domingo, 3 de octubre de 2010
PPPP-o-PPPP
El estrambótico titulo que da lugar a esta entrada en el blog se deriva de una frase que vi hace unos días en un anuncio colocado en las marquesinas de las paradas de autobús. Puesto en román paladino se expandiría en “Personas que Prefieren Pedir Permiso o Personas que Prefieren Pedir Perdón”.
No creo que esto llegue a ser una característica de personalidad pero todos tenemos una tendencia en uno u otro sentido, aunque yo apostillaría que depende mucho de la situación y del contexto en el que nos encontremos. Por poner un ejemplo no es lo mismo pedir permiso para entrar en un campo militar acotado que pedir perdón. Si no pedimos permiso a lo mejor no podemos llegar a pedir perdón por habernos colado sin llamar.
Como siempre al hacer la pregunta a nuestro inseparable compañero diario “Google”, el número de entradas devueltas es una cifra de mareo. En el caso de búsqueda con prefieren pedir permiso arroja más de ciento ochenta y cuatro mil entradas y en el caso de perdón tan sólo treinta y siete mil. Aunque todo depende de cómo hagamos la búsqueda. No es una mala idea dedicar un tiempo a aprender cómo hacer las búsquedas en Google. Es todo un mundo, y se sacan enormes beneficios a poco tiempo que le dediquemos. En este ejemplo, si al realizar las búsquedas entrecomillamos el texto, es decir, usamos “prefieren pedir permiso” los resultados se limitan a cuatrocientos sesenta y dos y por el contrario con perdón alcanza quinientos ochenta y nueve. Estos datos son en estos mismos momentos en que escribo esto y tengo que decir que me ha sorprendido son poca cantidad para lo que uno está acostumbrado.
Habríamos bien en poner en cuarentena toda la información que obtengamos en la red. Salvo algunos sitios oficiales a los que podemos dar toda la credibilidad que queramos, el resto puede ser verdad, mentira o todo lo contrario. Encontrada la siguiente frase: "Si tienes una idea, hazla. Es más fácil pedir perdón que pedir permiso" hay quién se la atribuye a Santa Teresa de Jesús y quién lo hace a una informática norteamericana llamada Grace Hopper, si bien esta lo hizo en inglés de forma parecida aunque prescindiendo del principio: “It’s easier to ask forgiveness than it is to get permission”.
En el fondo todos, cuando nos surge una idea que una vez desarrollada hay que poner en acción, analizamos la situación, los “pros” y los “contras”, el esfuerzo que nos va a suponer y sobre todo las consecuencias, positivas y negativas, que la acción va a tener para nosotros en el futuro. El contexto en el que vayamos a pesar a la acción pesa mucho en la toma de decisión.
Uno de los sitios de aplicación práctica es el entorno laboral. Ya he comentado en anteriores entradas mi “teoría del cenicero”: ante la necesidad de cambiar el cenicero de sitio hay quién le da un manotazo y espera consecuencias y quién pide permiso para hacerlo una vez estudiados todos los pormenores. Todo esto está muy directamente relacionado con palabras que son profusamente empleadas en los entornos laborales actuales como “iniciativa” o “proactividad”, palabra esta última que no existe en el diccionario. Hay quién dice que es mejor arriesgarse, que siempre se obtendrán beneficios y que en último caso siempre queda pedir perdón y dar explicaciones que hagan creer a quién nos juzga que lo hicimos por el bien general de la empresa y su proyección futura. Hay algún caso documentado de “meteduras de pata” graves y que han costado dinero y credibilidad a las empresas y que han terminado en un premio en lugar de un castigo, porque el jefe ha sabido valorar la iniciativa de ese empleado y ha deducido que por una que ha estropeado otro montón de ellas han salido bien. Pero para ello hacen falta jefes con la “azotea” bien puesta encima de los hombros y que miren un poco más allá de sus narices o, lo que es peor, de lo que le ordena el de arriba. Hay empresas que llegan a estar paradas porque todos sus niveles de empleados solo hacen lo que les manda el de arriba, ven, oyen y callan y solo hablan cuando se les pregunta. Pero resulta que el de arriba del todo hace tiempo que no manda nada porque ya no sabe ni a que se dedica. Las iniciativas con petición de permiso implican una obligación al superior inmediato de continuar con la situación de permiso a nieveles superiores porque siempre suelen salpicar a otros que no están por la labor.
En fin, cada cual tendrá sus opiniones y pedirá perdón o pedirá permiso según le venga el viento, esperemos que tras un concienzudo análisis de la situación.
Y como colofón, la búsqueda en internet ha traído a la pantalla un libro que se titula “MÁS VALE PEDIR PERDÓN QUE PEDIR PERMISO” de Jordi Évole, presentador de televisión al parecer conocido como “El Follonero”. Ni sé quién es, ni he leído el libro ni creo que lo haga nunca, pero ahí queda el dato.