domingo, 30 de diciembre de 2012

xxxSIM



De vez en cuando ocurren ciertos hechos que a uno le hacen dudar de estar viviendo en una sociedad de las llamadas avanzadas, que son capaces de las mayores proezas y al mismo tiempo de las mayores miserias.

Resulta que los Reyes Magos de Oriente, esos que acuden puntualmente a su cita por estas fechas al finalizar las navidades, están a punto de traerme un nuevo teléfono inteligente, un "smartphone", con más funciones y capacidades que el actual. Han sido buenos y aunque no me lo dejan tocar y disfrutar hasta el próximo seis de enero, he tenido acceso a sus especificaciones y a determinadas operaciones de comprobación para ver que funciona, tales como cargar la batería, encenderlo, acceder a la red de forma inalámbrica y algunas otras. Como dice su propio nombre y además de otras muchas cosas es también un teléfono, pero esa funcionalidad no la he podido probar. Ahora contaré no solo por qué sino la vorágine increíble a la que me he visto arrojado y de la que todavía no he salido.

Como es de todos conocido, los equipos móviles utilizan una pequeña tarjetita, denominada SIM, que contiene un circuito integrado que almacena de manera hasta ahora segura el IMSI (módulo de identificación del suscriptor) y una clave para identificar y autenticar suscriptores en equipos móviles como teléfonos, computadores, módems o tabletas.

Yo ya había oído hablar de que algunos de los nuevos dispositivos que iban saliendo al mercado en los últimos tiempos utilizaban unas SIM’s especiales pero no sé por qué lo tenía asociado al mundo de la marca de la manzanita y sus dispositivos. Como yo no como “manzanitas” debido a mi alergia, era un tema en el que no había pensado. Pero hete aquí que mi futuro nuevo aparato, mucho más grande que el actual, no admite en sus tripas la tarjeta SIM que me da acceso a los servicios de telefonía y datos que son vitales en un aparato de estos que se precie. Sin la SIM, se convierte en poco más o menos que un pequeño ordenador especializado siempre y cuando estés en las cercanías de una red inalámbrica accesible. Si no es así siempre se puede utilizar como un vistoso pisapapeles o como arma arrojadiza para intentar darle en la cabeza al gato que está maullando bajo tu ventana y no te deja dormir.

Bueno, pues eso, que no me vale mi SIM actual y necesito una microSIM. Empiezo a indagar en el tema preguntando al amigo “Google” y lo primero que veo es que ya tenemos 4 tamaños de SIM en el mercado, a saber:

Tarjeta SIM (85.6 mm x 53.98 mm), tamaño de una tarjeta bancaria o del DNI electrónico.
Tarjeta miniSIM (25 mm x 15 mm), la más popular, conocida y utilizada.
Tarjeta microSIM (15 mm x 12 mm)
Tarjeta nanoSIM (8.8 mm x 12.3 mm)

La única diferencia entre ellas es, y aquí está lo gracioso, el tamaño, pues el “chip” donde está la “chicha” y la información es siempre el mismo. Uno se pregunta qué ventajas aportan estos cambios de tamaño y salvo para aparatos muy pequeños no se entiende porque nos marean y de qué manera a los sufridos consumidores. Me viene a la memoria una cuestión similar que ocurrió hace años con los cargadores de los teléfonos Nokia. Durante años, todos los teléfonos de esta marca utilizaban los mismos cargadores, por lo que en mi familia no nos preocupábamos de este tema. Hasta que apareció un nuevo teléfono de esta marca en la que todo era igual excepto el conector al aparato, que era más fino. Ninguna ventaja, todo igual, pero ya no eran compatibles unos con otros.

Volviendo al tema que nos ocupa, me tengo que poner las pilas para conseguir en unos días una microSIM si quiero disfrutar de mi nuevo aparato. Lo primero que surge en la red es que uno puede simplemente acercarse a un local u oficina comercial de la empresa que nos da el servicio y pedir una tarjeta SIM del tamaño que necesitemos, cosa que puede ser gratis o no. Una segunda alternativa es comprar un sacabocados, tipo taladradora de hojas, pero no se justifica para usarlo una sola vez, aunque yo estoy empezando a pensar que sí por los hechos que me van ocurriendo. Otra alternativa para mañosos es usar plantillas que existen en la red y tirar con mucho cuidado de tijeras o cúter.

Como mi proveedor de servicios telefónicos no dispone de tiendas físicas, la opción de acercarme a una de ellas queda descartada. Lo intenté en una de la competencia, pero me dijeron que, claro, que…. lógico y normal. Así lo único que me quedaba era llamar al servicio de atención al usuario, ese conocido también por “todos nuestros operadores están ocupados” y solicitar un cambio de tarjetita. Primera sorpresa: para mandarme una tarjeta nueva en el tamaño que sea tienen que proceder a anular la actual. Como se puede suponer, eso implica quedarse sin línea y servicios hasta que se reciba la nueva. “Son sólo 48 o 72 horas” me informa la amable operadora que me atiende, a la que oigo pero consigo entender a duras penas su español o lo que esté hablando. Y se queda tan fresca. Pero, ¿cómo es posible que en estos tiempos actuales se plantee como una cosa normal que te quedes sin línea siquiera unos minutos de una forma planificada? Si fuera por avería o un suceso extraordinario no previsto sería entendible, pero por un cambio de tarjeta no tiene explicación.

Son lentejas. Solicito mi nueva tarjeta microSIM para poder utilizar mi nuevo aparato en toda su funcionalidad. Aquí surge un primer problema y es que si por algún motivo quiero utilizar alguno de los anteriores, todos con miniSIM no podré, por lo que tengo que adquirir un adaptador que me permita convertir la futura microSIM en una miniSIM. En la imagen que acompaña esta entrada se pueden ver los adaptadores, que son muy baratos, pero hay que tenerlos preparados por si acaso.

Y aquí empieza el calvario. Solicitada la nueva microSIM en la mañana del viernes pasado, por la tarde recibo un SMS en el que me informan que se ha procedido al envío de mi pedido y me dan los datos del envío a través de un mensajero. E inmediatamente a continuación me quedo sin servicio de telefonía y datos, ya puedo ir tirando a la basura mi miniSIM actual. Podían haber esperado al lunes, porque los fines de semana no hay reparto. O yo podía haber sido más listo y haberlo pedido el lunes, pero eso es fácil ahora que sé cómo funciona el asunto.

De entrada y hasta mañana lunes, que es un día especial al ser el último del año, sin servicio, y eso suponiendo que todo vaya bien, cosa que va a ser difícil por lo siguiente. Pregunté y corroboré con la operadora el tipo de envío: postal, me dijo, por lo que facilité un apartado de correos. El envío no ha sido postal, sino por mensajero, que evidentemente no puede hacer entrega del mismo en un apartado de correos. Así que mañana lunes desde primera hora me veo a la caza y captura del repartidor a ver cómo le notifico un cambio en la dirección de entrega para que pueda hacer bien su trabajo y yo pueda disponer de mi “tarjetita”. Lo más probable es que hasta el miércoles no consiga hacerme con ella dado que el lunes es un día especial al ser fin de año. Las 48 o 72 horas se van a ir a 120.

Se me ocurren ciento y un modos de que en esta operación los usuarios no se queden sin línea, eso partiendo de la base que no me creo que un mismo número de teléfono no pueda tener dos xxxSIM. Si timofónica y otras pueden, es que se puede. Lo verdaderamente inadmisible es que se asuma como normal el que te quedes sin servicio en una operación hecha de forma voluntaria y planificada. Podían mandarte la nueva desactivada de forma que cuando estuviera en tu poder llamaras al “todos nuestros operadores están ocupados” y en ese momento procedieran a anular la vieja y activar la nueva. O incluso hacerlo tú mismo directamente a través de internet. Pero debe ser que esto es muy difícil o imposible y lo mejor es dejar sin servicio al cliente y que se fastidie. Ya se sabe, ajo, agua y resina.

Lo que yo debería hacer es cambiarme de compañía, ya que por suerte hay varias, pero por el momento soy un sufridor y elijo seguir siendo un sufridor: soy SIMYO aunque esta compañía ha sido fagocitada por Orange y esto es un motivo de cambio, porque además de alérgico a las manzanas y por acontecimientos ocurridos en el pasado, soy todavía más alérgico a las naranjas.