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lunes, 29 de octubre de 2012

VIGILADOS



Con poco tiempo y con retraso para acudir a mi cita semanal con el blog, recibo un correo electrónico con una información que puede resultar graciosa pero que tiene mucho de realidad hoy en día. Nunca como ahora podemos estar tan vigilados, y no solo por personas u organismos que tienen la facultad de hacerlo, sino por cualquiera que tenga acceso a las innumerables bases de datos que pululan sin control por todos lados. Baste simplemente acceder vía internet a cualquiera de los buscadores, por no mencionar el más famoso, y teclear nuestro nombre o nuestro carnet de identidad para quedar sorprendidos. de las veces que aparecemos en montones de sitios: por haber corrido una carrera, por una multa que nos han puesto, en un boletín municipal, en una conferencia que asistimos, en un foro que escribimos, un video que hemos subido a “youtube”, una red profesional o por cualquier otro tipo de circunstancias. Acabo de ver una persona que se llama exactamente igual que yo, con el mismo nombre y apellidos, con su teléfono en claro y su dirección en un pueblo de León.

Esto que debiera ser bueno, se puede convertir en malo siempre dependiendo del uso que haga de ello. Por centrarme en una cosa buena, diré que esté fin de semana me ha localizado una vecina de mi infancia, Mari Carmen, a la que vi por última vez en la lejana isla griega de Mikonos a principios de los años ochenta, con motivo de un viaje por allí. Ella se había casado con un griego, de nombre Panagiotis, y se había desplazado a vivir allí. Ahora se han jubilado y viven en España, en un lugar de la costa mediterránea, desde donde me ha localizado a través de la red “linkedln” y hemos reanudado el contacto. En la foto que acompaña a este texto se nos puede ver a los dos hace muchos, muchos, años. Esta historia es una cosa buena y positiva, pero a poco que hurguemos veremos que la red se puede utilizar con otros fines, mucho menos lícitos y peligrosos, y no solo por organismos públicos sino principalmente por particulares.

Y por falta de tiempo reproduzco a continuación un chascarrillo que me ha llegado por correo electrónico. Nos reiremos por no llorar, pues parece un cuento, pero no es tan descabellado.

Esta es la falacia de la Sociedad del Bienestar y la privacidad personal.

Ring, ring.
- ¡Pizzería GOOGLE, buenas noches, dígame! 
- ¿Pizzería qué? 
- Pizzería GOOGLE, señor. ¿Cuál es su pedido? 
- Pero... ¿no es la Pizzería Washington? 
- Era, señor, era; GOOGLE ha comprado la pizzería y ahora el servicio es más completo. 
- Estupendo. ¿Puede Usted tomar nota de mi pedido, por favor? 
- Naturalmente, ¿el Señor desea lo de siempre? 
- ¿¿¿¡¡¡Lo de siempre!!!??? ¿Es que me conoce? 
- Tenemos un identificador de llamadas y, de acuerdo con su teléfono, sabemos que las últimas 53 veces que llamó pidió una pizza mixta de cuatro quesos y calabresa con una cerveza bien fría. 
- ¡Vaya, no me había dado cuenta…! Bien, pues quiero lo mismo. 
- Señor, ¿puedo hacerle una sugerencia? 
- Por supuesto. ¿Tiene una pizza nueva en el menú? 
- No, señor. Nuestro menú es muy completo, pero me gustaría sugerirle la de ricota y récula con un botellín de agua de mineralización baja. 
- ¿Ricota? ¿Récula? ¿Mineralización baja? ¿Pero está usted loco? Yo odio esas cosas. 
- Pero, señor, son buenas para su salud. Además, su colesterol está por las nubes... 
- ¿Y Usted cómo lo sabe? 
- Mire, señor, nuestra empresa tiene la mayor BASE DE DATOS del planeta. Hemos cruzado su llamada con su nombre y tenemos a la vista la información del laboratorio donde le hacen a Usted las pruebas. 
- ¡Joder con la BASE DE DATOS!, no quiero pizza de queso suave y ensalada para nada, por eso me estoy medicando y como lo que me da la gana..., ¿se entera? 
- Señor, lo siento, pero creo que usted no ha tomado su medicina últimamente. 
- ¿Ah sí y cómo coño lo sabes? ¿Es que por casualidad me estás mirando todo el santo día? 
- ¡No qué va!, es que también tenemos la BASE DE DATOS de las farmacias de la ciudad. La última vez que compró su medicamento para el colesterol fue hace 3 meses. Y la caja contiene 30 comprimidos. 
- ¡Maldita sea! Es cierto. ¿Y cómo es que también sabes eso? 
- Por su tarjeta de crédito, señor... 
- ¿¿¿¡¡¡Qué!!!??? - Sí, tiene Usted el hábito de comprar sus medicamentos en una farmacia que le ofrece descuentos si se paga con tarjeta de crédito del Banco BANG BANG. Tenemos una BASE DE DATOS de sus gastos con la tarjeta. Hace 3 meses que no ha comprado nada allí, pero, en cambio, sí la utiliza en otros establecimientos, lo cual nos indica que no la ha extraviado. 
- ¿A sí? ¿Y no puedo haber pagado en efectivo en la farmacia?, ¿eh?, ¿eh? A ver qué dices a eso, listillo... 
- No es probable, señor. Verá, Usted sólo paga en efectivo 200 € semanales a su empleada doméstica, y el resto de sus gastos los hace siempre con tarjeta de crédito. 
- ¡Ay rediez! ¿Y cómo coño sabéis lo que gana mi empleada de hogar? 
- Bien le paga la Seguridad Social ¿no...? 
- ¡Vete a la mierda! 
- Como Usted mande. Lo siento, señor, pero es que todo está en mi pantalla y tengo el deber de ayudarle. Creo que Usted debería volver a programar la consulta con su médico a la que faltó y llevarle los resultados de los exámenes que se hizo el mes pasado, para que le ajuste la medicación. 
- Mira guapete, estoy harto de TI, de los ORDENADORES, de las BASES DE DATOS, de INTERNET, de GOOGLE, de FACEBOOK, de TWITER, de la FALTA DE PRIVACIDAD, del SIGLO XXI, y de este país... 
- Pero, señor..., por favor, no se excite. No le conviene… 
- ¡Cállate de una vez! Mañana mismo me mudo bien lejos de este puto país. A las Islas Fiji o a cualquier otra parte que no tenga Internet, computadoras, teléfono ni gente vigilándome todo el tiempo... 
- Entiendo, señor... 
- Voy a usar mi tarjeta de crédito por última vez para comprar un billete de avión e irme a los confines del planeta. 
- Perfectamente, señor..., 
 - Puede cancelar mi pizza. Ya no la quiero. 
- De acuerdo, señor…, ya la tiene Usted cancelada. Pero si me permite…, una última cosa más, señor... 
- ¿¿¿¡¡¡Y AHORA QUÉ COÑO QUIERES!!!??? 
- Solo avisarle, de que tiene su pasaporte caducado.

domingo, 21 de octubre de 2012

SSD


No hay nada como tener interrelaciones las personas para aprender cosas, en la medida que estés un poco atento y sepas captar cuando te están contando algo que te puede resultar beneficioso. Hace ya unos meses, mi gran amigo Miguel Ángel me contó cómo había revitalizado su “notebook” a base de cambiarle el disco duro. Como ya es sabido, los “notebook” son esos ordenadores portátiles reducidos, por lo general de pantalla de diez pulgadas y también de poca potencia, que se pusieron de moda hace unos años para los usuarios que necesitaran llevarlo encima, por su poco peso y larga duración de la batería, y no tuvieran una necesidad muy grande de proceso. Hoy en día están claramente en desuso por la aparición de las “tabletas” que cumplen esas funciones aunque habría que profundizar un poco en esto, ya que una cosa es un ordenador portátil y otra cosa es una “tableta”, más portátil pero menos ordenador, aunque sirva casi, insisto en el casi, para lo mismo. Quizá sea así en el futuro pero por el momento no lo es, cuestión que descubren muchos usuarios cuando llegan con su flamante tableta a casa y quieren editar un documento en Word, y no pueden, por lo menos así de entrada.

Mi amigo me habló de los discos “SSD”. Otra sigla más que se está poniendo de moda y que traducida quiere decir “solid state disk” o lo que es lo mismo en román paladino, “disco de estado sólido”. Los que normalmente están alojados en nuestros ordenadores son “HDD”, “hard disk drive”, o sea, “disco duro”. La diferencia fundamental entre los modernos, y caros por ahora, “SSD” y los antiguos y menos caros “HDD” es la velocidad de transferencia de datos, que se mantiene constante y que es considerablemente mayor con independencia del estado de llenado del disco. Los “HDD” son mecánicos y gastan una gran cantidad de energía en mantener el disco en rotación continua, lo que redunda en ruido, y durabilidad. Por otro lado, hoy en día, los “SSD” son mucho más caros, al tratarse de una nueva tecnología que se va implantando y que al principio hay que pagar. Dentro de unos años todos los discos duros serán “SSD” pero habrán descubierto los “NTJV” y vuelta a empezar otra vez. Por cierto, “NTJV” significa, para mí y algunos otros, “no te jode Valeriano” y es un antiguo “grito de guerra” en la oficina cuando ocurría algún evento.

Pero no es cuestión de meterse en detalles técnicos que pueden encontrarse en la red a poco que busquemos. Comparaciones entre ambos, ventajas, inconvenientes, de todo hay escrito para profundizar. Yo lo que quiero aquí es contar mi experiencia personal.

Mi mujer tiene un “notebook” de esos. No era de los de muy poca potencia pero cada vez iba más y más lento, hasta llegar a la desesperación. Abrir una página en la web era para dejarlo y marcharse a hacer cosas, y así no se puede trabajar. Había hecho todo lo que se me había ocurrido, operaciones tales como desfragmentar el disco, limpiar el registro, quitar aplicaciones… y nada, la cosa mejoraba un poco, pero la lentitud era desesperante. Al comentarme Miguel Angel que había instalado un disco SSD en su notebook, he hecho yo lo propio en el “notebook” de mi mujer y, como por arte de magia, va “como un tiro”, vamos, que te despeina y si te acuerdas de cómo iba antes, la comparación no se resiste. Para que todo quede claro, el asunto han sido ciento ochenta euros, aunque los precios bajan, literalmente, de un día para otro. Acabo de mirar en la misma tienda donde lo compré y ya cuesta, en tan solo un par de semanas, veinte euros menos. Como se puede pensar, casi ha costado el disco lo que cuesta un notebook entero, exagerando un poco. Pero merece la pena.

Pero aquí no queda la cosa, porque yo tengo un portátil ya muy viejecito, con más de cinco años, que iba bien, suficiente para lo que yo hacía con él. Pero picado por la curiosidad le he dotado de su correspondiente “SSD” y parece increíble la mejora de velocidad experimentada. Solo en el arranque del encendido ya se puede apreciar como en apenas un minuto está listo para trabajar cuando antes se tomaba su tiempo.

Y para explicarlo todo un poco más, diré que tanto mi portátil como el notebook de mi mujer no están aprovechando toda la velocidad que tienen los discos “SSD” instalados. Ello es debido a que las placas base son antiguas y aunque tienen la interfaz “SATA” necesaria para estos nuevos modelos de discos, solo tienen el nivel “SATA-II” cuando si tuvieran “SATA-III” estos discos literalmente volarían.

Y como no hay dos sin tres, resulta que mi Pc fijo si dispone de una placa con “SATA-III”. Un poco de inversión y a dotar al PC fijo con su correspondiente “SSD” solo para contener el sistema operativo, uno pequeñito que anda en los ochenta euros. Bueno, sin comentarios, el arranque de un Windows 7 profesional hasta estar disponible son 47 segundos. Una gozada.

Depende mucho de cómo usemos nuestro ordenador y el tiempo que pasemos con él, de forma personal o profesional. Pero en todo caso y si se puede uno dar el caprichito, estudiar la posibilidad de incorporar un “SSD” a nuestra vida es un opción muy interesante. También podemos esperar a que bajen de precio...

domingo, 14 de octubre de 2012

CASUALIDADES



A medida que uno se aleja de la localidad donde se reside, la posibilidad de encontrarse por casualidad con alguien conocido va disminuyendo progresivamente. Si encima estamos en el extranjero suele ser bastante infrecuente el que nos topemos con alguna persona a la que sintamos necesidad de saludar, cosa que nunca hubiéramos hecho cuando el encuentro se produce en la rutina diaria. Siempre se ha dicho que basta ser que no quieras que nadie te vea para encontrarte al menos adecuado o adecuada para tus intereses. El caso típico de la parejita de ocasión que se ve sorprendida infraganti en el más recóndito lugar donde se han ido a refugiar pensando que iban a estar a salvo de miradas indiscretas.

Sin embargo, a lo largo de mi vida he topado en varias ocasiones con estas “casualidades”. Voy a referir aquí cinco de ellas, las más significativas, por haber tenido lugar fuera de España y en algunas en épocas en que era poco frecuente para los compatriotas viajar al extranjero.

Septiembre de 1980. Como una extensión no programada de un viaje por Bulgaria, me encontraba inmerso entre una muchedumbre en las galerías y pasillos del Gran Bazar de Estambul. Mi mujer quería comprarse una túnica y entramos en una tienda. Justo dentro de ella me encontré con una persona, empleado de mi misma empresa, a la que conocía de vista. Bien es verdad que muchos turistas se concentran en estos lugares típicos, pero hay que coincidir en el mismo segundo en el mismo lugar, en este caso, en el interior de una tienda. Y estamos hablando de una época en que no muchos viajaban al extranjero.

Diciembre de 1980. Aprovechando el puente de la Inmaculada, seis compañeros de trabajo nos escapamos a pesar del frío y las pocas horas de luz a patear las calles y comercios Londinenses. Uno de los días regresábamos a pie a nuestro hotel a eso de las ocho de la tarde-noche, atravesando Hyde Park, lo cual no era muy corriente. Allí me cruce con el hermano de una amiga que había sido compañero mío clase en el colegio años atrás. Estaba perfeccionando su inglés acogido en una casa y a esa hora y en ese justo momento paseaba por allí practicando inglés con el hijo de sus acogedores. Coincidencias.

Noviembre de 1997. Me encontraba en Nueva York en esos tres días que me quedaban para hacer turismo tras haber corrido la maratón. Otra vez las cosas típicas que hacen todos los turistas: tomar el barco para ir a visitar la estatua de la Libertad. Estaba esperando el barco para regresar a la ciudad, cuando en el que llegaba uno de los pasajeros que desembarcaban se acercó a saludarme. Un compañero de trabajo, en una empresa grande, pero ninguno de los dos sabíamos de las andanzas del otro. Él estaba allí acompañando a su mujer, médico, que estaba en un congreso y mientras los consortes se dedicaban al turismo.

Noviembre de 1999. Se había acabado una semana de vacaciones en La Habana y nos dirigíamos a facturar nuestras maletas por los pasillos del aeropuerto, cuando me crucé con un vecino, residente en la casa de enfrente. Estamos de acuerdo en que el aeropuerto es uno de los sitios donde sería más fácil encontramos a alguien, pero a esa distancia, el mismo día, a la misma hora, en el mismo pasillo y además no estar distraídos y fijarnos en el otro… muchas coincidencias.

Y un último caso hace relativamente poco. En el verano de 2010 habíamos pasado unos días en la campiña inglesa, cerca de Cambridge y como colofón estuvimos unos días en Londres, a donde curiosamente no había regresado yo desde el viaje que he referido al principio de esta entrada, nada menos que treinta años habían transcurrido. Subíamos la familia las escaleras para acceder a la catedral de San Pablo cuando bajaba por las mismas la directora del colegio de mi hija con su madre. Mira que Londres es grande para coincidir en un mismo instante.

Por supuesto que me han ocurrido más casos de estos dentro de la geografía nacional, en Peñíscola en más de una ocasión y no precisamente en verano, sino en el mes de Febrero, en Sevilla o en La Coruña, por poner unos ejemplos que me vienen a la mente y que no detallaré para no cansar al lector.

Como moraleja y al menos en mi caso, si algún día me escapo a hacer algo que no quiera que se sepa, no las tendré todas conmigo: seguro que me pillan.

domingo, 7 de octubre de 2012

OBSTINACIÓN


Hoy va a ser una entrada un poco especial, en la que no quiero de ninguna manera sembrar polémica, sino simplemente expresar una opinión, en este caso la mía. Normalmente las personas, cuando somos parte interesada en un asunto, tenemos opiniones a favor de cómo nos gustaría que fueran las cosas. Es lo lógico, no es lo mismo comentar el nuevo impuesto que va a establecer mi ayuntamiento para los tenedores de perros por parte de los que tienen perro como por parte de quien no tenemos. Antes de que se me olvide, la imagen que acompaña esta entrada no tiene nada que ver con el tema, pero me he propuesto poner siempre alguna fotografía y la verdad es que no encuentro ninguna que haga referencia al tema. Por lo menos queda bonita.

Desde que hace dos mil años se sentaran los cimientos de la Iglesia Católica, muchos aconteceres han tenido lugar a lo largo de estos dos siglos. Muchas cosas permanecen inamovibles desde entonces y no vamos a entrar en la historia de la Iglesia. Lo que sí que está cambiando a pasos agigantados es la sociedad, y muy deprisa, en todos los ámbitos de la vida y por lo tanto también en el religioso. Ya comentábamos en otra entrada del blog titulada POSIBILIDADES como el párroco de la iglesia a la que suelo asistir los domingos había adoptado modernos métodos como complemento a las actividades religiosas. Un caso de innovación bien visto por los fieles y que es posible en la actualidad y no lo era hace unos años, salvo que lo hubiera hecho con diapositivas, mucho más difíciles de hacer que las pantallas de un “powerpoint”.

A lo largo de los años de vida que llevo en este mundo he percibido algunos cambios en las formas de hacer eclesiásticas. Uno de ellos por ejemplo es el asunto de la misa dominical. Antes era el domingo y solo el domingo el día admitido para cumplir con el precepto. Con el tiempo se habilitó la posibilidad de que se oyera misa los sábados por la tarde, con la misma validez. Otro se refiere al tiempo que había que guardar sin alimentarse antes de poder recibir la comunión. En mis tiempos, cuando hice la primera comunión, era de tres horas, ahora creo que es de una hora, que es tanto como no decir nada si tenemos en cuenta la duración de la propia misa. Y además la primera comunión se hacía a los siete años de edad, mientras que ahora, por lo general no se hace hasta los diez años. Otro sacramento, como la confirmación, tenía lugar, como a mí me parece lógico, entre el bautismo y la primera comunión. Yo lo hice a los seis años, mientras que ahora se hace, por lo que veo, alrededor de los quince años, claramente después de la primera comunión.

Hay más cosillas. La gente que acude a comulgar puede elegir entre recibir la hostia directamente del sacerdote en la boca o en sus manos. Antes, eso de tocar con las manos la sagrada forma era cuando menos pecado y de los gordos. Además, en las misas suele haber un par de fieles, masculinos o femeninos, que son habilitados para facilitar la comunión en delegación del sacerdote.

En fin, cambios cosméticos, si se quiere, pero que han sido una adaptación a los tiempos que corren donde, dicho sea de paso, el domingo ya no es fiesta “de guardar” y desde el punto de vista laboral es como otro día cualquiera de la semana. Pero hay cosas que no cambian, ni tienen visos de hacerlo, aunque a la luz de los planteamientos actuales no tengan mucha razón de ser. Voy a comentar por encima un par de ellas. Una es el hecho de que los sacerdotes tengan que ser forzosamente hombres. ¿Qué hay de la igualdad entre sexos tan traída y llevada hoy en día? ¿Por qué no pueden ser mujeres? Supongo que habrá razones teológicas de peso esgrimidas por todas las jerarquías eclesiásticas, pero a la altura de la calle esto se sostiene poco.

El otro asunto es el de los divorcios. Lo de “para toda la vida” se está viendo que en muchas ocasiones no llega a cumplirse, por las razones que sean. Y visto desde un punto de vista lógico, mejor es dejarlo que llevarse a matar entre los casados. Pero una vez casado por la iglesia, esto es para siempre. Bueno, lo de para siempre es un decir. En mi entorno conozco directamente un par de personas que se casaron por la iglesia, tuvieron hijos, y al cabo de unos años decidieron dejarlo. Pero encontraron otra media naranja, y se querían casar con ella por la Iglesia. Pues nada, tribunal de La Rota, unos contactos y unos eurillos y ¡ zas rataplás ! matrimonio anulado. Cuando veo a algunas de estas personas ir a comulgar de nuevo no dejo de pensar lo hipócrita que es la sociedad, incluso en cosas como esta que, como decía mi abuela, “no hacen falta para comer”.

En la homilía de la misa de hoy, el sacerdote ha pasado de puntillas por encima comentando de pasada, y rápida, que “la Iglesia no está en contra de los divorciados …”