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sábado, 16 de noviembre de 2024

INEPTITUD

Es imposible retraerse a hacer algún comentario en relación a los luctuosos sucesos ocurridos hace unas semanas en Valencia el pasado mes de octubre de 2024. Y en menor medida en otras provincias de esta España de nuestras entretelas. Unas imágenes sobrecogedoras que encogen el espíritu, que han dejado más de dos centenares de muertos y que han truncado muchas ilusiones de personas y empresas amén de cuantiosos daños materiales. Sucesos recientes que tardarán mucho tiempo en solucionarse y que muchos nunca olvidarán.

Cuando yo era joven, con un ánimo cierto de participar en la vida deportiva de mi pueblo, andaba junto con algunos amigos muy cerca del concejal de deportes del ayuntamiento. Sí, época franquista, ya felizmente superada. Un pleno municipal, restringido y deliberativo, se celebraba regularmente los martes por la tarde. A él asistían el alcalde y los concejales y los diferentes encargados, profesionales, de los servicios municipales. Estos, conocedores de los entresijos de la población, informaban al equipo municipal de los diferentes asuntos que conformaban la vida del municipio, proponiendo soluciones. Tras una deliberación, los políticos optaban por una solución de las propuestas y… cada uno a su casa, que al día siguiente había que trabajar. Diré que el alcalde ejercía de médico y el concejal de deportes laboraba de pinchaculos, perdón, de practicante.

Yo asistí a algunas reuniones de aquellas porque en alguna ocasión el concejal correspondiente cedía la palabra a alguno de los habitantes del pueblo que mejores detalles podían aportar a alguno de los temas que se debatían y ayudar de alguna manera en la toma de decisiones.

Han pasado diez años desde que el diario «El Mundo» publicara la viñeta que ilustra esta entrada del blog. Es verdad que alguno de los jinetes ya no está entre nosotros y el resto está, no todos, fuera de la política. Pero la esencia de lo que quería transmitir la imagen se mantiene. Aquí, como decía la frase, cuyo autor no he podido determinar, «todo el mundo va a lo suyo, menos yo que voy a lo mío».

Pasadas ya más de dos semanas, unos y otros siguen tirándose los trastos a la cabeza para eludir sus responsabilidades y echar la culpa, al contrario. Y mientras tanto, la gente sigue esperando unas soluciones que no llegan y, lo que es peor, con la desesperanza de que finalmente vayan a llegar en tiempo y forma. No hace falta tener mucha memoria para recordar los sucesos del terremoto de Lorca (2011) y el volcán de La Palma (2021).

Lo realmente extraño es que nadie se enfoque a la raíz del problema. Se pueden increpar unos a otros, Comunidad Autonómica al Estado y viceversa, básicamente porque existen ambas instituciones. Si una de ellas no existiera, claramente aquí la Comunidad Autónoma, todos tendríamos claro de quién era la competencia de las actuaciones y quién o quiénes hubieran tenido la culpa de lo hecho o lo por dejado de hacer.

Ha resultado, y sigue resultando, particularmente patético asistir a las declaraciones de los políticos en relación con este asunto. Un presidente de la Comunidad que no estaba, una consejera que no conocía que existía la posibilidad de los avisos a través de los móviles, un consejo agarrotado que no toma decisiones… Los presidentes y consejeros van y vienen y por ello, los que deberían estar al frente de estas cosas deberían ser profesionales, con continuidad, formación y competencia en sus cargos que a lo largo de los años fueran formando equipos con capacidad para intervenir cuando se les requiera. El protagonismo que han adquirido los políticos en los últimos años no es de recibo, convirtiéndose en verdaderos profesionales de todo lo que se menea pero que en realidad no entienden de nada. Eso sí, con un ejército de asesores y asesores de los asesores a los que en muchas ocasiones ni siquiera hacen caso porque son amiguetes puestos a dedo que tampoco conocen mucho el tema.

Los excesos siempre son malos. O cuando menos no buenos. Excesos, duplicidades o triplicidades, tanto monta, monta tanto. Exceso de legislaciones, de órganos (in)competentes, de personas que no saben de la misa la media, de profesionales (in)competentes… en suma, un exceso de burocracia que en estos casos de urgencia máxima desorganiza más que organizar y, lo que es peor, paraliza más que agilizar.

Pero tranquilos. No aprenderemos y seguiremos insistiendo machaconamente en mantener unas Autonomías que, en mi modesta y seguramente errada opinión, no hacen mejor la vida al ciudadano sino todo lo contrario, amén de costarnos nuestros buenos euros para mantener este ejército de ineptos.

Se habla, incluso desde posiciones gubernamentales, de un estado federal. Asunto delicado al decir de profesionales y académicos que entienden. Una Federación es la unión de Estados previamente existentes. Las autonomías, mal que nos pese, no son estados, sino simples Reinos de Taifas con reyezuelos que van y vienen a su antojo y que, en algunas ocasiones, como estamos viendo, reman contra corriente del Estado. Quizá una solución sería convertir esas Autonomías en consejos consultivos —aquello de mi ayuntamiento de los años 70— que decidieran si hacer una carretera o construir un colegio acá o acullá, pero sin ser ellos los que lo construyeran.

El tema de las Autonomías y su incompetencia efectiva es recurrente en este blog. Hay varias entradas relativas a este asunto pero voy a recomendar la relectura de una escrita en un lejano octubre de 2014, algo extensa, titulada «AUTONOMÍ…suyas» en la que reproducía un extracto de un trabajo universitario realizado ex aequo con dos compañeras de clase. No tiene desperdicio y se pone cada vez más de vigente actualidad a medida que pasa el tiempo.

Nadie duda hoy en día que las Comunidades Autónomas españolas son 17 (+2) burocracias insostenibles desde al menos el punto de vista económico y que en términos de bienestar solo son positivas para los políticos y sus adláteres.

¿Qué tenemos? Enfrentamientos, controversias, despilfarro, corrupción, multiplicidad de disposiciones y leyes, hipertrofia de cargos y asesores, endeudamientos (declarados y ocultos), agujeros económicos, prebendas, negociaciones que rayan lo ilegal o cuando menos lo inaudito, actos violentos, actuaciones judiciales incomprensibles… En suma, un descontrol descomunal que hace que el ciudadano de a pie, el que se levanta y trabaja a diario para mantener a su familia, desconfíe de tantas promesas ilusorias y pocos hechos tangibles.

Pero, eso sí, estamos en democracia, dicen, y «decidimos» cada cuatro años en estos. por el momento, cuatro estamentos que dirigen nuestros destinos: Comunidad Europea, Gobierno Español, Autonomías y Ayuntamientos.

Nos salen muy, pero que muy, caros. Y lo que es mucho peor, son muy, pero que muy, ineptos.




 

domingo, 10 de noviembre de 2024

INTRINCADO

El «Quijote», ese libro magnífico escrito por Miguel de Cervantes y Saavedra hace más de cuatrocientos años, es una fuente inagotable de enseñanzas, muchas de ellas de actualidad a pesar del tiempo transcurrido. Su colección de refranes es para tenerla presente. Hoy me viene a la memoria uno: «Con la Iglesia hemos topado, Sancho». Pero…

—Pues guíe vuesa merced —respondió Sancho—; quizá será así; aunque yo lo veré con los ojos y lo tocaré con las manos, y así lo creeré yo como creer que es ahora de día.

Guio don Quijote, y habiendo andado como doscientos pasos, dio con el bulto que hacía la sombra, y vio una gran torre, y luego conoció que el tal edificio no era alcázar, sino la iglesia principal del pueblo. Y dijo:

—Con la iglesia hemos dado, Sancho.

Como curiosidad diré que la frase que todos conocemos no está en el Quijote exactamente igual, como puede verse en el extracto del párrafo anterior tomado de la edición electrónica de la RAE. La expresión que realmente figura en el texto es «Con la iglesia hemos dado, Sancho». E iglesia en minúsculas, con lo que se refiere a un edificio y no a la institución.

Aunque en el Quijote tiene un significado literal —se toparon con el edificio de la iglesia de San Antonio Abad, en El Toboso— el refranero y uso popular lo aplica normalmente cuando surge algún problema o inconveniente con algún tipo de estamento o autoridad de cierto peso, pudiendo ser no solo eclesiástico sino también y por extensión, gubernamental, militar… Las actuaciones corren el riesgo cuando menos de retrasarse…

Desde hace ya más de tres años un grupo de familiares —somos ya dieciocho por herencias— estamos tratando de vender un inmueble que compró mi abuelo poco antes de la Guerra Civil de 1936. No lo pudo disfrutar mucho porque marchó exiliado con toda su familia al pueblo valenciano de Alacuás donde falleció. El inmueble, construido en 1774 por el Duque de Arcos, ha pasado por muchas vicisitudes hasta llegar a la actualidad, sufriendo modificaciones, ventas parciales y muchos cambios en su estructura interior, no así en la exterior, siendo uno de los (muy) contados edificios que conservan su aspecto externo original en el casco antiguo de San Lorenzo de El Escorial. Para el curioso lector ya dediqué una entrada en este blog titulada «EXQUISITOS» en febrero de 2023.

Han transcurrido tres años de problemas y más problemas con «estamentos oficiales» como Ayuntamiento y Comunidad de Madrid. Diferentes compradores se han interesado por el edificio, pero todos ellos han ido encontrando trabas y más trabas para realizar cualquier intervención. No a todo, por parte de los servicios municipales, que en muchas ocasiones ni siquiera han atendido la petición de celebrar una reunión para tratar el asunto.

Por fallecimientos, con las correspondientes herencias, la actividad estos años ha sido frenética en Notarías haciendo escrituras y en el Registro de la Propiedad cuando se iban a registrar las mismas. Lo dieciocho propietarios con porcentajes variables de propiedad que van desde el 11,11% hasta el 0,55%, un verdadero galimatías. Por no hablar también del asunto de las Plusvalías en el Ayuntamiento. Heredas una casa y, aunque no se ha producido una venta real ni te ha supuesto un ingreso, supone una transferencia de propiedad y hay que pasar por caja.

Parecía que en estos días íbamos a ver la luz tras una pista americana de obstáculos diseñada para el cuerpo de infantes más sofisticado. El comprador quiere la casa tal y como está, y punto. No sé si luego se peleará con organismos, pero de momento todo estaba dispuesto para firmar la escritura de compraventa y olvidar el asunto.

Pero… quia. La iglesia a la que se refiere don Quijote ha sido la notaría. Se entrega toda la documentación para la redacción de la escritura un martes. Desde la notaría se descuelgan pidiendo las escrituras de herencias de todos los implicados ¿Por y para qué? Aunque amigos e incluso un par de abogados consultados nos dicen que esta petición de escrituras es una práctica frecuente entre los notarios, sobre todo los de una cierta edad, no tiene ningún sentido. ¿Tiene alguna autoridad lo inscrito en el Registro de la Propiedad? En este estamento se presentan las correspondientes escrituras cuando se ha producido un cambio de propiedad. El Registrador bastantea las escrituras e inscribe la nueva propiedad. Se supone, aunque ya tengo duda de todo, que el Registro es competente para certificar la propiedad de un inmueble. Pues parece ser que no. Los notarios tienen acceso a estos certificados, pero aun así… piden papeles y más papeles.

A lo largo de la semana hemos llevado a la notaría toneladas de escrituras de propiedad, de herencias, de apoderamientos, nota simple oficial del registro… Menos mal que este exquisito notario no pidió «todas» las escrituras desde la construcción de la casa, allá por 1774. Curiosamente tenemos copia de la escritura original gracias a la eficiente archivera del archivo municipal que localizó la escritura entre los montones de legajos magníficamente conservados bajo su supervisión. La imagen que encabeza esta entrada es el inicio de esa escritura.

Pues, no se lo pierdan, pasada una semana, el notario —o su oficial o el sursum corda— nos llama por teléfono y se descuelga con que se trata de una escritura muy complicada y que no se hace cargo de ella, por lo que pasemos por la notaría a recoger toda la papelería y ¡Santas Pascuas!, que nos busquemos otro notario.

Nuestra capacidad de asombro ha alcanzado cuotas impensables. ¿Puede un notario rechazar la confección de una escritura de compraventa? Pues sí, puede, como de hecho lo ha hecho y por informaciones que hemos podido recabar, no es la primera vez. Debe ser que le sobra el dinero o le falta profesionalidad y vergüenza torera, o todo a la vez. Hay que decir que, en caso de una escritura de compraventa, la notaría operante la designa la parte compradora que, además y para más inri, había comunicado esa notaría en concreto a su banco porque en el mismo acto se firmaría la concesión de una hipoteca. Nos hemos quedado todos con cara de haba como se debió quedar don Quijote cuando dio, que no se topó, con la iglesia de El Toboso.

Un asunto intricado… para esta notaría. Esperemos que la parte compradora encuentre otra con más solvencia, profesionalidad y disponibilidad a la mayor brevedad posible.




 

domingo, 3 de noviembre de 2024

MISTERIO

Misterio… en el cementerio.

El pasado viernes 1 de noviembre de 2024 ha sido el llamado desde hace mucho tiempo «Día de los Difuntos». Sin entrar en contradicciones de gobiernos y laicismos, es un día festivo nacional en el que muchos aprovechamos para hacer una visita a los cementerios y rendir un pequeño homenaje a los seres queridos que dejaron este mundo. Dicho sea de paso, cosa que haremos nosotros tarde o temprano. Si bien el modelo clásico de cementerios está decreciendo a marchas forzadas debido a las incineraciones, los túmulos de hace años, cuando no había costumbre de incinerar, siguen allí esperando nuestra visita.

¡Cómo somos los humanos! Antes de entrar en el luctuoso —e increíble— suceso que es objeto de esta entrada en el blog, un par de reflexiones con hechos que no tienen, aparentemente, nada que ver.

Hace años, en Japón, con motivo de un gran desastre que no puedo recordar ahora, se veía en las imágenes una cola de personas con garrafas para llenarlas de agua en una fuente pública. Mientras todas las personas llevaban una única garrafa, las cámaras enfocaron desde la distancia a un señor que llevaba dos. Cuando esta persona llegó a la fuente, llenó UNA de las garrafas y se puso de nuevo a la cola para llenar la segunda. ¿Civismo? ¿Educación? ¿Respeto a los demás? Ponga Vd. su comentario a este hecho.

Esta semana de finales de octubre de 2024. Tremendos sucesos principalmente en Valencia y otras provincias españolas por las tormentas, gota fría, DANA (Depresión aislada en niveles altos de la atmósfera) o cómo quieran llamarse tratando de confundirnos. La violencia del agua destrozó pueblos, carreteras, barrancos, vías férreas… arrojando en estos momentos en que escribo estas líneas más de 200 muertos y gran cantidad de desaparecidos. En esta situaciones, muchas personas, héroes anónimos, han dado lo mejor de sí, ayudando a sus congéneres hasta extremos verdaderamente insólitos, pero… sin entrar en consideraciones ni comentarios, en la prensa se podían leer los siguientes titulares: «Al menos 50 detenidos por actos de pillaje en tiendas y centros comerciales de las zonas afectadas por una dana», «Asaltando el supermercado para "sobrevivir"…», «Un amanecer de saqueos y coches flotantes en el polígono de …», «Propietarios y familiares de una joyería haciendo guardia las 24 horas para evitar robos…», «Se pide a los compradores que no hagan acopio de alimentos en sus compras…»…

Todos los años, mi hermano Carlos, unos días antes del día de difuntos, compra un centro de flores y lo coloca en la tumba de mi padre, fallecido en 2010. Hace una fotografía y lo comunica al resto de la familia para nuestro conocimiento. Al día siguiente, otro de mis hermanos, Jesús, subió al cementerio y… ¡voilá!, el centro había desaparecido. Aquí no ha habido tormentas, vientos y otros efectos atmosféricos que pudieran haber «movido» el centro de donde estaba.

El cementerio es uno de los dos existentes en el pueblo. Antiguo, con años de historia y enterramientos de más de ciento cincuenta años. Pequeño, consta de cuatro patios. Mi hermano se dio una vuelta pesquisidora por los patios y pudo ver algunos ramos o centros de flores similares al que estaba en la tumba de mi padre.

Los centros de ese tipo, más o menos estándar, los confeccionan en una de las dos floristerías existentes en el pueblo. La confección es manual y por ello nunca habrá dos milimétricamente iguales. Pero sí que serán idénticos el que estaba en la tumba de mi padre y el que apareció, en el mismo patio, en otra tumba de otra familia: el que está recuadrado en amarillo en la fotografía que encabeza esta entrada. La fotografía que hizo mi hermano al depositar el centro en la tumba de mi padre sirvió para localizar, sin ningún género de duda, donde había ido a parar cuando misteriosamente desapareció. Se lo podían haber llevado a otro camposanto, pero no, quién quiera que fuera el «transportador» lo colocó en otra tumba de otro patio.

En el pueblo nos conocemos casi todos, con lo que sabemos a quién pertenece la tumba elegida para «disfrutar» de un centro en principio destinado a mi padre. El centro floral… ¿se movió solo?, ¿algún gracioso desconocido se dedica a mover flores de una tumba a otra?, ¿algún familiar de la tumba de destino se quiso ahorrar unos eurillos? Nunca lo sabremos.

No hay que ser muy Sherlock para comprobar que se trata de un único centro de flores. Vean la disposición de los claveres, sus colores, las ramas de relleno… Para más inri, el clavel blanco central tiene una muesca en su parte inferior que es la guinda que cierra la investigación: es el mismo, sin ningún género de duda.

Ahora se impone qué hacer. Lo suyo sería devolver el centro a la tumba de mi padre, pero… Hemos optado por comprar otro ramo y no entrar en disputas. Al año que viene habrá que recomendar a la floristería que utilice bases de centros con una argolla soldada que permita poner una cadena con candado para que no se lo lleven. También se puede introducir en el ramo un chip que permita tenerlo localizado en todo momento. Creemos, como otra alternativa, que lo mejor será pedir al cura párroco, director de este cementerio parroquial, que instale cámaras de vigilancia en los cuatro patios. Porque, han sido unas flores, pero ya puestos…