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domingo, 23 de julio de 2023

VIALES

 

A lo largo de mi vida he venido apreciando algunas diferencias entre las proposiciones de los diseñadores en temas urbanísticos y el uso diario. La teoría va por un lado y la práctica por otro bien distinto. Aunque la respuesta ya es sabida, yo me pregunto si las personas que diseñan proyectos de este tipo están obligadas, una vez concluidos, a utilizar profusamente varias veces al día y durante algunos meses los cambios introducidos.

Porque ya se sabe que la experiencia es la madre de la ciencia. Pero si un arquitecto o ingeniero, desde un despacho, hace un diseño y no comprueba luego su funcionamiento, lo más probable es que haya una enorme distancia en los resultados prácticos del uso diario. Alambradas cortadas, muros derruidos, caminos alterados demuestran machaconamente una y otra vez que las necesidades acaban abriéndose camino pese a las barreras.

En las inmediaciones de la gasolinera de mi localidad hay un cruce con bastante tráfico que estaba regulado por un único semáforo sin que se produjeran atascos ni percances. La gente entrábamos y salíamos de la gasolinera, pasábamos por el cruce y la cosa iba fluida y sin problemas. Algún ingeniero hizo una remodelación de la zona y… ¡maremía! No hay quién pase por allí, los atascos y retenciones son constantes, no se puede girar para entrar a la gasolinera, los semáforos —ahora hay seis o siete— se desincronizan con facilidad… Eso sí, todo muy bonito, muy «diseñao» y a buen seguro que le han dado un premio.

Pero, repito la pregunta anterior… ¿a este ingeniero le obligan a pasar por allí con su coche varias veces al día durante varios meses? Más que nada para que sea consciente en propias carnes del desaguisado que ha montado con la nueva estructura implantada. Yo procuro no pasar por allí y tomar caminos alternativos, que curiosamente sobrecargan el paso por el centro de la localidad cuando antaño esta vía aludida era disuasoria.

Lo vemos en la imagen que encabeza esta entrada: bonitas aceras, bancos, jardines… pero los viandantes, día tras día, parece que no están dispuestos a utilizar las aceras propuestas y se lanzan a atravesar para ganar tiempo. Y no deben ser ni uno ni dos porque el camino de tierra atravesando el jardín está bien consolidado y con una buena anchura.

A buen seguro que todos tenemos muchos ejemplos de estos en nuestro devenir diario. En la fotografía a continuación se puede apreciar otro del mismo estilo…

Se ve claramente que hemos aprendido que el camino más corto entre dos puntos es la línea recta y a ello nos aplicamos con tesón. No nos vengan con ángulos rectos que somos más de andar por la hipotenusa. Y cuando vemos que la inicialmente habilitada nueva vía es mejorable, iniciamos una segunda más directa y con mayor ahorro de tiempo. Lo del paso de cebra para acceder al edificio, ya… eso…

Como en muchas ocasiones, el tráfico y su señalización presenta numerosos ejemplos. Por culpa de algunos, pocos, desalmados, la señalización de calles y carreteras se ha vuelto enormemente restrictiva; que en un tramo de carretera señalizada a 90 km/h. de velocidad máxima ocurren muchos accidentes, la primera solución es bajar la velocidad a 80 km/h. y si la cosa sigue a 70 km/h. Exasperante. Si todos cumpliéramos la norma, o nos la hicieran cumplir, todos disfrutaríamos de mejores condiciones. Ello por no hablar de numerosísimas señales de STOP que nadie respeta porque con un CEDA EL PASO sería más que suficiente.