martes, 20 de abril de 2010
REPUESTOS
Por establecer una división sencilla entre las muchas cosas que compramos e incorporamos a nuestros hogares, algunas de ellas necesitan respuestos y otras no. Por ejemplo, una televisión, un frigorífico, un horno microondas o un reloj despertador eléctrico solo requieren la inversión inicial y a partir de este momento, salvo averías, están funcionando in que haga falta ningún gasto adicional. Hablo de forma general, sin entrar en la polémica, en el caso de la televisión, de canales gratuitos o de pago. Otros aparatos necesitan repuestos, ahora llamados consumibles, ya que algunos de sus componentes se gastan por el uso. Pongamos como ejemplos claros una aspiradora o una impresora de ordenador.
Otros no son tan claros, pues dependerán del estado de la tecnología en el que nos encontremos. Así, una cámara de fotos puede ser de los dos tipos; si es de las antiguas, llamada ahora analógicas, necesitará que la alimentemos con carretes de fotografías que luego tendremos que revelar y positivar, mientras que si se trata de una cámara moderna o digital, las fotografías son gratis y no necesitan revelado, solo almacenarlas en el ordenador, pero sin coste o con un coste mínimo adicional de espacio en disco, bueno y de electricidad que también cuesta aunque no lo valoremos, como en el caso de la televisión o el frigorífico.
Vivimos en la cultura del usar y tirar. Yo no sé como se las apañan los fabricantes de trastos que lo hacen de tal manera que estos funcionan perfectamente y a entera satisfacción hasta poco tiempo después de que cumpla la garantía. Y encima muchos de ellos no tienen arreglo. He tenido la experiencia con una pantalla plana de ordenador, que en su día costó 250 euros. A los dos años y dos meses se fué al garete, cuando ya estaba sin garantía. Intenté ver la posibilidad de arreglarla y me dijo el fabricante que no tenía reparación, que la solución era tirarla y comprar una nueva, cosa que no tuve más remedio que hacer, aunque no fué de la misma marca.
Algunas cosas de las antiguas funcionan bien durante años. Me cuesta mucho trabajo tirar o cambiar una cosa mientras va tirando. Los aparatos nuevos suelen tener más prestaciones y menores consumos, lo que muchas veces hace que la publicidad nos cautive y nos haga cambiar por aquello de acceder a mejores prestaciones. Yo tengo guardado en una armario un vídeo, un reproductor de CD’s y un amplificador que funcionan perfectamente y que están ahí por si algún día hacen falta pero que han sido sustuídos por aparatos más modernos.
El dilema que yo quería plantear aquí, volviendo al tema de los repuestos, es la paradoja que se produce cuando tenemos algún aparato que va cumpliendo años y que necesita repuestos, algunos consumibles y otros por rotura. A medida que pasa el tiempo, estos repuestos son cada vez más díficiles de localizar, estrategia que también usan los fabricantes para abocarnos al cambio.
Al frigorífico, con cerca de veinte años de funcionamiento, se le ha acabado rompiendo el tirador de abrir la puerta. He buscado el tirador por todos lados sin éxito. En la tienda oficial me salieron con aquello de ¿pero ese modelo tan antiguo aún sigue funcionando? asombrados ellos mismos y pensando seguramente que habían hecho un mal negocio conmigo al venderme un aparato que lleva tantos años funcionando a la perfección. No ha habido problema, un poco de pegamento y, estética aparte en el tirador, sigue funcionando.
Pero en el caso de los consumibles el asunto es más peliagudo. Por ejemplo, la aspiradora, también de la misma època y con casi veinte años de funcionamiento, necesita bolsas de repuesto, que son díficiles de encontrar, por lo que cuando las encontré, acaparé. Tenía dos cajas enteras y otra por la mitad cuando la aspiradora ha dicho basta: se ha quemado el motor. Evidentemente un modelo tan antiguo o no tiene arreglo o no merece la pena, con lo que las dos cajas y pico de bolsas han ido a la basura pues la nueva tiene otro modelo. Mejor no hablemos sobre los miles de modelos de bolsas de aspiradora que están disponibles en el mercado, como las gomas de los parabrisas de los coches y los propios parabrisas: un perfecto galimatías.
Hablando con un amigo el otro día, me dijo que ha comprado un paquete de diez pilas de botón de un modelo determinado. Ante mi extrañeza me dijo que el mando a distancia de un disco duro multimedia, que es igual al mío, lleva dos de esas pilas y las ha encontrado a un precio barato. Tendré que pensar si hago yo lo mismo. Por todo esto me ha dado por revisar que aparatos tengo en casa, de estos que ya son antiguos y que tengo repuestos comprados en cantidad por aquello de que son díficiles de encontrar.
Y me he dado cuenta de que tengo una impresora EPSON que va ya para diez años y que sigue funcionando. He revisado el tema de los cartuchos de tinta y tengo tres juegos completos de blanco y negro y color en el “almacén” por que me costó trabajo encontrarlos la última vez que me hicieron falta. Vamos, que tengo una inversión pues cada juego pasa de los 60 euros. Como se me rompa la impresora, cosa que puede ocurrir en cualquier momento, me veré obligado a tirar cerca de 200 euros a la basura, así que me voy a poner a imprimir como un loco, lo que hará que se rompa la impresora antes, un círculo sin fín o la pescadilla que se muerde la cola.
Con esta reflexión y el coste que tiene una impresora nueva y moderna, he decidido que cuando se me acaben los respuestos, la impresora pasará a mejor vida y me haré con una nueva que no me obligue a almacenar cartuchos de tinta. Por si acaso.