sábado, 18 de julio de 2009
NOMBRES
Mientras espero pacientemente a la puerta de un supermercado a que mi mujer realice el acopio de alimentos y otros, me fijo en una esquela situada a la entrada del mismo que anuncia el fallecimiento reciente de una persona de una localidad cercana a donde nos encontramos de vacaciones. El finado se llamaba CILINIO. Parecía, porque es un nombre que me sonaba más, que ponía CLINIO, pero fijándome bien, el nombre que rezaba el anuncio mortuorio y los actos a celebrar con motivo del mismo era CILINIO.
A falta de otra cosa mejor que hacer para mitigar la espera, seguí leyendo la esquela. Pude conocer que la mujer se llama FLORENTINA, que el matrimonio tiene un único hijo llamado ANTONIO, casado con EMILIA. Hasta ahí todo normal en cuanto a los nombres. Pero de nuevo se dispara mi atención al leer los nombres de los dos nietos del finado: SHEILA y CHRISTIAN. Ni siquiera sé si la grafía de estos es correcta, por lo que los reproduzco tal y como figuraban, ya que suelo llevar siempre a mano un bolígrafo y un trozo de papel que me permiten tomar notas como estas.
En estos tiempos no suele haber problemas en los bautizos, si bien en épocas pasadas no todos los sacerdotes se avenían a bautizar a los niños con nombres de que no fueran cristianos. Unos primos quisieron nominar a su hijo ISRAEL y por buenas composturas acabó siendo FERNANDO ISRAEL, y gracias. Este tipo de problemas motivaba ciertos enjuagues como el que ocurrió con mi propia madre: HABILIA rezaba a efectos eclesiásticos y de partida de bautismo mientras que a efectos de Registro Civil y Documentos de Identidad es AVELINA.
Sería bueno haber podido preguntar al bueno de CILINIO su opinión acerca de los nombres de sus nietos, en mi modesta opinión tan chocantes con el suyo. CILINIO me evoca los nombres de la antigüedad, de la época romana, aunque tengo que reconocer que es la primera vez que lo he visto y me suenan más CLINIO, CLIO, CLITO o CLITÓMACO, por hacer memoria de nombres que empiecen por CLI entre los que recuerdo. Me atrevo a asegurar que los nombres extranjeros de sus nietos no eran su agrado, pero poco podía intervenir él en una decisión que tienen que tomar los padres y no los abuelos.
En mi modesta opinión, lo de poner nombres es un asunto complicado. Se hace en pocas ocasiones en la vida de las personas, claro está, dependiendo de las circunstancias de cada cual. Que yo recuerde me he enfrentado a esta cuestión dos veces por motivos fundamentales y otras dos más por motivos no tan importantes.
Una de las que no revisten una importancia crucial fue el tener que poner nombre a una mascota que nos regalaron y que no supimos rechazar. Era una gata corriente y moliente y acabó siendo llamada AMIS, un nombre extraído de la simbología egipcia. La otra ocasión acabó sin ser resuelta, vamos, que la cosa en cuestión se quedó sin nombre. Se trataba de poner nombre a una casita, lo de chalet me suena muy pretencioso, y al final no encontramos ninguno que nos satisfaciera, por lo que se quedó sin nombre.
Las que tienen más enjundia son las otras, el poner nombre a los hijos. En la primera ocasión no llegabamos a un acuerdo, con lo que al final y dado que desconocíamos el sexo decidimos que si era chico le pondría el nombre mi mujer y si era chica se lo pondría yo. Sin limitaciones. Un mal negocio ya que resultó ser chico y acabó llamándose ILIA, nombre que conserva en la actualidad pero que levantó no pocas polémicas y ampollas en su día, como supongo le ocurriría al bueno de CILINIO con sus nietos. ILIA es un nombre relativamente común en el este de Europa y cuya traducción sería ELIAS, aunque en una ocasión he conocida una chica con ese nombre y otra con un nombre parecido: IRIA.
Para mi segunda hija, una niña cuyo sexo era conocido con tiempo debido a las ecografías, la manera de enfocar el nombre fue tambien curiosa. Yo sugerí y casi impuse que el nombre tuviera cinco letras, ni una más ni una menos y que fuera un nombre “normal” aunque habría que definir que entenderíamos como “normal” en caso de nombres. La idea era que el nombre decidido fuera el que se utilizara y no andáramos con diminutivos, alias u otras cosas. Confeccioné una lista de posibles nombres de mujer de cinco letras, “normales” y de ella fuímos quitando hasta decidir. Recuerdo alguno de los barajados, tales como ADELA, AÚREA, BELÉN, CELIA, CLARA, DARÍA, DIANA, ELENA, ELISA, FLORA, JUANA, JULIA, LEIRE, LIDIA, LUISA, MARÍA, MARTA, NEREA, NURIA, PILAR, ROCIO, SOFÍA, TALIA, LUCÍA, PAULA, LAURA, OLAYA, … hasta que al final se decidió el que tiene: IRENE, si bien hubo un intento de romper la regla de las cinco letras autoimpuesta y se posibilitó el de PATRICIA, siendo finalmente desestimado. Luego nos hemos enterado que IRENE significa paz, que tiene dos santos en el calendario y alguna otra curiosidad más.
Las tradiciones familiares juegan sus buenas bazas en esto de los nombres. Yo mismo debo mi nombre compuesto a mis dos abuelos. Una vez leí en una revista el sistema de nombres que utiliza desde hace varias generaciones la familia del conocido escritor y vecino vacacional ALFONSO Ussía. No recuerdo bien la curiosa descripción y no quisera equivocarme, pero todos los varones de su familia llevan cuatro nombres, dos de ellos fijos, ILDEFONSO y MARÍA. En algún caso en que se había omitido este sistema, el niño había fallecido a edad temprana.
Puestos a hablar de nombres, hay algunas cosas y anécdotas curiosas. Por ejemplo, un vecino se llama PATROCINIO, nombre que a mí se me antoja como femenino. Otro nombre curioso es el de un amigo, llamado AUSTRICLINIANO, así, como suena, con todas las letras. Todos le llamamos AUSTRI porque lo otro sería eterno. Un día hace muchos años le acompañé a recoger un premio que había obtenido en un pueblo de la provincia de Segovia. En el ayuntamiento, el secretario procedió a leer el acta para la entrega de premios y al llegar a mi amigo se encasquilló: AUST… , AUSCLI….. Sr. PÉREZ acabó diciendo el buen funcionario, utilizando el apellido que le sacó de apuros.
Hace años me entretuve en registrar en el ordenador todos los nombres que aparecían en el santoral que reflejaba el conocido taco calendario del Corazón de Jesús, que ya ha sido referido en este blog. Al final resultaron dos mil seiscientos ochenta y cuatro nombres distintos. Algunos, como el de ANASTASIO, aparecen en varios días diferentes.
Como dato curioso, jugando con mi hija en este momento están dos amiguitas que responden a los nombres de CASILDA y GABRIELA. Infrecuentes, si, pero normales.