Uno
se pasa la semana pensando en un tema para poder escribir unas líneas en el blog
llegado el domingo, pero se puede encontrar con que la memoria le traiciona y
todo lo que había pensado resulta que ya estaba escrito, casi punto por punto
y hasta el título, con anterioridad. En agosto de 2015 y en la entrada «HERRAMIENTAS»
dejé plasmado lo que a lo largo de esta semana pensaba decir hoy aquí.
Mi
afición al bricolaje, muy desarrollada en otras etapas de mi vida, ha quedado
reducida a un mínimo de subsistencia por razones de espacio y sobre todo de
ganas, pero de vez en cuando hay que armarse de ellas para poder reparar
pequeñas cosas que van surgiendo en el mantenimiento de la casa.
Durante
las Navidades pasadas, la llave de abrir y cerrar uno de los radiadores empezó
a gotear. La solución temporal es el clásico cubo —en este caso un táper— para
recoger el pequeño goteo que se producía y cada par de días revisar la presión
de la caldera que disminuía para volverla a llevar a su ser. Nada complicado,
pero no se podía dejar la avería por tiempo indefinido, con lo que una vez
acabadas las navidades me puse manos a la obra en esta semana.
Sobre
el papel todo parecía fácil: vaciar el circuito de calefacción, desmontar la
llave del radiador, acudir a la tienda a por una nueva y volverla a colocar.
Sencillo y tampoco había que tener un máster en fontanería y calefacción para
poderlo hacer. Pero las cosas no son tan sencillas a medida que se va avanzando
en ellas. El desmontaje de las piezas fue sencillo pero la pieza de unión de la
llave al radiador no se podía sacar con facilidad. Bueno, la solución era
comprarla también y cambiar todo el conjunto.
Pero
las cosas han cambiado y mucho. La antigüedad del radiador supera los
veinticinco años y ahora «son de otra manera» como me dijo el amable vendedor
de la tienda de repuestos. Esa pieza ya no se fabrica porque los radiadores
nuevos tienen otro sistema que no necesita esa pieza. Pero no tenía que
preocuparme, solamente se trataba de «recuperar» la pieza antigua, que estaba
en perfecto estado para volver a montar todo el conjunto.
Los
cambios en las herramientas y en las piezas han sido espectaculares en los últimos
años. Un ejemplo claro de esto son las cabezas de los tornillos; tengo en casa un
montón de juegos de destornilladores con decenas y decenas de cabezas
intercambiables y de vez en cuando aparece un nuevo diseño para el que no se
tiene la punta adecuada. A ver si alguien me explica la bondad y la practicidad
de estos cambios que parecen hechos para complicar la vida al personal. Esto tiene un parecido con los conectores USB de los ordenadores y los cargadores de móviles,
que en todas las casas hay cajones y cajones llenos de ellos porque nos resistimos
a llevarlos al punto limpio.
El irreverente
y antiguo refrán que reza «con buena pi…
bien se jo…» habría de ser
actualizado para el caso a «con buena herramienta
bien se trabaja». Más que buena,
adecuada. Resulta que para desmontar esa antigualla de pieza hacía falta, sí o
sí, una herramienta como la que puede verse en la imagen. La rosca estaba tan
apretada y con cáñamo —nada de eso del teflón moderno— que era imposible
extraerla. La única posibilidad era una cabeza de herramienta que se ajustara a
unas muescas interiores que tenía el tubo para poderlo desenroscar.
La
cuestión excedía de mis posibilidades. Con la calefacción inutilizada y el circuito
abierto solo quedaba la opción de llamar a un profesional, mejor de los
antiguos, que se hiciera cargo de la chapuza. Tuve la suerte de localizar a un
buen amigo y compañero de colegio de la infancia, Julián, jubilado hace poco
tiempo, que además pudo acercarse a casa casi en el momento. Cuando le conté el
problema sabía perfectamente de que le hablaba y pasó por su casa para acudir
con la herramienta adecuada. El mismo me hizo todos los cambios y me dejó la
instalación en perfecto funcionamiento y encima sin quererme cobrar nada. Mi agradecimiento fue infinito por su disponibilidad y eficacia.
Solo
por curiosidad he tratado de localizar en internet la herramienta en cuestión
porque en la casa quedan más radiadores que con el tiempo irán sufriendo el
mismo problema. No he sido capaz de localizarla con lo que cuando gotee otro
radiador ya sé que tendré que volver a llamar a Julián y, si él no puede acudir,
localizar un fontanero que tenga la herramienta en cuestión. La fotografía que encabeza esta entrada me la ha proporcionado el propio Julián. Otra solución más
adecuada sería cambiar todos los radiadores de la casa o incluso, mejor,
¡cambiarse de casa!