domingo, 26 de septiembre de 2010

INDIVIDUALISMOS

Al llegar a tomar el tren en mi desplazamiento diario al trabajo, hace muchos años, encontré escrito algo así como lo siguiente en la pared blanca de la estación:
Cuando vinieron por los comunistas,
me quedé callado; yo no era comunista.
Cuando encerraron a los socialdemócratas,
permanecí en silencio; yo no era socialdemócrata.
Cuando llegaron por los sindicalistas,
no dije nada; yo no era sindicalista.
Cuando vinieron por los judíos,
no pronuncié palabra; yo no era judío.
Cuando vinieron por mí,
no quedaba nadie para decir algo.
Era el final de una época anterior en España y luego me enteré que ante ese muro había tenido lugar la detención o muerte de un miembro de los GRAPO. Las palabras destacaban sobre el fondo blanco y de siempre pensé que era un poema del alemán Bertold Brecht. Con ese nombre lo he intentado localizar en internet encontrándome varias cosas. Una, que el poema original no era exactamente así, por lo que hay varias versiones incluso se ha utilizado en su esencia para decir lo mismo de otros grupos o actitudes. Otra es que el poema no es de Bertold sino de un pastor luterano alemán llamado Martin Niemöller, que lo predicó en una misa de la Semana Santa de 1946, por lo que su transmisión oral puede haberlo cambiado con el tiempo. El autor es lo mismo pero es de justicia aunque sea casi cuarenta años después cambiarlo en mis recuerdos, eso siempre que la información encontrada navegando por internet sea correcta y fiable, que nunca se sabe.
El desplazarse al trabajo en transporte público en una gran ciudad tiene sus ventajas e inconvenientes. No se trata ahora de hacer el ejercicio de enumerarlos, pero si mencionar que una de las ventajas es que se puede palpar el pulso de la ciudad y, aún a riesgo pero sin hacerlo, pecar de cotilla. En los metros u autobuses podemos observar a la gente, como va vestida, los aditamentos que llevan, las revistas o libros que van leyendo siempre que no los hayan forrado e incluso escuchar sus conversaciones, bien en directo si hablan entre ellos o bien ahora con la nueva tecnología de poder usar el teléfono móvil incluso en los profundos túneles del metro.
Procuro abstraerme del ambiente y enfrascarme en la lectura de mi libro que siempre me acompaña. Lo consigo con bastante facilidad pero algunas veces llegan conversaciones a mis oídos que despiertan mi atención. Esta semana hablaban entre dos personas del despido de una de ellas. La otra que le escuchaba estaba atónito sin poderse creer lo que el otro le contaba. De hecho yo creo que no se lo creyó, porque NO LE INTERESABA creérselo. El que había pasado a formar parte de la empresa con más empleados de España, léase el paro, le decía que a la vuelta de sus vacaciones había sido despedido por mor de las nuevas leyes promulgadas en estos últimos meses y que prácticamente dan libertad a los empresarios para hacer lo que les venga en gana. En su caso la empresa había esgrimido que en sus previsiones a dos-tres años anticipaba pérdidas por un descenso en sus ventas y en base a esa previsión, como la ley se lo autoriza, despido al canto. Llevaba veintitrés años dejándose literalmente la piel en esa empresa, con guardias y desplazamiento en noches, domingos y festivos y su premio han sido 20 días de indemnización por año trabajado, sin preaviso y sin nada. De un día para otro, y a la vuelta de las vacaciones con “septembría” y alevosía, patada en salva sea la parte.
Su escuchante, oyente con atención, balbucía todo tipo de opiniones siendo una de las más esgrimidas que las nuevas normas promulgadas no afectaban para nada a los contratos fijos firmados con anterioridad a las mismas.
A mí me gustaría saber qué porcentaje de españoles con contratos fijos saben que esta situación es posible, así como otra serie de supuestos a cada cual más descabellados que prácticamente dejan las manos libres a los empresarios a la hora de tomar decisiones con respecto a sus empleados. La veda está abierta. Y también me gustaría que alguien me explicase como este tipo de despidos van a servir para mejorar el empleo, vamos, que relación directa hay entre ello si es que la hay, porque honradamente no la veo.
En los periódicos de ese mismo día se leían noticias de este tipo:
El I.R.P.F subirá para las rentas de más de 120.000 euros……pero yo no llego.,
Suben un 15% los robos en joyerías……pero yo no soy joyero.
En Francia se expulsa a los gitanos......pero yo no soy gitano ni vivo en Francia.
La morosidad de las hipotecas ……pero yo no soy un banco.
La agonía del carbón……pero yo no soy minero del carbón.
1260 vecinos contra el ruido de Barajas……pero yo no vivo cerca de Barajas.
Estudiar una carrera cuesta más este año……pero yo no soy estudiante.
Francia persigue a los internautas que usan p2p……pero yo no estoy en Francia.
Hacienda no cree que el fraude en los alquileres de pisos…..yo no tengo piso alquilado.
Para que seguir.
Los refranes y dichos populares contienen mucha sabiduría: “Cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar”. Se trata de que caigamos en el individualismo puro y duro y así podrán hacer lo que quieran con nosotros ya que estaremos solos ante el peligro sin nadie que nos defienda.
Y todo esto no tiene que ver nada con la huelga general convocada para el próximo miércoles día 29. ¿O sí?
Esta entrada del blog va a quedar inusualmente larga, pero a modo de documentación personal y para saber siempre donde lo tengo, incluyo a continuación un decálogo del célebre y genial lingüista Noam Chomsky sobre “Estrategias de Manipulación Mediática”. Muy interesante leerlas despacio, entenderlas, procesarlas y no olvidarlas nunca. A lo mejor hay que prescindir de las consideraciones ideológicas que Chomsky agrega, pero las fórmulas de manipulación que sintetiza son, en líneas generales, en forma alternativa y a veces simultánea.
1- La estrategia de la distracción.
El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las elites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes. La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al público interesarse por los conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y la cibernética. “Mantener la Atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a granja como los otros animales (cita del texto Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.
2- Crear problemas, después ofrecer soluciones.
Este método también es llamado “problema-reacción-solución”. Se crea un problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de que éste sea el mandante de las medidas que se desea hacer aceptar. Por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad. O también: crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.
3- La estrategia de la gradualidad.
Para hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos. Es de esa manera que condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990: Estado mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios que hubieran provocado una revolución si hubiesen sido aplicadas de una sola vez.
4- La estrategia de diferir.
Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como “dolorosa y necesaria”, obteniendo la aceptación pública, en el momento, para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente. Luego, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que “todo irá mejorar mañana” y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo al público para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento.
5- Dirigirse al público como criaturas de poca edad.
La mayoría de la publicidad dirigida al gran público utiliza discurso, argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental. Cuanto más se intente buscar engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantilizante. ¿Por qué? “Si uno se dirige a una persona como si ella tuviese la edad de 12 años o menos, entonces, en razón de la sugestionabilidad, ella tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta o reacción también desprovista de un sentido crítico como la de una persona de 12 años o menos de edad (ver Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.
6- Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión.
Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un corto circuito en el análisis racional, y finalmente al sentido crítico de los individuos. Por otra parte, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos…
7- Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad.
Hacer que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. “La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca imposibles de alcanzar para las clases inferiores (ver ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.
8- Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad.
Promover al público a creer que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto…
9- Reforzar la autoculpabilidad.
Hacer creer al individuo que es solamente él el culpable por su propia desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se autodesvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. ¡Y, sin acción, no hay revolución!
10- Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen.
En el transcurso de los últimos 50 años, los avances acelerados de la ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público y aquellos poseídos y utilizados por las elites dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el “sistema” ha disfrutado de un conocimiento avanzado del ser humano, tanto de forma física como psicológicamente. El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.