Revoloteando entre papeles viejos en la casa de mis padres
esta semana, me he topado con un montón de revistas de hace más de sesenta años, algunas de fechas en las que yo todavía no estaba en este mundo. Yo creo
que Selecciones del Reader’s Digest es, al menos era, una revista
mundialmente conocida y con muchos visos de realidad de, según reza en su
portada, ser la revista más leída el mundo.
Recuerdo en mi primera infancia haber leído alguno de sus
artículos cuando la encontraba por casa encima de alguna mesa o del sofá, ya
que mi padre estaba suscrito a ella. Con posterioridad, también en casa de mi
suegro encontré muchos números que me procuraban una lectura placentera por lo
corta y sorpresiva sobre temas de lo más variopinto, pero todos ellos
interesantes. Todavía hoy en día es una opción de lectura corta para esos
momentos especiales —ir al baño, por ejemplo— pues mucha de la información
contenida en sus páginas todavía es muy válida e interesante.
Había algunos apartados fijos que recuerdo eran los más
queridos por mi padre. Él nunca había podido ir al colegio, pues la Guerra
Civil Española le pilló con quince años y tuvo que pasarla fuera de su casa, en Alacuás, un pueblo de Valencia. En este destierro murió su padre, mi abuelo Ángel, de
forma que cuando finalizada la contienda pudieron volver a casa se tuvo que
ocupar del negocio familiar y de aportar peculio a la familia. Como digo, uno
de esos apartados fijos era «Enriquezca
su vocabulario», una sección que devoraba con avidez y que me lleva a
recordar otros de sus preferidos en estos asuntos: la «Gramática práctica» y la
«Ortografía práctica» de Luis Miranda Podadera, unos clásicos por aquellos años
y que a buen seguro estarán por ahí y que me apunto buscar para su rescate del
olvido.
Es probable que mi afición por la lengua y la ortografía
naciera en aquella época tan temprana de mi vida. Hoy por hoy sigo cultivando
esta afición que supone una curiosidad muy grata el verificar en el diccionario
algunas palabras nuevas que me voy encontrando en mis lecturas, pues muchas
de ellas van cayendo en el olvido por su falta de uso, especialmente entre los jóvenes,
pero también en la prensa escrita actual.
Hay que decir que esta revista se publicaba en numerosos
países a lo largo y ancho del planeta, por lo que estaba claro que sufría una
adaptación en cada uno de ellos. Evidentemente, la sección enriquezca su
vocabulario se refería al español, pues de poco hubiera servido en aquella
época que se refiriera al inglés, idioma original de la revista en su
concepción. Me asomo a esta sección en una de las dos revistas que figuran en
la imagen, la de julio de 1955, y veo que está dedicada a palabras derivadas
del árabe, y más concretamente, como ya es sabido a aquellas que empiezan por
–al–. Pues bien, realizo el test de comprensión propuesto en el artículo sobre
veinte palabras y verifico que acierto catorce y fallo seis, a saber: Alarde,
albayalde, albricias, algarabía, aljaba y alquería. Las respuestas están en la parte posterior con una pequeña explicación
y una puntuación como si fuera un examen. Catorce acertadas suponen una
calificación de bueno, que es mi caso, no está mal, pero como dice mi amigo
Miguel Ángel, siempre se puede mejorar; llegar a acertar entre quince y
diecinueve que sería un notable y ya el colmo sería responder correctamente a las
veinte y recibir una calificación de sobresaliente. Guardaré la revista y en
unos días lo intentaré de nuevo a ver si me he aprendido la lección.
En
esa misma revista encuentro otros artículos interesantes que leo con fluidez,
como por ejemplo «Así es el mundo», «Cómo no amar a una mujer», «Elija bien su
perro», «Me gustan los trenes» o «Cómo anda Vd. de empatía». Las cosas han
cambiado mucho en estos sesenta y tantos años transcurridos desde 1955, especialmente en los
últimos treinta con la llegada de Internet, pero los artículos no están ni
mucho menos desactualizados, lo cual no deja de sorprender. Por cierto, otro día
reproduciré alguno de los anuncios comerciales de la época, que también son una delicia.
Bien,
pero… ¿y ahora? Pues me sorprende el hecho de que esta revista se sigue
publicando hoy en día en español. En este enlace podemos acceder a información actualizada donde se sigue anunciando, ya con
un poco más de modestia, como la revista más leída de… Europa. Se puede
consultar online y se puede uno suscribir. En la revista correspondiente a este
mes de marzo de 2019 parece que la antigua sección «Enriquezca su vocabulario»
se llama ahora simplemente «Vocabulario» y consta de doce preguntas en lugar de
las veinte de antaño. La número doce está remarcada como especial y se considera término del mes.
Consideraré
la posibilidad de suscripción en papel para volver a estas sensaciones del pasado,
pero entretanto apuntaré en mi agenda —no vale por el momento el término usado
hoy en día de agendar— el acceder
todos los meses y realizar el test del vocabulario como medio de mantener al
día mi palabrería. Una tarea más que añadir, pero hay que ir pensando en quitar
alguna al tiempo que se añaden otras pues las veinticuatro horas del día no dan
para más.