sábado, 6 de febrero de 2016

PALEOGRAFÍA



Cuando uno menciona esta palabra a algún amigo inquiriendo si conoce su significado, es frecuente que se produzca una rápida asociación del prefijo «paleo» con cosas antiguas, por aquello del paleolítico que a todos nos suena. Luego, pensando un poco, también es conocido el sufijo «grafía» con lo que el significado del término queda rápidamente desvelado: «Ciencia de la escritura y de los signos y documentos antiguos».

En mis visitas a museos siempre me ha llamado la atención la existencia de manuscritos de siglos pasados y en alguna ocasión he intentado leer sus contenidos. Me ha ocurrido varias veces pero recuerdo una en especial en mi visita al Archivo General de Simancas, situado en una fortaleza en este coqueto pueblo vallisoletano. Accediendo como simple visitante, uno se pueda dar cuenta de la ingente cantidad de documentación existente y atisbar la riqueza de la misma hasta quedar abrumado. Supongo que consiguiendo una documentación o carnet que te acredite como investigador y previa solicitud de los permisos correspondientes se podrá acceder a los archivos para su estudio. Un asunto que queda pendiente para el futuro.

La magia de internet permite a simples mortales aficionados como yo acceder a documentos de este tipo. Andaba yo desde hacía años detrás de realizar un curso de paleografía y había comprado algunos libros y manuales sobre el asunto, entre los que destaco el «Manual de paleografía diplomática española de los siglos XII al XVII» un método teórico práctico para aprender a leer estos documentos y cuyo autor es Jesús Muñoz Rivero. Se trata de un libro publicado en 1972 y que hay que buscar en los libreros de viejo como usado y del que hay varios ejemplares disponibles en estos momentos por menos de diez euros en total en una librería de Cleveland, EE.UU. a través de la plataforma Iberlibro. Hay algunos cursos presenciales en Madrid sobre este asunto y algo de documentación en la carrera de Geografía e Historia que puede realizarse a distancia a través de la UNED.

Con todos estos planteamientos, en agosto de 2014 apareció en la plataforma web de Coursera un curso titulado «Deciphering Secrets: Unlocking the Manuscripts of Medieval Spain» que traducido vendría a ser algo así como «Descifrando los secretos de los manuscritos de la España medieval». Se trataba de un curso de doce semanas que se iniciaba con temas históricos acerca de la convivencia en España y en el siglo XV entre cristianos, musulmanes y judíos, para seguir con clases prácticas de paleografía e interpretación de los signos utilizados en aquella época, todo conducente a una traca final de cuatro semanas en las que cerca de diez mil estudiantes de todo el mundo nos esforzamos en traducir todas las páginas de las Actas Capitulares de la catedral de Plasencia. Yo formé equipo con una rusa y un californiano para revisarnos nuestros respectivos trabajos. La idea era que cada estudiante tradujese tres páginas de las veinte que se le ofrecía, pero yo recuerdo haber disfrutado tanto que traduje en cada semana las veinte que tenía disponibles. En todo momento se te decía que era un material privado y que no traicionaras la confianza depositada por el Deán de la catedral al liberar parcialmente esta documentación para la realización del curso. Obtuve el correspondiente certificado, además y perdón por la inmodestia, con distinción al haber realizado todos los test y trabajos recomendados por el curso.

Disfruté enormemente con estos estudios, tanto que recuerdo que fue en verano y alguna de las semanas estaba de vacaciones, con lo que madrugaba para salirme a la terraza de la habitación del apartamento a realizar mis traducciones paleográficas y no molestar a la familia que estaba durmiendo. Es de suponer que habrá nuevas ediciones de este curso, totalmente recomendable y que situaría entre los tres mejores que he realizado en los dos últimos años y que ya se acercan a la cincuentena.

Para guinda de este pastel, el profesor director de este curso, de nombre Roger Louis Martínez-Dávila, que pudiera parecer español por los apellidos pero no lo es, ha obtenido una beca y se encuentra en España durante los próximos tres años encuadrado en el Área de Humanidades de la Universidad Carlos III de Madrid para intentar desarrollar nuevos cursos similares a este que hemos comentado. Lo está intentando en la Catedral de Burgos pero como se suele decir, con la Iglesia hemos topado, pues está encontrando numerosas trabas para la realización de su labor. Esperemos que en los otros frentes abiertos, en Toledo y Granada por ejemplo, tenga más éxito y sus propuestas sean acogidas con cariño lo que derivará en que numerosas personas de todo el mundo podamos disfrutar de estas maravillas que guardadas en cajones no sirven para nada.

Su presencia aquí motivó un entrañable acto que tuvo lugar el pasado lunes uno de febrero de dos mil dieciséis en las instalaciones de Madrid del C.S.I.C. Centro Superior de Investigaciones Científicas, en la que durante un par de horas una quincena de los estudiantes que realizamos el curso hace dos años pudimos interaccionar en vivo y en directo con el profesor para intercambiar impresiones y hacernos partícipes de sus nuevos proyectos. Una acto como digo muy cordial y emotivo del que queda la fotografía que figura al pie de esta entrada. 
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