domingo, 26 de septiembre de 2010

INDIVIDUALISMOS

Al llegar a tomar el tren en mi desplazamiento diario al trabajo, hace muchos años, encontré escrito algo así como lo siguiente en la pared blanca de la estación:
Cuando vinieron por los comunistas,
me quedé callado; yo no era comunista.
Cuando encerraron a los socialdemócratas,
permanecí en silencio; yo no era socialdemócrata.
Cuando llegaron por los sindicalistas,
no dije nada; yo no era sindicalista.
Cuando vinieron por los judíos,
no pronuncié palabra; yo no era judío.
Cuando vinieron por mí,
no quedaba nadie para decir algo.
Era el final de una época anterior en España y luego me enteré que ante ese muro había tenido lugar la detención o muerte de un miembro de los GRAPO. Las palabras destacaban sobre el fondo blanco y de siempre pensé que era un poema del alemán Bertold Brecht. Con ese nombre lo he intentado localizar en internet encontrándome varias cosas. Una, que el poema original no era exactamente así, por lo que hay varias versiones incluso se ha utilizado en su esencia para decir lo mismo de otros grupos o actitudes. Otra es que el poema no es de Bertold sino de un pastor luterano alemán llamado Martin Niemöller, que lo predicó en una misa de la Semana Santa de 1946, por lo que su transmisión oral puede haberlo cambiado con el tiempo. El autor es lo mismo pero es de justicia aunque sea casi cuarenta años después cambiarlo en mis recuerdos, eso siempre que la información encontrada navegando por internet sea correcta y fiable, que nunca se sabe.
El desplazarse al trabajo en transporte público en una gran ciudad tiene sus ventajas e inconvenientes. No se trata ahora de hacer el ejercicio de enumerarlos, pero si mencionar que una de las ventajas es que se puede palpar el pulso de la ciudad y, aún a riesgo pero sin hacerlo, pecar de cotilla. En los metros u autobuses podemos observar a la gente, como va vestida, los aditamentos que llevan, las revistas o libros que van leyendo siempre que no los hayan forrado e incluso escuchar sus conversaciones, bien en directo si hablan entre ellos o bien ahora con la nueva tecnología de poder usar el teléfono móvil incluso en los profundos túneles del metro.
Procuro abstraerme del ambiente y enfrascarme en la lectura de mi libro que siempre me acompaña. Lo consigo con bastante facilidad pero algunas veces llegan conversaciones a mis oídos que despiertan mi atención. Esta semana hablaban entre dos personas del despido de una de ellas. La otra que le escuchaba estaba atónito sin poderse creer lo que el otro le contaba. De hecho yo creo que no se lo creyó, porque NO LE INTERESABA creérselo. El que había pasado a formar parte de la empresa con más empleados de España, léase el paro, le decía que a la vuelta de sus vacaciones había sido despedido por mor de las nuevas leyes promulgadas en estos últimos meses y que prácticamente dan libertad a los empresarios para hacer lo que les venga en gana. En su caso la empresa había esgrimido que en sus previsiones a dos-tres años anticipaba pérdidas por un descenso en sus ventas y en base a esa previsión, como la ley se lo autoriza, despido al canto. Llevaba veintitrés años dejándose literalmente la piel en esa empresa, con guardias y desplazamiento en noches, domingos y festivos y su premio han sido 20 días de indemnización por año trabajado, sin preaviso y sin nada. De un día para otro, y a la vuelta de las vacaciones con “septembría” y alevosía, patada en salva sea la parte.
Su escuchante, oyente con atención, balbucía todo tipo de opiniones siendo una de las más esgrimidas que las nuevas normas promulgadas no afectaban para nada a los contratos fijos firmados con anterioridad a las mismas.
A mí me gustaría saber qué porcentaje de españoles con contratos fijos saben que esta situación es posible, así como otra serie de supuestos a cada cual más descabellados que prácticamente dejan las manos libres a los empresarios a la hora de tomar decisiones con respecto a sus empleados. La veda está abierta. Y también me gustaría que alguien me explicase como este tipo de despidos van a servir para mejorar el empleo, vamos, que relación directa hay entre ello si es que la hay, porque honradamente no la veo.
En los periódicos de ese mismo día se leían noticias de este tipo:
El I.R.P.F subirá para las rentas de más de 120.000 euros……pero yo no llego.,
Suben un 15% los robos en joyerías……pero yo no soy joyero.
En Francia se expulsa a los gitanos......pero yo no soy gitano ni vivo en Francia.
La morosidad de las hipotecas ……pero yo no soy un banco.
La agonía del carbón……pero yo no soy minero del carbón.
1260 vecinos contra el ruido de Barajas……pero yo no vivo cerca de Barajas.
Estudiar una carrera cuesta más este año……pero yo no soy estudiante.
Francia persigue a los internautas que usan p2p……pero yo no estoy en Francia.
Hacienda no cree que el fraude en los alquileres de pisos…..yo no tengo piso alquilado.
Para que seguir.
Los refranes y dichos populares contienen mucha sabiduría: “Cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar”. Se trata de que caigamos en el individualismo puro y duro y así podrán hacer lo que quieran con nosotros ya que estaremos solos ante el peligro sin nadie que nos defienda.
Y todo esto no tiene que ver nada con la huelga general convocada para el próximo miércoles día 29. ¿O sí?
Esta entrada del blog va a quedar inusualmente larga, pero a modo de documentación personal y para saber siempre donde lo tengo, incluyo a continuación un decálogo del célebre y genial lingüista Noam Chomsky sobre “Estrategias de Manipulación Mediática”. Muy interesante leerlas despacio, entenderlas, procesarlas y no olvidarlas nunca. A lo mejor hay que prescindir de las consideraciones ideológicas que Chomsky agrega, pero las fórmulas de manipulación que sintetiza son, en líneas generales, en forma alternativa y a veces simultánea.
1- La estrategia de la distracción.
El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las elites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes. La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al público interesarse por los conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y la cibernética. “Mantener la Atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a granja como los otros animales (cita del texto Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.
2- Crear problemas, después ofrecer soluciones.
Este método también es llamado “problema-reacción-solución”. Se crea un problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de que éste sea el mandante de las medidas que se desea hacer aceptar. Por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad. O también: crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.
3- La estrategia de la gradualidad.
Para hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos. Es de esa manera que condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990: Estado mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios que hubieran provocado una revolución si hubiesen sido aplicadas de una sola vez.
4- La estrategia de diferir.
Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como “dolorosa y necesaria”, obteniendo la aceptación pública, en el momento, para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente. Luego, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que “todo irá mejorar mañana” y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo al público para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento.
5- Dirigirse al público como criaturas de poca edad.
La mayoría de la publicidad dirigida al gran público utiliza discurso, argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental. Cuanto más se intente buscar engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantilizante. ¿Por qué? “Si uno se dirige a una persona como si ella tuviese la edad de 12 años o menos, entonces, en razón de la sugestionabilidad, ella tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta o reacción también desprovista de un sentido crítico como la de una persona de 12 años o menos de edad (ver Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.
6- Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión.
Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un corto circuito en el análisis racional, y finalmente al sentido crítico de los individuos. Por otra parte, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos…
7- Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad.
Hacer que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. “La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca imposibles de alcanzar para las clases inferiores (ver ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.
8- Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad.
Promover al público a creer que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto…
9- Reforzar la autoculpabilidad.
Hacer creer al individuo que es solamente él el culpable por su propia desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se autodesvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. ¡Y, sin acción, no hay revolución!
10- Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen.
En el transcurso de los últimos 50 años, los avances acelerados de la ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público y aquellos poseídos y utilizados por las elites dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el “sistema” ha disfrutado de un conocimiento avanzado del ser humano, tanto de forma física como psicológicamente. El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.

martes, 21 de septiembre de 2010

INCURRIR


A mediados de los años noventa del siglo pasado trabajaba yo en una empresa grande en la que se desató de golpe una necesidad imperiosa de llevar un control sobre a qué cosas nos dedicábamos y durante cuanto tiempo.De siempre he mantenido que por esta vida hay que ir con datos y hechos constatables cuando se trata de negociar o simplemente intercambiar opiniones. Los hechos están ahí, son demostrables y sirven de base firme y punto de partida para llegar a buen puerto.

Con esto expreso mi apoyo a aquella necesidad de control. Se estaban haciendo muchas cosas pero cuando pasaba el tiempo se tenían solo vagas nociones y a bulto de cuanto se había tardado de forma efectiva y cuantos recursos, en este caso humanos aunque me sabe mal llamarlos recursos, se habían empleado.

Hasta ahí todo bien. Se desarrolló una aplicación informática en la que de forma diaria o todo lo más semanal, cada uno teníamos que consignar las horas que habíamos dedicado a cada uno de los proyectos. No siempre estaban todos abiertos y aunque teníamos estrictamente prohibido dedicar horas a proyectos que no estuvieran identificados, siempre había alguien de categoría superior que ponía los atributos encima de la mesa y se saltaba lo que había que saltar. Para ser exactos, no teníamos que consignar las horas, realmente teníamos que “incurrir” las horas.

En su día ya dije, con ningún éxito como en otras tantas cosas, que el término “incurrir” se estaba usando de una forma incorrecta según las normas de nuestra Real Academia de la Lengua. Según el diccionario, el término “incurrir”, que es un verbo y además intransitivo, tiene las siguientes acepciones:

- CAER EN UNA FALTA, COMETERLA.
- CAUSAR, ATRAERSE UN SENTIMIENTO DESFAVORABLE.
- HACER BREVES INTROMISIONES EN ALGÚN QUEHACER.

A luz de estas definiciones entiendo que las expresiones “horas incurridas” o “incurrir las horas” son incorrectas académicamente hablando. Pero me he dado un paseo por algunos sitios y el empleo parece que, sin ser generalizado, sigue siendo incorrecto. He aquí una muestra:

"Los gastos incurridos durante la fase de investigación se llevan a la cuenta de Pérdidas y Ganancias …"BANCO DE ESPAÑA”.

… sin contar los gastos incurridos en el esfuerzo bélico, que algunos cuantifican en 600.000 millones de dólares."EL PAÍS, MADRID”.

... los 100.000 euros constituyen una compensación a la empresa por los gastos incurridos en la demanda para exigir el pago."EL MUNDO, MADRID”.

Los gastos producidos una vez que el Asegurado se encuentre en su lugar de residencia habitual, los incurridos fuera del ámbito de aplicación de las garantías del seguro o una vez pasados 90 días desde el inicio del mismo….. MAPFRE SEGUROS

El representante acreditado de la empresa/entidad, al solicitar las acreditaciones, se compromete expresamente a aceptar, a cumplir y a hacer cumplir a los usuarios de las mismas, las normas de utilización de las acreditaciones, así como todas las disposiciones establecidas en el formulario, asumiendo las responsabilidades en que pudiera incurrir por su incumplimiento. Web de AENA

Y se me ha ocurrido escribir acerca del término porque en estos días he iniciado mis trabajos en otra gran empresa donde, qué casualidad, las horas se asignan a los proyectos en la aplicación de “incurridos” . A lo mejor alguno de los que desarrolló la antigua aplicación trabaja ahora en esta empresa ….

Esta nueva toma de contacto con la palabrita me ha impelido a buscar información acerca del uso correcto de este término, por pura y simple satisfacción personal. Aunque existe en internet, conservo en mi biblioteca en papel un estupendo regalo que hace años me hizo una cliente, y después algo más que cliente, gracias Silvia, como es el “Diccionario panhispánico de dudas” de la Real Academia Española y de la Asociación de Academias de la Lengua Española. Es un libro que me gusta abrir de vez en cuando por cualquier parte y husmear sobre el uso de términos muchas veces desconocidos.

En el caso de “incurrir”, el panhispánico lo deja claro: incurrir es un verbo intransitivo y como tal se debe de emplear, además de ir siempre seguido de la preposición “en” por lo que su utilización como adjetivo (gastos incurridos) es incorrecta. Además, se incurre en delito o falta y no en otro tipo de cosas, por lo que se emplea en informes judiciales, pero otra vez mal. Así se dice de forma incorrecta que una persona fue condenada por los delitos incurridos cuando lo correcto es decir que fue condenada por incurrir en tal o cual delito, que es parecido pero no es lo mismo.

Por ello, que una aplicación informática se llame “Incurridos” y que se diga a los empleados que “incurran las horas” ….

martes, 14 de septiembre de 2010

APARCANDO


A finales de los años sesenta del siglo pasado se pusieron de moda en la televisión en blanco y negro unos anuncios que llamaban la atención de los españolitos de entonces, desconectados del mundo, sobre formas de urbanismo y educación. Era aquello de “Mantenga limpia España”, “Piense en los demás” y esloganes similares. Realmente pocos teníamos televisión por aquellos años, pero al menos cuando la veíamos en casa de algún vecino o en el bar, podíamos ser
educados en los diferentes aspectos de la convivencia. No sé si nos hacía falta, pero ahí estaban esos anuncios al menos para recordarnos ciertas normas.
El comportamiento humano evoluciona de muy diferentes maneras. No solo pero también a peor. Lo del “piense en los demás” me parece que es hoy una asignatura no ya pendiente sino completamente olvidada. Triunfa mucho más lo de que cada uno vaya a lo suyo y a los demás, por ser educado, que les den dos duros. Hay situaciones en las que parece que la gente se toma incluso molestias en hacer las cosas de tal forma que perjudiquen a los demás.
Como no podía ser de otra manera, uno de los espejos donde mirar y constatar estos extremos es en el tráfico y especialmente en el momento de aparcar. Antiguamente se oía eso de haber dejado el coche completamente mal aparcado, pero sin molestar. Habría que desarrollar el concepto de molestar ya que no debe de ser igual para el que deja el coche que para el viandante que no puede pasar o la mamá con el carrito que tiene que salirse al medio de la carretera porque la acera está invadida por los coches e incluso por las motos.
Ayer asistí a un evento de esos que se celebran en el campo y a los que asiste más gente de la que cabe, y eso que el campo no tiene puertas. Habilitan un espacio para aparcamiento que es a todas luces insuficiente y en el que los guardias de tráfico y policía municipal insisten en que nos metamos. Una vez dentro el caos es total. Quitando algunos lugares indicados con cal y eventos naturales –piedras o árboles- que conforman de manera clara algunas plazas de aparcamiento, el resto es haga Vd. lo que pueda. Cuando llegué estaba todo bastante lleno pero conseguí aparcar correctamente en una de esas plazas naturales al borde de lo que se suponía era el camino de circunvalación del “parking”.
Hasta ahí todo correcto, disfruté de la fiesta y del ambiente pero el problema vino a la caída de la tarde. Tuve la previsión de marcharme antes de tiempo, para evitar el tropel final, pero a punto estuvo de darme lo mismo. Pude sacar mi coche al camino, pero un poco más adelante el propio camino estaba obstruído por coches indebidamente aparcados, algunos de ellos los típicos y poderosos denominados cuatro x cuatro que parece que tienen licencia para subirse, meterse y aparcarse donde les plazca. Ante la idea del caos que se podía producir cuando todo el mundo acudiera en masa a retirar el coche, me las tuve que ingeniar para hacer un poco de “rally” entre arbustos, piedras, montículos y zarzas consiguiendo escapar de allí. Tengo claro que el próximo año, si decido asistir, dejaré el coche lo más lejos posible de allí, por supuesto fuera del aparcamiento señalizado y haré un poco de ejercicio caminando que además me vendrá bien.
Lo de la no señalización en pleno campo ayuda a montar el caos. Pero en la ciudad, donde está debidamente señalizado todo, el caos es igual. La foto que acompaña esta entrada fue publicada en un periódico y el coche que aparece en ella es el del propio alcalde de esa gran ciudad capital de España. Bien instaladito en medio, ocupando las dos plazas especiales de minusválidos, cerradito y sin nadie por allí. Según comentaba el periódico estuvo así más de media hora, aunque ya que se encargaron de desmentirlo desde la oficina de prensa diciendo que había sido un minuto y por estrictos motivos de seguridad. ¿A quién creemos?
Como será esto que hasta alguien ha creado una web ( http://www.malaparcado.com ) , donde la gente manda fotos de coches mal aparcados. Al menos es curioso ver como se las ingenia la gente para dejar el coche en cualquier lugar. Muchas de ellas son nocturnas por lo que es previsible que el aparcamiento no sea de esos de “un momentito”. En esta misma web hay una historia “graciosa”, aunque el título de la entrada es un poco irreverente. (http://www.malaparcado.com/2006/09/21/para-ser-chulo-hay-que-tener-cojones-y-dinero/ ).

sábado, 4 de septiembre de 2010

ENERVANTE

Desde que recuerdo he venido oyendo eso de la “cuesta de enero”. Será por ello que me he acostumbrado y ya no me
parece tanta cuesta, Sin embargo me ha aparecido otra “cuesta”, la de septiembre, a la que año tras año no logro acostumbrarme por más que lo intento. Como reza el título, me pone de los nervios y, puestos a seleccionar, por una cosa en especial.
Tenemos la sensación de que todos los españolitos somos iguales ante la ley. No especifica de qué tipo de ley se trata, pero desde que existen rangos o niveles de dirigentes con capacidad de dictar leyes y hacérnoslas cumplir sí o sí, al menos en determinados aspectos, puedo afirmar que no todos somos iguales ante la ley.
Parece que determinados aspectos de nuestra existencia deberían estar gobernados y dirigidos de forma inequívocamente igualitaria desde el gobierno de la nación. Pero esto no es así. Hace ya años se inventaron en este nuestro país los gobiernos autonómicos que también tienen mucho que decir en el devenir de nuestras vidas. Por si fuera poco, los ayuntamientos han exigido su cuota de poder y también aportan sus “ideas” a la hora de que no todos los españolitos seamos iguales, por lo menos a la hora de rascarnos los bolsillos y transferir los euros que supuestamente de forma honrada hemos ganado con nuestro trabajo a las arcas municipales, autonómicas o nacionales. Por encima ahora habría que añadir la Comunidad Económica Europea esa, pero vamos a dejarlo dentro de nuestras fronteras.
Retomando la idea de la cuesta de septiembre, muchos padres con hijos en edad escolar se enfrentan al coste de los libros de texto y material escolar. En mi experiencia, que no sé si será extrapolable, con una niña en primaria, el gasto de aproxima a los 300 euros. Ya se tiene, por activa o por pasiva, buen cuidado de que los textos no sirvan de un año para otro, bien porque se cambian, bien porque se escriben o bien porque … El hecho es que hay que comprarlos nuevos.
Pero lo que me pone de los nervios en este mes es la visita anual que precisamente no me entusiasma un ápice del llamado Impuesto Municipal sobre Bienes Inmuebles, IBI, y que de toda la vida se ha conocido como la “Contribución”. No voy a entrar en si es un impuesto lógico, como sería por comparación el anacrónico de Circulación de Vehículos o “Numerito”, y tampoco voy a dar ideas ya que por esa misma razón deberíamos pagar otro impuesto anual por tener televisión, por tener teléfono móvil, por ir a misa los domingos, por tener un pijama o un traje o por tener plantas en las ventanas. Ideas aparte, el famoso IBI no es más que una fuente de financiación de las economías locales, autonómicas y estatales, una fuente más a añadir a lo que nos sacan por el impuesto de la renta, el IVA que pagamos cada vez que respiramos, el precio de los carburantes o los desmesurados impuestos que, por nuestro bien, se aplican a bebidas o tabacos.
Hasta aquí vale. Pero lo que no es de recibo es que un españolito del pueblo de al lado o de la ciudad de al lado pague diferente por el mismo concepto, en función de que el poder que corresponda, en este caso ayuntamiento, fije unos tipos impositivos diferentes. EL año pasado la cuota resultante final a pagar por mi piso en concepto de IBI tuvo un incremento del 5,93 % con respecto al año anterior, y este año ha sido del 6,35 % con respecto al pasado, muy por encima de lo que ha subido la vida en decir del INE y estratosféricamente por encima de lo que me han subido el sueldo. En teoría las cantidades a pagar dependen exclusivamente del Valor Catastral pero como este se encontraba desfasado hace unos años, el tipo impositivo, que maneja el ayuntamiento, se aplica sobre una base imponible que sube como la espuma año tras año hasta llegar al valor catastral, lo que parece que en mi caso se producirá el año que viene. Parece que hay un mínimo del 0,4% para el tipo impositivo pero en mi caso el aplicado es del 0,62. Pero no se preocupen, al año siguiente revisarán el valor catastral, esta vez el Gobierno Central, y seguiremos en la espiral de subidas violentas a las que no nos queda más remedio que acostumbranos… y pagar, además de ajo, agua y resina.
La mejor arma en esto es la comparación, que salvando las distancias, arroja luz y sirve, en mi caso, para que el tono de cabreo suba hasta límites insospechados. Aunque de poco me va a servir, ya que cada vez somos todos, yo el primero, más inactivos a la hora de movernos un poco para evitar que ciertas cosas sigan como están. El valor catastral de mi piso, como se puede ver en la imagen, está por encima de 63.000 euros, ubicado en un pueblo de la provincia de Madrid. Sin contar el garaje y el trastero, que llevan su IBI aparte, y por amornizar los datos, el año pasado aboné en concepto de IBI la cantidad de 354,05 euros. Un amigo mío que vive en Madrid-Aluche tiene un piso con un valor catastral casi idéntico, un poco más de 63.000 euros. Pues bien, este amigo mío pagó el mismo año pasado en concepto de IBI 317,22. ¿Somos iguales todos? Al menos en el IBI no, ya que por un concepto similar, en la misma provincia, pero bajo distinto ayuntamiento, yo pago más y eso que dicen que el municipio de Madrid es uno de los más caros del estado. Cada cual que saque sus conclusiones.
Esto es no es un hecho aislado. Hace años se comentó que el municipio español con más coches censados, muchos más que habitantes, era Robledo de Chavela. El coste del impuesto de circulación de vehículos era siete veces más barato que en la capital. Dentro de la provincia de Madrid, Moralzarzal se ha enganchado a aprovecharse de las diferencias entre españolitos, manejando por parte de sus corporaciones locales las tarifas a aplicar y atrayendo a su padrón de vehículos flotas de empresas de alquiler y similares.
Así pues, españolito que estás leyendo esto, ten mucho cuidado a la hora de elegir donde compras tu casa, donde empadronas el coche o donde pones carburante a tu coche. Aún siendo dentro de España, las diferencias en costes anuales pueden ser importantes.