sábado, 10 de septiembre de 2016

GLORIETAS




Llevan ya varios años entre nosotros pero por lo que se puede ver en el día a día del tráfico todavía no hemos aprendido como manejarnos correctamente en ellas, constituyendo una fuente constante de discusiones entre los conductores. Periódicamente los estamentos oficiales lanzan campañas de concienciación ciudadana sobre el particular existiendo últimamente un repunte en los medios y en las redes sociales a raíz de noticias que daban cuenta de cómo se emplea el desconocimiento para arrancar unos eurillos a las compañías de seguros a costa de los incautos que caen en la trampa.

Extraído de documentos oficiales…«bajo la denominación de glorieta se designa a un tipo especial de intersección, caracterizada porque los tramos que en ella confluyen se comunican a través de un anillo (calzada aproximadamente circular) en el que se establece una circulación rotatoria alrededor de una isleta central. Si bien legalmente no existe definición del término glorieta en la legislación de tráfico, se puede encontrar en el artículo 87 del Reglamento General de Circulación una definición aproximada de glorieta como plaza de circulación giratoria.  Por otra parte, en las instrucciones de carreteras del Ministerio de Fomento, se define glorieta como “intersección dispuesta en forma de anillo (generalmente circular) siendo único el sentido de circulación en el mismo».

La imagen que ilustra esta entrada está obtenida de la estupenda Revista TRÁFICO, de la D.G.T., una revista que frecuento desde hace ya muchos años, durante un tiempo en modalidad gratuita y en la actualidad mediante una suscripción anual muy económica establecida en ocho euros y medio para las seis revistas anualmente editadas. La información es presentada de forma amena y te mantiene al día en cuestiones de tráfico y seguridad vial con gran cantidad de recomendaciones y actualizaciones que vienen muy bien a todos los conductores. Las fotos de las «burradas» que cometemos los automovilistas obtenidas desde los helicópteros Pegasus no tienen desperdicio y las cartas al director permiten pulsar el día a día del tráfico en nuestro país.

Con mucha más antigüedad en su uso, los «rondabouts» británicos son los precursores de esta gestión del tráfico, que ha ido cambiando poco a poco los cruces de carreteras, desterrando aquellos fatídicos «stops» que además de ralentizar el tráfico sobremanera convertían las intersecciones en puntos especialmente peligrosos y mortales. Descubrí este elemento de tráfico en mi primera visita al Reino Unido cuando alquilé un coche y pude comprobar los beneficios de esta solución que era empleada en aquella época incluso para gestionar cruces de autopistas: cuando te acercabas a la intersección había pintadas en el pavimento rayas horizontales de diverso grosor y a diversas separaciones que te obligaban a reducir la velocidad al hacerte los ojos chiribitas, con lo que de alguna manera te veías forzado a entrar a la velocidad recomendada.

Aquí en España tardaron más en llegar pero su profusión va en aumento. En algunos casos yo diría que se exagera en su utilización, pues su proliferación puede llegar a convertir un trayecto en un verdadero calvario. Además de su función regulatoria del tráfico, han tenido otros usos secundarios por la picaresca española. Al estar estratégicamente situadas en los accesos a las poblaciones, pueden resultar un elemento decorativo que sirva para dar la bienvenida al visitante. Así se pueden ver multitud de decoraciones de lo más variado, desde simples jardines o fuentes hasta verdaderas «joyas escultóricas» que en algún caso como en el madrileño municipio de Navalcarnero parece que han dado trabajo a los escultores de la zona o que estuvieran bien considerados por el correspondiente equipo de gobierno municipal que ha puesto en las glorietas un museo al aire libre con el que distraer a los automovilistas.

Otro uso de la picaresca es el timo a las compañías de seguros. Avispados conductores se aprovechan de los incautos que no cumplen estrictamente las normas de circulación en las glorietas. El engaño consiste en ponerse a dar vueltas y vueltas lentamente por la glorieta en un coche con una mujer como copiloto y si es posible embarazada. Cuando un distraído conductor inicia la operación de salir de la rotonda desde un carril interior, operación muy frecuente, se provoca el choque de forma voluntaria, siendo sin ninguna duda culpa del «conductor atravesador» que asiste a toda una representación de la mujer que se queja de todo lo quejable y acaba en un hospital para realizarse pruebas y conseguir la más cuantiosa indemnización del seguro.

La norma es clara: SOLO se puede salir de una glorieta cuando SE ESTÁ PREVIAMENTE en el CARRIL EXTERIOR. Tomar la salida desde uno de los carriles interiores atravesando otros carriles es una infracción y deberemos estar dando vueltas y más vueltas hasta situarnos en el exterior con anterioridad a nuestro abandono. Para quién quiera enterarse, hay numerosa información en la red y como digo ya la prensa escrita y los cuerpos de tráfico del estado se encargan de recordar de forma periódica estas normas que o bien se nos olvidan, no queremos aprender o… «llevamos prisa». En todo caso seguimos manejando mal el tráfico en las rotondas: también hay que recordar que «los vehículos que se encuentran dentro de la calzada circular tienen preferencia sobre los que se incorporan a ella, a pesar de llegar por su derecha». También el que está esperando a incorporarse a la glorieta tiene prioridad para hacerlo sobre el que llega con velocidad a la misma en otro acceso. Muchas veces ocurre que no se pueden incorporar vehículos a la glorieta porque los que circulan por una vía más prioritaria llegan a gran velocidad a la misma, no respetando las señales de limitación.

Es verdad que hay glorietas y glorietas: grandes, pequeñas, estrechas, de un carril, no simétricas y desplazadas a uno de los lados, con accesos complicados, en cuesta… En todo caso deberemos adecuar nuestra conducción a las características del tráfico y de la glorieta para no incurrir en una falta, causar un accidente o ser víctima de algún indeseable.

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