Buscar este blog

domingo, 6 de agosto de 2023

«TAFÓFILO»

 

En mis constantes brujuleos por la red, esta semana pasada me encontré con la palabra que sirve de título a esta entrada. Ya advierto que no aparece  en el diccionario aunque la imagen puede dar una pista del tema sobre el que versa. Se trataría de un anglicismo derivado del inglés donde existen «taphophilia» y «taphophile» para describir a los amantes de los cementerios, es decir, un interés en los funerales, los cementerios y los rituales de la muerte.

Puestos a buscar un vocablo castellano que se acerque al tema, podríamos construir necroturismo o necrointerés partiendo del significado del prefijo —necro— que significa muerto. Con independencia de definiciones, el asunto puede parecer un poco macabro según nuestras concepciones pero en mi caso siempre he sentido una cierta curiosidad, concretamente, por los cementerios. Siempre que he pasado por delante de algún camposanto que estuviera abierto, me he colado dentro a observar numerosas curiosidades que pueden saltar a la vista: nombres, fechas, dedicatorias —«tu familia no te olvida» o «siempre en nuestro recuerdo»— o epitafios  —«aquí yace uno en contra de su voluntad» o «perdone que no me levante a saludar»—. Sea como fuere, me gusta emplear un rato y tomar algunas fotografías siempre que se pueda para conservar en mi archivo.

Los cementerios son una invención relativamente moderna. Salvo enterramientos regios o eclesiales en iglesias, monasterios, conventos o catedrales, el común no empezó a tener una «parcela» reservada para la posteridad y el recuerdo hasta el siglo XVIII aunque hay muchas historias y leyendas sobre el asunto. Habiendo visitado numerosos cementerios en varios paises, quedan anécdotas curiosas algunas de las cuales voy a referir a continuación.  

Hasta 1978, mi centro de tabajo en Madrid estaba situado en la Plaza de Celenque, muy cerquita de la Puerta del Sol. El lógico crecimiento de la empresa motivó el traslado de mi departamento nada menos que al barrio de San Blas, en la periferia. Mi rutina de bajarme del tren en Recoletos y andar hasta el trabajo cambió de dirección hacia la Puerta de Alcalá para tomar el autobús 28 de la E.M.T. El caso es que este autobús pasaba por el lateral del cementerio de la Almudena. En su muro veía a diario una pintada que rezaba «Detrás de la muerte no hay nada». Un día, al cabo de varios años, alguien contestó: «Y      qué   sabes».   Al   poco   tiempo   desaparecieron   ambas   frases   del   muro   del  cementerio.

Las ciudades grandes tienen enormes cementerios dado su crecimiento, pero siempre pueden quedar vestigios conservados de menor tamaño. En la maravillosa ciudad estadounidense de Nueva Orleans se da está circunstancia y pude visitar el Lafayette Cemetery number 1, lugar recomendado incluso para turistas y del que puede verse una imagen a continuación

La curiosidad es que, recientemente, viendo una serie en televisión titulada «Your Honnor», reconocí el lugar en algunas escenas rodadas allí. La serie, muy recomendable al menos en su primera temporada, está teniendo ahora, —agosto de 2023— un remedo español titulado «Honor» que habrá que ver por si hay escenas de cementerio reconocibles.

Cementerios celtas en las tierras altas de Escocia o en Noruega anexados a las iglesias, praderas verdes extensas con exiguos ladrillos nominando los inhumados en Vevey (Suiza), prehistóricos excavados en piedra y reutilizables en Soria, ocupando una iglesia destruida por el fuego en Comillas (Cantabria), judíos como el de Praga, el militar alemán de Cuacos de Yuste en las cercanías del monasterio de Yuste… Son innumerables los visitados y los recuerdos, cada uno con sus características y sus curiosidades.

 

A buen seguro que don Nicasio Gutiérrez que murió con 76 años en febrero de 1896 era soltero por la dedicatoria que alude a sus sobrinos y no a otro tipo de familia. Eso sí, tendría hermanos para poder tener sobrinos. Elucubraciones y conjeturas podemos hacer todas las que queramos. En un pequeño cementerio de la costa cántabra, destaca un conjunto de cuatro placas enormes sobre nichos –ocupando varios de ellos— que pertenecen a cuatro hermanos. Lo curioso es observar las fechas de fallecimiento de los cuatro. Quizá sea tema de una entrada especial más adelante.

Hay numerosa información sobre el asunto. No quiero dejar de citar a Nieves Concostrina con sus libros «Polvo eres» y «En polvo te convertirás» en los que se recopilan epitafios curiosos cuando no extraños y que dan que pensar. En Portugal incluso hay revistas dedicadas y abundan artículos en periódicos y revistas, así como blogs dedicados. No hay más que empezar a rascar…