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lunes, 4 de agosto de 2014

Colesterol



Toda la vida peleando con la dichosa palabrita. Un término médico que podemos encontrar en el diccionario definido como «Alcohol esteroídico, blanco e insoluble en agua. Participa en la estructura de algunas lipoproteínas plasmáticas y a su presencia en exceso se atribuye la génesis de la aterosclerosis». Lo que se nos queda es que un exceso de esta sustancia puede ir taponando poco a poco las «tuberías» internas de nuestro organismo por las que discurre la sangre y llegar a producir infartos o ictus que pueden acabar con nuestra vida, darnos un buen susto o dejarnos medio alelados. La cosa no es para tomársela a broma.

Siendo un viejo conocido, hace mucho tiempo que se habla de él en muchos sentidos y direcciones. Recuerda un poco aquellos vaivenes de la alimentación en que hubo momentos en que la ingesta de sardinas era malísima para la salud para pasar luego a ser muy recomendadas por contener aceites Omega-3. Con los niveles de colesterol en sangre ha pasado lo mismo. Hace años los límites estaban en 250, luego pasaron a 220 y más tarde se fijaron en 200. 

A lo largo de mi vida laboral, las empresas en las que he trabajado me han realizado una revisión médica, anual en los primeros tiempos y bianual en los últimos. Los índices de colesterol total han estado siempre por encima de la media. Hago hincapié en esto del colesterol total, porque desde hace un tiempo se subdivide este elemento en dos tipos: el llamado LDL o malo y el HDL o bueno. En mi caso, el HDL siempre ha estado bien pero no así el otro LDL que presentaba valores por encima de los índices fijados por la ciencia médica. El hecho de que estos índices varíen con el tiempo es una consecuencia de los avances médicos y por tanto mejores estudios sobre el particular. Pero uno se queda con la mosca detrás de la oreja: ¿es realmente esto así o se trata de que todos estemos «enfermos»? La deducción inmediata es que a mayor número de enfermos, más medicamentos a la venta.

Nunca he tomado ninguna medicación para bajar el colesterol hasta hace un par de años. En una revisión rutinaria, mi doctora, a la que no visitaba desde hacía por lo menos veinte años, me detectó un valor de 263 que estaba por encima del valor admitido entonces. Consideraciones acerca de la edad y el peligro que suponía me hicieron engrosar la lista de los muchos miles de personas en el mundo que toman de forma diaria las famosas estatinas. Los niveles de colesterol se han ido normalizando pero otros índices sanguíneos, que siempre habían estado bien, se han trastocado: ácido úrico, bilirrubina, glucosa y… CK (Creatinquinasa). En la última visita a conocer los resultados del último análisis, allá por marzo de este año, el valor de CK era de 348, muy por encima de los 204 que fijan los límites. A la vista de ello, la doctora me preguntó si sufría dolores musculares inespecíficos o problemas en las articulaciones, hechos que eran ciertos y que son detectados y consecuencia de ese índice tan alto.

Entramos en una espiral de violencia: me rebaja un poco la dosis de estatinas y me añade un medicamento, Ezetrol, para contrarrestar estos efectos. Yo soy muy contrario a la «medicación» sistemática y de por vida, por lo que esta doble pastilla diaria me encendió las alarmas. Convine con ella un período de seis meses hasta el siguiente análisis pero le dije claramente que prefería tener el colesterol alto a que se me dispararan otros índices sanguíneos.

Una vez un profesor nos dijo que tu mejor médico eres tú mismo, especialmente en «enfermedades» de larga duración. Si uno se lee los posibles efectos secundarios de las estatinas puede acabar de los nervios. Algunas de ellas me han surgido, como alteraciones en el sueño, durmiendo poco y mal, hinchazón de tobillos, cansancio generalizado, dolor muscular y aumento de índices sanguíneos especialmente en transaminasas. Si uno sigue investigando más y ve los efectos secundarios que pueden resultar de la combinación de estatinas con ezetimiba, principio básico del Ezetrol, la cosa es como para «mear y no echar gota» que decían los antiguos.

Si uno empieza a investigar un poco, tiene toda la pinta de que las reducciones en los índices de colesterol son promovidos por la industria médica para vender más pastillas. Otras voces preconizan que índices de hasta 300 e incluso 350 en deportistas son correctos. ¿Deportistas? Si, pues al parecer estos necesitan altos índices de cortisol en su organismo, que es una consecuencia del colesterol alto. Un colesterol bajo, como indican los efectos secundarios de las estatinas, implica cansancio generalizado, falta de energía, como consecuencia de la pérdida de cortisol.

Como muestra un par de ejemplos. En el libro «La mentira del colesterol», Walter Hartenbach insiste en este gran engaño facilitando opiniones de varios investigadores y sus propias conclusiones. Lo más significativo de este libro es que sus conclusiones coinciden con… mi propia experiencia personal a lo largo de varios años, en los que me he encontrado perfectamente, haciendo deporte, durmiendo como un lirón, con la tensión arterial correcta y con mis análisis de sangre limpios excepto colesterol. Otro ejemplo es la web titulada «The international network of Cholesterol skeptics», « La red internacional de los escépticos de colesterol» ( http://www.thincs.org/ ) donde se pueden leer, en inglés, montones de consideraciones acerca de los engaños y manipulaciones sobre el colesterol.

Por mi parte, se acabó la toma de medicamentos. Si los índices están altos, que le vamos a hacer, pero no quiero consecuencias secundarias, diarias por lo demás, que alteren mi vida, como el no dormir bien, cansancio generalizado o dolores musculares que no me permiten desarrollar una vida normal. Haré caso a mi buen amigo Juan e incluiré en mi alimentación las dosis correspondientes de lecitina de soja y aceite de germen de trigo, movilizadores naturales de las grasas en la sangre y mantendré la costumbre de tomar nueces de forma diaria. ¿Qué hacemos con los huevos fritos, ese manjar tan delicioso? Pues dan ganas de hacer caso al profesor Hartenbach que dice que « … y la renuncia a ingerir huevos no tiene ninguna influencia sobre el nivel del colesterol…»