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sábado, 31 de agosto de 2024

SINERGIA

Debería haber titulado esta entrada «Dulzaina y Órgano» pero por mantener los títulos en un único vocablo se me ha ido el magín a esta palabreja que tenía asociada a otros menesteres, aquellos que me permitieron sin yo desearlo en los finales del siglo XX y principios del XXI el cambiar el logotipo de mis nóminas sin yo cambiar prácticamente de mesa de trabajo.

Hace ya una veintena de años, en 2003, unos buenos amigos, Maritxu y Nicolás, a su vuelta de un viaje en coche por Europa, me prestaron un disco con un escueto «sabemos que te va a sorprender». En su periplo, estando de paso en la ciudad francesa de Dol-de-Bretagne, pudieron asistir por pura casualidad a un concierto de bombarde et orgue en su iglesia-catedral. Entrada libre, que no multitudinaria según me contaron, para acabar embelesados con esa combinación de instrumentos para mí (y para ellos) novedosa. A la salida vendían un CD de los intérpretes, que adquirieron, y cuya portada se puede ver en la imagen siguiente. Con esto de la modernidad, este CD se puede escuchar en la plataforma Youtube en este enlace.

Habré escuchado este CD decenas si no cientos de veces. Me gusta especialmente en viajes en solitario en el coche, poniéndolo a un volumen alto. El comentario de Nicolás «sabemos que te va a sorprender» estaba basado en los pinitos que yo había hecho bajo las enseñanzas de Juanjo Cid Cotoval en los noventa del siglo XX con la dulzaina, un instrumento muy similar a la bombarda. Por aquel año de 2003 ─y algunos anteriores y posteriores─ yo tenía la dulzaina guardada en un cajón por mor de mis estudios a distancia de la carrera y el master de psicología.

Una vez finalizados los estudios y con algo más de tiempo, retomé mi contacto con la dulzaina, primero por libre y posteriormente bajo la dirección del gran maestro y mejor persona David Huerta Pontón. Le comenté la existencia de este disco e incluso le pasé una versión digital en MP3.

El caso es que, casualidad o no, con el tiempo se pudieron empezar a escuchar conciertos de Dulzaina y Órgano nada menos que en la Basílica del Monasterio de San Lorenzo El Real de El Escorial. También de trompeta y órgano habiendo uno programado para este otoño de 2024 con entrada libre: sábado 2 de noviembre de 2024. Maravillosos. He procurado asistir a todos, pero suelen ser en verano y no siempre han estado a mi alcance debido a las vacaciones. Este año de 2024, el dulzainero David Huerta Pontón y el organista Pedro Alberto Sánchez ofrecieron un concierto memorable el día 14 de julio de 2024, festividad nacional en Francia, en la basílica de Saint-Quentin, ciudad francesa hermanada con San Lorenzo de El Escorial. No pude asistir, pero…

El concierto se repetiría el 22 de agosto de 2024 en la coqueta iglesia de San Cipriano, en Fontiveros, un pueblo desconocido para muchos en la provincia de Ávila. Un órgano maravillosamente conservado propiciaba esta repetición que no me perdí a pesar de encontrarme a más de cuatrocientos kilómetros de distancia. Mereció la pena el desplazamiento por el extraordinario concierto ofrecido para un público casi local entregado. Y al final, en un bis memorable, cuando empezaron a sonar los acordes de la música de la película «La Misión», el éxtasis alcanzó cotas de embeleso que no se pueden expresar con palabras.

Dulzaina y órgano son dos instrumentos que pocas veces podemos escuchar juntos, acostumbrados como están a sonar cada uno por su cuenta, uno en danzas y jolgorios populares y otro en rezos y cánticos eclesiásticos. La dulzaina, en pura esencia, no deja de ser un palo hueco con siete agujeros, o algunos más si está dotada de llaves. Con ello quiero decir que es el dulzainero el que tiene que hacer magia con el flujo de aire para conseguir la entonación y tonalidades apropiadas. Y un maestro experto en esto es David Huerta Pontón. Indaguen un poco en internet y en Youtube para corroborar lo que estoy diciendo. Para ir abriendo boca, en este enlace hay una actuación con la dulzaina encuadrada en una orquesta sinfónica interpretando «Castilla 1521» en honor de los comuneros castellanos y en este otro enlace una entrevista a David en el diario «El Norte de Castilla». Más información sobre David en su página web personal accesible desde este enlace.

Por cierto, la definición oficial del diccionario para «sinergia» es «acción de dos o más causas cuyo efecto es superior a la suma de los efectos individuales». Las empresas utilizan las sinergias en sus fusiones y apaños económicos para generar más beneficios a base de ahorrarse puestos de trabajo. En esta entrada, la sinergia entre la dulzaina y el órgano habla de una combinación musical muy conseguida para enriquecer los sentidos de una forma que no conseguirían ambos instrumentos por separado.




 

domingo, 25 de agosto de 2024

CAMPING

Todos los asuntos tienen sus momentos en la vida de las personas. No se acometen ciertas acciones o actividades de la misma forma cuando se tienen veinte años que cuando se tienen setenta. Las personas cambiamos a base de experiencias a lo largo de la vida, pero también los contextos evolucionan y no son lo mismo con el paso del tiempo.

Conocí el mundo del camping allá por los principios de los años 70 del pasado siglo XX. No había cumplido los veinte cuando tuve la suerte de poder adquirir un coche en propiedad. Era un Seat 127 y qué mejor manera de disfrutar de la libertad que te daba un automóvil que recorrer toda la costa norte de España desde la frontera portuguesa hasta la francesa. Convencí a un buen amigo, Carlos, y con una tienda de campaña y mucho entusiasmo nos lanzamos a la aventura.

La idea era recorrer esa zona con una cierta celeridad ─trabajábamos ambos y las vacaciones eran limitadas─ de forma que conociéramos directamente los sitios con encantos especiales para volver en el futuro con tranquilidad a disfrutar pausadamente de ellos. La experiencia de ese recorrido y la forma de hacerlo ─de camping─ fue interesante y muy provechosa. Íbamos a nuestro aire, sin trayectos preconcebidos y donde nos pillaba la tarde buscábamos un camping y pasábamos la noche. Al día siguiente, recogida de bártulos, carretera y manta.

El caso es que me aficioné y con cierta frecuencia volví a las andadas. Tanto que a principios de los ochenta el radio de acción se amplió prácticamente a toda Europa. La misma tarde que nos daban las vacaciones de verano nos íbamos a un supermercado y llenábamos el coche de comida no perecedera. El coche era un poco más grande, un Renault 14, pero era todo un arte colocar las latas de sardinas en tomate por zonas del motor o la leche y las galletas para los desayunos debajo de los asientos. Tienda de campaña, sacos de dormir, mesa y sillas, camping-gas… y al día siguiente ¡Europa nos espera!

El camping seguía siendo nuestro medio elegido. Los había muchos y muy buenos en Europa y recuerdo que nos hicimos con una guía ─en papel, claro─ de la AA─Automobile Association inglesa, que tenía muy buenas recomendaciones de todos los campings de Europa: siempre que podíamos íbamos a alguno de ellos. Fueron años de hacer kilómetros por las carreteras europeas llegando al Cabo Norte, Budapest o Atenas por citar unos ejemplos. Me quedé con las ganas de ir en coche a la Unión Soviética, que se podía, pero presentaba muchas complicaciones de visados y autorizaciones y nunca llegué a hacerlo. Era la aventura, conocer mundo y también hubo sus problemillas, ninguno grave, que se fueron solucionando sobre la marcha, eso sí, sin internet ni teléfonos móviles.

Pero fue pasando el tiempo y ya con familia lo del camping empezaba a ser un poco más complicado. Lo intentamos un par de veces, pero se ve que nos hicimos mayores y… La alternativa fue unos años en Inglaterra, Escocia o Irlanda tirando de granjas y Bed&Breakfast, otra experiencia muy interesante y que recuerdo como si fuera ayer. Unas veces con el ferry desde Santander en nuestro propio coche y otras veces con avión y coche alquilado.

En la actualidad todo es diferente. Las cosas han cambiado mucho (y yo también). Además de Agencias de Viaje que se encargan de todo ─al menos teóricamente─ siempre tenemos internet y numerosas aplicaciones y páginas para comprar los billetes de avión y reservar los hoteles o apartamentos. Nuevas formas en nuevos tiempos.

Volviendo al tema, los campings pueden estar situados en lugares estratégicos. Vea en la siguiente imagen un camping actual incluso con playa propia cuando la marea está baja.

Pero ahora lo que predomina ya no son las tiendas de campaña. Caravanas, o más propiamente, autocaravanas están masificando un tipo de turismo que ya no tiene ese encanto de antes y que está creando serios problemas por su masificación y aparcamiento por libre fuera de lugares autorizados y preparados para ello. Solo basta con echar un vistazo a las noticias para detectar los problemas que tienen los ayuntamientos de zonas vacacionales con las autocaravanas ─y furgonetas preparadas─ que aparcan a su albur y no siempre dejan limpio el sitio tras su marcha. A continuación, un extracto de una noticia de este verano de 2024

Y pese a ello, una gran parte de los autocaravanistas no los utilizan. «El problema de las autocaravanas es serio, es grave, hay que calificarlo de invasión. O Grove no puede soportar 400 autocaravanas. Hoy, aún en el mes de mayo, en O Corgo, hay diez, doce. Hasta 60 tenemos contado en A Lanzada, en A Toxa otras tantas, en Área Grande, O Carreiro...», dice el regidor socialista, quien reconoce que, aunque hay «autocaravanistas que son muy respetuosos, este fenómeno se nos ha ido de las manos».

Los campings de los setenta eran otra cosa. La proximidad permitía hacer ciertos contactos con los vecinos o en zonas comunes, intercambiar opiniones y enterarse de algunos lugares del entorno que merecía la pena visitar. Contactos enriquecedores que en alguna ocasión acabaron en actividades conjuntas como paseos en bicicleta alquilada o compartición de una tortilla de patatas con un salchichón de caballo y una buena botella de vino que iba debidamente incrustada en algún lugar del maletero.

Por lo demás, como puede verse en la imagen que encabeza esta entrada, hasta se podía disfrutar de un concierto de violín a puerta de tienda ofrecido por dos anónimos músicos. Muchas cosas eran posibles que no lo son ahora en frías habitaciones de hotel o pisos de alquiler. Otra manera de viajar.




 

domingo, 18 de agosto de 2024

INCOHERENCIA

No es nuevo y uno se encuentra con situaciones como la que auspicia esta entrada. Da igual que pase el tiempo, los hechos se repiten machaconamente. Es el asunto de los repuestos. O los consumibles. O como se llamen.

Retrotrayéndose a los setenta del siglo pasado XX, si uno se compraba una televisión, en blanco y negro claro, sabía que dispondría de dos cadenas gratuitas con el único gasto de la corriente eléctrica y tener que soportar los anuncios. Pero si uno se compraba una cámara fotográfica, por sí misma no le servía de nada, salvo de adorno o pisapapeles. Era necesario alimentarla con carretes fotográficos que luego debían por lo general ser llevados al correspondiente comercio para su revelado y obtención de copias en papel. Es decir, comprarse una cámara era prepararse para gastos adicionales en función de su utilización.

Ahora menos, pero hace unos años esto ocurría con las impresoras caseras para el PC, especialmente las que necesitaban cartuchos de tinta. Yo tuve alguna que necesitaba 6 cartuchos por aquello de la impresión en color y con características fotográficas. Y se agotaban con frecuencia. El caso es que había ocasiones en las que costaba menos o casi una impresora nueva con los seis cartuchos dentro que los propios repuestos. Bien es verdad que se comentaba que las impresoras nuevas no traían los cartuchos completamente rellenos y que se gastaban enseguida, pero la cosa no cuadraba mucho.

Uno va acumulando años y achaques, muchos de ellos relativos desde un punto de vista personal, pero «reales» desde el punto de vista de los galenos. Y los galenos te pillan, te estudian, te hacen pruebas y… como estás en esa edad que de por sí ya es un factor de riesgo, con valores de analítica dentro de los límites correctos pero próximos… pues entonces te declaran «pre». Y entonces es conveniente que tomes los correspondientes medicamentos para evitar llegar más allá del «pre». Lo que pasa es que los medicamentos tienen efectos secundarios. Siempre los tienen. Y puedes encadenar una serie de ellos…

Mi problema inicial, hace unos años, eran los niveles de colesterol. Un tema al que he dedicado numerosas entradas en este blog que pueden localizarse utilizando el buscador y del que hasta me atreví a dar una charla entre amigos que puede seguirse en este enlace a Youtube ( https://youtu.be/ZmWCxAgAiOA ). Los límites de los niveles de colesterol han ido descendiendo drásticamente con los años con lo que cada vez más personas tienen la necesidad de tomar a diario las famosas estatinas que, en mi opinión, para algunos pacientes entre los que me incluyo son puro veneno.

Yo no las tomo y como alternativa recibo una inyección mensual. Es un medicamento que no se puede comprar en farmacias, por lo que hay que acudir regularmente a la farmacia del hospital para hacerse con él. Desde que me pongo esa inyección, mis niveles de colesterol se han regulado, pero otros, varios, se han alterado. Los médicos dicen que no tiene nada que ver, pero, qué casualidad, hombre. Y uno de los más preocupantes es el asunto de la glucosa en sangre, cuyos niveles se han incrementado y ahí sí que estoy realmente «pre». Y una diabetes sería lo último con lo que me gustaría lidiar. Para su control, dos pastillas diarias, pero aun así se mantienen preocupantemente altos.

Uno no se puede estar haciendo análisis de sangre todos los días. Yo los tengo con una frecuencia semestral, pero de seis meses en seis meses las alteraciones pueden ser estratosféricas. Por ello y tras mucho mirar por la red encontré el aparato que está en la cabecera de esta entrada: un medidor de glucosa en sangre casero. Un ligero pinchacito en un dedo y… «voilá», uno conoce su nivel de glucosa. El aparato también puede medir el ácido úrico, otra de las «alteraciones» que para mí han sido derivadas de la inyección para el colesterol. Dos por uno, pues.

Como ocurría con la cámara fotográfica, el aparato viene con tiras desechables para cada prueba, concretamente 50 para glucosa y 50 para ácido úrico. He de decir que he comparado los valores obtenidos por este sistema y coinciden bastante con los obtenidos en el laboratorio en las analíticas clásicas que me realizan semestralmente. Yo me hago las pruebas una vez por semana con lo que por algo más de 35 euros tengo para un año aproximadamente.

Pero el año pasa y hay que comprar tiras de repuesto. Vea la imagen siguiente y sume las cantidades. Mejor de memoria que es un buen ejercicio que con calculadora.

El resultado es 32,18 euros. Y aquí no sirve lo de las impresoras, porque el repuesto viene con la cantidad exacta de tiras y no es que esté medio lleno o medio vacío como los cartuchos de tinta. Y entonces surge la «incoherencia», o lo que es lo mismo, falta de coherencia, asunto que carece de la debida relación lógica. ¿Cómo es posible que solo el recambio cueste casi lo mismo que el aparato que conlleva la misma cantidad de tiras? Por tres euros y medio casi merece la pena comprarse el aparato nuevo, aunque luego te queda la cosa de qué hacer con los dos. Si tienes una segunda vivienda lo puedes dejar allí para evitar andar con él de un sitio para otro o echarle a la maleta de los viajes si llevas al límite lo de medirte los niveles cada semana estés donde estés.

No tiene mucho sentido, presenta incoherencias, este galimatías de precios. Será estrategia de marketing de la empresa, china en este caso, pero yo al menos no le encuentro mucho sentido. O bien el aparato o bien las tiras no valen lo que cuestan o no cuestan lo que valen.