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domingo, 3 de junio de 2018

ASUMIR




 Tenía varios asuntos en el tintero para cubrir la entrada de esta semana, pero los hechos que se han producido ─se están produciendo─ en la misma me han llevado a cambiar de opinión. Dicen que en reuniones no se debe hablar ni de política ni de religión, ni tampoco de fútbol, porque la cosa puede acabar como el rosario de la Aurora, salvo que todos los intervinientes cojeen de la misma pata. Yo no estoy reunido, sino a solas ante el teclado, así que me voy a atrever. Digo que «se están produciendo» porque escribo esto a primera hora del viernes 1 de junio de 2018, cuando todavía no se ha votado en el Congreso la moción de censura en curso, aunque la entrada vea la luz el domingo día 3 de junio de 2018.

En muy contadas ocasiones me he decidido a reflejar mi opinión en estos asuntos, políticos, porque se me llevan los demonios y las cosas escritas, escritas quedan. Recuerdo una entrada titulada «MEDROSÍA», publicada en este blog en noviembre de 2011 en la que hacía alusión a lo que podían ser los balbuceantes comienzos del fin del bipartidismo en España. Han pasado más de seis años y si nos ceñimos al número de diputados de los diferentes partidos en el Congreso de los Diputados parece que en estos momentos el bipartidismo está en sus horas bajas. Al menos por el momento. Ahora bien, yo me pregunto: ¿es esto bueno?

Cuando pienso en si es bueno o no lo hago poniendo el foco en el ciudadano de a pie, ese que madruga, trabaja cuando puede, vive en alguna casa, alquilada, propia o ajena, sufre para mantener a su familia y asiste año tras año a un recorte profundo de lo que se ha dado en llamar el estado del bienestar. Constata aumentos desaforados en todos los consumibles necesarios para una vida normal mientras ve como se estanca su salario cuando no se reduce, y eso los que lo tienen. Problemas en la sanidad, la educación, los transportes… en esas cuestiones básicas para llevar una vida saludable y con optimismo sobre el futuro. Claro, como decía el sabio, ¿comparado con quién?

Quizá dentro de un rato haya un «patas arriba» en la presidencia del Gobierno. Tiene toda la pinta y cuando estas líneas vean la luz ya lo sabremos. El desencadenante ha sido por una sentencia judicial donde se confirmaba, siempre según quién lo valore, unos tejemanejes económicos no muy ortodoxos por parte del partido en el gobierno. Yo, lo que me pregunto y pregunto a los 350 diputados que representan en el congreso el interés general de todos los españoles, si ha sido estrictamente necesaria la sentencia para desencadenar el terremoto. Recurro a la metáfora del iceberg, esa masa de hielo flotante en el mar de la que se ve un poco permaneciendo oculto a nuestros ojos lo más importante de ella. El famoso Titanic chocó contra un iceberg hace más de un siglo y se hundió. El exceso de soberbia de sus constructores manifestando que era insumergible tuvo su castigo, pero llevándose por delante las vidas de muchas personas inocentes. Los constructores siguieron en sus asuntos.

La soberbia de (muchos de) nuestros políticos, instalados en su burbuja y ajenos a la realidad del país, nos llevan a los ciudadanos de a pie a derroteros inexplorados no muy halagüeños. Ahora que ya no son dos partidos solo ─PPSOE Game over─ vemos como son incapaces de ponerse de acuerdo por el bien común. Lo hemos visto en estos últimos tiempos en Cataluña y lo vemos ahora en el Congreso. Se trata de subirse al carro como sea, incluso aunque los compañeros que nos ayuden y se suban con nosotros fueran nuestros encarnizados enemigos hace tan solo algunas semanas.

El título de esta entrada, «asumir» es un verbo que ya no se conjuga por muchos de nuestros políticos, como «dimitir», por poner un ejemplo que debería ser sinónimo asociado para ciertas actuaciones. No me resisto a echar un vistazo al diccionario para ver que en su acepción segunda el verbo asumir significa «hacerse cargo, responsabilizarse de algo, aceptarlo». No sé a ciencia cierta cuantos españolitos aparte de mí tienen dudas de los «metemanos» realizados a las arcas públicas, y eso sin tener que esperar a que lo decida un juez después de años y años. Y como con el iceberg, me pregunto cuanto nos falta por conocer y no conoceremos nunca. Pero los que lo llevaron a cabo, o miraron para otro lado, y que ahora utilizan las justificaciones más peregrinas que no se creen ni ellos mismos, erre que erre, insisten en NO ASUMIR las consecuencias de sus actos. Otro verbo que tampoco se conjuga es el de «colaborar», especialmente si es con la Justicia.

El grado de idiotez de los ciudadanos, en nuestro papel de votantes en unas elecciones, alcanza grados preocupantes. Parece como si cuando nos acercamos a las urnas nos dejáramos influenciar por nuestras emociones en lugar de por nuestro estómago. Cuando las personas tengan cubiertas sus necesidades básicas, a saber, vivienda, trabajo, alimentación, familia, educación, transporte, sanidad… ya pueden pensar en hacerse del Madrid o del Barcelona, hacerse católicos o protestantes, hacerse de un partido o de otro. 

Después de todo esto, miro a sistemas como el americano donde la cosa tiene que ser blanco o negro, republicanos o demócratas, unos u otros. Bipartidismo total, sin posibilidad de escape. Siempre he sido amigo de la pluralidad, pero quizá en estos momentos fuera una buena solución para este país que camina a la deriva en estos temas. Por lo menos se obligaría a los políticos a ponerse de acuerdo ANTES de concurrir a unas elecciones. La tarea para el ciudadano sería más simple: si se decide a ir a votar, unos u otros, no hay más cera que la que arde. Y se caerían de raíz los tejemanejes y las alianzas posteriores: el que gane a mandar y el otro a la oposición cuatro años y a ponerse las pilas para las siguientes elecciones.

Y este último párrafo lo añado el domingo justo antes de publicar la entrada. No me he podido resistir, sabiendo ya el vuelco que se ha producido. El texto es de un trino mío en Twitter publicado el 1 de junio de 2018: «Ya está. Aquí cada uno va lo suyo. Pero no nos engañemos. Rajoy también. ¿Por qué no ha dimitido? Ahora es el momento de seguir el esperpento. ¿Qué tal otra moción de censura presentada por Ciudadanos con el apoyo del PP? De oca a oca y tiro porque me toca».