domingo, 17 de mayo de 2020

ZURRIAGAZO




Conocida es mi afición a los refranes. Evoco hoy aquel de «ojos que no ven, corazón que no siente». Dependiendo de la situación, la cosa puede ser más grave y se ha acuñado una variación tal como «ojos que no ven, tortazo que te pegas». Para el tema que pretendo relatar hoy la acepción oficial es la buena. Cuanto más versado y más conocimientos tengas de un asunto… peor, porque te puedes dar cuenta de que las cosas no son como parecen. Ya he comentado en algunas entradas de este blog la falta de confianza que (cada vez más) tenemos las personas en las instituciones, que se encargan machaconamente de alimentar con sus tejemanejes.


Ya en el pasado me las he tenido y visto con empresas por unas prácticas que no me parecían adecuadas y que lo peor del caso es que no explicaban bien al usuario, algunas veces porque no tenían explicación: que el repartidor de REPSOL te manipulara las botellas de propano para escamotearte unos euros, cambios ocultos en las condiciones de la factura en TELEFÓNICA, subterfugios entre la propaganda y la realidad en MEDIAMARKT y así unas cuantas que atesoro en mi colección.


De episodios anteriores he tenido alguna posibilidad de mandar al guano a las susodichas y procurarme los suministros de gas o telefonía con otras empresas y abstenerme de visitar los mencionados almacenes en mis compras electrónicas. Pero en esta ocasión me temo que no voy a tener escapatoria; como dice nuestro viejo conocido don Quijote de la Mancha: «Con la Iglesia hemos topado, Sancho», aludiendo a que las posibilidades de maniobra en este caso van a ser ajo —a jorobarse—, agua —a aguantarse— y resina —a resignarse—.


En estos días de confinamiento de la primavera de 2020 por mor del coronavirus e instado por mi buen amigo José María, he puesto manos a la obra para preocuparme de mi consumo eléctrico, suministrado si o si por IBERDROLA, aunque con los asuntos esos de la comercializadora, la suministradora y todas esas zarandajas, los consumidores en gran número no tenemos ni idea en manos de quién estamos: a mi domicilio me suministra IBERDROLA, pero la gestión comercial me la procura GESTERNOVA quienes, al hablar con ellos me dicen que son unos meros intermediarios y que me dirija a IBERDROLA, que ellos utilizan los datos que les suministran desde la suministradora: el suministrador que suministre buen suministrador será, tanto en corriente eléctrica como en datos. Es como si voy a una oficina bancaria a pedir explicaciones por unos movimientos y el director me dijera que me pusiera al habla con el departamento de  informática del banco, que él es un mero intermediario. De oca a oca y tiro porque me toca.


Desde hace ya unos años, los contadores eléctricos han ido evolucionando para evitar las engorrosas lecturas manuales que traían de cabeza a las compañías y a los usuarios permitiendo ciertas prácticas —las famosas lecturas estimadas— que buenos sustos costaban a todos. Ahora ya, mi contador es inteligente y una de las cuestiones en las que me he enfrascado en estos días es en acceder al mismo a través de internet y ver las lecturas, los consumos, hacer estimaciones…


¡En qué hora! «Ojos que ven, corazón que siente».


Estudiando mi consumo y de acuerdo con mi familia, hemos bajado la potencia contratada, hemos cambiado la tarifa y nos hemos reeducado para hacer los consumos eléctricos en casa en horarios acorde con la tarifa. Hasta ahí todo muy bien y de hecho en la factura del último mes, con un consumo especialmente alto al estar todos en casa las 24 horas, hemos conseguido ahorrar 26 euros en la factura. Hemos pagado 74 euros con las nuevas condiciones cuando si no hubiéramos hecho ningún cambio la factura hubiera ascendido a 100. Números redondos.


Pero cuando uno se pone a rascar… se ven cosas que no parecen estar bien. Son tan descabelladas que lo normal es pensar que tú no tienes capacidad y te estás equivocando en tus cálculos o en interpretar los datos que la propia página de IBERDROLA te facilita. Vean la primera imagen de esta entrada. Se me dice en la web que mi consumo en el período facturado ha sido de 406 Kw. mientras que en la factura se me han cobrado 431 Kw. ¿A qué es debida esta diferencia? Lo he estudiado por activa y por pasiva sin encontrar una explicación satisfactoria hasta el momento.

 
Sigamos con otro dato en la imagen justo encima de estas líneas. El contador obtenido en este preciso momento, siete días reales después del último día facturado asciende a 9.764. Me voy a la factura en la que se menciona que las lecturas son reales y el total es de 9.932 ¡más alto que el consumo que me está reportando en estos instantes, ya digo, siete días después del cierre de la factura! ¿Cómo es esto posible?


Ahí no se queda mi estudio. Obtengo las lecturas del contador hora a hora de los días facturados a través de internet y por el mismo procedimiento obtengo el detalle de los consumos de la factura. Insisto en que la obtención se realiza por el mismo procedimiento y en la página web oficial. En la imagen sobre estas líneas un detalle de los consumos relativos al último día facturado, 10 de mayo: difieren completamente, siendo los consumos facturados una media de alrededor de un 6% mayores que los obtenidos de forma diaria. En el citado día 10 de mayo se me facturan 13,889 Kw cuando por otro lado se me dice que son 13,101, una diferencia de 0,788 Kw facturados de más en un solo día. ¿Cómo se almacenan estos datos? ¿Hay dos bases de datos distintas, una para el consumo diario y otra para el consumo facturado? ¿Se aplica un incremento de ajuste al facturado? No lo entiendo, por más vueltas que le doy.


En alguna ocasión y haciendo de electricista aficionado he sufrido el zurriagazo de la corriente por tocar donde no se debe sin quitar los plomos: muchas personas no entenderán que significa esto de quitar  los plomos, una cuestión ya de hace muchos años. Pero un zurriagazo de tomo y lomo es lo que he recibido por meterme a indagar en este asunto de los consumos, las tarifas y las facturas… ¡Quién me manda! Mañana intentaré contactar telefónicamente con el servicio de atención al usuario de IBERDROLA con la esperanza de obtener una explicación, si es satisfactoria mejor, a estas cuestiones que estaban ahí desde hace años pero que he descubierto recientemente por meterme donde no me llaman. Veremos si la acepción 3ª del diccionario RAE para zurriagazo que es «Desgracia o mal suceso inesperado, que sobreviene en el negocio emprendido» no deviene, como me temo, en la acepción 4ª que reza «Maltrato o desdén de quién no se creyera que pudiese hacer algún daño o perjuicio».

AÑADIDO CON POSTERIORIDAD A LA PUBLICACIÓN

De lo que he tratado sobre la confianza en las empresas y organismos. A las dos horas de publicada esta entrada, me encuentro en la web con una información de la Asociación de Consumidores «FACUA» titulada «FACUA logra acabar con el fraude: las eléctricas dejan de ocultar los impuestos en sus tarifas». Una enjundiosa información que acaba diciendo (y no se puede generalizar):
«Además de omitir los precios finales, había compañías que ni siquiera aclaraban en sus páginas webs que a las tarifas ofertadas había que sumarles los impuestos indirectos y otras incluían esta advertencia en un lugar poco visible. Incluso en las menciones a los impuestos, también había omisiones sobre cuáles son los porcentajes que representan de incremento sobre las tarifas».