domingo, 21 de febrero de 2021

ANGUSTIA


Vemos en la imagen los carteles anunciadores de dos de los entretenimientos que hoy en día proliferan: una película a la izquierda y la portada de un libro a la derecha. Con ambos me he topado esta semana, la película por casualidad y el libro por recomendación de David, mi profesor de música, gran lector y devorador de libros con el que, en algunas clases, además de intercambiar sonidos nos lanzamos recomendaciones sobre lecturas.

Si un extraterrestre llegase a la Tierra y pudiera observar por un agujerito lo que ocurre en el interior de una sala de cine, se quedaría mudo de asombro, en el supuesto de que el extraterrestre tuviera capacidad de habla. Vería una habitación oscura, llena de gente ─ojalá todas las salas estuvieran siempre llenas─ mirando atentamente a un trapo blanco en una de las paredes ─nosotros lo llamamos pantalla─ en el que se reproducen formas, luces y colores al tiempo que se escuchan ruidos. Lo más curioso, para el extraterrestre, es que vería a las personas llorar, reírse, mostrar miedo, aburrirse… Sería incomprensible para él que una serie de colorines en un trapo blanco al tiempo que se escuchan sonidos fueran capaces que evocar estados emocionales en las personas.

Si lo pensamos fríamente, somos un poco masoquistas, especialmente cuando accedemos a una sala, pagando la entrada, para llorar o sentir pánico ante la proyección. En el fondo sabemos que todo es mentira, que incluso podemos abandonar la sala en el momento que queramos y cortar de raíz nuestro «sufrimiento», pero somos nosotros los que concedemos credibilidad a lo que está sucediendo y nos quedamos, amén de haber pagado por ello, que no se nos olvide.

Ahora no hace falta desplazarse a una sala de cine. No es lo mismo, pero casi podemos reproducir el ambiente si en nuestra casa atenuamos la luz de la habitación y vemos una película en la televisión, especialmente si esta tiene un tamaño considerable. No es lo mismo que en el cine, pero casi casi. Y si lo que estamos viendo es una película de miedo, las sensaciones de angustia pueden llegar a ser fuertes. Al menos eso es lo que me ha ocurrido a mí, y a mi familia, a medida que avanzaban las escenas de la película «Mamá te quiere». La sinopsis oficial es muy escueta: «Una adolescente educada en casa comienza a sospechar que su madre le oculta un oscuro secreto». Por momentos te daban ganas de meterte en la pantalla y coger a uno de los personajes por el cuello y… No se puede decir más para no destripar ─siendo más modernos diríamos hacer spoiler─ esta película del año pasado que casi desde los primeros momentos te pone a cien por hora y sigue acelerando a medida que van pasando sucesos y viendo de lo que es capaz una madre por amor a su hija. Apaguen las luces, asómense a ella y prepárense para convencer al extraterrestre que nos observe por la ventana de nuestra casa de que no estamos realmente chalados al ver las expresiones de nuestras facciones y sospechar que tenemos mariposas revoloteando por el estómago.

Un libro es un objeto menos sofisticado que el cine, unas cuantas hojas de papel garabateadas con signos en blanco y negro o una pantalla de un lector electrónico con una apariencia similar. Pero en el fondo es lo mismo que una película. Si nos ponemos a la lectura, damos credibilidad a lo que estamos leyendo y nos hacemos nuestros mapas mentales de los personajes y las situaciones, las emociones pueden aflorar, si bien no suelen ser tan intensas como en el caso del cine. El libro que aparece en la imagen, «Cuando desapareciste», de John Marrs te «engancha» y te va poniendo cada vez más crispado, unas veces a favor del hombre y otras veces a favor de la mujer y en todo momento haciendo cábalas de como todo lo que está ocurriendo puede ser posible. La sinopsis oficial es un poco más larga y empieza así: «Cuando Catherine despierta sola una mañana, piensa que su marido ha salido a correr antes de ir al trabajo, pero Simon nunca llega a la oficina. Sus zapatillas… ». Los libros es lo que tienen, cualquier situación es posible y ya se sabe que muchas veces la ficción supera a la realidad.

No he podido resistir la tentación de asomarme al diccionario a ver el significado que me aporta sobre el vocablo «angustia» escogido para titular esta entrada mixta de emociones peliculeras y librescas. Toda una colección de significados, alguno de los cuales reproduzco aquí: «Aflicción, congoja, ansiedad, temor opresivo sin causa precisa, aprieto, situación apurada, sofoco, sensación de opresión en la región torácica o abdominal, dolor o sufrimiento…»