domingo, 26 de diciembre de 2021

STONEHENGE

Siempre me han atraído los conocimientos relacionados con la astronomía. Recuerdo que, en segundo de bachillerato, en la asignatura de geografía, teníamos un profesor que sentía también debilidad por todo lo relacionado con el universo y, al menos a mí, me llevó bastante más allá de los exiguos conocimientos, muy generales, que se impartían en la asignatura. Ya de más mayorcito, visitar lugares emblemáticos relacionados con fenómenos del sol o los astros, lugares donde desde hace miles de años se han celebrado reuniones de personas para festejar ciertos fenómenos siempre me han atraído.

Stonehenge es uno de esos lugares emblemáticos y mágicos a nivel mundial. Situado en la zona central de Inglaterra, tuve la oportunidad de visitarlo personalmente en 1990 al forzar ligeramente la ruta en mi propio coche hacia las tierras altas de Escocia. La presión turística en aquellos años era mucho menor que ahora y pudimos disfrutar de un paseo inolvidable entre las enormes piedras, incluso tocarlas, que llevaban más de cinco mil años levantadas. Hay grandes incógnitas de cómo se fraguó este monumento megalítico, pues el tipo de piedra no existe en la zona, por lo que sus constructores tuvieron que acarrearlas desde distancias considerables y luego ingeniárselas para no solo ponerlas de píe sino cruzar algunas a modo de ménsula. Hay mucha literatura, científica y de ficción, sobre el tema.

Años más tarde, a mediados de la primera década de este siglo XXI, tuve la oportunidad de volver por allí, pero la visita fue más deprimente en comparación con la primera, porque el turismo masivo había forzado un reacondicionamiento del lugar y ya no era posible acercarse al monumento, rodeado por una valla de seguridad y un camino circular desde donde se podía disfrutar del entorno, pero sin la posibilidad de deambular entre las piedras y con ello nada de tocamientos que permitieran sentir las vibraciones de tantos años.

Han pasado los años y ahora se puede disfrutar de muchos acontecimientos en la distancia, gracias a la magia de internet y las retransmisiones en directo en diferentes canales, como por ejemplo Youtube. La imagen que figura al principio de esta entrada está tomada de la retransmisión en directo de la salida del sol esta misma semana, el miércoles día 22, en Stonehenge, por cortesía del English Heritage, un organismo oficial del Reino Unido que se ocupa de los monumentos nacionales, lo que aquí sería más o menos nuestro Patrimonio Nacional.. Un poco de envidia por no estar allí, y más al ver que las personas están deambulando libremente entre los megalitos, supongo que por tratarse de un momento especial la conmemoración del solsticio de invierno. Otra de las magias de internet es que los eventos quedan grabados y disponibles para ver una y otra vez, como en el caso de este evento que está accesible para los interesados en este enlace.

Siempre se puede aprender algo desconocido. Estaba yo esperando un alineamiento del sol en su salida entre las piedras del monumento que no llegó a producirse. Extrañado, inicié una pequeña investigación en internet para descubrir lo que ocurría. El alineamiento se produce en el solsticio de verano, hacia el 21 de junio, en la salida del sol, como puede verse en la imagen a continuación, mientras que el alineamiento en el solsticio de invierno, hacia el 21 o 22 de diciembre, se produce en la puesta de sol.

Las enormes moles de piedra de Stonehenge están alineadas de tal forma que los rayos de sol en los solsticios, como hemos dicho, las atraviesan de forma peculiar y (casi) exacta. La observación de nuestros ancestros año tras año les convirtió en unos astrónomos precursores que decidieron construir este monumento megalítico que no es único, pero si uno de los más emblemáticos de este tipo.

Desde el Siglo XVIII se sabe que el eje central de Stonehenge está alineado con el punto en el horizonte por el cual sale el Sol en el solsticio de verano. No es una alineación perfecta, pero casi. La puesta del Sol en el solsticio de invierno está en el mismo eje que el amanecer en el solsticio de verano, pero en dirección opuesta. A pesar de que los hombres del neolítico probablemente desconocían que la Tierra gira alrededor del Sol —siquiera que la Tierra era redonda— «los solsticios seguramente tenían mucha relación con la disponibilidad de alimentos.»

Solsticio, del latín solstitiumsol sistere o sol quieto─ es definido en el diccionario como  «cada uno de los dos momentos anuales en que el Sol se halla en uno de los dos trópicos, lo cual sucede del 21 al 22 de junio para el de Cáncer, y del 21 al 22 de diciembre para el de Capricornio, y en los que la diferencia entre la duración del día y de la noche es mayor».