viernes, 4 de septiembre de 2009

HIPO

Reza un dicho popular “A la cama no te irás sin saber una cosa más”. Sería bueno para todos repasar, al acostarnos y mientras intentamos conciliar el sueño, los acontecimientos del día para averiguar si hemos aprendido algo nuevo. Otra frase que me encanta es que “la curiosidad es el mejor antídoto contra la vejez” por lo que estar ojo avizor a la búsqueda de nuevos conocimientos cada día siempre será bueno y provechoso, tengamos la edad que tengamos.

Dice el diccionario de la Real Academia de la Lengua que “hipo”, en su principal acepción es “Movimiento convulsivo del diafragma, que produce una respiración interrumpida y violenta y causa algún ruido”. Todos hemos sufrido a lo largo de nuestra vida algún episodio de hipo que cuando menos nos ha causado cierta molestia y algún que otro inconveniente según el lugar donde nos encontremos, pues además de repetirse varias veces por minuto es muy difícil evitar ese pequeño y molesto ruidito que se emite, y que genera cuando menos hilaridad entre los que nos acompañan.

Empleándolo en una frase hecha, cuando decimos que alguien o algo “nos quita el hipo” es porque nos sorprende, nos agrada o nos asombra por algo que percibimos como hermoso, agradable o por sus cualidades. También puede ser utilizado como prefijo, denotando en este caso “debajo de” o “escasez de”. Otra cuestión novedosa para mí es el término médico, que rara vez se usa: “singultus”.

Repasado el diccionario, me han venido recuerdos de mi infancia. A los niños les suelen ocurrir con bastante frecuencia y regularidad episodios de hipo. Son graciosos, pero cuando duran un buen rato hasta los propios niños se sienten molestos. Mi padre me enseñó un método eficaz, que he utilizado en muchas ocasiones para cortar el hipo de raíz. Antes de que te ocurra tres veces, me decía, tienes que ponerte el brazo izquierdo a la espalda y subirlo hacia la nuca tanto como puedas, y mantenerte ahí hasta que el hipo desaparezca. Yo lo he probado en muchas ocasiones y siempre me ha funcionado. Supongo que tendrá su base científica, pues al forzar esa postura con el brazo, el diafragma causante se reacomoda y vuelve a cumplir su función normal de forma regular y natural.

A mi hija pequeña se lo he dicho muchas veces, pero al final cuando acude a mí diciendo que tiene hipo y le pregunto si ha hecho lo del brazo invariablemente me dice que se le ha olvidado. Como ya se han dado más de tres episodios, no es efectivo. Queda pues probar con otros remedios que a lo largo de los años he ido aprendiendo, tales como el provocar un susto de forma súbita y no esperada, beber lentamente un vaso de agua, respirar por la boca de forma rápida taponando la nariz con los dedos, aguantar la respiración todo el tiempo que sea posible con los pulmones llenos …. Un sinfín de acciones que al final acaban funcionando yo creo más por aburrimiento que por su efectividad, aunque hay personas que sufren hipo de forma continuada y durante largos períodos de tiempo, lo que puede ser síntoma de algún otro problema orgánico.

Pero volvamos al principio de este escrito, a aquello de “a la cama no te irás ….” . Ayer aprendí una forma nueva de quitar el hipo, efectiva y al parecer con fundamentos científicos. Por casualidad, mientras mi hija sufría un episodio relativamente fuerte, entramos a la farmacia por otros motivos. El farmacéutico, Jose Ignacio, salió del mostrador, cogió a la niña de la mano y me dijo que se la llevaba, para curarla el hipo. Cuando le pregunté sobre la marcha donde iba, me respondió que al bar, a darla un poquito de cazalla, que era el mejor remedio para el hipo. Tanto el dependiente de la farmacia, Javier, como yo, nos quedamos pensativos y un poco expectantes de lo que iba a hacer. Tengo confianza con él desde hace muchos años para no estar intranquilo, pero si que me quedé con la mosca detrás de la oreja.

En un breve espacio de tiempo regresaron y la niña venía sonriente, con su hipo remitido. Me dijo que se le había pasado con una cosa que le había dado. Yo me temí que lo de la cazalla fuera cierto, porque hubiera preferido que hubiera seguido con el hipo que a la niña se le hubiera suministrado semejante “medicina”. Cuando le pregunté por el remedio utilizado, me dijo que ya me lo contaría la niña.

Al salir de la farmacia, mi hija me contó que efectivamente habían ido al bar de al lado, y en una cucharilla de café había puesto azúcar y encima un chorrito de limón. Se lo había tomado e inmediatamente se le había pasado el hipo. Una forma nueva de quitar el hipo siempre que te puedas proveer de cucharilla, azúcar y limón. La próxima vez que ocurra y disponga de los ingredientes, lo utilizaré para verificar el resultado.

Tras hacer unos recados, tuvimos que volver a pasar de nuevo por delante de la farmacia. No me resistí y entré a darle las gracias por el remedio y decirle que lo desconocía, hablando a la vez de estos otros remedios que hemos comentado. Al parecer, me comentó, el nivel de glucosa en sangre puede ser una causa del hipo, con lo que un suministro rápido de azúcar disuelta en limón puede contrarrestar de forma súbita los efectos de un descenso momentáneo de glucosa, que pudiera haber inducido el hipo.

Una cosa nueva después de llevar muchos años en este mundo.