La siguiente imagen está tomada de las páginas del manual aludido.





Sobran los comentarios hablados o escritos, valgan los físicos. Agradecer a mi buen amigo José María que me llamó para comentarme la existencia de este manual y de su contenido. Ariel, «la sirenita» … pido disculpas por la irreverencia y perder los papeles en las dos palabras siguientes, pero es lo que me pide el cuerpo: «Jódete, X…».

(*) RECTIFICACIÓN realizada el miércoles seis de febrero de 2019. Un pajarito amigo, al que agradezco su trino confidencial, me dice que los nombres de las cuatro máquinas actuales son MIZAR, CASIO, SIRIO y... ARIEL. Así pues, ARIEL sigue existiendo... ¡Larga vida a ARIEL!