domingo, 25 de octubre de 2009

DEBERES

Son las nueve y media de la tarde-noche de un día de diario. Al día siguiente, como se suele decir, es “día de escuela”. Gregorio, alumno de tercero de primaria, acaba de llegar a su casa tras haber estado por la tarde, desde la salida del colegio, haciendo unos recados con sus padres. Es el momento de hacer los deberes del día siguiente, pero Goyo ha olvidado la agenda en el colegio. Precisamente hoy, día en que la familia anda un poco de cabeza. La solución es llamar por teléfono a Inmaculada, una compañera de clase que apunta las tareas. Inmaculada ya está medio dormida.

Goyo e Inma están un buen rato al teléfono para pasarse los ejercicios y las páginas del libro de “Mates”, el tema que hay que repasar de “Cono” y unas frases que hay que copiar de “Lengua”. Además hoy, precisamente hoy, hay que copiar unas viñetas del libro de religión. Ya un poco presionados por ambas familias, cuelgan el teléfono y se van uno a hacer los deberes y la otra a la cama a soñar con los angelitos.

Goyo es un muchachito espabilado y hace las tareas, que tampoco son tantas, con rapidez, pero de pronto se encuentra con un problema. A estas edades, los alumnos tienen todo el material en el colegio y solo se traen a casa los libros y cuadernos que sean necesarios para hacer los deberes, en un intento de aligerar las mochilas que así y todo pesan lo suyo. Goyo no se ha traído el libro de religión, por lo que no puede hacer los deberes que le ha comentado Inma. Ya son las diez de la noche cuando le dice a su padre que ha terminado excepto el de religión porque no tiene el libro. El padre se coge un cabreo monumental, acrecentado por el día estresante que lleva con problemas de todos los colores en el trabajo, solo le faltaba este.

El padre de Goyo es una persona resolutiva y que está al día de todas las modernas tecnologías. Repasa en un momento la lista de los teléfonos que tiene de los padres de los otros compañeros y compañeras de clase de su hijo, coge el teléfono y llama al padre de Candela, que sabe que también le “pega” a las modernas tecnologías. No tiene mucha confianza con él, pero por pedir un favor que no quede.

----Buenas noches, mira, perdona que te moleste a estas horas, soy el padre de Goyo, un compañero de clase de tu hija candela y es que resulta que hemos tenido un día de perros, bla, bla, bla, y cuando mi hijo se ha puesto a hacer los deberes ocurre que el libro de religión no se lo ha traído del colegio bla, bla, bla.

El padre de Candela se pensaba que le iba a pedir si podía pasarse un momento por su casa, ya que no viven muy lejos, a recoger el libro de religión. Pero no era eso lo que maquinaba su espontáneo conversador cuasi nocturno.

----Pues entonces a ver si no te sirve de mucha molestia y pudieras hacerme el favor de escanearme esas dos páginas de nada y me las mandas por correo electrónico. Toma nota de mi dirección de correo electrónico bla bla bla, te lo agradezco un montón porque ya es muy tarde y queremos que Goyo se vaya a la cama cuanto antes, hemos tenido una tarde de perros bla bla bla.

El padre de Candela estaba viendo tranquilamente una película en la televisión, después de una jornada agotadora de trabajo y familia. Pero un favor se le hace a cualquiera y más a un padre agobiado de un hijo poco previsor. Hoy por ti y mañana por mí. Total solo es un momentito, así que pone en pausa la película, se lo comenta a su mujer y se lanza a poner en marcha el ordenador. Mientras el PC arranca tiene que ir con sigilo a la habitación de Candela, que duerme plácidamente, para saquear su mochila, que ya tiene preparada para el día siguiente y localizar el libro. Con toda la parafernalia de conversación no ha tomado nota de las dos páginas del libro que tenía que escanear, así que piensa en utilizar el número de teléfono que ha quedado grabado en la memoria para llamar de nuevo al padre de Goyo y preguntárselo. Pero su mujer, ante la pausa que promete ser un poco prolongada en ver la televisión, ha agarrado el teléfono y ha llamado a una amiga para largar y largar aprovechando la tarifa plana. No queda otro remedio que utilizar el móvil, con su costo, para preguntar las páginas, cosa que hace, poniéndose manos a la obra en el escáner y el correo electrónico.

Una vez acabado todo, enviado el correo y llamado nuevamente por teléfono al padre de Goyo para indicarle que el correo había salido, son ya las diez y media de la noche cuando retoman su película “El Paciente 14” que estaba bastante interesante. No han transcurrido quince minutos cuando el teléfono suena de nuevo. El padre de Goyo tiene problemas con su ordenador y su correo electrónico, precisamente hoy con el día que lleva, y no puede recibir el correo. A ver si pudiera pasarse en un momentito a por el libro que ya se le devolvería su hijo en el colegio al día siguiente.

El padre de Candela, que ya estaba tranquilamente en pijama tiene que vestirse para recibir a los cinco minutos al padre de Goyo y darle el libro. De la película, tanto el cómo su mujer se han olvidado y ya la verán al día siguiente.

Se supone que Goyo haría al final sus deberes de religión no se sabe a qué hora y estaría con falta de sueño al día siguiente pata atender debidamente su clases, por lo que es probable que se le olvidara apuntar en la agenda los deberes y entonces al llegar a casa tuviera que coger el teléfono y llamar a ….