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domingo, 29 de agosto de 2021

DESPACHANTES

Son una especie en extinción. La imagen del tendero tras un mostrador en el formato clásico de tienda va desapareciendo poco a poco; se adopta el formato de supermercado o hipermercado en las tiendas físicas, donde los productos están a la vista y es el propio comprador el que se auto despacha. Como mucho puedes encontrar algún vendedor generalista que por desgracia no siempre tiene conocimientos profundos sobre los artículos a la venta. Y ya cada vez más, vamos dando lugar a las compras virtuales, en las que las estanterías quedan sustituidas por los pantallazos que vamos obteniendo, eso sí, si sabemos lo que buscamos, aunque la tendencia es a mostrarnos artículos parecidos o relacionados con lo que estamos buscando.

Hace muchos años dedicaba muchas horas a lo que se dio en llamar bricolaje, vamos, el hágaselo Vd. mismo. Tuve la suerte de tener una ferretería industrial justo al lado de mi oficina, en el camino al bar donde generalmente tomábamos el desayuno. Compré en ella mucho material y herramientas y llegué a trabar una buena amistad con el dependiente, José María. Durante casi ocho años estuve puntualmente informado de todas las novedades que se producían en temas de herramientas, tornillos y similares. Posteriormente, mi nivel de «bricolageur» bajó, la oficina se mudó y perdí el contacto con el bueno de José María y la excelente información que me brindaba.

Hace un par de años necesitaba engrasar los pernos de las puertas de casa, porque al menor movimiento «lloraban» y en el silencio de la noche era molesto. Hubiera sido bueno grabar esos «lloros» para una película de terror. Me dirigí a la ferretería del pueblo a comprar el tradicional multiusos 3-EN-UNO. Cuando se lo pedí al dependiente, este me contestó: ¿Para qué lo quiere? La verdad es que parecía una impertinencia por su parte y ganas me dieron de contestar con un «Y a Vd. que le importa», pero le comenté el asunto de los «lloros» de las puertas. Entonces, él me aconsejó que utilizara grafito, si, carbón, ese polvillo que todos de pequeños hemos visto salir de los sacapuntas cuando afilábamos los lapiceros. Me vendió el botecillo que puede verse en la imagen superior y desde entonces toda lubricación que es necesaria en la casa se hace con grafito. Es más incómodo que el spray, mancha mucho si no se tiene cuidado porque el polvillo parece flotar en el aire, pero los beneficios son enormes. Las cerraduras reciben cada cierto tiempo su dosis de grafito y van como la seda.

Esta semana necesitaba seis tacos, seis, del 8, para recolocar unas estanterías. Soy un forofo de la marca Fischer desde hace muchos años. Como no tenía en casa, lo fácil hubiera sido ir al bazar oriental de al lado y comprar una caja, porque evidentemente no los venden sueltos. Tuve mejor idea y me desplacé a la ferretería, donde el dependiente me informó de un nuevo modelo de tacos Fischer que eran insuperables: «Duopower», excelentes para cualquier superficie y con mucho mejor poder de agarre que los tradicionales. Me vendió los seis que necesitaba y me regaló la información. Ahora ya podría tratar de buscarlos en otras tiendas o incluso en internet donde incluso me podría leer las 14.996 valoraciones ─en estos momentos─ de los usuarios. Si hubiera comprado la caja en el «chino» hubiera sido más cómodo, pero seguiría sin tener información actualizada en el mundo de los tacos de fijación. 

 

Todo avanza a gran velocidad. Hoy por hoy y en algunos productos, podemos elegir entre la tienda tradicional, la mediana o gran superficie e internet. Poco a poco van desapareciendo esos dependientes profesionales como aquel José María que perdí en el tiempo y aunque tenemos acceso a mucha información, es muy posible que nos quedemos sin conocer algunas cosas si un amable tendero no capta nuestras necesidades y nos informa de lo que más puede convenirnos.




 

domingo, 22 de agosto de 2021

preENFERMEDADES


Escribía en marzo de 2017 en este blog la entrada «MEDICAMENTOS» en la que recogía algunas apreciaciones personales sobre el mundillo de las medicinas, los médicos y las empresas farmacéuticas y fabricantes. Vuelvo otra vez sobre el asunto después de contemplar, horrorizado, el documental estrenado esta primavera de 2021 en la plataforma HBO y titulado «El crimen del siglo», que me ha recomendado mi buen amigo José María. Casi cuatro horas de duración bajo la dirección de Alex Gibney y que se identifica con este texto: «Una operación macabra y masiva llevada a cabo por la industria farmacéutica y funcionarios sin escrúpulos que se enriquecieron a costa de cientos de miles de vidas».

No se puede generalizar, pero mucho me temo que las prácticas comentadas en el documental están bastante difundidas y poco vigiladas a lo largo y ancho del mundo y afectan a bastantes aspectos de la vida de las personas, marcando unos límites difusos entre salud y enfermedad que conllevan un consumo exagerado de medicamentos o de otros preparados que, sin llegar a considerarse medicamentos, tienen toda la pinta de ser muy parecidos.

No me resisto a comentar dos hechos a los que he asistido personalmente en relación con el tema que nos ocupa. Uno ya estaba detallado en la entrada antes aludida, pero no puedo por menos que volver a reproducirlo aquí.

Hace una decena de años estuve un tiempo trabajando en un centro de ayuda a drogadictos dependiente del ayuntamiento de Madrid. El equipo interdisciplinar estaba compuesto por médicos, psicólogos, sanitarios, auxiliares… Hice bastante amistad con todos ellos y una de las cosas que me llamó mucho la atención fue la especial relación de los médicos con los visitadores de los laboratorios: cuando no les regalaban detalles de nivel, de mucho nivel, les invitaban con su mujer a un congreso médico en Nueva York, así como lo cuento. Han pasado los años y no sé cómo estará este asunto de las «prebendas» a cambio de recetar o utilizar determinados medicamentos, pero como lector de este blog ya habrá deducido que últimamente soy muy malpensado en todo lo que me rodea. ¿Se trata de una leyenda o seguimos en una edición corregida y aumentada? Copio y pego una información localizada en internet …«He sido testigo directo de cómo algunos compañeros han recorrido el mundo a todo trapo con la “coartada” perfecta de la asistencia a congresos, asistencia que muchas veces era solo teórica ya que en la práctica eran meros viajes de placer envueltos en la coartada perfecta de un congreso. He visto invitaciones fastuosas para ir Oriente Medio, viajes de fin de semana a Nueva York, realización de eventos en balnearios y spa, reuniones que duraban tres días y solo había unas pocas horas de docencia real. En fin, algunos colegas han recorrido el mundo entero y con un nivel impropio a sus ingresos reales gracias a la invitación de la industria del medicamento».

El otro tuvo lugar en 1997 encontrándome yo en Nueva York para correr la maratón de ese año. En el barco que trasladaba los turistas a visitar la Estatua de la Libertad me encontré casualmente con un compañero de trabajo, de profesión informático para más señas. Estaba allí con su mujer, médica, invitados ambos por un conocido laboratorio a un congreso de médicos: la visita a la estatua de la Libertad era una de las actividades paralelas programadas para los asistentes.

En la imagen que encabeza esta entrada, un «set» de pastillas y mejunjes que manejamos familiarmente a diario en estos días: aparte de los catalogados propiamente como medicinas, algunos sucedáneos tales como aceite de Rosa Mosqueta para regenerar heridas, Colágeno para prevenir defectos en las articulaciones, Melatonina para conciliar mejor el sueño, Lipiben+ para reducir el colesterol… Por cierto, este último lo fabrica y vende a buen precio la empresa CINFA, que también vende las famosas estatinas para reducir el colesterol.

El cometido de las empresas, de cualquier empresa, es engrosar lo más posible su cuenta de resultados, económicos se entiende. Y todas, lógicamente, tratan de hacerlo, por lo que las farmacéuticas no van a ser una excepción. Lo malo es que para conseguirlo traten de hacernos creer a todos que estamos «enfermos» o cuando menos «pre-enfermos» de forma que tengamos una legión de pastillas, aceites y pomadas que utilizar diariamente y, si es posible, varias veces al día.

Soy de la teoría de que un medicamente debe cumplir una función puntual: se utiliza durante un período de tiempo para sanar una enfermedad y luego se deja de tomar. Es verdad que hay enfermedades crónicas, de por vida y sin solución, pero cada vez más están saliendo a la palestra otras que empiezan a parecerlo, como por ejemplo el TDAH (Trastorno por déficit de atención, incluso en adultos), colesterol, tensión arterial y, ya puestos, pre-enfermedades de tipo degenerativo como Párkinson y Alzhéimer. Lo que haga falta con tal que tengamos la necesidad de tomar pastillas todos los días y cuantas más mejor.

En este mismo sentido, hace años leí el libro «La mentira del colesterol», de Walter Hartenbach, que sirvió de base a mi comentario en la entrada «COLESTEROL» al que remito. Pero, básicamente, si la industria farmacéutica consigue reducir el nivel (admitido) de colesterol de 250 a 190… mucha más gente tendrá que tomar las famosas (y para algunos como yo peligrosas) estatinas, lo que redundará en beneficios para las empresas que las fabriquen. Si los índices de tensión se reducen… más gente tendrá que tomar medicamentos para controlar la tensión. Si el nivel de azúcar en sangre se reduce… más personas serán consideradas como diabéticas, aunque si no se consigue reducir se puede establecer que las personas que estén cerca del límite son pre-diabéticas y deberían tomar algún preparado, medicamento o «producto natural» como ayuda.

En estos días estoy leyendo otro libro de corte parecido, que ya tiene una veintena de años desde que se publicó: «Medicamentos que nos enferman e industrias farmacéuticas que nos convierten en pacientes», de Ray Moynihan y Alan Cassels. El título es bastante expresivo y perfectamente ilustrativo de su contenido, en el sentido de lo que vamos tratando en esta entrada. Me he acercado a este libro buscando información sobre las Rosuvastatinas, una «no-tan-nueva» versión de estatinas que mi médico me ha convencido tomar para reducir mis niveles de colesterol. Tras un mes de toma… más de lo mismo: noches sin dormir, cansancio generalizado, incremento del nivel de glucosa en sangre… y quizá alguna cosa más si no las hubiera dejado de tomar.

Pero los fabricantes no cejan en su empeño. Si no puedes tomar un determinado medicamente y no estás dispuesto a dar un giro radical a tu vida en forma de control alimenticio para la pérdida de peso y ejercicio físico que redunde en una bajada natural de tus niveles de colesterol, te ofrecen una solución alternativa en algo «nuevo» como es el «complemento alimenticio a base de levadura roja de arroz y coenzima Q10», que se ha demostrado que contribuye a mantener niveles normales de colesterol sanguíneo. Deje Vd. de tomar Estatinas, por cierto, medicamentos muy baratos, y pase a tomar «levadura roja de arroz», por cierto, un no-medicamento sino complemento alimenticio muy caro». El caso es que Vd. tome algo para solucionar su enfermedad, su pre-enfermedad o simplemente para corregir pequeños problemas de la vida diaria de forma pasiva, tomando pildoritas.

No me resisto a terminar sin sacar a la palestra otra pre-enfermedad muy extendida hoy en día y que puede ser la causa de otras muchas: la obesidad. Aunque supongo que lo andan buscando, no hay todavía que yo sepa medicamento para tratarla de forma directa y efectiva. Pero nos podemos dar un paseo por supermercados y tiendas de parafarmacia para encontrar cápsulas de alcachofa, de cola de caballo, quemagrasas, para el vientre plano y así un sinfín de preparados hasta llegar a lo último que está en boga y que ya venden bajo la acepción de complemento saciante: las espirulinas.

 


domingo, 15 de agosto de 2021

PENTAVOCÁLICAS

Recibo muchos chascarrillos al día vía correo electrónico o wasap. Muchos de ellos son recurrentes, hasta machacones, y parece que el tiempo no consigue erradicarlos, porque al cabo de los años regresan y vuelven a ponerse de moda. Esta semana he recibido, otra vez, uno de los clásicos, que además es un bulo: el que la escritora Lucía Etxebarría, filóloga y ganadora del Premio Planeta 2004, dijera, ─ ¡en 2004! ─ que la única palabra en español que contenía las cinco vocales era «murciélago». El bulo ha sido desmentido por la propia autora en su blog y en entrevistas, aburrida de tan cansina falsedad, que surgió por una carta al director del diario ABC que reproduzco a continuación, porque es ingeniosa en su construcción y contiene un buen número de palabras pentavocálicas; fue remitida en 2005 al diario «ABC» por José Fernando Blanco Sánchez.:

Acabo de ver en la televisión estatal a Lucía Echevarría diciendo que «murciélago» es la única palabra de nuestro idioma que tiene las cinco vocales. ¡Confiturera, frene la euforia! Un arquitecto escuálido llamado Aurelio (o Eulalio, no estoy seguro) dice que lo más auténtico es tener un abuelito que lleve un traje reticulado y siga el arquetipo de aquel viejo reumático, desahuciado y repudiado, que consiguiera en su tiempo ser esquilado por un comunicante que cometió adulterio con una encubridora cerca del estanquillo (sin usar estimulador).

Señora escritora: si el peliagudo enunciado de la ecuación la deja irresoluta, olvide su menstruación y piense de modo jerárquico. No se atragante con esta perturbación, que no va con su milonguera y meticulosa educación, y repita conmigo, como diría Cantinflas: ¡Lo que es la falta de ignorancia!

El asunto, a lo largo de estos más de quince años, ha dado mucho de sí. La posibilidad de uso de ordenadores permite realizar una investigación automatizada sobre los muchos vocablos del lenguaje español, habiéndose realizado también en otras lenguas. Pero en este mundo todo se puede complicar hasta la saciedad: ¿palabras derivadas? ¿conjugaciones verbales? ¿diminutivos? ¿plurales? ¿masculino y femenino? ¿palabras compuestas?  Se podrían establecer algunas condiciones cómo por ejemplo se hace en esta página web .

Sin embargo, hay controversia en los detalles. Algunos añaden la condición de que las vocales no se pueden repetir, por lo que excluirían, por ejemplo, «aceitunero» por contener dos veces la vocal e. Otros añaden una condición fonética por la cual las cinco vocales deben sonar al pronunciar la palabra, por lo que excluirían, por ejemplo, «arquitecto», porque le falta el sonido de la vocal «u». Nosotros somos más flexibles y admitimos como pentavocálicas todas aquellas palabras que simplemente contienen las cinco vocales…

Usando Google podemos encontrar numerosa información sobre este tema. En la página web de «SOLOSEQUENOSENADA» han recopilado ni más ni menos que 42.266 palabras con las cinco vocales, repetidas y con o sin sonido, que serían solamente . 30.500 si no se incluyen «que», «qui», «gue», «gui». Para el curioso lector que se las quiera aprender, todas, de memoria o simplemente echar un vistazo, se pueden descargar los listados completos y ver otras curiosidades anexas como que tengan la «aeiou» en este orden y sin repetir ninguna o, rizando el rizo, que tengan todas las vocales, sin repetir y en sentido inverso, «uoiea».

Por descontado que hay más páginas que se ocupan del asunto. Otra interesante es la parte española del «WIKTIONARY» donde dispondremos de otro catálogo con la salvedad de que … «se aportan vocablos adicionales que contienen las cinco vocales prosódicas, no repetidas. Se incluyen pocos derivados, conjugaciones (flexiones) verbales, algunas con enclíticos pronominales, y arcaísmos, ya que son innumerables y se incrementaría considerablemente este catálogo. Aquí obtendremos un listado más contenido y manejable de algo más de seiscientas palabras pentavocálicas.

Además de «pentavocálicas», vocablo no registrado en el diccionario, se usa también «panvocálicas» para referirse a este tipo de palabras; tampoco está registrado en el diccionario, aunque su construcción resulta plausible y se entiende. El idioma español es rico y profuso. He leído esta semana en un diario que una de las propuestas para la «nueva» educación es suprimir los dictados ─además de los números romanos o la regla de tres─. Con el tiempo se eliminarán los acentos, se fusionarán la «b» y la «v», se eliminará la «h» o se la cambiará por «j», se eliminará la «ñ» o se cambiará por «nn», se dejarán de conjugar los verbos… La riqueza de un lenguaje está reñida con el tiempo de aprendizaje y la modernidad camina por el mínimo esfuerzo. Al tiempo.



 

domingo, 8 de agosto de 2021

LEQ


¿Sabe Vd., querido lector que se asoma a este blog, que es un LEQ? Los acrónimos nos acosan por todas partes y «LEQ» puede responder a varios asuntos. Hasta esta semana yo no sabía ninguno y ahora conozco uno de sus significados: «Lista de espera quirúrgica». Es verdad que me he enterado por casualidad y que me hubiera hecho falta conocer todo lo relacionado con esta palabreja con anterioridad, pero las cosas no funcionan como debieran, o al menos esa es mi opinión en este aspecto.

En enero de este año 2021, tras meses de consultas y pruebas, el especialista traumatólogo del Hospital del Escorial que me atendió concluía su intervención con el diagnóstico de que mi rodilla izquierda necesitaba una intervención quirúrgica para la implantación de una prótesis. Ante mi aceptación, la información con la que me marché a casa fue un «ya le llamaremos». De hecho, hay una entrada en este blog de marzo de este año dedicada a estos asuntos telefónicos titulada «LLAMARÁN».

Tras esperar inútilmente esa llamada que no se produjo y sin conocimiento de cómo indagar en el estado de mi operación pendiente, tiré por un medio alternativo y me operé por medio de una sociedad privada. Con toda lógica, acudí a la Seguridad Social a renunciar a la operación para liberar mi plaza en favor de otra persona que estuviera pendiente. Al tiempo, presenté un escrito ─no lo quiero llamar reclamación─ en la oficina de atención al paciente sobre la desinformación y el estado de limbo en que se quedan los pacientes cuando están esperando una llamada que nunca se produce.

La reclamación se hizo el 7 de junio de 2021 y he recibido contestación a la misma a finales de julio, a pesar de la fecha de 6 de julio que figura en la misiva reproducida como imagen al principio de esta entrada. En todo caso, al final me he enterado por esa contestación de lo que es un o una «LEQ». Por lógica, desearía no tener que utilizar este conocimiento en el futuro en ninguna ocasión, lo que sería señal de no tener que pasar por ninguna operación o proceso que requiera una lista de espera en la Seguridad Social Española.

Me dicen en el escrito responsivo a mi sugerencia/reclamación que …

En relación al motivo de su sugerencia, le informamos de que las personas que se encuentran en espera para programación de una cirugía, puedan consultar su situación a través del Portal del Paciente de la Comunidad de Madrid, introduciendo un código que es facilitado a petición de los interesados en el momento de su inclusión en la LEQ.

Pues eso, que, en el momento de incluirme en una lista de espera, además de decirme que ya me llamarán, me deberían de haber informado de la existencia de la «LEQ», y haberme facilitado el código de acceso correspondiente para poder seguir el estado del tema. Si uno no sabe que existe esto… ¿cómo va a solicitar ningún código?

Vivimos en el mundo de la sobreinformación, pero cada día podemos descubrir cosas que existen, que nos serían interesantes, y de las que no tenemos ni remota idea. Como he dicho, espero no necesitarlo en el futuro, pero por lo menos esta información pudiera ser valiosa para algún lector del blog que se encuentre en la situación.