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domingo, 27 de agosto de 2023

AMOLADOR

 

Cuando estás allí por la circunstancia que sea o llegas antes a una fiesta de celebración, corres el peligro de que los anfitriones te utilicen para echarles una mano en los preparativos, esos que nunca están finalizados y que ponen de los nervios a cualquiera. Pero incluso en estas circunstancias se pueden aprender cosas. Me endilga el anfitirión —con mi aquiescencia— un queso completo y un cuchillo y me insta a echarle una mano preparando cuñas para servir en la mesa. Una manera de entretenerse como otra cualquiera en lugar de estar haciendo el vago por allí.

Puestas manos a la obra, resulta que o bien el queso es duro como una piedra o el cuchillo facilitado deja mucho que desear. O las dos cosas. Como cuando estás en un restaurante y para cortar la carne te dejan un cuchillo inapropiado con el que no hay manera de hacerse con el filete y acabas desesperado pidiendo otro que corte de verdad.

Curiosamente he visto uno esta semana dando un paseo por Valdemorillo, un pueblo de la provincia de Madrid. Antaño aparecían de vez en cuando por las calles empujando su desvencijada bicicleta emitiendo una melodía característica con su diapasón —chiflo, pifia o pan flute—. Eran los afiladores, llamados también amoladores, que recababan por las casas los cuchillos, tijeras y utensilios susceptibles de ser afilados y  se ponían en la puerta de la calle, con la bicicleta suspendida sobre su propio trasportín, a dar pedales para mover la rueda de afilar en la que apoyar delicadamente el cuchillo o la tijera y sacar un reguero de chispas que era muy relajante de mirar y observar. Creía que los afiladores callejeros se habían extinguido y ya no se afilan las cosas, se compran nuevas.

Volviendo al asunto del corte del queso de mi anfitrión, durillo sí que estaba, pero así tenía que ser como corresponde a un queso bien curado con buena capa protectora. El problema era el cuchillo. Menos mal que andaba por allí otro invitado al que todavía no le había caído ninguna tarea, que me dijo que me esperara y que se acercaba a su casa —que estaba al lado— y se traía un cuchillo «de los que cortan de verdad». Y así fue.

Como de la noche al día. El refrán popular dice que «con buena herramienta bien se trabaja» aunque hay una versión modificada más jocosa y popular que no voy a poner aquí para no herir susceptibilidades. Me quedé maravillado cuando empecé a utilizar el cuchillo ya que con solo acercarlo el queso se asustaba y se hacía cuñas el solito.

Había que preguntar por el cuchillo mágico y quedarse con la copla del fabricante: ZWILLING. No lo había oido nunca pero es que tampoco se compran cuchillos todos los días. Se trata de un fabricante alemán de prestigio en este asunto del menaje y que tiene una gran variedad de productos que pueden contemplarse en su página web. Como ocurre siempre con estas cosas de alta calidad, no son baratas y cada cual tendrá que ver si le merece la pena el precio a pagar por la satisfacción a la hora de… cortar un queso. O un jamón. A mí lo del queso me dejó patidifuso.

Desde entonces he comprado un cuchillo jamonero que solo utilizo en Navidad pero vaya diferencia con el anterior, que fue directamente a la basura. Recientemente he comprado unas tijeras de cocina y tengo que decir lo mismo, otro mundo en comparación con las anteriores. Lo siguiente que he visto en su página web son varios afiladores de cuchillos que tarde o temprano acabarán cayendo en cuanto haga falta afilar algo.



domingo, 20 de agosto de 2023

«HOROLOGÍA»

 

En un libro que me está entusiasmando esta semana, llevo toda ella leyendo (sin mosquearme) la palabra que sirve de título a esta entrada. Resulta que ni viene en el diccionario oficial ni siquiera la «FUNDEU» tiene nada que decir al respecto salvo que yo no haya buscado bien. La alternativa es el mundo de internet donde sí figura profusamente, por ejemplo en la Wikipedia, donde se indica que es… «es el arte o la ciencia de medir el tiempo». Y añade que «relojes, relojes de sol, clepsidras, temporizadores, grabadoras de tiempo y cronómetros marinos, son ejemplos de instrumentos utilizados para medir el tiempo».

El tiempo, como concepto, es un asunto que ha acompañado a la humanidad desde sus albores con una decidida preocupación por establecer y fijar sus medidas. Pudiera parecer que «horología» debería significar el estudio de las horas, de los relojes, pero si nos atenemos a la definición anterior, es mucho más profundo: el tiempo. Los seguidores de este blog habrán apreciado que es un tema por el que tengo debilidad, pues hay numerosas entradas en el blog tratándole. Entradas como «NÚMEROS»,  «CUCO», «HORA», «RELOJ» o «CALENDARIOS» entre otras muchas dan fe de ello.

En el caso de la presente entrada me quiero centrar en las horas y los relojes. Una de las cuestiones podría ser el plantear por qué el día se dividió en 24 horas y no en 10 o en 100 que hubiera sido mucho más cómodo, especialmente para los que somos usuarios del sistema métrico decimal. También, por la misma razón, las horas en 100 minutos y los minutos en 100 segundos. Pero en las épocas en que se establecieron todavía no existía y se funcionaba más en bases numéricas de doce que de diez.

Como digo, esta semana estoy disfrutando con la lectura del libro de David Rooney, titulado «A tiempo. Una historia de la civilización en 12 relojes». Parece mentira la importancia que han tenido los relojes a lo largo de la historia y cómo se han servido de ellos los gobernantes para «meter en cintura» a sus súbditos. Y hoy en día, en mayor o menor medida, somos esclavos del reloj y del tiempo y nuestras relaciones con los demás están siempre bajo el paraguas de los horarios. Podemos estar de vacaciones sin mirar tanto al reloj, pero los restaurantes tienen sus horarios, los cines o espectáculos empiezan a una hora concreta y los transportes públicos salen con hora.

Y ya que hablamos de libros, dejaré referenciados aquí otro par de ellos sobre este asunto que recuerdo me han gustado e impactado por contar historias sobre el mundo de las horas y su medición, desde los antiguos relojes de sol hasta los modernos relojes atómicos que a través de los satélites ponen en hora de forma automática nuestros relojes y teléfonos. El asunto de cambiar las pilas de la estación meteorológica que tengo en el salón de casa es una operación sencilla porque… a los pocos segundos, la fecha y la hora se muestran de forma automática sin tener que estar unos minutos dándole a los botoncitos para arriba y para abajo

José Rodríguez Losada nació en 1801 en La Iruela, un pueblo de la provincia de León, en una familia ganadera en la que desde muy niño se ocupaba de llevar y traer el ganado a los pastos. Sufriendo continuas vejaciones y palizas de su padre y ante un futuro incierto y gris, decidió escapar de allí, llegando tras diversas vicisitudes a Madrid. Acabó siendo un relojero de prestigio mundial en Londres. En esta entrada de la página web de la Real Academia de la Historia hay una sucinta biografía suya, pero el libro delicioso que me acercó a esta historia está escrito por Emilio Lara y se titula «El relojero de la Puerta del Sol». Hay una reseña del mismo en el blog amigo de ALQS2D en este enlace.

John Harrison fue un relojero inglés del siglo XVIII famoso por haber construido el primer reloj marítimo de alta precisión, gracias al cual se pudo determinar la longitud a bordo de un barco cuando se han recorrido largas distancias, logrando el no depender de las estrellas o del sol para determinar la posición exacta de los barcos en medio de los océanos. El libro, también delicioso como el anterior, que relata con mucho detalle los pormenores de esta historia está escrito por Dava Sobel y lleva por título «Longitud». También hay reseña de este libro en el blog amigo de ALQS2D en este enlace.

Por meter los perros en danza, decir que es importante llevar nuestros relojes en hora. Y entre ellos el de nuestro ordenador. No será un asunto especialmente importante si lo destinamos a usos caseros, pero sí lo será si hacemos un uso profesional. Hay muchas maneras de poner en hora un PC utilizando los servidores de tiempo exacto a través de la conexión a internet. El mejor y más recomendable de los españoles es el servidor horario de la Armada Española conocido como ROA (Real Observatorio de la Armada), alcanzable electrónicamente en ntp.roa.com y visualmente en https://www2.roa.es/hora/index.html.

En el caso de WINDOWS 10 podemos controlar de forma automática y manual la hora de nuestro ordenador a través de la configuración de fecha y hora como puede verse en la imagen siguiente.

Y ya puestos y antes de despedir esta entrada, una película encantadora sobre este tema es «La invención de Hugo», de Martin Scorsese, que nos habla de la infancia de Hugo Cabret, quien ha perdido a su padre y vive oculto entre los mecanismos de los relojes de la estación de tren de Montparnasse, en París.


 

domingo, 13 de agosto de 2023

NEGATIVOS

 

Los que ya estamos entraditos en eso que se ha dado en llamar la tercera edad y vamos camino de la cuarta, hemos tenido la oportunidad de asistir a tremendos cambios sociales y tecnológicos. En términos de Historia, en muy poco tiempo hemos visto desaparecer, y aparecer y desaparecer, numerosos asuntos y cachivaches, especialmente en tecnología. Tanto que a muchos cada vez nos va costando más adaptarnos a esos cambios.

Mi admirado maestro y amigo Antonio Rodríguez de las Heras se ocupaba de estudiar cómo la tecnología nos cambia el paso de nuestras vidas de un día casi para otro. El maldito COVID-19 se lo llevó hace ahora un poco más de tres años, pero sus enseñanzas están vivas en sus artículos, en sus libros y en numerosos vídeos en la red. El decía que los arqueólogos del futuro, cuando escarben en los basureros se quedarán muy sorprendidos al encontrar muchos aparatos que no estaban estropeados pero que la tecnología dejó obsoletos. No se trata de ser exhaustivo, pero que fue de la máquina de escribir, del CD musical, de las enciclopedias y diccionarios en papel o en DVD, del telégrafo, del FAX, casi casi de los teléfonos fijos y tantas y tantas cosas y archiperres que han ido desapareciendo de nuestras vidas en estos últimos años. Menos mal que nos quedan el bolígrafo BIC y el Cola-Cao por mencionar un par de ellos.

Hacía mucho tiempo que no veía a una sobrina con la que he contactado por un luctuoso suceso, de esos que se encargan de juntar a las familias. Hablando con ella, recordé una retrato que le hice cuando contaba unos catorce años —ahora se acerca a los cincuenta— en la que estaba con una prima en un banco, apoyadas sus caritas en el respaldo y mirando fijamente a mi cámara. Un buen retrato para mi gusto que se ha quedado grabado en mi mente y que parece que estuviera viendo ahora mismo como si lo tuviera delante. Yo me imagino que daría una copia en papel a sus padres y por lógica yo no me quedaría con ninguna. Siempre estará el negativo…

Ella no se acordaba de esa fotografía, por lo que me comprometí a buscarla. En menudo lío me he metido: tiene que estar por algún lado, pero no consigo encontrar el negativo. Pero… ¡¿que es eso del negativo?! Menos mal que el diccionario mantiene la acepción número 7 para la palabra negativo diciendo que es «…dicho de una imagen fotográfica: Reproducida con los claros y oscuros de manera contraria a como se ven en la realidad, o con sus colores complementarios». Una definición algo enrevesada para aquellos que no sepan o hayan conocido esta forma de fotografía, que hoy llamamos analógica por contraposición a la digital. En mi caso, abandoné el mundo del negativo y la película fotográfica en los albores del siglo XXI, concretamente en 2003.

Lo que muestra la imagen de esta entrada es lo que se denominaba una «Hoja de Contactos». Como dice la definición de la RAE y sabrán los que conozcan este mundillo, los negativos planteaban eso, una imagen negativa con los colores complementarios a los reales. En el caso del blanco y negro con una gama de grises. Cuando uno tenía su pequeño laboratorio casero para el revelado en blanco y negro, se revelaban los negativos, pero no todos se positivaban, es decir, se pasaban a papel. Una buena práctica, aunque costosa en tiempo y dinero, era realizar las hojas de contactos para, aunque en pequeño, poder apreciar las imágenes reales y decidir cuál o cuáles se pasaban a papel.

En mi archivo, solo los doscientos primeros carretes de blanco y negro de 35 mms. —normales— tienen hojas de contacto. Los carretes eran normalmente de 36 fotografías, aunque yo me los fabricaba comprando rollos industriales de película de 30 mts. y forzaba un poco hasta llegar a 40 o 42 fotografías en cada carrete. El resto, hasta los 347 que forman mi archivo de blanco y negro de 35 mms., no tienen hoja de contacto, se ve que en algún momento me cansé. Focalizándome en el año 1989 en que mi sobrina cumpliría los 14 años, dos años arriba o dos años abajo, he tenido que revisar al trasluz unas cuantas hojas de negativos al no disponer de hojas de contacto. Tarea infructuosa pues no he localizado el deseado

Tendré que volverlos a revisar con más cuidado, pero… ¿y si el negativo era en color, pero positivado en blanco y negro? De los carretes en color sí que no hay contactos pues se llevaban a revelar todos a la tienda. Tengo en mi archivo 325 carretes en color de 35 mms.

Una buena idea sería escanear todo ese material, pero estamos hablando de unas 12.500 fotografías en blanco y negro y otras 11.700 en color; una tarea ingente el escaneo para pasarlas a digital, aunque sería una buena manera de «volverlas a ver». Y eso por no hablar de los negativos en blanco y negro y color de gran formato (6x6) y de las diapositivas, que superan las veinticinco mil unidades en mi archivo…



 

domingo, 6 de agosto de 2023

«TAFÓFILO»

 

En mis constantes brujuleos por la red, esta semana pasada me encontré con la palabra que sirve de título a esta entrada. Ya advierto que no aparece  en el diccionario aunque la imagen puede dar una pista del tema sobre el que versa. Se trataría de un anglicismo derivado del inglés donde existen «taphophilia» y «taphophile» para describir a los amantes de los cementerios, es decir, un interés en los funerales, los cementerios y los rituales de la muerte.

Puestos a buscar un vocablo castellano que se acerque al tema, podríamos construir necroturismo o necrointerés partiendo del significado del prefijo —necro— que significa muerto. Con independencia de definiciones, el asunto puede parecer un poco macabro según nuestras concepciones pero en mi caso siempre he sentido una cierta curiosidad, concretamente, por los cementerios. Siempre que he pasado por delante de algún camposanto que estuviera abierto, me he colado dentro a observar numerosas curiosidades que pueden saltar a la vista: nombres, fechas, dedicatorias —«tu familia no te olvida» o «siempre en nuestro recuerdo»— o epitafios  —«aquí yace uno en contra de su voluntad» o «perdone que no me levante a saludar»—. Sea como fuere, me gusta emplear un rato y tomar algunas fotografías siempre que se pueda para conservar en mi archivo.

Los cementerios son una invención relativamente moderna. Salvo enterramientos regios o eclesiales en iglesias, monasterios, conventos o catedrales, el común no empezó a tener una «parcela» reservada para la posteridad y el recuerdo hasta el siglo XVIII aunque hay muchas historias y leyendas sobre el asunto. Habiendo visitado numerosos cementerios en varios paises, quedan anécdotas curiosas algunas de las cuales voy a referir a continuación.  

Hasta 1978, mi centro de tabajo en Madrid estaba situado en la Plaza de Celenque, muy cerquita de la Puerta del Sol. El lógico crecimiento de la empresa motivó el traslado de mi departamento nada menos que al barrio de San Blas, en la periferia. Mi rutina de bajarme del tren en Recoletos y andar hasta el trabajo cambió de dirección hacia la Puerta de Alcalá para tomar el autobús 28 de la E.M.T. El caso es que este autobús pasaba por el lateral del cementerio de la Almudena. En su muro veía a diario una pintada que rezaba «Detrás de la muerte no hay nada». Un día, al cabo de varios años, alguien contestó: «Y      qué   sabes».   Al   poco   tiempo   desaparecieron   ambas   frases   del   muro   del  cementerio.

Las ciudades grandes tienen enormes cementerios dado su crecimiento, pero siempre pueden quedar vestigios conservados de menor tamaño. En la maravillosa ciudad estadounidense de Nueva Orleans se da está circunstancia y pude visitar el Lafayette Cemetery number 1, lugar recomendado incluso para turistas y del que puede verse una imagen a continuación

La curiosidad es que, recientemente, viendo una serie en televisión titulada «Your Honnor», reconocí el lugar en algunas escenas rodadas allí. La serie, muy recomendable al menos en su primera temporada, está teniendo ahora, —agosto de 2023— un remedo español titulado «Honor» que habrá que ver por si hay escenas de cementerio reconocibles.

Cementerios celtas en las tierras altas de Escocia o en Noruega anexados a las iglesias, praderas verdes extensas con exiguos ladrillos nominando los inhumados en Vevey (Suiza), prehistóricos excavados en piedra y reutilizables en Soria, ocupando una iglesia destruida por el fuego en Comillas (Cantabria), judíos como el de Praga, el militar alemán de Cuacos de Yuste en las cercanías del monasterio de Yuste… Son innumerables los visitados y los recuerdos, cada uno con sus características y sus curiosidades.

 

A buen seguro que don Nicasio Gutiérrez que murió con 76 años en febrero de 1896 era soltero por la dedicatoria que alude a sus sobrinos y no a otro tipo de familia. Eso sí, tendría hermanos para poder tener sobrinos. Elucubraciones y conjeturas podemos hacer todas las que queramos. En un pequeño cementerio de la costa cántabra, destaca un conjunto de cuatro placas enormes sobre nichos –ocupando varios de ellos— que pertenecen a cuatro hermanos. Lo curioso es observar las fechas de fallecimiento de los cuatro. Quizá sea tema de una entrada especial más adelante.

Hay numerosa información sobre el asunto. No quiero dejar de citar a Nieves Concostrina con sus libros «Polvo eres» y «En polvo te convertirás» en los que se recopilan epitafios curiosos cuando no extraños y que dan que pensar. En Portugal incluso hay revistas dedicadas y abundan artículos en periódicos y revistas, así como blogs dedicados. No hay más que empezar a rascar…