sábado, 14 de enero de 2017

LAGUNAS



Famosas en España son las ciudadrealeñas de Ruidera o la Negra de Soria y no tanto las zamoranas de Villafáfila o la malagueña de Fuente de Piedra entre otras, pero no es a estos «depósitos naturales de agua, generalmente dulce y de menores dimensiones que el lago» a los que me quiero referir en mis devaneos de hoy. El trasfondo de los siguientes párrafos es mucho más preocupante y hace alusión a otra acepción del diccionario que dice que se trata de un «defecto, vacío o solución de continuidad en un conjunto o una serie». Voy a comentar cosillas de otras lagunas, las denominadas «de cotización», una realidad sangrante que puede acechar a cualquier españolito sin que se entere y menoscabar o haber menoscabado su pensión de jubilación.

Estábamos comiendo apaciblemente con unos amigos en un precioso restaurante de la localidad malagueña de Mijas, famosa por sus cuestas y sus burros-taxi, cuando mi amigo Manolo hizo alusión al tema. Antes de referirme a él, aprovecho para hacer propaganda del restaurante, porque se lo merece: «La Alcazaba», un poco alto de precio pero en absoluto caro para lo que ofrece: platos, vistas, ambiente y una profesionalidad altísima y exquisita del maître y los camareros que hicieron de esta comida una de las más agradables que recuerdo en mi vida.

La historia es muy sencilla. Las dos parejas presentes en la comida nos acercamos a pasos agigantados al momento de la jubilación. En la sede electrónica de la página web de la (in)Seguridad Social hay un apartado denominado «Simulador de jubilación» que permite ir haciéndose una idea de lo que nos va a corresponder cuando nos jubilemos, eso siempre que las cosas sigan como hasta ahora, cuestión por la que no podemos poner la mano en el fuego dadas las meteduras de mano que el gobierno realiza sin ningún pudor a la bolsa, en la que ya se atisban telarañas.

Para que no nos llamemos a engaño, el texto que acompaña a este apartado del simulador dice en estos momentos lo siguiente:
«Este servicio permite simular la edad con la que se puede jubilar y la cuantía aproximada. Permite simular situaciones futuras teniendo en cuenta los datos y cotizaciones realizadas hasta el día de hoy… ».
Mi recomendación es leer de nuevo, un par de veces y detenidamente, el párrafo anterior. Hago énfasis en «teniendo en cuenta los datos y las cotizaciones realizadas hasta el día de hoy». ¿De qué datos estamos hablando? ¿Quién tiene los datos? Los trabajadores no, al menos que yo sepa, porque las empresas no están obligadas a aportar a sus trabajadores los justificantes mensuales fehacientes y detallados de las cotizaciones a la (in)Seguridad Social. ¡Cuántos fraudes se han producido y se siguen produciendo por ello! Conozco el caso de unos trabajadores interinos de un ministerio que tras 28 años de trabajo se dieron cuenta de que no estaban cotizando por ellos a la (in)Seguridad Social al transferir asuntos de su mutualidad MUFACE e ir uno de ellos al médico y decir este que no podía atenderle por no estar al corriente. Tuvieron que ir a juicio y lo ganaron, pero… Claro, no es posible, como vamos a pensar que nuestra empresa, incluso un ministerio oficial, esa en la que llevamos toda la vida cotizando o esas otras por las que hemos ido pasando no han cumplido con sus obligaciones de pago. Tenemos las nóminas, si, en el caso de que las conservemos, pero se trata de documentos que nos relacionan con las empresas y que no suponen en ningún caso un justificante de que la empresa haya satisfecho las cuotas, y lo que es peor, aunque lo hayan hecho, se encuentren debidamente registradas.

El caso real que ha ocurrido a la mujer de mi amigo es el siguiente. Según los cálculos normales por los años que lleva cotizados le hubiera correspondido una pensión alrededor de 1.400 euros, pero el simulador le arroja unos 900 euros. ¿Qué ocurre? Indagando en los datos que tiene la (in)Seguridad Social de ella aparecen tres años sin cotizar, dentro de los últimos veinte años que en 2017 se establecen como base para las operaciones. ¿No ha cotizado la empresa por ella? Extraño, porque sigue en la misma desde tiempos inmemoriales, con lo que la cosa apunta a un fallo en los procesos de la propia (in)Seguridad Social a la hora de integrar datos que probablemente estuvieran en papel en las bases informáticas que sirven para los cálculos en la actualidad. La (in)Seguridad Social es consciente de estos fallos, pero no informa de ellos a los trabajadores, que se han preocupado en estos últimos años de comprobar en la llamada «Vida Laboral» que estaban de alta. Estar de alta no sirve si no aparece la cotización efectiva, pues en el momento de los cálculos se tomará como cotización la mínima y eso en el caso del Régimen General, porque en el caso de los Autónomos es mucho peor y sangrante: se toma cero, interpretando que ese mes no han cotizado por las razones que sean. Si la (in)Seguridad Social se ha equivocado o ha tenido errores al construir sus bases de datos, el problema no es suyo, se aplica la Ley 27/2011 y Santas Pascuas.

Pero la mujer de mi amigo se ha dado cuenta del problema antes de que llegue. ¿Cómo justifica que su empresa sí ha pagado esos años y el problema es de la (in)Seguridad Social y de sus datos erróneos? La solución que le han dado es presentar un certificado de la empresa adjuntando los justificantes de haber pagado. Pero no olvidemos que la espada de Damocles de estos asuntos está en cinco años: las empresas, suponiendo que sigan existiendo, no tienen teóricamente obligación de guardar papeles más allá de los cinco años, cuestión que bien que emplean algunas de ellas para escabullirse ante los procesos judiciales, eso en el caso de que sigan existiendo, pues como es sabido, abrir y cerrar empresas es una práctica extendida para eludir responsabilidades. ¡Cuántos empleados cambian de empresa cada año sin moverse de su puesto de trabajo! ¡Cuántas constructoras desaparecen a los cinco minutos de acabar sus promociones urbanísticas aunque la Ley determina un mínimo de diez años para hacer frente a responsabilidades!

«Pleitos tengas y los ganes» reza el dicho popular. Como puede verse en la imagen, en mi registro de 1990 aparecen dos meses en los que NO CONSTA BASE y estoy casi seguro al 100% que la empresa, en aquella época por lo menos, no era sospechosa de no cumplir con sus obligaciones. Entre este año de 1990 y el más antiguo del que constan datos, 1980, de forma salpicada en algunos años faltan uno, dos y hasta tres meses sin cotizar. Para mí que existió la cotización pero hay fallos en la recogida de datos que tienen como resultado estas omisiones.

A mí parece que no me va afectar en el cálculo, porque cuando me jubile llevaré cotizados cuarenta y ocho años y los relativos a los últimos años están bien, excepto dos meses que no saben, no contestan. El asunto flagrante es cuantos de los jubilados en los últimos tiempos están cobrando pensiones por debajo de las que legalmente les hubieran correspondido por estos fallos y la subsanación de un plumazo, en contra de sus intereses, por una ley más que discutible. Al final, «al perro flaco, todo son pulgas» y el inocente tiene que cargar con los incumplimientos empresariales en unos casos o la desidia de la (in)Seguridad Social en controlar sus datos en otros.
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