Hoy
toca volver sobre el recurrente tema de las Autonomías Españolas, un tema que
da para mucho a poco que nos pongamos a rascar, porque perjuicios hay muchos y
beneficios, materiales me refiero, pocos. Los espirituales no son cuantificables
y cada cual tendrá que valorar lo que le merece la pena contestar a un
extraterrestre que descienda en su platillo volante y le pregunte en qué país o
nación se encuentra. Según puede deducirse de la imagen, la cosa va de aspectos
sanitarios, una de las partidas presupuestarias que más «dolor de cabeza» está
dando a dirigentes autonómicos y estatales por el alto coste y las
implicaciones sociales que se derivan de los tijeretazos que no han tenido, ni parece
que vayan a seguir teniendo, ningún pudor en aplicar.
Cuando
uno va entrando en años reviste un cierto peligro acudir al médico. Llevaba
veinte años sin ir y al aparecer por allí, la incipiente informática avisó al
galeno de esta circunstancia, por lo que me conminó a hacerme un análisis
rutinario de sangre, hecho que por otra parte no me vendría mal al datar el
último de fecha antigua cuando en la empresa realizaban revisiones que primero
eran anuales y luego pasaron a ser bianuales. Todo bien, excepto unos índices
altos de colesterol, con lo que, como a gran parte de la población española, me
recetó una ración diaria de «estatinas» junto con la recomendación de hacer dieta,
ejercicio y adelgazamiento para disminuir el riesgo de un ataque cardíaco y un
accidente cerebrovascular, que ahora están de moda. Hay que decir que el
colesterol es básico para la vida, pero hay que mantenerlo en niveles adecuados
para evitar depósitos en las «tuberías» por las que circula la sangre. A tomar
la pastillita diaria y nuevo análisis de sangre en unos meses.
Yo
no he tomado medicación en mi vida de forma regular, gracias a Dios. Los
primeros síntomas que noté al cabo de un par de meses fueron alteraciones en el
sueño, durmiendo poco y descansando mal, con despertares frecuentes, cuando toda mi vida había dormido como un lirón y me podía pasar un tren por encima
sin que me despertara. Consultado el prospecto de las «estatinas» anunciaba
estas alteraciones del sueño como posibles en uno de cada cinco pacientes. Me
había tocado posiblemente. Pasado el tiempo y con los nuevos resultados, los índices de colesterol habían bajado aunque todavía no lo suficiente. El facultativo me
preguntó si últimamente tenía dolores musculares inespecíficos en diversas
partes del cuerpo, a lo que contesté que sí pues era cierto que de forma esporádica
cuando no me dolía un músculo me dolía otro. Me contestó que era debido a una
elevación desmesurada de los índices de «creatinquinasa [CK]», un efecto
secundario de la toma continuada de «estatinas». Ya aviso desde aquí que es
mejor no indagar sobre los efectos adversos de estas pastillitas, que mucha
gente toma, pues generan o pueden generar según las personas trastornos
gastrointestinales, endocrinos, psiquiátricos, musculo esqueléticos, dolores
inespecíficos o afectar el sistema nervioso o la piel. Una joyita de medicamento,
vamos, e insisto en que muchas muchísimas personas lo tomamos a diario.
¿Solución?
No se debe retirar la «estatina» mientras el colesterol siga alto, por lo que
me redujo a la mitad la dosis pero me añadió una segunda pastilla, «ezetrol»,
para controlar los elevados índices de CK. De no estar tomando nada a dos
diarias. Y esta segunda pastilla ha provocado un conflicto autonómico en mi
economía. Hay que tomar una píldora diaria cuyo costo es, números redondos, dos
euros por unidad. Al cabo del mes estamos hablando de sesenta euros, una «pasta
gansa». Con la receta médica y los arbitrarios porcentajes que cada
Comunidad Autónoma nos aplica a los sufridos pacientes, la cosa se reduce en
función de la declaración de la renta que presentamos hace unos años, en los
que se puede dar la circunstancia de que teníamos trabajo; pero estamos
comprando los medicamentos ahora que no lo tenemos… En fin, diseños de los políticos
que no se enteran de que usar la declaración de la renta para diferenciar
ciudadanos ante los servicios es una locura y una injusticia, pero ya hablamos
de esto en otra entrada y no lo vamos a repetir aquí.
Las «estatinas»
son relativamente baratas por lo que muchas veces las he adquirido sin receta
para no «emplear» un tiempo precioso en visitar al médico. Pero el «ezetrol» ya
es un dineral, por lo que me veía pasando por consulta de forma periódica a
solicitar la receta. No sé en otras comunidades autónomas, pero en la de
Madrid se está implantando la receta electrónica, de forma que el médico te da
de alta en el sistema para un período determinado, mensual, anual o para
siempre, y en función de la dosis puedes ir directamente a cualquier farmacia
con tu tarjeta sanitaria a comprar el medicamento. Un método moderno y eficaz,
que ahorra tiempo al sistema, al médico y al paciente en la realización rutinaria
y repetitiva de recetas.
¿Todo
bien? No tanto. Supongamos que nos vamos de vacaciones y nos encontramos fuera
de la comunidad de Madrid en los días en que se nos acaba el «pienso» y debemos
ir a la farmacia a por más. Pues la hemos liado. Si estamos en otra comunidad,
el sistema no funciona; si el medicamento es de libre obtención en farmacias,
podremos adquirirlo pagando todo su importe religiosamente y en caso de que no
lo sea nos tocará ir a un ambulatorio de urgencias o desplazados a contarle al
médico de turno nuestra historia y conseguir una receta.
Comunidades
Autónomas, funcionamientos desemejantes para el mismo españolito. Con el tiempo
quizá se extienda el sistema que ha implantado la de Madrid, que a buen seguro
habrá costado sus buenos dineros e inversión en medios humanos e informáticos. ¿Se
lo regalará la de Madrid a las otras? ¿Lo hará cada una a su manera y luego verán
cómo se interconectan? Al tiempo. Pero si la conceptualización y desarrollo se
hubiera hecho a nivel nacional, no digo europeo, nos habríamos ahorrado unos
dineros y nos beneficiaríamos todos por igual estuviéramos en Galicia o en
Melilla. Una «ventaja» más de las autonomías en el terreno material, que en el
espiritual no entramos. Pero solo decir que para que una persona maneje con
tino sus sentimientos, el estómago debe estar atendido. De «nacionalidades» no
se come ni vive.
Por alusión,
hago referencia a la entrada en este blog titulada «AUTONOMÍ… suyas» donde se pormenoriza mi opinión sobre las Autonomías
Españolas, un subproducto tipo «café para todos» de la Transición Española de
los años 70 del siglo pasado que por estar mal diseñado y peor llevado a la práctica,
en mi opinión, nos va a costar muchos dineros y muchos disgustos a medida que
vaya pasando el tiempo.