domingo, 4 de septiembre de 2016

PISAPAPELES



Hace ya muchos meses, la archiconocida empresa Samsung me confirmó que las actualizaciones para mi querido Galaxy Note 2 se habían acabado. Es política de la compañía, según manifestaron ante mi consulta, no prestar atención a ni actualizar aquellos aparatos con más de 18 meses de antigüedad, si bien en este caso lo habían actualizado más recientemente. Pero la última versión de Android que ha llegado al mismo es la 4.4.2 y de esto hace casi dos años.

Sigo queriendo, diría que amando, mi Note 2 y no me resisto a no ponerle al día con versiones más recientes de su sistema operativo. El problema es que para hacerlo todo pasa por tomar el control del móvil, operación conocida en el mundillo como «rootear» o «do jailbreak» al aparato y con ello salirse del paraguas protector de Samsung y sus políticas oficiales y manejar  este fenomenal aparato con mis propias decisiones.

Hoy día uno de septiembre de dos mil diecises tomo la decisión, sin prisa pero sin pausa, de hacer un corte de mangas a la protección que me ofrece la casa madre, protección abandonada como digo hace un par de años, y sumergirme en el proceloso mundo de las «Rooms», los «Recoverys» y demás conceptos que me permitirán conseguir actualizar mi aparato o, si fracaso, convertirlo en un perfecto pisapapeles para mi escritorio. Como digo, me impongo una lentitud en el proceso que me permita mirar y remirar en la red las diferentes opciones, que hay muchas y muy variadas, hasta tomar una decisión, optar por un camino y pasar a la acción.

Me propongo llevar una bitácora registrando paso a paso todas las consultas y acciones emprendidas, de forma que sea reproducible en el futuro no solo por mí, sino por algunos buenos amigos como Miguel Ángel, que tienen este mismo dispositivo, están contentos con él y no tienen ninguna intención de cambiarlo por otro. No en vano sigue funcionando bien, muy bien, y eso que lleva unas cuantas horas de marcha a mi entera satisfacción desde diciembre de dos mil doce en que lo adquirí por un precio desorbitado entonces de 540 euros y en contra de las opiniones de todos los que me rodeaban, no solo por el precio sino por el descomunal tamaño de 5,5 pulgadas que en aquella época era considerable, aunque si ahora vemos los aparatos con los que circula el personal, hasta me parece pequeño. Como digo, en esos casi cuatro años de funcionamiento diario se ha revelado como un magnífico aparato y no tengo ninguna intención de prescindir por él mientras me siga siendo válido; la fiebre de cambiar todos los años de modelo, ya van por el note 7, no me ha afectado y espero que no me afecte.

Recuerdo mis esfuerzos con el teléfono, un modelo llamado ZERO, de la casa española GEEKSPHONE de la que guardo un buen recuerdo ya que fue una aventura conjunta y que me sirvió para aprender, y sufrir, mucho, poniendo el aparato en funcionamiento. Aunque todavía está por ahí en un cajón, su tamaño y sus prestaciones, buenas para su precio, quedan muy por debajo de lo que hoy puede considerarse mínimo. He aprovechado para echar un vistazo a la página web de esa empresa y sigue vivita y coleando, peleando por hacerse un hueco en este mundillo de grandes multinacionales y con sus mismos planteamientos de hace años, no solo de brindar a los usuarios teléfonos libres sino ofertando la posibilidad, muy atrayente, de instalar en sus aparatos otros sistemas operativos alternativos que no sean Android. Habrá que tenerlo en cuenta si la operación de puesta al día deja convertido como ya he dicho mi Note 2 en pisapapeles.

En todo caso y por lo que recuerdo, lo primero de todo es instalar una aplicación de recuperación o «Recovery». En el estado actual no hace falta ya que el propio dispositivo tiene la posibilidad de utilizar lo que se llama «recuperación a fábrica» que lo dejaría en su estado inicial en caso de fallo. Pero si le andamos trasteando, podemos cargarnos algo, por lo que siempre es recomendable tener una vuelta atrás de seguridad, por lo menos en teoría, para poderlo recuperar. Así que en esas estamos. Por el momento parece que la aplicación llamada TWRP es la que más recomiendan los usuarios en los foros y además puede instalarse sin tener control «Root» del aparato con una aplicación de PC denominada ODIN.

Pero como digo, me auto impongo un período de mirar y remirar en la red antes de decidirme a poner manos a la obra utilizando alguna de las opciones que voy viendo. Creo que las prisas no son buenas para nada y además, como dice mi buen amigo Miguel Ángel, «no tengo prisa ni nadie que me la meta», así que tranquilidad. El mes de diciembre queda lejos y en caso de «pisa-papelear» el Note 2 siempre están los Reyes Magos para hablar con ellos y encargarles uno nuevo; comprenderán sus majestades que cuatro años de fidelidad a un móvil es mucho más de la media general, que cambia con más frecuencia por avería, por pérdida o simplemente por estar a la última. Un buen profesor de humanidades, Antonio Rodríguez de las Heras, mantiene en sus comunicaciones que una de las cosas sorprendentes que verán los arqueólogos del futuro, cuando escarben en sus sitios preferidos entre los que se encuentran los basureros, será la cantidad de aparatos tecnológicos, entre ellos los teléfonos, que hemos tirado a la basura sin intentar arreglarlos y sin tener ningún problema, esto es funcionando perfectamente y solamente por un cierto esnobismo de estar a la última.

Inicio la aventura. Quizá más adelante en este blog haya otra entrada contando como me ha ido la cosa, esperemos que bien, pues si otros muchos han conseguido poner al día su cachivache, incluso con la recién aparecida versión 7 de Android, conocida con el apodo de Nougat, no veo porque yo no voy a conseguirlo. Como digo siempre la cuestión es el número de horas e intentos para recorrer un camino ignoto hasta llegar al final. Sufriremos y disfrutaremos en este trayecto y aunque no se consiga el fin propuesto, pues los caminos tienen encrucijadas, la experiencia seguro que valdrá la pena. Todo menos estarse quieto, y aprovecho para repetir una vez más que la curiosidad es un antídoto para la vejez. Está bien ser conformista y disfrutar de lo que se domina, pero un poquito de aventura siempre viene bien para mantenerse despierto.