domingo, 29 de mayo de 2022

MNAD

Dentro de las actividades del curso de mayores de la Universidad Carlos III giramos esta semana una visita al magnífico Museo Arqueológico Nacional —MAN— ubicado a la espalda de la Biblioteca Nacional y del que ya realicé un pequeño comentario en esta entrada en marzo de 2019.

La visita estuvo enfocada a diferentes aspectos del mundo romano y fue magistralmente dirigida por el profesor Jesús Bermejo, arqueólogo especialista en el estudio de los espacios domésticos y las familias de época romana en la Península Ibérica. Por comparación, uno toma conciencia de la enorme diferencia que supone el ver un museo «por su cuenta» con el hacerlo bajo las explicaciones de un experto con conocimiento del tema que además tiene labia para contar lo que subyace a una fría exposición de meros cachivaches que toman luz propia con una buena explicación.

Por las limitaciones del museo en cuanto a los grupos, el profesor tuvo que repetir el recorrido cuatro veces para poder atender a todos los alumnos interesados. En mi grupo coincidí con otra alumna, María José, con la que comenté estas diferencias entre una visita «con» y una visita «sin», llevándome la grata sorpresa de que ella era precisamente una guía voluntaria que trataba de hacer las delicias de los visitantes en otro museo del que nunca en mi vida había oído hablar: el Museo Nacional de las Artes Decorativas.

Madrid es una caja de sorpresas en sitios, eventos o actividades. El MNAD, Museo Nacional de las Artes Decorativas, está situado muy cerca del Arqueológico, frente al Retiro, en la calle Montalbán número 12. Mi intención inicial de un paseo por el Retiro fue trastocada con gusto por una rápida visita a este nuevo museo. Lamentablemente María José tenía otras actividades y no me pudo acompañar, pero se ha ofrecido a guiarme por sus dependencias en otra ocasión que sin duda acordaremos en el futuro.

El ámbito cubierto por este museo se orienta precisamente al estudio de toda esta producción artística que no está incluida en la arquitectura, la escultura o la pintura. Se trata de un coqueto edificio de cuatro plantas, exiguo en extensión, pero lleno de magníficas piezas de colecciones que nos permiten un paseo por el pasado que hará nuestras delicias especialmente si contamos ya con unos años a nuestras espaldas. La sala dedicada a los juguetes infantiles, con una maravillosa casa de muñecas, nos retrotraerá a recuerdos de nuestra infancia para deleite personal.

Estuve poco tiempo en una visita que desconozco por qué motivos me resultó gratuita. Deambulé por las salas, todas las salas, admirando muebles antiguos y no tan antiguos, quedando sorprendido por la riqueza de las piezas allí expuestas. Las numerosas colecciones «abren una ventana al discurrir de la vida cotidiana entre el siglo XIV y nuestros días, mostrando la evolución de los materiales, las técnicas de fabricación, las formas, las funciones de los objetos de uso y la propia historia de la institución». El museo cuenta con más de 70.000 fondos, algunos depositados en otras instituciones como La Granja de San Ildefonso, Sevilla o Madrid.

Habrá que volver, no queda otra, tras quedar expectantes ante la riqueza allí depositada, pero habrá que hacerlo de la mano de María José o en alguna visita guiada y planificada con anticipación. Lo de aparecer por allí de buenas a primeras con poco tiempo está bien para darse una idea y quedarse con las ganas de repetir. Se pueden realizar fotografías sin utilizar el flash, con lo que nos podremos llevar en nuestro teléfono o cámara una buena colección de objetos para disfrutar de ellos con posterioridad.

Si queremos preparar nuestra visita con antelación, la página web del museo (enlace) nos ofrece una variada colección de documentación de su contenido, visitas virtuales y en 3D, además de un apartado titulado «Prepara tu visita» con recomendaciones muy valiosas para disfrutar plenamente de nuestro acercamiento a este maravilloso lugar para muchos —me atrevo a aventurar— desconocido.

Y como no hay dos sin tres, además del Arqueológico y del Artes Decorativas, María José, por el mismo precio, me indicó otro sitio que requería también una visita: la Fundación Manuel Benedito (página web en este enlace) sito en la calle Juan Bravo número 4 de Madrid y que muestra al visitante una ingente colección de cuadros de este pintor valenciano nacido en 1875. Este espacio también cuenta con guías voluntarios que realizan visitas guiadas —los miércoles a las doce horas— que habrá que planificar antes de aparecer por allí cualquier día de estos.

 



domingo, 22 de mayo de 2022

desIMPLICARSE

Hay momentos en la vida que a uno le da por replantearse cosas y tomar algunas decisiones que normalmente afectarán a sus relaciones con los demás. Quizá lo más cómodo es dejarse llevar y seguir con la rutina, pero una de mis citas favoritas es aquella que dice que en el cambio está la oportunidad, así que de vez en cuando conviene revolverse y emprender nuevos caminos.

En esta semana se ha celebrado un acto de merecido homenaje a mi maestro y amigo Antonio Rodríguez de las Heras, fallecido por COVID hace ya dos años, en junio de 2020, y al que dediqué una entrada en este blog titulada «AntonioRodríguezdelasHeras» accesible desde este enlace, amén de multitud de referencias a sus enseñanzas en muchas otras entradas del blog desde una lejana entrada titulada «INTONSOS» accesible desde este enlace.

Entre sus muchas y magníficas enseñanzas, el decía que la comodidad del camino nos aporta seguridad y confianza, pero nos aleja de una enormidad de posibilidades; es mucho mejor apostar por llenar nuestro camino de encrucijadas que nos permitan atisbar otras andanzas que nos inquietarán, pero nos mantendrán vivos y en un continuo aprendizaje, aunque nos equivoquemos.

Esta semana, siguiendo una tónica mantenida en los últimos tiempos he roto con una de mis actividades. Desde hace 20 años me encargaba de organizar un encuentro entre compañeros. En 2001 se jubiló uno y de su fiesta de despedida surgió la idea de celebrar anualmente el encuentro, cuestión de la que me he venido ocupando. Ahora es más fácil con el correo electrónico, los grupos de wasap, las reservas de restaurantes a través de la web… Pero esta facilidad no quita para tener que ocuparse y sobre todo preocuparse del asunto.

He acuñado una frase para grabarme en mi mente a sangre y fuego: «acudirás a los eventos con las manos en los bolsillos», queriendo indicar que asistiré si puedo y me apetece, pero sin conllevar ninguna obligación ni ocuparme de nada, solo a disfrutar del acto sin tener que estar preocupado de, por ejemplo, quién no se ha dignado contestar a los correos o mensajes o no llega porque se ha perdido. Todos somos muy cómodos, dejamos que otro lo organice y luego, en algunos casos, no tenemos ningún reparo en manifestar observaciones, algunas hirientes, sobre la organización o el desarrollo del acto.

El de esta semana ha sido el cuarto de los grupos de este tipo a los que he dicho adiós en mi faceta como organizador. Insisten una y otra vez en sonreírse y no admitir el cambio, que para mí es definitivo. En uno de los grupos, mi buen amigo Manolo ha tomado el relevo y la cosa sigue funcionando sin novedad. Todavía me quedan algunos grupos de los que desembarazarme. Ahora, con menos ocupaciones dispondré de más tiempo libre para dedicarme a mis cosas. Supongo que me darán ganas de meterme de nuevo en líos, pero me conjuro para aguantarme y no volver a caer de nuevo en la red.

Por cierto, y como un colofón que viene a ser constante en mis escritos en este blog, el vocablo «desimplicarse» no figura en el diccionario, aunque su construcción utilizando el prefijo «des» deja claro su significado. Implicar significa «hacer que alguien se vea enredado o comprometido en un asunto» y también «hacer que alguien o algo participe o se interese en un asunto». El prefijo «des» denota «negación o inversión del significado de la palabra simple a la que va antepuesto». En este caso, pues, se trataría de no participar o no interesarse. Lo curioso es que tanto «enredar» como «desenredar», o «aparcar» y «desaparcar», figuran explícitamente en el diccionario, pero no así «desimplicar». Curiosidades de esta lengua tan rica de la que disfrutamos.