Dentro de las actividades del curso de mayores de la Universidad Carlos III giramos esta semana una visita al magnífico Museo Arqueológico Nacional —MAN— ubicado a la espalda de la Biblioteca Nacional y del que ya realicé un pequeño comentario en esta entrada en marzo de 2019.
La visita estuvo enfocada a diferentes aspectos del mundo romano y fue magistralmente dirigida por el profesor Jesús Bermejo, arqueólogo especialista en el estudio de los espacios domésticos y las familias de época romana en la Península Ibérica. Por comparación, uno toma conciencia de la enorme diferencia que supone el ver un museo «por su cuenta» con el hacerlo bajo las explicaciones de un experto con conocimiento del tema que además tiene labia para contar lo que subyace a una fría exposición de meros cachivaches que toman luz propia con una buena explicación.
Por las limitaciones del museo en cuanto a los grupos, el profesor tuvo que repetir el recorrido cuatro veces para poder atender a todos los alumnos interesados. En mi grupo coincidí con otra alumna, María José, con la que comenté estas diferencias entre una visita «con» y una visita «sin», llevándome la grata sorpresa de que ella era precisamente una guía voluntaria que trataba de hacer las delicias de los visitantes en otro museo del que nunca en mi vida había oído hablar: el Museo Nacional de las Artes Decorativas.
Madrid es una caja de sorpresas en sitios, eventos o actividades. El MNAD, Museo Nacional de las Artes Decorativas, está situado muy cerca del Arqueológico, frente al Retiro, en la calle Montalbán número 12. Mi intención inicial de un paseo por el Retiro fue trastocada con gusto por una rápida visita a este nuevo museo. Lamentablemente María José tenía otras actividades y no me pudo acompañar, pero se ha ofrecido a guiarme por sus dependencias en otra ocasión que sin duda acordaremos en el futuro.
El ámbito cubierto por este museo se orienta precisamente al estudio de toda esta producción artística que no está incluida en la arquitectura, la escultura o la pintura. Se trata de un coqueto edificio de cuatro plantas, exiguo en extensión, pero lleno de magníficas piezas de colecciones que nos permiten un paseo por el pasado que hará nuestras delicias especialmente si contamos ya con unos años a nuestras espaldas. La sala dedicada a los juguetes infantiles, con una maravillosa casa de muñecas, nos retrotraerá a recuerdos de nuestra infancia para deleite personal.
Estuve poco tiempo en una visita que desconozco por qué motivos me resultó gratuita. Deambulé por las salas, todas las salas, admirando muebles antiguos y no tan antiguos, quedando sorprendido por la riqueza de las piezas allí expuestas. Las numerosas colecciones «abren una ventana al discurrir de la vida cotidiana entre el siglo XIV y nuestros días, mostrando la evolución de los materiales, las técnicas de fabricación, las formas, las funciones de los objetos de uso y la propia historia de la institución». El museo cuenta con más de 70.000 fondos, algunos depositados en otras instituciones como La Granja de San Ildefonso, Sevilla o Madrid.
Habrá que volver, no queda otra, tras quedar expectantes ante la riqueza allí depositada, pero habrá que hacerlo de la mano de María José o en alguna visita guiada y planificada con anticipación. Lo de aparecer por allí de buenas a primeras con poco tiempo está bien para darse una idea y quedarse con las ganas de repetir. Se pueden realizar fotografías sin utilizar el flash, con lo que nos podremos llevar en nuestro teléfono o cámara una buena colección de objetos para disfrutar de ellos con posterioridad.
Si queremos preparar nuestra visita con antelación, la página web del museo (enlace) nos ofrece una variada colección de documentación de su contenido, visitas virtuales y en 3D, además de un apartado titulado «Prepara tu visita» con recomendaciones muy valiosas para disfrutar plenamente de nuestro acercamiento a este maravilloso lugar para muchos —me atrevo a aventurar— desconocido.
Y como no hay dos sin tres, además del Arqueológico y del Artes Decorativas, María José, por el mismo precio, me indicó otro sitio que requería también una visita: la Fundación Manuel Benedito (página web en este enlace) sito en la calle Juan Bravo número 4 de Madrid y que muestra al visitante una ingente colección de cuadros de este pintor valenciano nacido en 1875. Este espacio también cuenta con guías voluntarios que realizan visitas guiadas —los miércoles a las doce horas— que habrá que planificar antes de aparecer por allí cualquier día de estos.