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sábado, 22 de noviembre de 2008

JURA

Hace unos días tuve la oportunidad de asistir a un acto insólito, del cual ni siquiera tenía conciencia de su existencia. Se trataba de la Jura de Bandera (1) de personal civil y más concretamente de personas con algún grado de discapacidad que por razones obvias no pudieron hacerlo en su día, ya que no realizaron el Servicio Militar Obligatorio. Entre las organizaciones estaba la Organización Nacional de Ciegos a la que por motivos diferentes a la ceguera está adscrito un cuñado.
Este tipo de actos pueden tener ahora su relevancia, dado que hace años que se abolió en España la ley que obligaba a los varones a dedicar un tiempo de su vida a aprender cuestiones militares y el manejo de las armas. En mi caso fueron catorce meses de los que guardo algunos recuerdos buenos y muchos malos, siendo el peor de ellos el parón que sufrí en mi vida laboral y del que tardé varios años en recuperarme.
Días antes no tenía ninguna intención de asistir al acto. Sobre el papel parecía que se iba a tratar de una mera cuestión de trámite. Al final me convencieron y me alegré de ello. Se celebraba en el acuartelamiento de la Guardia Real en EL Pardo, Madrid. Siento algún tipo de predilección por esta unidad del Ejército, cuya estupenda banda de música nos suele deleitar una vez al año con un concierto y de la que he visto sus evoluciones en la formidable parada militar que supone el cambio de la guardia en el Palacio Real de Madrid los primeros miércoles de cada mes.
El acto distó mucho de ser un trámite, como puede verse en la fotografía. Duró cerca de hora y media y fue llevado a cabo con toda solemnidad. Alabarderos, Coraceros, Guardia a caballo, Unidades motorizadas, Banda de música, Escuadra de Gastadores, Unidad de Perros y dos compañías evolucionaron en la explanada dando al acto una vistosidad y alcance inusitados. Además del propio acto de besar la bandera por los jurandos (2), un homenaje a la bandera y a los caídos y un desfile final nos dejaron a todos los asistentes al acto sobrecogidos y emocionados. Mis más efusivas gracias a la Guardia Real por la profesionalidad y rigurosidad de que hicieron gala en todo momento.
Al final, como casi todos los actos, se sirvió una copa de vino español. Fue algo más que una copa de vino porque, aparte de la comida, se produjo una mezcla del personal militar y civil donde se pudo apreciar el cariño con que los diferentes componentes de la Guardia Real, desde simples soldados hasta mandos, dispensaron a las personas que habían jurado bandera, haciendo para ellos y para su familiares que fuera un día inolvidable.
Justo en el momento que mi cuñado besaba la bandera me vinieron recuerdos ya muy lejanos en el tiempo de cuando lo hice yo, tras dos meses de bautismo e instrucción militar, en la catorce compañía del campamento Viator en Almería. Luego, el destino durante un año en Melilla fue harina de otro costal.

1 El Diccionario de la Real Academia de la Lengua distingue entre las acepciones “Jura de Bandera” y “Jura de la Bandera”, siendo el significado de la primera “Promesa civil de lealtad y servicio a la nación” y la segunda “Acto solemne en que cada individuo de las unidades o de los reemplazos militares jura obediencia y fidelidad en el servicio de la patria.”.
2 La palabra “jurando” referida a las personas participantes en el acto no está contemplada en el diccionario. Sin embargo, la he hecho constar en el escrito al figurar la misma en las invitaciones de protocolo que recibimos.