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domingo, 28 de septiembre de 2025

50vs60


Dice un conocido refrán popular que «al perro flaco, todo son pulgas». Y más cuando el perro no tiene un dueño que se preocupe por él, aunque debiera, porque está ocupado en otras cosas más interesantes. El perro, en este caso se llama «Sanidad Pública» y su dueño, la Comunidad Autónoma que corresponda, ha tirado la toalla y le ha dejado abandonado a su suerte, sin ningún pudor y sin que se le caiga la cara de vergüenza. Una manera de favorecer a otros «perros» de carácter más privado con dueños que se ocupan y preocupan.

Corro el peligro de aburrir: esta semana y las dos anteriores he dedicado las entradas en este blog a resaltar las «excelencias» de las Autonomías españolas. Pero es que así se las ponían a Felipe II y no me puedo resistir.

La Metformina es un medicamento que utilizamos muchas personas por problemas con los niveles de glucosa en sangre. No hace falta llegar a la diabetes, pero los que estamos gorditos y ya vamos teniendo una edad —¿Qué edad?— somos carne de cañón para que el médico nos recete una ración diaria —es solo un porsiaca— de Metformina que mantenga a raya nuestro azúcar en sangre. Vamos a apostillar, para que no haya dudas, que es un medicamento sujeto a receta médica, como se puede verificar en la parte superior derecha de la imagen donde encontramos el correspondiente circulito. Vamos, que sin receta en la farmacia no te lo dispensan.

Supongo que en las demás también, pero en la Comunidad Autonoma de Madrid, los ciudadanos tenemos en nuestra tarjeta sanitaria los medicamentos crónicos de forma que directamente en la farmacia te los van dispensando periódicamente sin necesidad de tener que acudir al médico, salvo una vez al año para su renovación.

Pero hete aquí que llegas a la farmacia y, con cara compungida te dicen que nones, que no te dan la Metformina. El resto de medicamentos sí, pero la Metformina no. ¿Qué ocurre? ¿no está en la tarjeta? Harto ya de estar harto, el mancebo te explica que los laboratorios han decidido no hacer paquetes de 50 comprimidos y que ahora, todos, son de 60. Y como en tu tarjeta pone que de 50, pues nada, que no te lo pueden despachar. Tienes que ir al médico y que te lo cambie.
 



Están las citas de los médicos de cabecera para unas prisas. Saco el teléfono inmediatamente y veo que la primera cita disponible del mío es para el 8 de octubre.¡Horror, dos semanas!, con lo me quedo unos días sin poder tomar la medicación. No me parece que acudir a Urgencias sea una solución pero tampoco lo puedo comprar sin receta. Menos mal que en la farmacia me conocen, se fían de mí y, bajo cuerda, me anticipan una caja hasta que el médico me regularice mi tarjeta. Espero que el 8 de octubre, fecha de la cita, no haya ningún problema.

Pensando un poco… ¿por qué 50? La mayoría de los medicamentos en forma de pastillas vienen ya en cajas de 28 comprimidos, es decir, cuatro semanas. Mucho más lógico que 50 que no cuadra con ningún período semanal o mensual, tanto si tomas una pastilla como si tomas dos, por ejemplo.

Me viene a la memoria una charla que dí hace años titulada «Calendarios a lo largo de la historia» y que todavía puede seguirse si se está interesado en Youtube en este enlace. Eso sí, recomiendo saltar los 4 minutos de introducción y es al final donde se aboga por un calendario más práctico y repetitivo en lugar del galimatías de los meses de 28,29,30 o 31 días, festivos móviles y otras cuestiones que llevan con nosotros desde antes de Cristo, bueno, ahora habría que decir desde antes de nuestra Era. Me gustaría saber cuantas horas y cuantas líneas de programación se han gastado en los controles, verificaciones y cálculos con las fechas. Y los cambios de horario en marzo y octubre en España que también tienen lugar en muchas partes del mundo y no siempre en las mismas fechas. Y los cuatro días festivos que decide cada Autonomía por su cuenta.

Cuestiones de calendarios aparte y volviendo al tema que nos ocupa, me imagino que debe ser un continuo chorreo en las farmacias y en las consultas de los médicos el cambio necesario motivado por este nuevo formato de 60 comprimidos. Y yo me pregunto ¿no debería efectuarse el cambio de forma masiva en las bases de datos correspondientes para evitar estas enormes pérdidas de tiempo? Las consultas están saturadas y encima ahora se saturarán más con este asunto. A ver si alguna mente pensante de ese dueño del perro «Sanidad Pública» tiene la ocurrencia, positiva, de iniciar las gestiones necesarias ante el departamento de informática para hacer este cambio de forma que no perdamos el tiempo pacientes y médicos por un asunto colateral.




domingo, 21 de septiembre de 2025

AUTONOMÍ...fronteras


Los sufridos y ya veteranos conductores que circularan antaño por las carreteras españolas en los años sesenta y setenta del siglo pasado, en ocasiones notaban, en puntos indeterminados, un cambio significativo en la calzada: el firme, la anchura, la señalización.. cambiaban de repente, unas veces empeorando y otras mejorando según en la dirección en la que circularan. Era debido a los límites —que no fronteras— entre provincias. No sé si en aquella época el asunto dependía de las Diputaciones, pero estos cambios eran frecuentes al cambiar de provincia. Alguna, ya muy pocas, carreteras de estas quedan.

Pido disculpas por la reiteración ya que la semana pasada hablaba en este blog de un asunto de las (malditas) autonomías y hoy me han saltado las alarmas con otro. La noticia que encabeza esta entrada la he visto en uno de los diarios digitales a los que doy un vistazo por la mañana mientras desayuno. He obtenido el pantallazo para volver a ella, pero unas horas más tarde he sido incapaz de encontrarla. El dinamismo de internet pone y quita cosas a toda velocidad. Juraría que era de El Mundo, pero no podría asegurarlo.

Que tenemos fronteras con países como Francia o Portugal es un hecho que a nadie se le escapa. Frontera queda definido por el diccionario, entre otras acepciones, como «confín de un Estado». Con ello no es académico hablar de fronteras entre Autonomías, pero existen, vaya que si existen. Y no para mejorar la vida de los ciudadanos, sino para complicarla al máximo, siendo incluso causa de muerte, como se puede deducir del titular que encabeza esta entrada. Se trataba de un ciclista que sufrió un accidente en una carretera en un punto que había determinar de forma precisa para que los servicios del 112 —teléfono nacional— pudieran dar aviso a las emergencias de la Comunidad correspondiente. En un punto kilométrico de una carretera es muy sencillo determinar en qué Comunidad ha tenido lugar el suceso, pero y si…

Referiré aquí un hecho real conocido en vivo; no tuvo consecuencias de muerte, a Dios gracias, pero sí grandes inconvenientes. Unas personas están haciendo un recorrido en moto por una zona de campo limítrofe entre las provincias de Murcia —vaya con Murcia— y Almería. Uno de ellos sufre un accidente y cae por un barranco, quedando en el fondo del mismo sin posibilidad de moverse, por lo que luego serían multi contusiones, varias costillas rotas, la cadera rota y una herida abierta con un codo destrozado.

Un compañero de ruta llama enseguida al 112 para requerir asistencia lo más rápido posible: bomberos, servicios sanitarios, Guardia Civil… lo que corresponda. Pero hay un problema: no está en un punto conocido e identificable por lo que el 112 no puede decidir si avisar a los servicios de la Comunidad Autónoma de Murcia o los de la Comunidad Autónoma de Andalucía. Primero de todo hay que decidir, exactamente, donde está ubicado el punto exacto del accidente.

Sí, ahora los móviles tienen GPS, pero no es tan sencillo el «cazar» las coordenadas y comunicarlas al 112, y más en momentos de nerviosismo. Hay servicios, por ejemplo, la Mutua Madrileña Automovilista que te permite abrir un parte desde el teléfono móvil, con lo cual la propia aplicación se encarga de geolocalizar tu posición. ¿Hay aplicación (oficial) del 112 para hacerlo todo directamente desde el teléfono? Que yo sepa es todo vía teléfono y voz. Habrá que investigar.

Cuando ya deciden que el suceso ha tenido lugar en Almería, los servicios de la Comunidad andaluza se ponen en marcha y trasladan al herido a un hospital cercano en la localidad de Huércal Overa. Allí estabilizan las contusiones, operan la cadera rota, pero lo del codo excede de las capacidades del hospital y lo tienen que derivar. Lo lógico es derivarlo a la Comunidad de origen del accidentado, en este caso, Madrid. Se ponen en contacto con el hospital de referencia en Madrid, que tiene que, según los convenios, aceptar al enfermo y enviar una ambulancia a recogerle. Pasan los días y Madrid ni está ni se le espera. La dirección del Hospital de Huércal Overa inicia los procesos en los que tiene competencia para derivarlo a un hospital de la propia Comunidad Andaluza, en este caso Granada, a casi 200 kilómetros. No sigo con la historia, cada cual que tome sus decisiones sobre si hay «fronteras» entre comunidades o no. Eso sí, no cabe duda de que sus procedimientos peoran la vida de los sufridos ciudadanos.

Este caso referido fue vivido y sufrido en directo, por lo que no me ha extrañado nada la noticia que encabeza esta entrada.

Ya por referencias conozco otro par de ellas. Los ciudadanos afectados de forma recurrente son los residentes en zonas limítrofes entre comunidades, especialmente las que son uniprovinciales. Una pareja residente en un pueblo de la sierra norte de la Comunidad de Madrid decide un día dar un paseo por Segovia, ciudad distante de su pueblo menos de 50 Km y al que se llega en 35 minutos de coche, pero perteneciente a otra Comunidad, en este caso la de Castilla y León. 

Durante el paseo ella sufre un desvanecimiento quedando sin conocimiento. Personados los servicios médicos, se organiza el traslado en ambulancia, pero no al hospital de su localidad en Madrid sino, siguiendo el protocolo, a un hospital de Valladolid que está a 120 kilómetros en lugar de menos de 50 Kms. ¡Es el protocolo! Luego ya, si eso, organízate en Valladolid para que te trasladen a tu hospital en la Comunidad de Madrid o, al final, paga tú de tu bolsillo una ambulancia si quieres agilizar el proceso.

Conozco otro caso similar. Ocurrido en las Navas del Marqués, distante 25 Kms de la localidad de residencia de la enferma, acaba siendo trasladada en ambulancia a Salamanca a 146 Kms del lugar del suceso. Y es que, claro, los protocolos de las comunidades no permiten que las ambulancias de sus servicios traspasen las fronteras entre comunidades, aunque la lógica y la distancia lo indiquen. Pues… ¡cambien los protocolos, leñe!

O mejor, acaben con las Autonomías de una vez, con lo que muchos ciudadanos seríamos más felices y aunque siguiera habiendo problemas no tendríamos estos derivados de mil y un reglamentos, pues estos Reinos de Taifas tienen cada uno el suyo.



 



domingo, 14 de septiembre de 2025

AUTONOMÍ…trifulca

Cualquier lector que haya seguido de forma regular la trayectoria de este blog sabrá mis consideraciones cobre el Estado de las Autonomías Españolas, aclaro, tal y como están concebidas. Desde un lejano ya 2011 en que un profesor de la Universidad Carlos III de Madrid, en los cursos de mayores, nos encargó a varios alumnos un trabajo sobre las Autonomías, ha sido un tema que me toca los perendengues. Y es que no mejora, sino que a medida que pasa el tiempo… sin comentarios.

Utilizando el buscador se pueden localizar varias entradas —que facilito al final con sus enlaces—, por si algún lector anda interesado en dar un repaso. A buen seguro que habrá muchas ideas repetidas entre ellas y con esta entrada. No las he querido releer para no condicionar este texto.

Este verano de 2025 ha sido una prueba de fuego para las Autonomías. Cambio climático mediante, ola de calor extremo… Lo de fuego dicho con toda la intencionalidad posible, porque los incendios han devorado miles y miles de hectáreas en el suelo español, especialmente en algunas de las Autonomías. La competencia en la gestión de los incendios, como en otros muchos (demasiados) asuntos, está transferida de forma completa a los Gobiernos Autonómicos, que han tomado sus decisiones de forma aislada y no consensuada en cuanto a los mecanismos de gestión y, sobre todo, de prevención de estos desastres que se repiten verano tras verano.

Pero… llueve sobre mojado, aunque esta frase no venga mucho a cuento, pero si su significado. A finales del año pasado 2024, una DANA asoló de forma espeluznante la Comunidad Valenciana, con más de 200 muertos y poblaciones destrozadas. También en otras Comunidades con menor intensidad. El asunto no es novedoso: en 2021, cuatro años ha, el volcán Tajogaite en la isla de La Palma, Comunidad de Canarias, tuvo en jaque a la población durante 85 días llevándose por delante todo lo que la lava que vomitaba sin parar encontraba a su paso. ¿Soluciones?

Otros desastres con menor cobertura mediática hay por todo el territorio español. A modo de ejemplo, los problemas derivados en los edificios de San Fernando de Henares —no confundir con Alcalá de Henares como hizo la presidenta autonómica— por una al parecer inadecuada construcción de la línea 7B del metro madrileño. No sigo, porque la lista sería interminable en todos los rincones de esta ya vieja, cansada y muy harta piel de toro.

Evito hacer comentarios personales sobre la forma de acometer estos sucesos, no solo por las Comunidades Autónomas sino también por el Gobierno Central; aunque no sea de su competencia e incumbencia directa, siempre está ese 155 que nunca se quiere invocar. Y parece que algunas veces es más que necesario ante tamañas incompetencias. Para que no sea de mi cosecha, reproduzco aquí un Carta al Director de El Diario Montañés, periódico de Cantabria, dirigida por el lector Iván Arenal Ríos y publicada el 31 de agosto de este 2025:

Lo que en su día se nos vendió como un avance de la democracia española se ha convertido en un sistema total-mente anti democrático. La democracia entendida como la igualdad entre los españoles, se rompe cuando entran en juego los intereses políticos de una casta canallesca que dirigen las autonomías y el país. No hay igualdad cuando en función de donde vives recibes una asistencia médica de mayor calidad o estás dos años en lista de espera, pagas más o menos impuestos, tienes buen transporte público o ni tan siquiera tienes. Hasta el reparto de inmigrantes menores depende de los votos que necesite el gobierno central, o te mandan más o te liberan de la obligación de acogida.

Con los convenios de las empresas pasa lo mismo, no gana lo mismo un andaluz o un cántabro que un vasco o un catalán en el mismo sector. Y cómo no, la educación pública, en función de la comunidad donde vivas, a tu hijo le enseñan una cosa u otra y el nivel de calidad y exigencia variará.

Hemos visto como las grandes catástrofes, inundaciones de Valencia, incendios, solo sirven para atacar al adversario político, pero nunca para sacar conclusiones, hacer planes creíbles y evitar que vuelva a suceder. Menos fotos y más ayudas rápidas a los afectados, menos palabrería y más gestión pública de calidad.

Si no hay igualdad, responsabilidad y buena gestión en estas cosas básicas, ¿puede haber democracia?
A mi desde hace muchos años me llama la atención como la izquierda defiende con tanto ahínco este sistema hipócrita, corrupto e injusto con los ciudadanos.

El tema está claro, al menos para mí. Eso sí, los esfuerzos de nuestros políticos, autonómicos o centrales, incluso locales, se enfocan a despedazarse dialécticamente en parlamentos, congresos, ayuntamientos o generalidades, también en los medios, gastando una energía que deberían dedicar a lo verdaderamente importante: mejorar la vida de los ciudadanos, pero en esto ni están si se les espera, parafraseando aquella famosa frase de un lejano 23-F.

La tensión se palpa, las confrontaciones y trifulcas están a la orden del día, aunque dialécticas, ya veremos por cuanto tiempo. Los ciudadanos, exánimes, ya ni siquiera asistimos a ellas, hartos de tanta incompetencia y falta de seriedad. Como decía en una magistral frase cuyo autor no he conseguido encontrar: «Aquí todo el mundo va a lo suyo menos yo que voy a lo mío».

Las posiciones intermedias, contenidas, tolerantes, dialogantes... ha tiempo que han desaparecido de la escena pública y política. El culto al «y tu más», el fomento del insulto y la falta de respeto, lo soez y barriobajero, se han instalado a machamartillo con una solidez e intensidad que asusta. Y los medios y las redes sociales se frotan las manos asistiendo y fomentando el espectáculo. ¡Maremía!

¿Dónde han quedado el diálogo y el consenso? ¿Queda algo de mesura por ahí en el fondo? ¿Valemos algo como especie?

La verdad es que es difícil seguir aguantando esto. Sin entrar en comentarios, la imagen en la cabecera de esta entrada ilustra por sí sola —sin que a nadie se le caiga la cara de vergüenza— una situación básica personal ocurrida esta semana, ante la necesidad de una actuación traumatológica en la Sanidad Pública. A la vista de la fecha, dentro de más de siete meses, me ofrecieron derivarme a la privada, sin coste directo para mí, claro. Pero como apostilla mi buen amigo y maestro Eduardo… «Ese es el plan, Degradar lo público para que lo privado sea una opción aceptable».

17-may.-2014    AUTONOMÍ…suyas            
5-jul.-2014        AUTONOMÍ…desemejanza            
18-abr.-2021     AUTONOMÍ…yaestábien            
20-feb.-2022     AUTONOMÍ…zarabanda            
5-mar.-2023      AUTONOMÍ…sanidad           


 

domingo, 7 de septiembre de 2025

O.S.B.

 
Escribía en este blog la entrada «O.S.H.» en octubre de 2021. En ella comentaba mi estancia en la Hospedería Monástica del monasterio de El Parral de Segovia con los monjes jerónimos. Ya en agosto de 2010 ─ ¡cómo pasa el tiempo! ─ redactaba la entrada «INEFABLE» refiriendo otra estancia similar en el Monasterio de Santo Domingo de Silos.

«A la tercera va la vencida» es un refrán clásico utilizado con profusión. Significa que, si no se consigue lo anhelado a la tercera intentona… ¿hay que abandonar? Porque este dicho se utiliza cuando no se consigue al primer ni segundo intento el fin que pretendemos, sino tras repetir con mayor ahínco. En el asunto que voy a comentar hoy no me es de aplicación, porque, aunque va a ser la tercera vez que realizo esta actividad, no se trataba de conseguir nada concreto.

Se trataba de pasar tres días de retiro monástico que en esta ocasión han tenido lugar en el monasterio de Santa María de El Paular, ubicado en la madrileña localidad de Rascafría. Un sitio maravilloso en cuanto al entorno y también al propio monasterio, visitable, y con unas maravillas en su interior entre las que cabe destacar el llamado Transparente y el Claustro con sus 52 portentosos e impresionantes «Carduchos» y cuya historia es un verdadero milagro desde su desaparición y desperdigamiento por toda España en 1836 con la desamortización de Mendizábal hasta su recuperación, restauración y juntamiento, de nuevo, en el claustro para el que fueron concebidos en el siglo XVII.

Estando en el monasterio y gracias a sus muchas obras de restauración que continúan, nadie diría que estuvo abandonado tras la desamortización más de 100 años. Desde su construcción en 1390 por Juan I de Trastámara hasta la fecha de la desamortización estuvo habitado por monjes cartujos, que en 1954 rechazaron la oferta de volver, finalmente aceptada por monjes de la orden benedictina, que es la que actualmente cuida del monasterio. Decir con pena, respeto y preocupación que, en estos días de septiembre de 2025, tan solo CINCO monjes conforman la comunidad. Siempre me ha resultado muy difícil estimar la edad de los monjes, pero a buen seguro que jovencito no es ninguno de ellos.

Sorprende que en este caso acepten mujeres, cuestión que desconocía y de la que me enteré al asistir al primer rezo, Sexta, y a la comida posterior, en completo silencio mientras un monje leía un texto que me llamó mucho la atención por su contenido: un episodio de la historia de España del conocido como Desastre de Annual de 1921, un tema de mi interés. De la comida decir que es muy buena y abundante, servida por los propios monjes incluido el abad, perdón, el prior. Por concretar, el desayuno es de tipo bufet, con abundante variedad de quesos, embutidos, fruta… y un bollo casero delicioso. Luego hablaré de una comida especial que tuvo lugar el jueves a mediodía… 

Son muchos los monasterios que ofrecen este tipo de recogimiento monacal con condiciones similares desde tres días como mínimo hasta un máximo de diez o doce. Se incluye alojamiento y pensión completa y en algunos casos el estipendio es la voluntad y en otros hay un precio fijado por día. En este caso el precio en la actualidad, septiembre de 2025, es de 57 euros. Como todo en esta vida hay unas normas, muchas de ellas de convivencia y sentido común en cuanto al atuendo y comportamiento y otras más relacionadas con el propio retiro en sí. En este caso, había obligación de asistir con los monjes tanto a los rezos previos como a las tres comidas: rezo de Laudes a las 08:00 seguido del desayuno, rezo de Sexta a las 14:00 seguido de la comida y rezo de Vísperas a las 20:00 seguido de la cena. Este último de Vísperas incluía la misa del día. Algunos de los asistentes al retiro eran a su vez sacerdotes y participaban en la misa, con lo que esta adquiría una cierta solemnidad con sus cantos.

Estos rezos comentados se realizaban en la Sala Capitular, una pieza maravillosa anexa a la iglesia principal. Los dos rezos voluntarios se realizaban en una pequeña capilla muy recogida, el oratorio, accesible desde el claustro. Sin ninguna obligación, se podía asistir a estos dos rezos oficiales más: Maitines, a las 06:30 de la mañana y Completas a las 22:00 horas. Al de Completas había una cierta asistencia, no masiva, pero al de Maitines, por aquello de madrugar, solo asistimos los tres días que estuve tres personas. Había devocionarios y folletos para seguir perfectamente los rezos y cánticos, con lo que se podía participar como uno más. Otros rezos oficiales existentes en otros monasterios — Prima, Tercia, y Nona — no tenían lugar en este al menos de forma explicitada.

Dotado de una llave maestra, podía deambular a cualquier hora del día y de la noche con toda libertad y con casi ninguna limitación por todo el monasterio y sus adyacentes, como la huerta. Algunas cosas a destacar en mi caso: estar a solas en el Transparente sin el bullicio de un montón de turistas, en la propia iglesia contemplando el soberbio retablo barroco, disfrutar de los Carduchos en un claustro silencioso, pasear por la huerta comiendo frutos directamente cogidos del árbol, sentarse a leer en un banco del jardín del claustro en medio de un pequeño cementerio de monjes, contemplar desde ese mismo banco la amanecida tras el rezo de Maitines en espera del de Laudes o, entre otros y por no ser exhaustivo, cantar en la misa de Vísperas el Padrenuestro en latín, que no he olvidado desde mi época de monaguillo cuando niño.
 

He hecho alusión anteriormente a la comida del jueves que fue muy especial. Durante toda la estancia en el monasterio está prohibido hablar con los monjes, excepto con el hermano hospedero, José Antonio, en caso de necesidad. Los (y las) asistentes al retiro pueden hablar entre sí pero en voz baja y de forma particular. El silencio preside todas las horas del día. Pero el jueves, en la Sala Capitular y al rezo de Sexta, los monjes aparecieron vestidos de forma casual: pantalones cortos, camisetas, deportivas. Impactaba verlos en sus puestos, donde normalmente asistían con sus hábitos, vestidos de esta guisa. Algo pasaba, o iba a pasar. La comida no se realizó en el refectorio, sino que la procesión post comida alcanzó el porche de una edificación en la huerta donde había una mesa corrida ya preparada. Nos sentamos todos, seguía el silencio, el prior bendijo la mesa y... ¡Podéis hablar! Todos, monjes incluidos, nos lanzamos a multitud de conversaciones en una opípara comida con aperitivos de patatas fritas y aceitunas, bebidas de todo tipo incluyendo sangría y cerveza (la propia fabricada en el monasterio, que está muy buena y se sube que no veas). Una magnífica ensalada florida, paella, sandía y melón ya cortado de postre, café con dos tipos de pastas y chupitos de varias clases de remate. No se puede pedir más. Pero lo interesante fueron las conversaciones que permitieron descubrir aspectos inéditos de la rica personalidad de los monjes que es imposible detectar en su recogimiento y silencio diario.
 
Salvo en horario nocturno, se puede salir libremente del monasterio. Para dar un toque de rabiosa actualidad a esta entrada, comentar que una de las personas asistentes había preguntado a la I.A. (Inteligencia Artificial) por la recomendación de un alojamiento en la sierra de Madrid, donde hubiera paseos por los alredores, posibilidad de baño en ríos, tranquilidad, pensión completa... Parece imposible creer que la propia I.A. fue la que recomendó la estancia en el Monasterio. ¡Ver para creer! 

Para aclarar el título de esta entrada, O.S.B. son las iniciales en latín de Ordo Sancti Benedicialesicti, Orden de San Benito, que es una orden religiosa, perteneciente a la Iglesia Católica, dedicada a la contemplación, fundada por Benito de Nursia, con unas reglas dictadas por este a principios del siglo VI para la abadía italiana de Montecassino.

Y ya que estamos hablando de San Benito y sus reglas, me viene a la memoria un capítulo, el LXVIII, que me vino muy bien en mi época laboral cuando intentaba entender lo que me mandaban mis jefes. Dice así:

Capítulo LXVIII  ¿Qué deben hacer los monjes si les mandan cosas imposibles? 
Si por acaso mandaren a algún monje cosas muy difíciles o imposibles, reciba con toda mansedumbre y sumisión el precepto que se le haga. Y si viere que lo mandado excede absolutamente de sus fuerzas, representará a su prelado las causas de su imposibilidad, sin alterarse, y con la circunspección posible, no con ademanes de contradicción, resistencia o altivez; pero si después de su representación insistiere el prelado en que obedezca, tenga por cierto el monje que así le conviene; y confiando en el favor de Dios, haga lo que le manda, por caridad.