domingo, 23 de julio de 2017

PEAJE



Mi reciente viaje a EE.UU. me ha dado pie a escribir varias entradas en este blog. Creo que está será la última pues tampoco es cuestión de aburrir, pero como ya he dicho en anteriores ocasiones a mí me sirve un poco de documentación y de referencia para releer con el paso del tiempo o incluso comentar con amigos que me preguntan. El hecho de salir de la zona donde uno vive y desenvolverse en escenarios nuevos hace aflorar algunas situaciones que no hay más remedio que manejar y de las que sale unas veces airoso y otras con una multa sin comerlo ni beberlo.

Las autopistas de peaje llevan años entre nosotros y aunque muchos ya nos hayamos olvidado de cómo y porqué nacieron, parece que van a quedarse. En muchas ocasiones y por la prisa casi continua en la que nos desenvolvemos, nos vemos obligados a circular por ellas porque la alternativa en forma de carreteras convencionales puede ser larga y tediosa. La primera vez que entré en contacto con este concepto fue en 1972, cuando se construía una autopista de peaje desde Collado Villalba hasta Adanero. Uno de mis compañeros era hijo de un ingeniero que trabajaba en esta obra y me contó que era la forma que tenía el Estado de no asumir sus competencias en forma de crear infraestructuras con los impuestos que pagábamos los ciudadanos y cedía a una empresa la obra de forma que luego se resarciría de la inversión al cobrar por circular durante un número de años. En este caso concreto eran 25, por lo que en 1997 y según lo que me contó este ingeniero, la empresa se quitaba de en medio y cedía la carretera al Estado, que la incorporaba a su red normal y la convertía de una carretera más de libre circulación sin tener que pagar por utilizarla.

Como todos sabemos, estamos en 2017, veinte años después, y la autopista sigue siendo de peaje y mucho me temo que lo será de por vida. Al término de la concesión se inventaron un nuevo túnel y un desdoblamiento, lo que suponía nueva inversión para la empresa y un nuevo plazo de explotación y… cobro por utilización. Y hay que decir, también en este caso concreto, que no es precisamente barata, costando más de doce euros el evitar la carretera convencional con su paso por las localidades y su puerto de Los Leones, ahora lo han cambiado a Alto del León, en singular, pero yo me resisto. En realidad al Estado no le interesa hacerse cargo de la carretera porque le supondría un gasto en mantenimiento que ahora no tiene. Que sigan pagando los sufridos conductores.

Muchas carreteras en España y en otros países son de peaje, y cada vez habrá más porque el Estado no está por la labor de dedicar (muchos) dineros a construir nuevas carreteras y mantener las antiguas. Recientemente el Consejo de Ministros ha aprobado una nueva vuelta de tuerca a este asunto que no es exactamente igual pero muy parecido y que al final nos tiene que quedar claro que los que vamos a pagar las carreteras, hayamos pagado o no religiosamente nuestros impuestos, somos nosotros. Bueno, los que tenemos coche, que es la mina de oro de todos los gobiernos que tienen basada su economía en ellos. Si de un día para otro desaparecieran todos no sé cómo íbamos a organizarnos.

Uno de los problemas graves de las autopistas de peaje es el cobro a los automóviles. Resulta que te metes en una autopista de pago para ir más cómodo y más rápido y al llegar al punto de peaje te das de bruces con un atasco monumental y lo digo por experiencia en las venidas a Madrid en el peaje de la anteriormente mencionada carretera en San Rafael (Segovia), donde echabas las muelas durante bastantes minutos hasta que conseguías pasar las casetas de pago. Para solventar esto se inventaron unas tarjetas inteligentes que, colocadas en el parabrisas del automóvil y circulando a una cierta velocidad tope, sin parar, son detectadas y te cargan el importe en tu cuenta o tarjeta de forma automática. Claro, esto es útil para quienes circulan de forma periódica y frecuente por una de estas carreteras pero no lo es para el turista que sale de puente o va en verano a la playa.

Hay una cosa parecida, en otros países, que son las llamadas viñetas. Yo lo he visto en Suiza y Austria. No son autopistas de peaje, pero si eres extranjero, debes comprar una pegatina, que creo tenía validez anual, para circular por las autopistas del país. El problema es si no lo sabes de antemano y llegas de pardillo y te metes sin tener conocimiento, cosa que me ocurrió en Austria aunque no tuve consecuencias porque ninguna autoridad me paró ni me hizo ninguna receta.

Y vámonos a EE.UU. Coche alquilado, sin tarjeta de esas de paso automático, vas circulando y has puesto en el navegador del coche que asumes la circulación por autopistas de peaje. Vas circulando por ellas y de vez en cuando te encuentras señales avisando de que si quieres seguir por los carriles centrales debes de hacerlo a una velocidad máxima determinada y tener en el parabrisas la tarjeta inteligente de la que hemos hablado. Como tú vas en un coche alquilado, turista ocasional, no tienes la tarjetita y entonces te tienes que salir por el lateral y pasar por el clásico puesto de peaje abonando el importe mediante tarjeta de crédito, o débito que aquí sí vale, o en dinerito contante y sonante. No hay problema, porque has asumido este coste, pero lo que sí es un problema es la cantidad de veces que te hacen parar para ir pagando de poquitos en poquitos; en el caso en que estoy pensando era una autopista de peaje en el estado de Florida entrando en Orlando. Bueno, hasta aquí todo bien, parada, pago y a seguir.

Pero faltaba la guinda. En la última salida, cuando ya abandonábamos la autopista nos encontramos que el importe de 1,25$ hay que abonarlo en MONEDAS que se arrojaban desde la ventanilla a una especie de embudo grande. El caso es que no teníamos las monedas preparadas porque no sabíamos de esta forma de pago. Mientras las buscábamos en los bolsillos de todos, la cola que se iba formando detrás iba en aumento pues solo había un paso y nosotros le estábamos bloqueando. Al final entre nervios y prisas, tomas la decisión de tirar para adelante con lo que claro, te hacen la foto. Paramos a unos metros, recolectamos tranquilamente las monedas y en un intento de que se apiadaran de nosotros volví andando, hice un gesto a la cámara y eché las monedas. No sirvió de nada. Llegó la multa, lo único que corregida y aumentada y ahora explicaré porqué.

Según nos comentaron después, la multa que reclamaba la compañía de la autopista era muy pequeña, porque de alguna forma se podía asumir que no llevabas monedas sueltas. El problema viene por otra triquiñuela de las compañías de alquiler de coches y es que cobran un fijo por lo que ellos llaman «gestionar» las multas. Claro, las multas se las ponen a ellos como titulares del coche, por lo general después de que lo hayas devuelto. Con ello, pagan la multa, supongo que facilitaran el nombre del conductor e inmediatamente tiran de tu tarjeta de crédito que deben de tener anotada por los siglos de los siglos y te meten el aguijonazo. En nuestro caso no ha sido mucho, 24,03$ entre la multa y la gestión, pero un amigo me habló hace tiempo de que le pillaron en un caso similar en Italia y los gastos de gestión ascendieron a 40€.

Yo siempre llevo en mi coche aquí en España un paquete con monedas sueltas. Una vieja costumbre para los aparcamientos en la zona azul de las ciudades que ahora no me sirve de mucho porque en muchas de ellas se puede pagar con aplicaciones del móvil, pero está bien tener unas monedas por si acaso. Cuando salga de España y alquile un coche procuraré el primer día hacer un acopio de monedillas por si me vuelvo a ver en una encerrona como la referida.