domingo, 31 de mayo de 2020

APOSTA



 Estaba iniciando mi escritura semanal en este blog sobre otro asunto cuando al echar un vistazo a la prensa diaria he quedado sorprendido por este titular. El lenguaje, una de mis aficiones, es una fuente inagotable de sorpresas porque uno siempre anda inmerso en un mar de dudas sobre su uso. Yo hubiera jurado por activa y por pasiva que este titular es erróneo y por eso ha llamado (poderosamente) mi atención. Es cierto que los titulares, esas frases condensadas, están para eso, para lograr la atención del lector y llevarle a inmiscuirse en su contenido.

Ya en el interior, en el propio artículo se repite «a posta» en lo que seguramente sea un copia y pega del maquetador del artículo. Instalado en la duda, no queda otra que ponerse manos a la obra en buscar si el uso de esta palabra es correcto o no.

En el primer acceso al diccionario oficial, el vocablo «aposta», todo junto, aparece con el significado que presumíamos, que nos es otro que el de «adrede», es decir, hecho con toda la intención para lograr un fin determinado: «A propósito, con intención deliberada». Con esto podríamos concluir que el titular es erróneo. Pero siempre hay que instalarse en la duda e ir un poco más allá.

Buscando en el diccionario el vocablo sencillo «posta» aparecen un montón de acepciones, hasta nueve en estos momentos de mayo de 2020, si bien ninguna tiene nada que ver con el tema que estamos tratando. Pero, un poco más abajo, en los ejemplos de uso del vocablo si aparece «a posta», separado, como un uso admitido de «aposta». Luego el titular está correcto y por tanto hay que reconocer el ingenio a José Manuel Abad Liñán, el autor del artículo, de usar este subterfugio para atraer la atención del lector. Seguramente lo conseguirá y lo malo será que habrá muchos que se lo tomen como un error sin indagar más el asunto.

Otra fuente a la que acudo en estos temas lingüísticos es a mi querido Diccionario panhispánico de dudas, un libro de culto que me regalaron hace muchos años y al que le doy una vuelta de vez en cuando sin dejar de asombrarme por la profundidad de muchos de los temas tratados en él. Uno recurrente es el asunto del leísmo, laísmo y loísmo, que he repasado en multitud de ocasiones sin aclararme todavía en su uso correcto, por lo que es probable que cometa muchas faltas en mis escritos en este blog, por las que pido disculpas. En este diccionario, la entrada «aposta» aparece en un único vocablo, pero aclara al final que… «Es preferible esta forma, hoy mayoritaria, a la grafía en dos palabras "a posta"».

Todo claro, pues. Pero aún se le puede dar una vuelta más acudiendo a otra fuente de referencia que utilizo como es la FUNDEU, Fundación del Español Urgente, donde no he encontrado una entrada directa, pero si un trino en Twitter que va en el mismo sentido: «Ambas formas (a posta y aposta) son válidas, aunque es preferible el empleo de "aposta" por ser la mayoritaria».

Con este asunto se puede ir un poco más lejos en la indagación planteando si otras formas de uso del lenguaje con la preposición «a» separada de un vocablo pueden ser válidas. Por ejemplo, «adrede» es correcto en una sola palabra y es incorrecto en dos, porque «drede» no es un vocablo válido. Si nos asomamos al panhispánico de dudas veremos que hay casi cuatro páginas completas dedicadas al uso de «a» como preposición seguida de sustantivos, verbos…incluso otras preposiciones como es el caso de «a por», donde la zona de uso, España o Suramérica, tiene sus influencias.

Al hilo de esta cuestión, afloran en mi magín otras de similar calado, que dejo abiertas para lectores curiosos: «en medio / enmedio», «a basto / abasto», «en frente / enfrente», «entre medias / entremedias», «o sea / osea» o «en seguida / enseguida». Pero para complicar un poco más el asunto, hay algunas que son válidas de las dos formas, aunque con significados distintos, como, por ejemplo, «a bordo / abordo», «sin número / sinnúmero», «tan bien / también» o «a upa / aúpa».


sábado, 23 de mayo de 2020

AUSENCIA




A medida que pasa el tiempo algunos vocablos se van grabando en mi mente a sangre y fuego por asociación a experiencias acontecidas: como es lógico, las negativas se graban con más intensidad hasta casi provocar dolor. Y además los humanos no aprendemos y tropezamos dos veces —y las que haga falta— en la misma piedra. Por mucho que nos conjuremos a nosotros mismos no hacer determinadas cosas, las circunstancias pueden llegar a convencernos de lo contrario o, como en este caso, llegar a ello sin buscarlo.


He tratado varias veces a lo largo de los años el asunto de las compras por correo, que ahora se dice por internet. Ya en los años 80 del siglo pasado utilizaba yo este mecanismo llegando a comprar cosas de forma internacional. Las cosas han cambiado mucho desde entonces pero el punto débil, casi cuarenta años después, sigue siendo el mismo, el tramo final, el envío y la recogida del producto.


Unas de las compras mías más significativas de aquella época y que recuerdo con nitidez era a la empresa inglesa MOTHERCARE, que fabricaba fenomenales productos para el mundo del bebé a un precio que incluso en la distancia y el cambio de las libras esterlinas merecía la pena por su calidad. Hacía el pedido por carta certificada, adjuntaba un cheque bancario y a los pocos días recibía en mi apartado de correos el paquete correspondiente. Nunca tuve ningún problema con ellos. Había otras compras por correo a firmas como VENCA, DAMART-THERMOLACTYL y alguna otra que ya he olvidado y que funcionaban aceptablemente realizando sus envíos a través de Correos que era la única forma posible.


Ahora todo es mucho más sencillo, la compra se realiza a golpe de ratón en internet, se paga con la tarjeta bancaria y… se entra en el asunto del envío. Tenemos aquí una verdadera caja de los truenos que al menos en mi caso me fustiga una y otra vez, aunque trato de evitarla. Pero hay veces que te lo encuentras sin quererlo y sin posibilidad de evitarlo como a continuación voy a referir.


Como habrán podido apreciar los asiduos a este blog, ando en estos días inmerso en una «cruzada» contra el consumo de electricidad, las compañías suministradoras y comercializadoras, las facturas y demás. Lo básico en este asunto es identificar claramente los aparatos de la casa que consumen significativamente para tomar decisiones: la información es poder. 


Intercambiando cromos sobre el tema, mi buen amigo Jorge me habló de un aparato que a él le ha dado mucho juego en este asunto. Se trata de un pequeño emisor inalámbrico que se instala en el cuadro de entrada de la luz y permite conocer en un receptor el consumo que está teniendo lugar en cada momento. Él le compró hace años en uno de esos almacenes de bricolaje por algo menos de 30 euros. Me mandó un wasap con la fotografía del suyo, un ECO WATT que es de la marca CHACON.


Manos al ordenador para ver la posibilidad de su adquisición, está agotado en los almacenes, incluso no disponible en ese que empieza por «A» y que miramos casi todos como primera posibilidad. Hay otros similares de precio muy superior, profesionales, que hacen maravillas, pero no me merecen la pena para saber, por ejemplo, el consumo de mi «router», o de mi microondas en estado de reposo por mantener un reloj que nunca está en hora. En un momento de estabilidad de consumo en la casa, apagando o encendiendo un determinado aparato se puede conocer su consumo al instante.


La casa que vende este aparato, CHACON, está radicada en Bélgica, pero eso hoy en día ya da igual. Dispone de venta por correo en su página web, tienen el aparato que busco, un modelo con un coste un poco superior al de Jorge, pero es que han pasado cinco años, lo envían por mensajería… Fiel a mis principios y para evitar sorpresas, intento indagar este asunto y encuentro poca información: esta empresa realiza los envíos internacionales al domicilio de sus clientes por la empresa «dpd». Tenía que haber indagado más, pero como en estos días estamos todo el día en casa confinados por lo del coronavirus… me decidí a pedirlo.


Pasan unos días y recibo un SMS en mi teléfono móvil avisándome que el paquete se estimaba entregar en mi domicilio —perfectamente consignado con calle, número, portal, escalera, piso y puerta— en la franja horaria entre las 16:00 y las 17:00. ¡Horror! Íbamos a estar en casa a esa hora, pero el remitente del mensaje era… SEUR, que es la representante en España de la mencionada «dpd». Se encendieron todas las alarmas: otra vez SEUR, no, por favor, SEUR no.


Se confirmaron los presagios. A las 15:18, estábamos todos en casa, recibo una llamada perdida en mi móvil de esas que suena medio segundo y no te da tiempo ni a mirar quién te ha llamado. El número era desconocido para mí, pero a las 15:44 recibo un correo electrónico de SEUR diciéndome que… «no hemos podido entregar tu envío de CHACON». ¡Tendrán morro! Estaba en casa y al portero electrónico no ha llamado nadie. Esto aclara esa misteriosa llamada perdida veinte minutos antes. Llamo a ese número y me salta un buzón de voz... ¿será el teléfono del repartidor?


Bueno, esto puede pasar y no vamos a ser mal pensados, aunque por experiencias anteriores ya me huele a chamusquina. Pongo manos a la obra y en el correo me dicen que «Elige la solución que prefieras para la entrega» pulsando en un enlace que me lleva a una página web que me solicita el número de envío —lo tengo— y un código de ausencia —que no tengo ni me dicen por ningún lado. No sigo extendiéndome para no alargar esto: SEUR, un desastre, en su web, en su atención telefónica, en su mundo. Lo que yo anticipaba con mis miedos. No busque Vd. en Google incidencias por ausencias irreales que ampliará su disgusto.


No sé cómo acabará esto, pero mucho me temo que en el peor de los casos y si no lo devuelven, me tocará ir a una oficina de SEUR —a ver si es cercana a mi domicilio— a recoger un paquete que me debían de haber entregado en mi casa por un servicio que he abonado. A continuación, y sin más, una imagen del estado del envío en la página web de SEUR en estos instantes del sábado 23 de mayo a las 19:00 horas; a las 14:00 —estaba también en mi casa— no han notificado ausencia, pero han puesto el envío en situación de «establecido nuevo reparto».





domingo, 17 de mayo de 2020

ZURRIAGAZO




Conocida es mi afición a los refranes. Evoco hoy aquel de «ojos que no ven, corazón que no siente». Dependiendo de la situación, la cosa puede ser más grave y se ha acuñado una variación tal como «ojos que no ven, tortazo que te pegas». Para el tema que pretendo relatar hoy la acepción oficial es la buena. Cuanto más versado y más conocimientos tengas de un asunto… peor, porque te puedes dar cuenta de que las cosas no son como parecen. Ya he comentado en algunas entradas de este blog la falta de confianza que (cada vez más) tenemos las personas en las instituciones, que se encargan machaconamente de alimentar con sus tejemanejes.


Ya en el pasado me las he tenido y visto con empresas por unas prácticas que no me parecían adecuadas y que lo peor del caso es que no explicaban bien al usuario, algunas veces porque no tenían explicación: que el repartidor de REPSOL te manipulara las botellas de propano para escamotearte unos euros, cambios ocultos en las condiciones de la factura en TELEFÓNICA, subterfugios entre la propaganda y la realidad en MEDIAMARKT y así unas cuantas que atesoro en mi colección.


De episodios anteriores he tenido alguna posibilidad de mandar al guano a las susodichas y procurarme los suministros de gas o telefonía con otras empresas y abstenerme de visitar los mencionados almacenes en mis compras electrónicas. Pero en esta ocasión me temo que no voy a tener escapatoria; como dice nuestro viejo conocido don Quijote de la Mancha: «Con la Iglesia hemos topado, Sancho», aludiendo a que las posibilidades de maniobra en este caso van a ser ajo —a jorobarse—, agua —a aguantarse— y resina —a resignarse—.


En estos días de confinamiento de la primavera de 2020 por mor del coronavirus e instado por mi buen amigo José María, he puesto manos a la obra para preocuparme de mi consumo eléctrico, suministrado si o si por IBERDROLA, aunque con los asuntos esos de la comercializadora, la suministradora y todas esas zarandajas, los consumidores en gran número no tenemos ni idea en manos de quién estamos: a mi domicilio me suministra IBERDROLA, pero la gestión comercial me la procura GESTERNOVA quienes, al hablar con ellos me dicen que son unos meros intermediarios y que me dirija a IBERDROLA, que ellos utilizan los datos que les suministran desde la suministradora: el suministrador que suministre buen suministrador será, tanto en corriente eléctrica como en datos. Es como si voy a una oficina bancaria a pedir explicaciones por unos movimientos y el director me dijera que me pusiera al habla con el departamento de  informática del banco, que él es un mero intermediario. De oca a oca y tiro porque me toca.


Desde hace ya unos años, los contadores eléctricos han ido evolucionando para evitar las engorrosas lecturas manuales que traían de cabeza a las compañías y a los usuarios permitiendo ciertas prácticas —las famosas lecturas estimadas— que buenos sustos costaban a todos. Ahora ya, mi contador es inteligente y una de las cuestiones en las que me he enfrascado en estos días es en acceder al mismo a través de internet y ver las lecturas, los consumos, hacer estimaciones…


¡En qué hora! «Ojos que ven, corazón que siente».


Estudiando mi consumo y de acuerdo con mi familia, hemos bajado la potencia contratada, hemos cambiado la tarifa y nos hemos reeducado para hacer los consumos eléctricos en casa en horarios acorde con la tarifa. Hasta ahí todo muy bien y de hecho en la factura del último mes, con un consumo especialmente alto al estar todos en casa las 24 horas, hemos conseguido ahorrar 26 euros en la factura. Hemos pagado 74 euros con las nuevas condiciones cuando si no hubiéramos hecho ningún cambio la factura hubiera ascendido a 100. Números redondos.


Pero cuando uno se pone a rascar… se ven cosas que no parecen estar bien. Son tan descabelladas que lo normal es pensar que tú no tienes capacidad y te estás equivocando en tus cálculos o en interpretar los datos que la propia página de IBERDROLA te facilita. Vean la primera imagen de esta entrada. Se me dice en la web que mi consumo en el período facturado ha sido de 406 Kw. mientras que en la factura se me han cobrado 431 Kw. ¿A qué es debida esta diferencia? Lo he estudiado por activa y por pasiva sin encontrar una explicación satisfactoria hasta el momento.

 
Sigamos con otro dato en la imagen justo encima de estas líneas. El contador obtenido en este preciso momento, siete días reales después del último día facturado asciende a 9.764. Me voy a la factura en la que se menciona que las lecturas son reales y el total es de 9.932 ¡más alto que el consumo que me está reportando en estos instantes, ya digo, siete días después del cierre de la factura! ¿Cómo es esto posible?


Ahí no se queda mi estudio. Obtengo las lecturas del contador hora a hora de los días facturados a través de internet y por el mismo procedimiento obtengo el detalle de los consumos de la factura. Insisto en que la obtención se realiza por el mismo procedimiento y en la página web oficial. En la imagen sobre estas líneas un detalle de los consumos relativos al último día facturado, 10 de mayo: difieren completamente, siendo los consumos facturados una media de alrededor de un 6% mayores que los obtenidos de forma diaria. En el citado día 10 de mayo se me facturan 13,889 Kw cuando por otro lado se me dice que son 13,101, una diferencia de 0,788 Kw facturados de más en un solo día. ¿Cómo se almacenan estos datos? ¿Hay dos bases de datos distintas, una para el consumo diario y otra para el consumo facturado? ¿Se aplica un incremento de ajuste al facturado? No lo entiendo, por más vueltas que le doy.


En alguna ocasión y haciendo de electricista aficionado he sufrido el zurriagazo de la corriente por tocar donde no se debe sin quitar los plomos: muchas personas no entenderán que significa esto de quitar  los plomos, una cuestión ya de hace muchos años. Pero un zurriagazo de tomo y lomo es lo que he recibido por meterme a indagar en este asunto de los consumos, las tarifas y las facturas… ¡Quién me manda! Mañana intentaré contactar telefónicamente con el servicio de atención al usuario de IBERDROLA con la esperanza de obtener una explicación, si es satisfactoria mejor, a estas cuestiones que estaban ahí desde hace años pero que he descubierto recientemente por meterme donde no me llaman. Veremos si la acepción 3ª del diccionario RAE para zurriagazo que es «Desgracia o mal suceso inesperado, que sobreviene en el negocio emprendido» no deviene, como me temo, en la acepción 4ª que reza «Maltrato o desdén de quién no se creyera que pudiese hacer algún daño o perjuicio».

AÑADIDO CON POSTERIORIDAD A LA PUBLICACIÓN

De lo que he tratado sobre la confianza en las empresas y organismos. A las dos horas de publicada esta entrada, me encuentro en la web con una información de la Asociación de Consumidores «FACUA» titulada «FACUA logra acabar con el fraude: las eléctricas dejan de ocultar los impuestos en sus tarifas». Una enjundiosa información que acaba diciendo (y no se puede generalizar):
«Además de omitir los precios finales, había compañías que ni siquiera aclaraban en sus páginas webs que a las tarifas ofertadas había que sumarles los impuestos indirectos y otras incluían esta advertencia en un lugar poco visible. Incluso en las menciones a los impuestos, también había omisiones sobre cuáles son los porcentajes que representan de incremento sobre las tarifas».