No hace mucho tiempo nos reíamos cuando desde la Comisión Europea nos recomendaban hacernos en nuestras casas con una mochila de subsistencia. El asunto iba enfocado a una previsible futura guerra en Europa. Las imágenes de una comisaria europea mostrando su bolso con comentarios acerca de esta mochila provocaron hilaridad y risa contenida de muchos que consideraban esto como una ocurrencia más de las muchas que salen a la luz para tenernos despistados de asuntos o temas en verdad vitales.
El lunes de esta semana hemos vivido en España un suceso que a decir de todos los políticos y técnicos «era imposible que tuviera lugar», IMPOSIBLE, I M P O S I B L E, o en dos palabras como dijo el famoso torero IM y POSIBLE. Las hemerotecas han sacado la luz comentarios prepotentes que no daban siquiera una posibilidad, por pequeña que fuera, a que ocurriera lo que el lunes de esta semana, 28 de abril de 2025, hemos vivido: el apagón. Total, en toda la península, España y Portugal. Y menos mal que en algunos casos «solo» duró diez horas.
La periodista Paloma Llaneza dice en un artículo reciente que «Prepararse para grandes emergencias no es de miedosos ni pesimistas, sino la opción sensata, lo que habría hecho mi abuela». Las casas modernas distan una enormidad de las de nuestras abuelas en cuestiones de equipamiento. Yo conocí la casa de mi abuela en los años sesenta del siglo pasado en un pueblo de Toledo y el único suministro externo que tenía era la corriente eléctrica. Un apagón como el del lunes pasado, por lo demás frecuentes en aquella época al menos a niveles locales, hubiera dejado la casa a oscuras y poco más, bueno, también la radio que estaba en una repisa del comedor. Pero se utilizaban más los transistores a pilas… La cocina era de carbón y leña, no había agua corriente ─a la fuente pública había que ir para acarrear agua─, no había agua caliente, no había calefacción y no recuerdo ningún aparato casero alimentado por electricidad salvo aquella radio antes aludida. Las velas salían de los cajones y alumbraban las estancias hasta que volviera la electricidad, un cambio mínimo en la vida de las personas.
Hoy en día es al revés: no funciona nada sin corriente eléctrica. Mi hija me decía el día del apagón: «me voy a la ducha» a lo que contesté si se iba a duchar con agua fría. Me contestó muy convencida que el agua caliente y la calefacción son de gasoil… Sí, pero las bombas y los quemadores funcionan con electricidad, así que… no hay agua caliente. Como yo la dije… es mas fácil apuntar lo que funciona, que son cuatro cosas. Solo aquello que sea puramente mecánico ─la escoba y recogedor o unas tijeras─, funcione a pilas o disponga de batería ─mientras dure la batería─ sería posible utilizar. Libros normales y electrónicos siguieron funcionando.
Tratamos de ser previsores en casa. Hoy en día en cuestión de alimentación no se vive al día por lo general, por lo que normalmente se dispone de leche, fruta, latas de conserva, alimentos no perecederos como arroz, pastas y legumbres, galletas, pan de molde, etc. etc. incluso alimentos en la nevera o en el congelador. Pero, salvo que tengamos una cocina de gas y no se haya interrumpido el suministro de gas, no podremos cocinar en nuestras flamantes placas vitrocerámicas o de inducción. La única solución es el famoso camping gas que deberíamos tener con repuesto de carga y en perfecto funcionamiento.
Hubo cosas el otro día que llamaron poderosamente mi atención. La gente no podía salir en coche de sus casas porque la puerta automática del garaje no se abría por falta de corriente. Lo primero que yo hice, hace treinta años cuando empecé a vivir en mi casa, es enterarme cómo se podía abrir la puerta del garaje de forma manual. Aunque no haya catástrofe generalizada, uno puede tener la necesidad de salir a horas intempestivas, para ir a urgencias de un hospital, y tener la necesidad de abrir la puerta del garaje, aunque no haya corriente eléctrica o se haya estropeado el motor. ¿Tiene Vd. garaje? ¿Sabe cómo abrir la puerta de forma manual?
Nos estamos acostumbrando cada vez más, sobre todo los jóvenes, a no utilizar el dinero y tirar de móvil o tarjeta hasta para pagar una fotocopia de 5 céntimos de euro. Incluso funcionando todo con normalidad, hay situaciones en la que todavía no es posible el uso de tarjeta de crédito. Por ejemplo, los autobuses interurbanos de mi pueblo, para lo que es necesario el dinero y además en billetes pequeños de cinco euros. Ya he visto a más de uno perder un autobús por tener que ir a buscar un cajero para obtener dinero físico. Pero el otro día los cajeros no funcionaban… En casa siempre disponemos de una pequeña cantidad de dinero, en billetes y monedas fraccionarios, para cualquier emergencia que pueda surgir.
Velas, cerillas, mecheros, pilas variadas, navaja suiza, linternas ─con batería, a pilas y con dínamo─, herramientas, un silbato, botiquín, cinta americana, cuerda… De todo eso teníamos en casa… Según expertos en temas de supervivencia… «se trata de estar listo para proveer las cuatro patas de la supervivencia: agua, fuego, refugio y alimentos».
El pasado lunes fue fundamental la radio a pilas. Los teléfonos móviles dejaron de funcionar a los pocos minutos, pero nos dió tiempo a enterarnos por wasap y twitter que el apagón afectaba a toda la zona peninsular de España, Portugal y el sur de Francia. Los teléfonos móviles enmudecieron y lo único que nos quedó para estar enterados de lo que ocurría fue la radio, la bendita radio de toda la vida que, una vez más, salió en socorro de todos. Una alternativa hubiera sido la radio de los coches.
Conservo desde 1985 la radio, magnífica, que ilustra esta entrada y de la que guardo su folleto de instrucciones en perfecto inglés. La compre por medio de un amigo en EE.UU. con la intención de mejorar mi inglés en aquellos años, ya que dispone de onda corta y la utilizaba para escuchar un rato por las noches la BBC. Ya era muy avanzada en la época, pero lo sigue siendo ahora, con su búsqueda automática de emisoras, y su ajuste fino de recepción. El lunes estuvo funcionando unas cuantas horas facilitando información actualizada mientras las modernas televisiones y ordenadores estaban en silencio, aisladas del mundo exterior.
Nuestra dependencia, como hemos podido comprobar, de la energía eléctrica es total. Podemos comprarnos un grupo electrógeno y suficiente combustible para auto suministrarnos electricidad por unas horas, pero a todas luces no es una opción viable para la mayoría de las viviendas. Quizá para algunas individuales con suficiente espacio para guardar tantos cachivaches para un por si acaso.
«Próvido» es sinónimo de previsor, cuidadoso y antónimo de negligente y descuidado, vocablos suficientemente conocidos y que no requieren mayor explicación.