domingo, 20 de octubre de 2013
HORA
Aquellos que hayan seguido las entradas anotadas en este blog con cierta regularidad habrán podido entrever una cierta fijación personal con los temas referidos a los horarios. Una de las primeras entradas, hace casi seis años, se titulaba «PUNTUALIDAD» y hacía referencia a lo poco dados que somos todos a acudir a los sitios con la suficiente antelación. No solo a reuniones de amigos, que lo pueden llegar a aguantar todo, sino a lugares más o menos oficiales como puede ser una misa, un concierto o una corrida de toros. Pongamos el ejemplo de un teatro que tuviera mil localidades numeradas. En caso de un lleno completo… ¿Qué ocurriría si los mil asistentes apareciéramos en la puerta de entrada cinco minutos antes de la hora fijada para el comienzo? A esto me refiero con lo de «acudir con la suficiente antelación», si bien esto admite muchas interpretaciones según de la persona que se trate, pues el «tenemos tiempo de sobra» es una de las contestaciones más en boga en las personas que son sistemáticamente impuntuales o les importa un comino el asunto.
Para acudir con puntualidad es preciso conocer la hora en la que vivimos. Lo más normal es llevar el clásico reloj de pulsera aunque ahora con la moda de llevar todos encima un teléfono móvil, se empieza a prescindir del clásico reloj en la muñeca. Los móviles suelen llevar la hora muy exacta si nos hemos preocupado de activarles la pestañita para que lo hagan y también algunos de los relojes de pulsera tienen la posibilidad de conectarse a los satélites y ponerse en hora exacta de forma automática.
Los relojes actuales, por aquello de ser de cuarzo, suelen ser bastante precisos, pero sin exagerar mucho. Pienso que hace unos años eran más exactos pero ahora no lo son tanto, aunque esto lo digo por propia experiencia. Yo realizaba la puesta en hora a base de los famosos pitidos de Radio Nacional de España que escuchaba en el coche camino del trabajo. Como conduciendo es muy difícil poner en hora un reloj, lo que hacía era fijarme en el desfase de segundos entre mi reloj y los sonidos y al llegar, más tranquilamente, lo ajustaba.
Ahora utilizo otro procedimiento que es el que quiero compartir aquí. Los ordenadores necesitan también llevar la hora y en algunos sitios oficiales con puntualidad exquisita, aunque se puede comprobar que no siempre cuidan hasta el último segundo sus horarios. Aparte de los satélites, disponemos de los llamados «servidores de tiempo», que admiten obtener una hora exacta a través de una conexión de internet. Hay muchos en activo en todo el mundo, pero por aquello de ser español, yo prefiero por el momento el que se ha dado en llamar «hora roa». Tecleando en el buscador estas dos palabras nos llevará a esta página web donde podremos observar una imagen como la que acompaña a esta entrada en la que se nos muestran dos horas: la oficial conocida como «UTC» y la que tenemos en nuestro ordenador. Para aclarar un poco las siglas diremos que «UTC» es el acrónimo en inglés de «universal time coordinated» que antiguamente conocíamos como «GMT» cuyo significado era «Greenwich Mean Time». Por otro lado, «ROA» no tiene nada que ver con horarios y es el «Real Observatorio de la Armada» española que suministra un tiempo exacto para todos aquellos organismos y particulares que quieren disponer de él. Hay que tener en cuenta, ya se avisa, de las posibles demoras que las conexiones de que dispongamos a internet pueden desviar el horario, pero suelen ser de milisegundos, por lo que para un particular pueden ser perfectamente asumibles.
Así que ahora, cuando quiero poner mi reloj en hora exacta, me conecto a internet, preparo mi segundero y cuando la hora «ROA» llega a «00» aprieto mi botoncito y lo dejo listo. Lo malo es que para ir bien tengo que hacer esto casi a diario pues mi flamante reloj Casio que funciona con la luz solar y sin pilas se atrasa un segundo diario. Todos pensarán que un segundo no es nada pero eso depende de lo maniático que sea cada cual. A mí me gusta ir en hora, lo más puntual posible.