Brujuleando en la edición digital de «El País», me encontré un día de esta semana de septiembre de 2022 con un artículo cuyo titular atrajo poderosamente mi atención: «El alegre avance de los retrónimos», firmado por un experto en temas de lenguaje como es Álex Grijelmo, con varios libros publicados sobre lenguaje y comunicación de los que he leído «El genio del idioma», comentado en el blog amigo de «A leer que son 2 días» en este enlace. Leeré alguno más.
Reconociendo mi honda debilidad por cuestiones idiomáticas, el término «retrónimo» era novedoso para mí, como también lo es para el diccionario oficial donde no se encuentra. ¿Se le espera? El tiempo lo dirá, pero mientras tanto hay que acudir a internet, si bien la lectura del mencionado artículo deja muy claro de qué se trata. La cuestión no es nueva porque aunque no nos acordemos, nos topamos con ella desde hace muchos años aunque no tenga nombre.
En los primeros años del pasado siglo XX, una guitarra era una guitarra, no era necesaria mayor aclaración. Pero una nueva creación —que data de 1920 aunque nos parezca mentira— cambió el concepto: la guitarra por todos conocida hasta entonces pasó a ser una guitarra acústica porque Lloyd Loar, ingeniero de la empresa Gibson, construyó la primera guitarra eléctrica. Los niños ya no podían pedir a sus padres que les compraran una guitarra sin especificar de que tipo la querían.
Términos que enunciados de forma solitaria durante muchos años tenían un significado claro y preciso, por mor de descubrimientos o avances tecnológicos necesitan una aclaración. Dentro de nuestras vidas tenemos varios ejemplos perfectos. En los años ochenta del siglo pasado era suficiente con decir a cualquiera que te enviara un documento por correo o que te prestara un libro. A partir de la existencia del correo electrónico y los libros digitales, esto ya es insuficiente, y nos vemos obligados a aclarar si queremos utilizar el correo postal o el correo electrónico o si queremos el libro en papel o en su versión electrónica. Otro ejemplo es el teléfono, porque desde que aparecieron los móviles tenemos que especificar si queremos que nos llamen al fijo o al móvil. Quizá con el tiempo desaparezcan los teléfonos fijos y el vocablo teléfono vuelva a tener entidad propia y deje de ser un retrónimo.
Según puede leerse en la Wikipedia… «El término "retrónimo", un neologismo compuesto por la combinación de formas retro- (del latín retro , "antes") + -nym (del griego ónoma, "nombre" ), fue acuñado en su forma inglesa —retronym— por Frank Mankiewicz en 1980 y popularizado por William Safire en su columna del New York Times» .
Hay muchos ejemplos, y cada día irán apareciendo más y más dados los avances tecnológicos y la búsqueda de lo novedoso cuando no estrambótico por los humanos. Del artículo citado y de otras consultas en internet, he rescatado unos cuantos, aunque seguro que rascándonos el cerebro y fomentando nuestro magín podremos encontrar alguno más:
- Arroz (entero, venere, basmati…)
Café (natural, mezcla, torrefacto…)
Cámara fotográfica (analógica, digital…)
CD (audio, datos…)
Cerveza (con alcohol, sin alcohol, tostada, negra…)
Cine (mudo, 2D, 3D…)
Clase (presencial, ausencial(telemática)…)
Coche (combustión, eléctrico, manual, automático…)
Conexión (alámbrica(cable), inalámbrica(wifi)…)
Correo (postal, electrónico…)
Español (España, Suramérica…)
Gasolina (con plomo, sin plomo…)
Gimnasia (artística, rítmica…)
Guitarra (acústica, eléctrica...)
Horno (convención, microondas…)
Leche (entera, semidesnatada, desnatada…).
Letra (mayúscula, minúscula, gótica, cursiva…)
Libro (papel, digital, audiolibro…)
Máquina de escribir (manual, eléctrica…)
Noticia (real, contrastada, fake…)
Ordenador (escritorio o fijo, portátil…)
Periódico (impreso, digital)
Persona (al natural, en holograma…)
Radio (AM, FM, digital…)
Ratón (animal, ordenador, mecánico, óptico…)
Reloj (analógico, digital)
Sonido (monofónico, estereofónico)
Teléfono (fijo, móvil)
Televisión (analógica, digital, plasma, LED…)
Texto (plano, enriquecido…)
ZOOM (físico, óptico…)
Todo ello sin entrar en marcas donde con toda lógica debemos especificar el tipo, modelo o color al que nos referimos, con lo que entiendo no se puede considerar un retrónimo al propio nombre de la marca. Pero algunas, en su día, eran únicas y bastaba con pedirlas por su nombre y en algún momento empezaron a tener «variedades» que había que especificar, como, a modo de ejemplo, Coca-Cola o Cola-Cao. También deberemos tener cuidado con productos: quesos hay muchos y de muchos tipos y no por ello podemos considerar el vocablo queso como un retrónimo, al contrario que la cerveza que si debemos considerar como tal desde que apareció en el mercado la cerveza sin alcohol, que antes no existía.
Recogido del artículo mencionado de Álex Grijelmo en «El País», por considerar que es muy interesante… «Lozano y Palmerini describen estos tres pasos en la formación de un "retrónimo": existencia de un "protónimo" ('teléfono'); llegada de un "neónimo" inductor ('teléfono móvil') y aparición del "retrónimo" (¡teléfono fijo!). Pero quizás podamos considerar un cuarto paso: el uso posterior y resistente del "protónimo" ('teléfono') como abarcador no marcado de ambos ('se despidió por teléfono', cuando no importa si se trata de un móvil o un fijo)».
Cuando pido una cerveza en un bar, siempre aclaro que la quiero sin alcohol —uno que es un poco flojeras— y además añado lo de tostada. Si se pide una cerveza a secas, el camarero normalmente solicita la aclaración de «con» o «sin». A buen seguro que habrá muchos más retrónimos que iré descubriendo una vez asentado el concepto. Ser sensible y tener las antenas abiertas a estas cuestiones idiomáticas alimentan mi curiosidad que, no me canso de repetir, es uno de los mejores antídotos para la vejez.