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domingo, 19 de marzo de 2023

RECETAS

La simbología es muy importante en nuestras vidas. En cada contexto, conocer lo que significan determinados símbolos nos puede ayudar. En el caso de los envases con medicamentos, algunos lo indican de forma expresa como puede verse en la imagen, pero otros se limitan a un pequeño círculo blanco en la parte superior derecha del envase. El pequeño círculo significa que esa medicina «está sujeta a prescripción médica», vamos, que o presentamos una receta o el farmacéutico no puede —no debe— dispensarnos el medicamento.

Durante muchos años se ha hablado de la automedicación de las personas sin una consulta médica. Los paracetamoles, ibuprofenos o simples aspirinas han estado en los botiquines de las casas prestos y dispuestos a ser utilizados ante algún síntoma o dolor. Pero o nos quedamos cortos o nos pasamos siete pueblos. Muchos de los medicamentos son ahora «con receta» cuando toda la vida han sido de dispensación libre.

No hay problema, basta con ir al médico y pedir la correspondiente receta. Pero ir al médico en estos tiempos no es sencillo. Pedir cita con nuestro médico de cabecera se ha convertido en todo un arte y para cuando accedamos a él o se nos ha pasado la enfermedad o nos hemos muerto. La receta no es tan fácil o tan inmediata de conseguir.

Hay que estar con las antenas puestas y ojo avizor en todo momento, porque las recetas tienen que ser «oficiales», esto es, en un formato aprobado. No vale cualquier papel de esos que tenían los médicos encima de la mesa y que sellaban con su código de colegiado y un burragato ininteligible. Tampoco vale un informe oficial de un hospital, por ejemplo, de alta tras una intervención quirúrgica, donde se especifiquen las pautas a seguir y los medicamentos a tomar. Receta, receta oficial, sí o sí.


Medicamentos de lo más común y que toman hoy en día de forma crónica miles de personas como el ADIRO (clásica aspirina) o el RAMIPRIL (control de la tensión arterial) son dispensados sólo con receta. Menos mal que ahora con la receta electrónica en el caso de la Seguridad Social se van renovando automáticamente si el médico les otorga la característica de «medicación crónica».

Los que vivimos en los pueblos y somos clientes de una farmacia de toda la vida podemos tener un poco de cancha con el farmacéutico que puede proveernos del medicamento a cuenta hasta que obtengamos la receta correspondiente. Pero debo manifestar que cada vez son más reticentes a hacerlo e incluso cuando les llegas con una receta oficial en la que no constan tus datos personales, te piden el DNI y lo anotan en la receta.

Por todas estas cosas y algunas más estoy pasando estos últimos tiempos muy enfrascado en interacciones con la sanidad pública y la privada. Todo se va aprendiendo, poco a poco, pero los encontronazos sin avisar descolocan, vaya que si descolocan.



Hay veces que están las alternativas, que el propio farmacéutico te puede ofrecer. Si le pides, sin receta, ese medicamento que está en boca de todos y que se toma como si fuera café para prevenir desarreglos estomacales por la acción de otros más fuertes, Omeoprazol, te puede ofrecer un no-medicamento como es ULTRA LEVURA. Siempre hay medicina alternativa para algunas cosas, eso que llaman los mundos de la parafarmacia, pero ojo a los precios, porque te pueden crujir las entretelas: en este concreto caso, la alternativa se acerca a los 15 euros por 20 comprimidos

¿Qué se considera medicamento y que no? Entramos en el proceloso mundo del establecimiento de límites… ¿Cuándo uno deja de ser joven? A los 26, a los 28… Veamos un caso curioso que es aplicable a otros muchos.


La melatonina es un inductor natural del sueño. En algún momento mi médico me recomendó tomar 3 mg. media hora antes de acostarme. Pero en las farmacias o herbolarios españoles no se encuentran comprimidos de este producto de más de 1,95 mg. ¿Cuál es la razón? Sencilla, a partir de 2 mg. se considera medicamento y haría falta la receta correspondiente. La solución es sencilla: te tomas uno y medio de los «sin receta» y es lo mismo. Triquiñuelas para saltarse los controles.

Por razones personales o familiares, el botiquín de casa en estos primeros meses de 2023 esta pletórico. Y, la verdad, no es motivo de alegría.



domingo, 12 de marzo de 2023

OBSERVAR

A lo largo de mis casi cincuenta años como conductor de coches y motos he procurado cumplir de forma fidedigna las normas de tráfico, esenciales en una circulación cada día más densa y complicada. No siempre es fácil hacerlo a pesar de las buenas intenciones.

Pongamos un ejemplo tomando como referencia la señal de tráfico que encabeza esta entrada. Prohibido aparcar hacia la derecha es lo que reza la señal, pero con unas acotaciones posteriores que pueden inducir a error. Si son las diez de la mañana de un sábado… ¿Podemos aparcar? La respuesta sería sencilla si se trata de un domingo o día festivo, pero no lo es tanto en el caso de un sábado, pues hay que saber si el sábado se considera día laborable o no desde el punto de vista de las normas de tráfico. Ante la duda siempre podemos elegir no aparcar y seguir buscando, que es lo que yo hice encontrando un hueco a bastante distancia. Menos mal, porque llegado a casa pude verificar que el sábado sí es considerado laborable a efectos de tráfico, con lo que hice bien en largarme, por si acaso.

Hacía años que no recibía multas de tráfico —la última creo recordar que en 2012—, pero se ve que estoy un poco gafado porque en los últimos tiempos me han caído dos. De una me hice eco en la entrada «ZBEDEP» hace poco más de un mes y hace unos días me cayó la siguiente. ¿Mala suerte? Quizá, pero está claro que infringí, porque el radar que mide la velocidad no miente: ir a 59 km/hora en una vía ¿señalizada? a 50 km/hora es infracción, leve, pero infracción, que conlleva 100 euros de multa que se quedan en 50 si la pagas en plazo. Peor hubiera sido ir a 71 km/hora o más, porque por aquello de los porcentajes la cosa ya no es leve, son más euros y te quitan puntos.

Es bastante complicado ir pendiente del tráfico, de las señales, de las normas, el conocer que una vía interurbana, aunque no esté señalizada, tiene la limitación de 50 km/hora. Y ojo, una vía interurbana no es solamente aquella que atraviesa una población con aceras y viandantes a los lados. También las hay que pasan de forma lateral, con mediana de hormigón, como ha sido el caso.

Muchos de los coches modernos tienen limitadores de velocidad. Yo siempre lo uso en zonas «peligrosas» como por ejemplo la M-30 de Madrid que está limitada a 70 km/hora para no tener que ir pendiente del cuentakilómetros y teniendo cuidado con el pedal del acelerador. También muchos de los coches modernos tienen navegadores cuyos GPS miden exactamente la velocidad a la que se circula.

Una solución sería conectarlos ambos, cuestión que ya se ha tratado con no poca controversia en la Comunidad Europea, de forma que la limitación fuera efectiva sí o sí, esto es, forzar a que el vehículo no pueda sobrepasar la velocidad establecida para la vía en cuestión. Como digo, la controversia está servida porque siempre está la opinión de que nos quitan la libertad, que nos van a controlar hasta cuando paramos para ir al baño.

Sin manifestar mi acuerdo o desacuerdo con esta opción, entiendo que podía habilitarse en los vehículos dotados de limitador de velocidad y navegador con GPS para ser utilizada por los conductores de forma voluntaria. Yo la utilizaría la mayoría de las veces para despreocuparme de estar atento a las señales de velocidad y tener que adecuar mi marcha a ellas de forma manual con la consiguiente pérdida de atención a otras circunstancias del tráfico.

Yo no iba pendiente de la velocidad que llevaba cuando me pusieron la multa. Iba a una velocidad que me parecía adecuada de forma natural para las condiciones del tráfico y de la vía, sin prestar atención al cuentakilómetros. Como dato para curiosos, parece que, si en lugar de ir a 59 km/hora hubiera ido a 57 km/hora, por aquello de la «gracia» de error de los medidores no me hubiera caído la multa. Pero ojo, que esto tampoco está claro amén de que los cuentakilómetros de los coches no siempre son fiables: el cuentakilómetros de mi coche mide 3 km/hora de menos según he podido verificar con dos GPS externos, mientras que el de mi mujer mide 4 de más. En fin, un galimatías.

Y volviendo al título de esta entrada, como suelo hacer en algunas ocasiones, la segunda acepción del diccionario para el vocablo «observar» es «guardar y cumplir exactamente lo que se manda y ordena». Para ello, lo mandado y ordenado tiene que estar claro y con posibilidades de cumplirse. Los despistes... se pagan.



domingo, 5 de marzo de 2023

AUTONOMÍ…sanidad

Los españoles NO SOMOS TODOS IGUALES ante la… Sanidad. Para temas sanitarios, debido a la cesión completa de las competencias sanitarias a las Comunidades Autónomas, no es lo mismo ser madrileño que andaluz, al igual que no es lo mismo que un percance sanitario te ocurra en tu Comunidad Autónoma que te ocurra en otra. De hecho, muchos españoles traspasan las fronteras comunitarias —intencionadamente— en busca de una atención mejor en otra comunidad que en la suya propia.

El Artículo 43 de la Constitución Española en vigor dice que… «Se reconoce el derecho a la protección de la salud» y «Compete a los poderes públicos organizar y tutelar la salud pública a través de medidas preventivas y de las prestaciones y servicios necesarios». Tantas cosas dice la Constitución que no se cumplen ni se desarrollan que esta es una más.

Cuando el incidente sanitario te ocurre de forma fortuita en una CC.AA. que no es la tuya… échate a temblar. No voy a aprovecharme para desarrollar en esta entrada los recientes y acuciantes problemas de la Sanidad Pública en varias comunidades, sino que comentaré tres hechos, conocidos de primera mano, que te ponen los pelos como escarpias que diría mi buen amigo Arturo.

Un matrimonio residente en El Escorial, Comunidad de Madrid (CAM), muy cerca del linde con la Comunidad de Castilla y León (CYL) decide un día darse un paseo por Segovia, distante 53 Km. Durante el paseo, la mujer sufre un ictus y los servicios sanitarios avisados, siguiendo el protocolo que corresponda, trasladan al matrimonio a Valladolid —120 Km.— hospital de referencia en la CYL. De pronto, sin comerlo ni beberlo, el matrimonio se encuentra en un hospital a 173 Km. de su residencia, cuando en su propia localidad de residencia —El Escorial— hay un hospital con garantías suficientes y a menos distancia para atender el ictus. El traslado posterior, al cabo de los días, desde Valladolid a El Escorial… un calvario administrativo entre la CYL y la CAM.

Mismo o parecido caso con idénticas CC.AA. implicadas. En este caso la residente de El Escorial se encontraba en Las Navas del Marqués, Ávila, distante 25 Km. Ahora, el protocolo sanitario organiza su traslado a… ¡Salamanca!, 145 Km. La afectada se encuentra de pronto a 170 Km. de su casa, de su hospital de referencia y de sus familiares.

Y el tercero, maremía del amor hermoso que diría mi gran amigo Eduardo. Sufrido en carnes propias y que ya va adquiriendo visos de solución, ha sido un infierno. Mi hijo sufre un sábado a media mañana un percance que cursa con politraumatismos en cadera, codo, omóplato y costillas. Trasladado a un hospital comarcal de la Junta de Andalucía, le operan de urgencia de la cadera y le hacen una estabilización del codo porque en ese hospital no pueden acometer la compleja operación necesaria. El hospital se encuentra a 563 Km. de nuestro domicilio y, como digo, en otra Comunidad Autónoma. Contactados telefónicamente por el hospital, nos personamos allí tras un intranquilo viaje de casi seis horas cerca de la medianoche.

Tengo que recalcar aquí y así lo he hecho de vida voz y por escrito, la talla profesional y humana de todo el personal del hospital que se desvivió en todo momento por la atención a mi hijo y a nosotros. Este el texto del mensaje dirigido al Director-Gestor del Hospital y al Servicio de Salud de la Junta de Andalucía:

Quisiera con estas líneas expresar nuestro más sentido y emocionado agradecimiento a TODO el personal de ese maravilloso hospital, que nos ha obsequiado los seis días que hemos estado allí con un trato exquisito que no sabemos cómo agradecer. El traumatólogo doctor Alberto, el médico y el anestesista que le operaron de la cadera que subieron varios días a la habitación a interesarse por su estado, la enfermera que le desvistió en su llegada a urgencias y subió a interesarse por su estado al cabo de tres días, todo el personal de enfermería (que llegamos a algunos a conocer por su nombre como Dolo o Elías pero todos sin excepción), el personal auxiliar (Luis y otros muchos) y en fin, TODAS las personas con las que nos cruzamos se desvivieron por atendernos y ayudar más allá de sus posibilidades. La valía profesional y la talla humana de TODO el personal de ese hospital nos deja conmocionados. Además de dar las gracias a todos ellos, reconocer que son lo mejor de Sanidad, a pesar de cuestiones no sanitarias y el trato que a veces reciben, inmerecido a todas luces.

Nos consta los reiterados intentos por parte del servicio de traumatología de contactar con el Hospital de Referencia de mi hijo en Madrid, Puerta de Hierro, viendo impotentes como pasaban los días sin poder obtener una respuesta positiva para poder derivarlo para la operación complicada de codo que precisaba. La burocracia se impuso una vez más y todos sus esfuerzos, que me constan, fueron en vano. Tristemente y ya casi desesperados, tuvimos que optar por un traslado y una atención privada y mi hijo se recupera ya en casa de la operación del codo realizada en Madrid.

Sencillamente, gracias de corazón, muchísimas gracias. Nuestro agradecimiento infinito, que nos gustaría poder expresar a todos y cada uno personalmente.

En mis estudios de bachillerato, ampliados ahora en la senectud, recorrimos la formación de los Reinos de Taifas que aparecieron en la España medieval por el desmembramiento del Reino Musulmán. Todas las comparaciones son odiosas, pero esto de las Comunidades Autónomas me parece una edición corregida y aumentada de aquello. No aprendemos de la historia y la repetimos, volvemos a tropezar una y otra vez en lo mismo. Los reyezuelos de entonces son ahora los presidentes autonómicos, que hacen y deshacen a su antojo, aconsejados por una miríada de eruditos consejeros. Eso, sí, que no haya ninguna duda que velan por el mejor interés de sus ciudadanos administrados y nunca pensando en beneficios propios o tangenciales para partidos políticos, organizaciones, empresas afines, familiares o amistades.

Cada cual tendrá sus opiniones, pero la mía y no es de ahora, es clara: un NO rotundo a las Comunidades Autónomas, al menos tal y como están concebidas. El hecho de que un español tenga mejores condiciones en cualquier aspecto por residir en una Autonomía, ya me parece fatal por comparación con otros. Todos iguales, en lo bueno y en lo malo, debería ser la premisa fundamental. Pero claro, somos bastante primarios y atendemos antes a los embaucadores que trabajan nuestras emociones y desatienden nuestras necesidades. Y así nos va.