Las
personas somos animales de costumbres y esto es cada vez más cierto a medida
que van pasando los años y nos aplicamos, generalmente por comodidad, aquello
de que «más vale lo malo conocido que lo
bueno por conocer». Al tiempo que disfrutamos de cosas y tareas ya
aprendidas a lo largo del tiempo, nos perdemos nuevas aventuras que podrían
mejorar nuestra existencia o llevarnos por vericuetos que enriquezcan nuestro
conocimiento.
Hablando
de cosas materiales, no son imprescindibles aunque algunas de ellas nos faciliten
nuestra vida y su no disponibilidad implica un pequeño contratiempo,
incomodidad diría yo, que nos hace echarlas de menos y poner todos los medios
posibles para que no vuelvan a faltarnos. Bien es verdad que algunas cosas
desaparecen del mercado, bien por cierre de la fábrica bien porque son
sustituidas por nuevos productos que no siempre mejoran el anterior, aunque
para esto y como todo en esta vida, para gustos hay colores.
Como
botón de muestra voy a plasmar a continuación una serie de comentarios sobre
dos productos que se han convertido en (casi) imprescindibles en mi vida, de
forma que cuando me faltan ando como perdido y las soluciones alternativas, que
hay muchas, no me satisfacen. Cuando menos uno de ellos ya habrá provocado la
risa del lector. Hay más ejemplos pero estos dos son los más significativos que
me han venido a la mente.
El
primero de ellos son unas toallitas humedecidas en alcohol isopropílico que
sirven para limpiar las gafas. Bueno, gafas y otro montón de dispositivos como
pantalla del ordenador, teléfono móvil, objetivos fotográficos o el lector de libros electrónicos entre
otros, eso cuando no he tenido que utilizarlas como recurso de emergencia para
limpiarme las manos que me han quedado negras como el tizón al utilizar el
pasamanos de las escaleras mecánicas en el Metro. He utilizado gafas desde mi
adolescencia y hasta hace unos años la limpieza de las mismas era a base de un
poco de vaho y frotación con un pañuelo. Pero ya me advirtió Ricardo, mi óptico
carabanchelero de toda la vida, que con las últimas bifocales ese sistema no
funcionaba y lo único que se conseguía era dejarlas un halo bastante molesto.
La limpieza que él recomendaba era a base de un líquido pulverizante y unas
gamuzas especiales que se venden en ópticas. Las toallitas de la imagen cumplen
esta función y son más transportables y más cómodas, de forma que siempre procuro tener algunas
distribuidas por los sitios más dispares: casa, oficina, bolsas de viaje,
mochila del equipo fotográfico, neceser de viaje y algunos lugares más que
ahora no recuerdo. Supongo que las venderán en más tiendas y de otras marcas y
modelos, pero yo me he acostumbrado a las que pueden ver en la imagen y que
adquiero en Mercadona, procurando tener siempre un par de cajas de más para
evitar quedarme sin ellas, pues me fastidia, en el caso de las gafas, utilizar la
alternativa que consiste en lavarlas con agua y jabón y secarlas con un trapo
de hilo para que queden bien.
El
segundo es más, digamos, delicado, pues se trata del papel de wáter. Lo compro
en el único supermercado donde he visto lo que tienen, Lidl, un establecimiento
sobre el que no tengo reparo en confesar que no me gusta y que solo aparezco
por allí de Pascuas a Ramos para hacer acopio de unos cuantos paquetes de
papel. Supongo que seré el hazmerreír de las cajeras, aunque cambian con tanta
facilidad que no les dará tiempo a notar que solo aparezco por allí a comprar
papel del culo, pues aunque suene mal eso es lo que es. Y hago la notación de
que hay varios de la misma marca, FloraLys, siendo el elegido por mí el de
color rosa, de cuatro capas. Tiene la textura perfecta, es delicado, lleva
micro cortes de forma que con un golpe de una sola mano es muy sencillo
cortarlo a la medida deseada sin que se desenrolle todo por el baño. Lo único
es que, cuando uno sale de viaje, es más difícil llevarse su propio papel de limpieza de los bajos comerciales, pero todo es proponérselo o en el lugar de destino buscarse un Lidl para
no tener que sufrir rasponazos en tan delicadas partes si utilizamos el que haya
en el hotel.
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